Documentales y zoolog¨ªa tramposa
Grabar animales en libertad puede ser muy latoso y no faltan ejemplos de escenas falseadas. El mayor problema viene cuando las licencias art¨ªsticas se confunden con la realidad y se cuelan en el ¨¢mbito del conocimiento
Una de las formas de divulgaci¨®n cient¨ªfica m¨¢s populares, antes de las redes sociales, eran los documentales de naturaleza. En tiempos de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente llegaron a ser programas de m¨¢xima audiencia, y luego se recolocaron en el c¨®modo nicho de la hora de la siesta, donde mucha gente aseguraba que los segu¨ªa al igual que la vuelta ciclista en verano, entre cabezada y cabezada. No se puede negar que estos documentales han tenido un gran papel en difundir la ...
Una de las formas de divulgaci¨®n cient¨ªfica m¨¢s populares, antes de las redes sociales, eran los documentales de naturaleza. En tiempos de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente llegaron a ser programas de m¨¢xima audiencia, y luego se recolocaron en el c¨®modo nicho de la hora de la siesta, donde mucha gente aseguraba que los segu¨ªa al igual que la vuelta ciclista en verano, entre cabezada y cabezada. No se puede negar que estos documentales han tenido un gran papel en difundir la ciencia, el respeto por la naturaleza y en despertar muchas vocaciones cient¨ªficas. Sin embargo, el rigor y la veracidad ha sido muy desigual, sobre todo si el programa est¨¢ dirigido por un autodenominado naturalista, t¨¦rmino impreciso, pero que viene a ser una declaraci¨®n t¨¢cita de falta de formaci¨®n acad¨¦mica.
Dec¨ªa Alfred Hitchcock: ¡°Nunca trabajes con ni?os, ni con animales, ni en el mar ni con Charles Laughton¡±, y es cierto que rodar animales en plena naturaleza es muy complicado y requiere de mucha paciencia. Esto hace que a veces determinadas escenas se recreen y que haya una trastienda que hace que lo que parece un comportamiento animal genuino no sea m¨¢s que una escena de ficci¨®n con animales. Famos¨ªsimos documentalistas han sido denunciados por falseamientos notables e incluso por maltratar animales. Y de estas acusaciones no se libra uno de nuestros grandes directores, Luis Bu?uel. Las escenas con animales de su documental Las Hurdes, tierra sin pan, fueron fabricadas. El burro acosado por las abejas que se ve en la pel¨ªcula no es un elemento del paisaje de las Hurdes, sino un burro moribundo que compr¨® a su propietaria y al que unt¨® con miel para atraer insectos. La cabra que se despe?a accidentalmente, en realidad, fue abatida por un disparo mal disimulado. En la pel¨ªcula se aprecia el humo de la escopeta.
El problema es cuando una de estas recreaciones acaba siendo tomada por un comportamiento animal real, y se incorpora a los libros de zoolog¨ªa. Muchos hemos o¨ªdo hablar de los lemmini (tambi¨¦n conocidos como lemmings), un roedor propio de las tundras ¨¢rticas de Am¨¦rica y Eurasia. La gente que ahora ronda los 50 a?os los recordar¨¢ porque fueron los protagonistas de un popular y muy adictivo videojuego en tiempos de los procesadores 286. Este animalillo tiene un periodo reproductivo muy corto, y las hembras son muy f¨¦rtiles, lo que produce que c¨ªclicamente se den explosiones demogr¨¢ficas en un entorno con recursos muy limitados. En general, para hacer frente a estos problemas los lemmini construyen complejas madrigueras donde almacenan alimentos para tiempos de escasez o realizan migraciones a entornos m¨¢s favorables. Puede que en alg¨²n libro encuentre que en los momentos de m¨¢xima poblaci¨®n las migraciones de los lemmini se dirijan hacia la costa y que acaben en suicidios colectivos como forma de controlar la poblaci¨®n. Bueno, pues esto es falso, aunque el videojuego se basara en esta idea. Desde el punto de vista de la evoluci¨®n es cierto que se prima la supervivencia de la especie frente a la del individuo. Hay animales cuya estrategia se basa en tener muchas cr¨ªas sabiendo que muy pocas van a sobrevivir. O casos m¨¢s macabros, como el de algunos tiburones que practican el canibalismo intrauterino. Esto implica que los huevos eclosionan dentro de la madre y en las primeras etapas se alimentan de los huevos no eclosionados o de sus hermanos m¨¢s d¨¦biles. Sin embargo, un comportamiento de suicidio no tendr¨ªa l¨®gica evolutiva ni etol¨®gica. El origen del mito lo podemos situar en 1908, cuando el periodista y educador ingl¨¦s Arthur Mee publica su famosa Enciclopedia infantil, donde describe que estos animales realizan migraciones colectivas hasta que se ahogan en el mar. Se lo hab¨ªa inventado. En 1958 el documental de Walt Disney Infierno blanco muestra por primera vez im¨¢genes de este suicidio colectivo. La realidad es que la escena es pura ficci¨®n. No se rod¨® en el mar, sino en el r¨ªo Bow, cerca de Calgary (Canad¨¢), en una zona donde no hay lemmini, y utilizaron una plataforma giratoria que despe?aba a los pobres animales, capturados previamente. Este comportamiento nunca se ha visto en la naturaleza. Por cierto, F¨¦lix, ?un ¨¢guila real puede cazar un chivo de cabra montesa?
J. M. Mulet es bioqu¨ªmico y divulgador.
El barrilete de los San Bernardo
¡ª Antes de los documentales tambi¨¦n se propagaban mitos sobre los animales. ?Llevaban los San Bernardo un barrilete de co?ac al cuello? No. Los monjes utilizaban esta raza para rescatar a viajeros perdidos o sorprendidos por avalanchas. Si encontraban a una v¨ªctima, uno se quedaba calent¨¢ndola y el otro iba a pedir ayuda, pero no llevaban co?ac, que solo hubiera servido para que el viajero perdiera calor por la vasodilataci¨®n que causa el alcohol. El mito lo origin¨® un cuadro de 1820 de Edwin Landseer, que cuando lo pint¨® ten¨ªa 17 a?os y nunca hab¨ªa estado en los Alpes ni visto un San Bernardo en su entorno natural. Fue una licencia art¨ªstica.