Brit Bennett: ¡°La identidad no cabe en palabras, es m¨¢s compleja que el lenguaje¡±
Escribe sobre negros que quieren ser blancos y hombres a los que les duele un aborto. Con 26 a?os public¨® ¡®Las madres¡¯ y vendi¨® m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares. Su nueva novela, ¡®La mitad evanescente¡¯, ha sido durante semanas el libro m¨¢s vendido en la lista de ¡®The New York Times¡¯. HBO acaba de pagar una cifra millonaria para convertirla en serie. Su ¨¦xito no le parece nada extraordinario comparado con que sus padres, nacidos en tiempos de la segregaci¨®n, llegaran a la universidad.
En una puja sin precedentes entre 17 productoras, HBO ha comprado los derechos para convertir en serie la historia de Stella y Desir¨¦e, las dos gemelas de La mitad evanescente (traducida por Random House al castellano y por Periscopi al catal¨¢n) que se separan cuando una decide ser blanca y la otra negra. Brit Bennett (Oceanside, California, 1990) escribe rompiendo estereotipos: un hombre que no consigue superar el aborto de su novia u otro que, con trabajos ilegales, da seguridad a una familia. Su primera novela, Las madres (Oc¨¦ano, Hotel de las Letras), recrea la claustrofobia de un pueblo californiano en ¨¦poca de tel¨¦fonos inteligentes. La segunda, La mitad evanescente, atraviesa tres d¨¦cadas de racismo: del m¨¢s violento al que, por cercano y acostumbrado, m¨¢s cuesta ver. Hace un a?o que se mud¨® a Brooklyn, en Nueva York, para dar clases de literatura. Tras un confinamiento en solitario, regres¨® a Los ?ngeles para ver a sus padres y a sus hermanas mayores. Desde la casa de una de ellas ¡ªque es bibliotecaria¡ª atiende por Zoom vestida con una camiseta que lleva estampada una caricatura de Stanley, el p¨ªcaro directivo de la serie The Office.
La mitad evanescente describe el racismo entre los negros.
Quer¨ªa hablar de c¨®mo la gente oprimida termina con frecuencia oprimiendo a otros. Y, queriendo o no, perpetuando las heridas que ha sufrido.
Habla de negros que se enorgullecen de ser menos negros.
La jerarqu¨ªa que se forma con el grado de color dentro de una raza es un efecto colateral de la supremac¨ªa blanca. Mis personajes han sufrido racismo y, a pesar de eso, se consideran un grupo aparte de los negros. Su pueblo est¨¢ organizado en torno a ese miedo, una jerarqu¨ªa absurda en la que muchas veces participamos, incluso sin darnos cuenta.
¡°Ser blanco es vivir m¨¢s seguro¡±.
El padre de las protagonistas es asesinado y cada una toma una decisi¨®n opuesta sobre c¨®mo seguir viviendo, que en realidad es una decisi¨®n sobre c¨®mo lidiar con el racismo. Una de ellas cree que da igual el tono de la piel y la otra piensa que ser poco negra no es suficiente, hay que ser blanco para estar seguro. Las dos tienen raz¨®n y las dos no la tienen. Ambas buscan una vida m¨¢s segura.
En sus novelas hay relaciones interraciales. Pero describe el racismo como una espiral infinita.
Se supone que las relaciones interraciales construyeron Am¨¦rica, las hubo incluso durante la esclavitud. Pero eso no acabar¨¢ con el racismo porque no es cierto que la gente no hiera a quien m¨¢s le atrae. A los estadounidenses nos gusta pensar que en unos a?os el pa¨ªs ser¨¢ m¨¢s oscuro, como si quisi¨¦ramos que un problema como este se solucionara de manera natural. Pero la historia y el mundo est¨¢n llenos de lugares en los que una minor¨ªa blanca ha mandado y mantiene el poder. Mis novelas muestran cambios innegables sin ocultar la dureza. Mi realidad y las de mis padres no tienen nada que ver.
?Cu¨¢les han sido los grandes cambios?
Mi madre creci¨® en Luisiana, en una escuela segregada. Como la de mi padre en Los ?ngeles. Yo tuve amigos de todas las razas. Mis padres fueron la primera generaci¨®n de sus familias que fue a la universidad. En tres generaciones ha habido cambios monumentales, pero el racismo sigue de manera m¨¢s perversa.
?M¨¢s psicol¨®gica?
