Nuevas sorpresas en la Costa Maya: Bacalar, Chetumal o Mahahua
Submarinismo del bueno, kil¨®metros de litoral intacto, pueblos con encanto y una profunda selva. Esto es la nueva Costa Maya mexicana
Lejos de los megacomplejos tur¨ªsticos de Canc¨²n todav¨ªa queda una zona del litoral que conecta directamente con lo que fue Yucat¨¢n antes de que llegaran los turistas. Mucha gente solo conoce las ¡°tres gran?des¡± del norte (Canc¨²n, Playa del Carmen y Tulum), ignorando la Costa Maya, pero poco a poco se va haciendo justicia, y para quienes busquen una experiencia en Yucat¨¢n que no implique empachos de chupitos o m¨²sica atro?nadora, este es un re?fugio que agradecer¨¢n. Aqu¨ª se pueden hacer amigos en bares donde a¨²n se puede conversar, visitar ruinas mayas bajo la atenta mirada de monos ara?a y los tucanes, o sumergirse en la fantas¨ªa del Banco Chinchorro, uno de los me?jores entornos submarinos del mundo.
Estamos en pleno mundo maya y en medio de la selva quedan muchas todav¨ªa ciudades abandonadas parcialmente excavadas, como Chacchoben, muy visitada por los cruceristas desde Mahahual, pero tambi¨¦n otras que son casi desconocidas, e incluso algunas que a¨²n est¨¢n por descubrir.
Pero el mayor reclamo de la regi¨®n no es su riqueza arqueol¨®gica, ni siguiera sus playas, sino un lago: la incre¨ªble laguna de Baca?lar (b?ak halal: ¡±rodeada de juncos¡± en maya), es conocida como el lago de Siete Colores por la amplia paleta de tona?lidades beis, menta, aguamarina, turquesa y azul que se aprecia mejor desde arriba. El fuerte de Baca?lar, construido para repeler las reiteradas incursiones piratas, a¨²n vela por estas pl¨¢ci?das aguas pr¨®ximas a la plaza mayor de la localidad.
Para los amantes del mar y las playas, los pueblos de pescadores de Mahahual y Xcalak son el contraste con los centros tur¨ªsticos de Canc¨²n, y los submarinistas tienen casi una obligaci¨®n con los arrecifes coralinos y el cementerio de barcos de estas costas.
Y si nos quedan ganas de conectar con una ciudad de provincias con toque de autenticidad, nos faltar¨ªa pasar por Chetumal, la tranquila capital de Quintana Roo, que es, sobre todo, un lugar de paso a Belice.
M¨¢s informaci¨®n en la nueva gu¨ªa de Canc¨²n, Cozumel y Yucat¨¢n de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es
Bacalar, el lago de todos los colores
Cada vez hay m¨¢s viajeros que llegan hasta el sur del Yucat¨¢n para ver este lago de colores y un pueblo, Bacalar, que crece pero que todav¨ªa es tranquilo y tradicional. Lo mismo se ven vaqueros a caballo que chavales en monopat¨ªn, puestos de tacos genuinamente mexicanos junto a elegantes restaurantes veganos en consonancia con los nuevos visitantes.
Lo mejor de Bacalar es la sensaci¨®n de que estamos muy cerca de todo, menos de la naturaleza, que est¨¢ a un paso. Al amanecer, la neblina se levanta de la laguna mientras se refleja el sol. En la jungla a¨²n habitan jaguares y tapires. Misteriosas ruinas mayas emergen de una selva tan tupida que no las veremos hasta que est¨¢n delante. De momento, este crecimiento solo se traduce en buena comida, lugares bonitos conde tomar una cerveza y alojamientos va?riados. Y todo ello a pocas horas en coche de la megaciudad que es hoy Canc¨²n o de la cada vez m¨¢s tur¨ªstica Playa del Carmen.
La laguna de Bacalar es sin duda una de las joyas de Yucat¨¢n: es el lago de agua dulce m¨¢s largo y grande de la pen¨ªnsula y var¨ªa en profundidad, desde lugares donde cubre solo hasta los tobillos hasta donde alcanza a cientos de pies, una singularidad que lo convierte en uno de los lagos m¨¢s bonitos del mundo a vista de p¨¢jaro. Y tambi¨¦n resulta fascinante desde abajo, porque comunica con el sistema de acu¨ªferos que est¨¢ integrado en el sistema de cuevas presumiblemente m¨¢s grande del mundo.
