Vacunas para la salud mental
?Qu¨¦ hace la mente para defenderse? ?Por qu¨¦ el estr¨¦s causa inflamaci¨®n? Cada vez es m¨¢s evidente la relaci¨®n entre el sistema inmunitario, el nervioso y nuestro equilibrio ps¨ªquico
La vacuna capaz de librar la ofensiva contra la covid ya est¨¢ aqu¨ª. Queda menos para que podamos ser inoculados y poner en funcionamiento nuestro sistema inmunitario para protegernos contra la enfermedad. Este ejerce la doble tarea de separar y de defender, y muchas otras m¨¢s, por medio de una red de c¨¦lulas, prote¨ªnas y tejidos que operan en relaci¨®n rec¨ªproca con otros sistemas del organismo. A partir del nacimiento se activa un dispositivo de aprendizaje y las c¨¦lulas que lo constituyen recuerdan a los pat¨®genos con los que hemos entrado en contacto, es una memoria que permite reconocerlos y combatirlos en el futuro. Este sistema ¡ªcapaz de detectar informaci¨®n que no le es accesible al cerebro¡ª podr¨ªa pensarse como el repositorio del sustrato del inconsciente en nuestro cuerpo.
Cada vez es m¨¢s evidente la relaci¨®n entre el sistema inmunitario, el nervioso y nuestro equilibrio ps¨ªquico. El cerebro no solo recibe mensajes del sistema inmunitario, sino que las se?ales del cerebro regulan las funciones que controlan la inflamaci¨®n en otros tejidos. Seg¨²n Kimberley McAllister, directora del Centro de Neurociencias de la Universidad de California en Davis, las respuestas inmunitarias de una hembra rat¨®n antes del embarazo pueden predecir la probabilidad de que su descendencia tenga deficiencias de comportamiento si el sistema inmunol¨®gico se activa durante el embarazo. McAllister propone que estos hallazgos podr¨ªan ayudar a resolver qu¨¦ papel desempe?an las infecciones graves durante el embarazo en el desarrollo de afecciones como el autismo y la esquizofrenia. ¡°No conocemos bien qu¨¦ causa estas enfermedades, pero la infecci¨®n materna es un factor de riesgo que sabemos que contribuye¡±.
La inmunidad desempe?a un papel clave en la funci¨®n cerebral ¡ªes rara la depresi¨®n ps¨ªquica que no se asocia con una depresi¨®n inmunitaria¡ª. Muchas mol¨¦culas implicadas en la inmunidad operan en el cerebro y viceversa: las citoquinas son un ejemplo de mediadores del proceso inflamatorio ben¨¦fico que, sin embargo, pueden ocasionar tormenta. El estr¨¦s es el v¨ªnculo entre inflamaci¨®n y depresi¨®n; al activar las citoquinas, precipita respuestas inflamatorias. ?C¨®mo es posible que ¡ªen ausencia de pat¨®genos¡ªinduzca inflamaci¨®n y depresi¨®n? Si bien a largo plazo es da?ino e inmunosupresor, la respuesta inflamatoria, la vulnerabilidad a la depresi¨®n y la hipervigilancia del estr¨¦s evolucionaron a partir de una reacci¨®n denominada ¡°comportamiento de enfermedad¡± que permite afrontar mejor la infecci¨®n.
Otro factor que facilita una respuesta al estr¨¦s son los microbios intestinales ¡ªen una cifra que se piensa que es 10 veces mayor que la cantidad de c¨¦lulas humanas en nuestro cuerpo¡ª. Desde esta perspectiva ecol¨®gica, el yo no se puede concebir como una entidad circunscrita, autodefinida. Alfred Tauber, fil¨®sofo especialista en historia de la inmunolog¨ªa, lo contextualiza al apuntar que, en una fascinante inversi¨®n de la mitolog¨ªa de nuestro cuerpo, encontramos que el propio sistema inmunol¨®gico es, en parte, creado por el microbioma residente. El organismo participa en una comunidad de otros que contribuyen a su bienestar.
Los ataques contra la psique tambi¨¦n activan mecanismos de defensa inconscientes que la mente utiliza para protegerse. Estas respuestas son el n¨²cleo de la teor¨ªa de Freud. Ana, su hija, los esboza en un tratado publicado en 1936. Nuestras defensas apuntan a disparadores internos y externos, especialmente cuando amenazan la integraci¨®n del yo y la autoestima. Tienen la funci¨®n de protegernos contra sentimientos y pensamientos inaceptables ¡ªcomo ser¨ªa el de la inevitabilidad de la muerte¡ª. Simplemente tratar de distanciarnos no basta. La represi¨®n es un componente com¨²n en ellos ¡ªes una operaci¨®n de la mente mediante la cual intentamos confinar al inconsciente los pensamientos, im¨¢genes o recuerdos ligados a instintos que provocan angustia¡ª. Estos mecanismos pueden reforzar la autoestima, minimizar la ansiedad y facilitar la adaptaci¨®n. Generalmente se consideran m¨¢s maduros cuando promueven una mayor capacidad de adaptaci¨®n. El soneto de Quevedo que empieza con el terceto ¡°Retirado en la paz de estos desiertos. Con pocos, pero doctos libros juntos. Vivo en conversaci¨®n con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos¡± es un ejemplo ¡ªhay indicaci¨®n de que lo pudo haber escrito en 1642, mientras lamentaba la muerte de su esposa¡ª. No obstante, como apunta el psicoanalista Juan David Nasio, cuando el yo moviliza una defensa m¨®rbida e intensa, el peligro que se ech¨® por la puerta vuelve por la ventana.
El yo y lo ajeno est¨¢n entrelazados. La psiconeuroinmunolog¨ªa ha incorporado teor¨ªas que nos ayudan a definir el yo. El yo, dice Tauber, no es una constante gen¨¦tica, es aquello que da soporte a la estructura gen¨¦tica del individuo y de su historia, en tanto que ¨¦sta se configura a lo largo de un camino imprevisto.
David Dorenbaum es psiquiatra y psicoanalista.
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