S¨ª. Los linchamientos f¨ªsicos han sido sustituidos por asuntos como complicarles la vida a los negros si deciden integrarse en un barrio blanco. No son insultos ni segregaci¨®n forzada, pero es el mismo aparato de poder.
?Obama ayud¨® a erradicar el racismo?
No me considero comentarista pol¨ªtica. Soy escritora de ficci¨®n.
Pero usted es una mujer negra que escribe sobre racismo.
Creo que es demasiado pronto para saberlo.
?George Floyd muri¨® o lo mataron?
Le robaron la vida violentamente.
Tras su asesinato, la urgencia de manifestarse contra el racismo hizo que mucha gente rompiera el primer confinamiento.
Ver las im¨¢genes de su violenta muerte cuando est¨¢bamos encerrados para proteger la vida fue grotesco. Hemos visto c¨®mo mataban a mucha gente negra, no hay nada nuevo en eso, pero que sucediera en un momento de m¨¢ximo cuidado mutuo colm¨® el vaso. No solo en Estados Unidos. Las injusticias unen.
El coste por pertenecer a un grupo resulta muy caro en lo que escribe. ?Le ha sucedido?
No tanto. Oceanside es un lugar mayor que lo que yo cuento. Tiene m¨¢s de 150.000 habitantes, por eso centr¨¦ a mis personajes en torno a una iglesia para fomentar la sensaci¨®n de claustrofobia. Me fascinan los escenarios peque?os. Leer a Toni Morrison me ense?¨® que es una buena fuente de conflicto que la gente viva muy pegada.
?Buena?
Para un escritor. Eso es lo que me interesa contar.
Describe racismo en la Universidad de California (UCLA).
Existe la tentaci¨®n de creer que el racismo se circunscribe al sur y a comunidades sin acceso a una educaci¨®n superior. Nunca ha sido ni es verdad. Los ?ngeles es una ciudad muy segregada, como el resto del pa¨ªs.
?Ha experimentado racismo?
Claro. Todos los negros lo hemos sentido. No tiene que ver con los lugares, tiene que ver con las personas.
?Su trayectoria prueba que algo est¨¢ cambiando o es la excepci¨®n que confirma la regla?
Mis padres fueron pobres. Les cost¨® llegar a la universidad y darnos oportunidades a m¨ª y a mis hermanas. Lo consiguieron. Pero hay gente tan lista y voluntariosa como ellos que no lo consigui¨®. La excepci¨®n son ellos. No hay nada excepcional en lo que yo he hecho.
No todos los d¨ªas se vende una historia a HBO por una cifra millonaria.
Pero el esfuerzo fue el de ellos. No deber¨ªa ser excepcional que alguien negro consiga cierto ¨¦xito.
Ha podido elegir m¨¢s que sus padres. ?Eso no es ser m¨¢s libre?
Poder elegir es un gran privilegio. Y saber aceptar la libertad del otro, un signo de inteligencia y un acto de amor. Mis padres quer¨ªan que estudiara Derecho.
Pero escrib¨ªa en secreto.
Ellos no sab¨ªan que escrib¨ªa, pero la libertad para hacerlo me la dieron ellos. Sab¨ªa que, en el peor de los casos, podr¨ªa volver a casa y tener un lugar para vivir. Eso no es algo habitual entre la gente que conozco. Muchos de mis amigos mantienen econ¨®micamente a sus padres.
No describe el mundo en t¨¦rminos de opuestos, sino de diversos.
Exacto.
?Qu¨¦ nos lleva a clasificar racial, sexual, social o culturalmente a las personas?
Nuestra identidad no cabe en las palabras, es mucho m¨¢s compleja que nuestra lengua. La mayor¨ªa vivimos en un espacio fluido entre definiciones: no somos ni pobres ni ricos, ni altos ni bajos, ni cultos ni incultos, ni vagos ni diligentes. Y eso se puede aplicar a la raza o el sexo. Por eso una persona te puede ver de una manera y otra de otra. Siempre ha sido as¨ª. Existe un deseo de encajar a las personas en tipos, pero somos m¨¢s complejos de lo que estamos dispuestos a pensar.
?Por qu¨¦ buscamos similitudes en vez de singularidades?
Un profesor nos dijo que cuando conocemos a alguien las primeras tres cosas que vemos son su raza, su g¨¦nero y su edad. Con esa informaci¨®n comenzamos a categorizar. Sin embargo, en el 90% de los casos, nada de eso importa. No importa la edad que tengamos t¨² y yo para tener esta conversaci¨®n. Tal vez importa cuando hablas con un ni?o, ?pero el resto del tiempo? El profesor dec¨ªa que si alguno de esos datos no queda claro a primera vista, nos sentimos inc¨®modos y nos alejamos, aunque no sea algo importante. Si vas a comprar fruta, qu¨¦ demonios te importa la raza o el g¨¦nero del frutero. No he dejado de pensar en eso desde que tom¨¦ el curso. Y trato de frenarme cuando me sorprendo categorizando a la gente.