La laguna es preciosa desde arriba, desde abajo o incluso desde la orilla, con nen¨²fares, juncos y animales de lo m¨¢s diverso (s¨ª ?tambi¨¦n cocodrilos!). En sus aguas se practica toda clase de deportes acu¨¢ticos, desde surf de remo y kayak hasta circuitos en lanchas y veleros de alquiler que acercan a lugares de la otra orilla que pocos turistas frecuentan.
En su extremo sur se halla el cenote Negro, otro lugar que no defrauda, con cientos de metros de profundidad y donde es posible zambullirse desde un muelle o vaguear sobre hinchables o balancearnos en una hamaca.
Un fuerte, una plaza, unas vistas
Las imponentes ruinas del fuerte de San Felipe no pasan desapercibidas, y son solo uno de los atractivos que dan personalidad a la tranquila y apacible plaza de Bacalar. El fuerte, sobre un cerro cubierto de hierba que desciende hasta la laguna de Bacalar, est¨¢ ahora formado por murallas, fosos secos y algunos herrajes, aunque tambi¨¦n alberga un peque?o museo y a veces se utiliza como fondo para un espect¨¢culo de luz y otras, para exposiciones de arte.
Aunque el fuerte preside la plaza, lo que lo hace tan espectacular son las vistas que ofrece por detr¨¢s, incluidos esos incre¨ªbles verdes y azules de la laguna. Adem¨¢s, Bacalar tiene el equilibro justo entre lugare?os y turistas, as¨ª que, de momento, nada que ver con Playa de Carmen, Canc¨²n o Tulum. Bacalar todav¨ªa puede prometer (y cumplir) tranquilidad e incluso silencio. Esto no quita para que por la noche haya restaurantes, caf¨¦s, o bares, aunque much¨ªsimo m¨¢s tranquilos y menos ruidosos que los del norte.
El anochecer en Bacalar todav¨ªa es relajado, sin que nos asalten los cazaclientes tratando de vendernos cosas. Aqu¨ª a¨²n es posible sentarse en un bar y mantener una conversaci¨®n de verdad, echar unas risas con un simp¨¢tico camarero y conocer al resto de la clientela. Los aut¨®ctonos frecuentan los restaurantes que siguen abiertos despu¨¦s del cierre de la cocina y que sirven c¨®cteles de autor, como el Nixtamal, hasta bares como el I Scream Bar, donde suena la m¨²sica¡ pero sin excesos. E incluso, algunas noches puede que coincidamos con los conciertos en el Gale¨®n Pirata, junto al agua, que de d¨ªa es un centro de arte y exposiciones.
Majestuosidad maya en torno a Bacalar
Al margen de la laguna y de la ciudad, en estas tierras hay bastante por explorar para el que tenga un m¨ªnimo de inter¨¦s: selvas, ruinas, animales, playas, ci¨¦nagas y algunas cosas m¨¢s. Esta regi¨®n era primordial para los mayas, como lo demuestran las importantes ruinas que hay entre la espesura de la selva, algunas parcialmente recuperadas y otras, a¨²n sin excavar. Entre las excepciones destaca la impresionante ciudad de Chacchoben, objetivo fijo de muchos cruceristas, pero igual de recomendable para quienes se alojen en Bacalar. En camino, se puede pasar (y parar) por Limones, donde hay otras ruinas que se ven desde la carretera, mucho menos visitadas.
Salir de Bacalar significa aventurarse por las tranquilas y rurales aldeas donde la gente a¨²n reside en casas mayas tradicionales, viste huipiles (largas t¨²nicas sin mangas) y cultiva en milpas (campos peque?os). Es una forma de vida que apenas ha cambiado en siglos, sin duda digna de ver, respetar y proteger.
Chacchoben, que no hay que confundir con el pueblo maya cercano que se llama igual, se dio a conocer a nivel tur¨ªstico en el 2002, sin duda hace poco si se compara, por ejemplo, con Chich¨¦n Itz¨¢, que lleva en el candelero desde la visita de Stephens y Catherwood en 1841. Chacchoben es una ciudad m¨¢s peque?a y tie?ne menos construcciones que sus semejantes del norte, pero su principal reclamo es que a¨²n se puede trepar por muchas de sus estructuras, lo que posibilita unas vistas incre¨ªbles de la selva circundante, adem¨¢s de hacerse una idea de lo que los gobernantes mayas ve¨ªan cuando estas grandes ciudades estaban habitadas. En el yacimien?to la restauraci¨®n arqueol¨®gica sigue su curso.