?Qu¨¦ nos molesta de la indefinici¨®n?
Que no tenemos datos para clasificar a las personas en las jerarqu¨ªas. ?Qui¨¦n ser¨¢ el poderoso y a qui¨¦n le costar¨¢ acceder al poder? La pregunta no deber¨ªa ser qui¨¦n tiene el poder y qui¨¦n no. La pregunta deber¨ªa ser por qu¨¦ tenemos esas jerarqu¨ªas.
En sus novelas convive la diversidad que ha aireado el mundo contempor¨¢neo: hay lesbianismo, transexualidad¡
Lo que me interesa de la transexualidad es la idea parad¨®jica de tener que cambiar para poder ser uno mismo. La utilic¨¦ para contrastar con otro personaje que, negando su raza, est¨¢ cambiando para lo contrario, para dejar de ser quien es.
?Qu¨¦ es m¨¢s importante para la normalizaci¨®n de las preferencias sexuales y de g¨¦nero, describir caracteres o salir p¨²blicamente del armario?
Las dos cosas.
?Tienen la misma fuerza? La novela es ficci¨®n¡
Muchos lectores me han dicho que nunca se hab¨ªan encontrado con un personaje transexual. Eso es chocante y no refleja el mundo real. Hay gente que todav¨ªa relaciona la transexualidad con la prostituci¨®n y la explotaci¨®n. No creo que haya f¨®rmulas para solucionar todos los problemas del mundo, pero leer sobre la convivencia con una persona transexual puede generar normalidad y un espejo. Para todos es importante vernos reflejados en un libro. Pero est¨¢ claro que el gran trabajo en este campo lo est¨¢n haciendo los activistas: la gente que arriesga su forma de vida para defender la libertad de los dem¨¢s
?Es m¨¢s valiente como escritora que como persona?
No me considero valiente, pero lo que me gusta de la ficci¨®n es la posibilidad de arriesgar, de describir personajes que hacen cosas que yo nunca har¨ªa. Escribir te permite explorar de una manera segura. Creo que uno escribe ficci¨®n porque quiere esconderse, no exponerse.
Cre¨ª que la mayor¨ªa de autores escrib¨ªan para que los quisieran.
Uno se cuela en sus libros inconscientemente. Pero no siempre aflora donde querr¨ªa verse. Yo me siento mucho m¨¢s expuesta cuando escribo un art¨ªculo de opini¨®n que cuando construyo una novela.
?Por qu¨¦ escribe?
Es una forma de estar en el mundo, de tratar de comprender. Tambi¨¦n un gran acto de egocentrismo, de exhibicionismo emocional, claro.
?No ha dicho que se ocultaba?
S¨ª, exploro desde la distancia.
Describe acoso o falta de entendimiento entre padres e hijos. ?C¨®mo mira el mundo para ponerse en la piel de tantos?
Investigo, leo, escucho, y mi madre me ha contado cosas de su vida. Creci¨® en una ¨¦poca en la que los cines ten¨ªan zona de blancos y zona de negros. Pero mucho es imaginaci¨®n.
?Teme que sus amigos dejen de contarle cosas?
No. Valoro la amistad por encima de mis libros.
?Tiene m¨¢s amigos de la infancia o de la universidad?
De la universidad
?La educaci¨®n crea otra forma de segregaci¨®n?
Puede que s¨ª. Al final son afinidades lo que nos junta.
Se define como una persona introvertida.
Solo hablo cuando siento que tengo algo que decir. El resto del tiempo prefiero escuchar. Miro el mundo.
?Y qu¨¦ ve?
Lo mucho que escapamos a cualquier clasificaci¨®n.
En 1959 Douglas Sirk film¨® el problema que recrea La mitad evanescente. Todos lloramos cuando Sarah Jane se averg¨¹enza de su madre negra y se hace pasar por blanca en Imitaci¨®n a la vida. ?Ha visto esa pel¨ªcula?
S¨ª, cuando era ni?a. Creo que fue la primera vez que fui consciente de ese cruce racial que te lleva a negar tu identidad. De modo que puedo considerarla los cimientos de mi novela junto a otros libros de Toni Morrison.