Para llegar hay que dar un agradable paseo por la selva (el aparcamiento est¨¢ lejos), pero es una visi¨®n fant¨¢stica llegar al claro donde se alza la primera pir¨¢mide. La segunda, a¨²n m¨¢s alta, permite situarse a la altura de los monos ara?a y aulladores, si es que estos merodean por los ¨¢r?boles, y las muchas aves del lugar, que conviven con jaguares y tapires dif¨ªcil de avistar, adem¨¢s de animales m¨¢s comunes como zorros, ciervos y jabal¨ªes. Y como pasa en otros yacimientos de la zona, los mosquitos se muestran insaciables, as¨ª que conviene no olvidar llevar un buen repelente.
Marahual, cuando se van los cruceristas
Lo que era un simple pueblo de pescadores mexicano se ha convertido en una parada regular para los cruceros caribe?os y esto quiere decir que hay horas del d¨ªa en que los pasajeros invaden las calles, acaparan los taxis y salen pitando hacia las ruinas mayas de Chaccho?ben, o se pasean por el malec¨®n creado expresamente para que puedan dedicarse a su deporte favorito: gastar dinero. Las palmeras dan sombra a este acicalado paseo mar¨ªtimo lleno de tiendas de recuerdos y ropa, tumbonas y camillas de masaje y al?gunos restaurantes junto al mar.
Pero cuando zarpan estos grandes barcos, Mahahual vuelve a ser ¡°normal¡±: un pueblo tranquilo y discreto con las calles vac¨ªas salvo por algunos ni?os que juegan a la pelo?ta o alg¨²n gato que se escabulle intentando pasar desaper?cibido. Incluso sorprende ver alg¨²n turista. Este es el momen?to para disfrutar a solas de la playa.
Pasar unos d¨ªas aqu¨ª es f¨¢cil, siempre y cuando se recuerden las tres erres: relax, relax y relax. Y para entenderlo solo hay que darse una vuelta por el malec¨®n. All¨ª nos esperan los clubes de playa, con hileras de tum?bonas, toallas y bares de estilo polinesio. Los hay con cabinas para masajes, donde es posible tumbarse bajo una palapa y desconectar con el sonido de las olas mientras alguien desen?tumece esos cansados m¨²sculos. Si no hay sargazos (las algas marrones ¨²ltimamente tan presentes en la zona), es posible ba?arse; el agua est¨¢ c¨¢lida, como la de una piscina gigante.
Mucha gente alquila una bicicleta para poder ampliar su radio de acci¨®n hasta las preciosas playas que hay entre Mahahual y Xcalak. Es buena idea preparar una cesta de p¨ªcnic e ir a pasar un d¨ªa divertido pedaleando, parando para hacer fotos, propias o de las iguanas y otros animales que aparezcan por el camino (coat¨ªes y agut¨ªes y, a menudo, zorros y cangrejos de tierra), y dejar sim?plemente que el tiempo fluya.
Cuando cae la tarde, se guardan las tum?bonas y solo algunos clubs de playa sirven copas hasta tarde. La gente se acuesta temprano, menos los submarinistas, que pueden optar por una inmersi¨®n nocturna, las pa?rejas que pasean descalzas mientras las olas acarician sus pies, y los que se empe?en en avistar animales escurridizos, como zorros, el escurridizo margay, el chotacabras cuerporru¨ªn y otras aves nocturnas, en la carretera entre Mahahual y Xcalak.
Un faro para se?alar el fin del camino
Uno de los puntos m¨¢s emblem¨¢ticos de Mahahual es el faro que se?ala el final de la carretera. Se ve a kil¨®metros ¨Co millas n¨¢uticas¨C de distancia, aunque pasa desapercibido casi siempre y, de hecho, es una parada de taxis cuando llegan los cruceros.
Pero para cuando llegan las fiestas del pueblo, el faro se convierte en una se?al de centro de actividad, a la que todos sus habitantes ¨Cfamilias, parejas, ni?os, ancianos¨C bajan para disfrutar del baile, escuchar discursos y, en general, pasarlo bien. Aunque Mahahual tiene su plaza mayor, esta no es el centro de las celebraciones locales, en favor de este modesto faro.
Y fuera del pueblo, en realidad solo hay un sitio en las inmediaciones de Mahahual (al menos sobre el agua) al que sea obligado ir: el puerto pesquero de Xcalak.
Xcalak no es m¨¢s que un tranquilo pueblecito de pescadores donde los d¨ªas pasan casi sin notarlo. Es de esos sitios para dis?frutar de no hacer nada, y donde las tardes en la hamaca ocupan un lugar destacado en el estilo de vida de propios y extra?os, junto con la pesca (con mosca y de altura) y las inmersiones en el Banco Chinchorro. Es un lugar como desconectado del mundo (durante a?os ni siquiera tuvo cobertura m¨®vil fiable y los datos a¨²n son irregulares), pero ese es su principal encanto. Basta con encontrar un sitio, ya sea con la espalda apoyada a una palmera o en una hamaca, conseguir una bebida fr¨ªa y, quiz¨¢, un libro.
El maravilloso Banco Chinchorro: meca de submarinistas
Un otros tiempos, los fondos submarinos de este atol¨®n remoto e intacto, fueron un peligro mortal para los barcos que navegaban pr¨®ximos a las costas yucatecas. Hoy, sin embargo, su proximidad a la superficie y baj¨ªos poco profundos, las mismas cualidades que lo convirtieron en mortal, son las que atraen a submarinistas y a buceadores con tubo.
El Banco Chinchorro es un sistema de arrecifes con coral sano y con una incre¨ªble vida marina y docenas de pecios para explorar. Hay tres razones m¨¢s para visitarlo, si lo que se quiere es bucear y ver animales at¨ªpicos. Una es ver manat¨ªes, las d¨®ciles ¡°vacas marinas¡± de estas aguas que constituyen una maravillosa experiencia bajo el agua. Otra es la oportunidad de nadar con cocodrilos americanos y sacarles fotos. No es broma: alcanzan hasta los seis metros y se sabe que ya han probado la carne humana. Solo se puede bucear aqu¨ª con gu¨ªas expertos que saben lo que hay que hacer y lo que no, pero para los amantes de los animales, esta experiencia ins¨®lita es determinante.
Por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, el Banco Chinchorro es un lugar fant¨¢stico para pescar, saliendo desde Xcalak. El arrecife en s¨ª est¨¢ protegido y no se puede pescar en ¨¦l (?lo cual est¨¢ bien!), pero s¨ª en zonas cercanas.
Chetumal: tranquila, fronteriza y guardiana de ruinas enigm¨¢ticas
La tranquila capital de Quintana Roo suele ser pasada por alto por quienes vuelan a Canc¨²n y la Riviera Maya, pero es un sitio estupendo para descubrir la cara tranquila y provinciana de M¨¦xico. No es la sexi y escandalosa locu?ra que hay al norte, pero est¨¢ bien para tener un poco de animaci¨®n, despu¨¦s de ver mucha naturaleza y mucha selva.
Aunque ha cambiado much¨ªsimo en los ¨²ltimos a?os, Chetumal sigue siendo un lugar de paso a/desde Belice. A pesar de su aire de frontera, quien pare tendr¨¢ mucho por ver y hacer. Hay ruinas mayas donde estaremos a solas y una laguna de tranquilas aguas que valoran mucho los surfistas de remo y los aficionados al kayak. Podemos plantearnos pasar en barco a Belice, que es r¨¢pido, econ¨®mico y divertido, o alquilar una embarcaci¨®n para visitar Xcalak. Pero b¨¢sicamente, quien llega a Chetumal es para asomarse a ruinas enigm¨¢ticas y casi olvidadas como son las de Dzibanch¨¦, Kohunlich y Kinichn¨¢. Aunque independientes, estos sitios arqueol¨®gicos suelen visitarse en un solo d¨ªa. Cada uno de estos lugares asombrosos bien merecer¨ªa una visita por s¨ª solo, pero vistos juntos resultan in?cluso m¨¢s impresionantes.
Kohunlich es famosa por sus gigantescas m¨¢sca?ras rojas, que miran fijamente con un inquietante realismo desde la sombra de las pa?lapas. Han sido motivo de teor¨ªas conspirativas sobre aterrizajes alien¨ªgenas y dem¨¢s bobadas, pero no se puede negar que son asombrosas. Inicialmente protegidas por una capa que aho?ra se ha retirado, las m¨¢scaras a¨²n exhiben el intenso color rojo que se les aplic¨® hace siglos. Y las expresiones s¨ª que invocan asombro, venera?ci¨®n y una sensaci¨®n de algo verdaderamente sagrado.
Dzibanch¨¦, probablemente vinculada al reino ¡°serpiente¡± m¨¢s grande e impresionante de Calakmul, al oeste, es cono?cida por sus construcciones con influencia de Teotihuac¨¢n, el reino azteca pr¨®ximo a Ciudad de M¨¦xico. Y Kinichn¨¢, en las cercan¨ªas, muestra construcciones gran?des y ¨¢rboles fotog¨¦nicos cuyas ra¨ªces crecen entre las pie?dras, como en una escena fantasmag¨®rica.
La belleza de estos lugares es evidente, pero lo mejor es que, hasta el momento, estas ruinas reciben muy pocos visitantes.
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