Su novela arranca tambi¨¦n en los cincuenta.
Pero atraviesa d¨¦cadas de grandes cambios para dejar constancia de que queda mucho por solucionar.
?Qu¨¦ hacer con la buena gente blanca?
Escrib¨ª un art¨ªculo con ese t¨ªtulo porque quer¨ªa saber qu¨¦ hacer con la gente que no tiene mala intenci¨®n, pero aun as¨ª te hace da?o. ?De qu¨¦ sirve ser consciente del racismo si el resultado final es que sigue haciendo da?o?
?Desconfiar gen¨¦ricamente de los blancos no es otra forma de racismo?
No. La desconfianza no es lo mismo que el racismo. Por desgracia, las comunidades negras tienen muchas razones para vivir preocupadas y desconfiadas. Debemos dejar de pensar en el racismo como una opci¨®n individual. Opera desde instituciones. Por eso para m¨ª ese es el gran reto. No tanto cambiar la mentalidad individual de las personas como modificar el sistema y las instituciones.
Las madres describe c¨®mo algunas decisiones pueden afectar el resto de la vida. ?Qu¨¦ decisiones han transformado la suya?
Soy prudente. Cada vez que tomo una imagino c¨®mo cambiar¨ªa mi vida decidirme por otra opci¨®n. Pero, claro, es imposible saberlo. Mis padres quer¨ªan que estudiara Derecho. Igual hubiera sido una gran abogada. Tal vez m¨¢s feliz. ?C¨®mo saberlo? Uno puede tener la sensaci¨®n de tomar la decisi¨®n adecuada y, aun as¨ª, preguntarse qu¨¦ hubiera ocurrido de haberse decidido por otra opci¨®n. En la vida hay muchas cosas que nunca llegaremos a saber ni entender. La mayor¨ªa de la gente que se suicida no deja una nota dando explicaciones. Eso siembra una duda con la que tambi¨¦n la literatura debe ser capaz de vivir. No quiero darles a mis lectores una historia masticada. Debemos aceptar que no se puede saber todo. Me interesa comunicar que uno puede ser feliz a pesar de haberse equivocado. O infeliz habiendo tomado la decisi¨®n correcta.
Mirar desde otro ¨¢ngulo la ha llevado a hablar del dolor de los hombres ante un aborto.
Como mujer nunca me lo hab¨ªa planteado. Pensaba que era un derecho de la mujer sobre su cuerpo y su vida. Pero decid¨ª permitirme la duda y empec¨¦ a leer y a meterme en foros. Encontr¨¦, claro, a los radicales anti?abor?tistas, pero tambi¨¦n a hombres que apoyaban a sus parejas y a hombres genuinos que hablaban de la dureza de sentir que perd¨ªan a un hijo porque no formaba parte de su cuerpo. Busco eso, espacios para poder pensar.
Describe a hombres negros apalancados dominados por mujeres.
Y he conocido a otros que consideran que la hombr¨ªa se demuestra dominando a una mujer. Todo el mundo cree que la generaci¨®n que llega es peor que la suya.
?Por qu¨¦?
Porque en lugar de hablar para intentar entender, hablamos para callar al otro.
?La amistad ofrece m¨¢s verdad y libertad que la familia?
Mis amigos y mis hermanas son las relaciones cruciales de mi vida, quiero decir las m¨¢s ¨ªntimas, y por eso las que pueden ser m¨¢s traum¨¢ticas o ca¨®ticas. Para m¨ª una discusi¨®n con un amigo puede ser m¨¢s dolorosa que el fin de una relaci¨®n rom¨¢ntica.
?Mantiene en secreto su vida privada?
No estoy casada.
?Y?
El resto es privado.
¡°Tienes que ser suave en el amor, el amor duro no dura¡±. ?De d¨®nde lo saca?
De hablar con madres, t¨ªas y abuelas.
?Cu¨¢ntos podemos ser sin dejar de ser reales?
Esa es la gran pregunta que quiero contestar con mis novelas. Yo tambi¨¦n he querido ser alguien diferente a quien era por lo menos en alg¨²n aspecto. El reto de escribir es reconciliar todas las personas que has sido para sacar de eso algo coherente.
Habla de rescatarse a s¨ª misma en lugar de esperar a que alguien te rescate. ?Ha sido su caso?
Confiar en mi manera de ver las cosas es lo que m¨¢s me ha costado en la vida. Con frecuencia uno tiene que alejarse de los suyos para saber qui¨¦n quiere ser.
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