Soledad Sevilla: ¡°Me ve¨ªan como una ¡®amateur¡¯ porque era madre¡±
Fue una pionera espa?ola en el ¡®op art¡¯ y la abstracci¨®n geom¨¦trica, y hoy es capaz de pintar la lluvia. Es tambi¨¦n due?a de una trayectoria obcecada con convertirse en pintora profesional, una carrera de obst¨¢culos que la une a generaciones de mujeres decididas a desarrollar una vocaci¨®n propia sin renunciar a ser madres sorteando los prejuicios machistas. ¡°No he dejado de pintar ni un solo d¨ªa de mi vida¡±, dice la artista que gan¨® el Premio Vel¨¢zquez de Artes Pl¨¢sticas en 2020.
Es casi justicia po¨¦tica que Soledad Sevilla (Valencia, 76 a?os) haya ganado el ¨²ltimo Premio Vel¨¢zquez. Con 11 a?os, dibuj¨® al carboncillo un asombroso Cristo de Vel¨¢zquez. Aun as¨ª, hija de coronel, a sus padres les parec¨ªa bohemio que estudiara Bellas Artes. Criada en Valencia, formada en Barcelona y becada en Boston, tuvo a sus dos hijos en Madrid sin dejar de pintar y renaci¨® como artista en Granada, pasados los 50, cuando se separ¨®.
Autora de una obra pict¨®rica tan sutil como herm¨¦tica, ha ido incorporando la figuraci¨®n, y la vida ¡ªen forma de lluvia, mariposas o azulejos portugueses¡ª, a un trabajo que sali¨® del lienzo para pintar instalaciones y que parece haber dejado atr¨¢s la precisi¨®n del Centro de C¨¢lculo, donde se inici¨®, para desplegar sentimientos.
La entrevista es presencial, en la casa que tiene alquilada en el barrio madrile?o de Prosperidad y que tambi¨¦n utiliza como estudio. Tiene un peque?o jard¨ªn. Cuenta que pudo adelantar el pago de cuatro a?os cuando vendi¨® una casita que ten¨ªa en C¨¢diz. Tambi¨¦n que la acaban de operar de las v¨¦rtebras. Forz¨® una postura haciendo yoga, quiso tocar con los pies por encima de la cabeza despu¨¦s de cuatro semanas sin hacer ejercicio, y comprob¨® lo que ya sab¨ªa: que la voluntad no puede con todo.
Pregunta. Su pintura y sus instalaciones representan el buen gusto en una ¨¦poca en que el arte ha necesitado molestar.
Respuesta. S¨¦ que me arriesgo a ser rechazada. Es a contracorriente de lo que se hace hoy. Pero esa ha sido siempre mi t¨®nica. Cuando se hac¨ªa figuraci¨®n, yo segu¨ªa con la geometr¨ªa. Me he centrado en m¨ª, al margen de las modas. No es un proyecto mental o ideol¨®gico, es lo que me gusta hacer.
P. No es que no sepa hacer otra cosa, empez¨® pintando la cabeza del Cristo de Vel¨¢zquez con 11 a?os.
R. Por ah¨ª anda, en casa de una hermana. Me pasaba el d¨ªa dibujando, pero cuando mi madre vio esa cabeza fue cuando dijo: ¡°Esta ni?a vale¡±. Unos amigos aconsejaron a mis padres que hiciera Bellas Artes, pero no estaban de acuerdo.
P. ?Por qu¨¦?
R. Bueno¡, era un mundo con mujeres desnudas.
P. ?Viene de una familia valenciana y franquista?
R. Franquista, s¨ª. Nac¨ª en Valencia, pero hab¨ªan estado destinados en muchos sitios. Una de mis hermanas naci¨® en ?frica. A mi padre le parec¨ªa importante que pudi¨¦ramos valernos por nosotros mismos, todos: los tres chicos y las tres chicas.
P. Entonces no era machista.
R. Lo era, pero no en la educaci¨®n. En mi casa se practicaba el culto al hombre. Tras nuestro hermano mayor, que tambi¨¦n fue militar, llegamos tres chicas. Mi padre estaba desesperado. Con todo, estaba convencido de que la mujer deb¨ªa de valerse por s¨ª misma. Mis hermanas estudiaron Magisterio, que entonces era visto como una carrera femenina, pero nunca ejercieron. Cuando se quedaron viudas trabajaron en la administraci¨®n.
P. La ¨²nica bohemia, usted, que finalmente entr¨® en Bellas Artes. ?Su padre lleg¨® a conocerla como artista?
R. Solo los primeros a?os, los del enfado, cuando dibujaba estatuas al carboncillo. Lo s¨¦ hacer. Pero cuando uno sabe hacer algo, es el momento de preguntarse qu¨¦ quiere hacer. Me hubiera gustado hacer dudar a mis padres, pero no vivieron mi evoluci¨®n ni pudieron ver los premios que he tenido la suerte de recibir. Me han llegado ahora, muy tarde comparado con otros artistas de mi generaci¨®n. Eso me ha hecho sentir extra?a, como si fuera una invitada, como si no me pudiera creer artista.
P. Se cas¨® muy pronto.
R. Quer¨ªa salir de casa. La pintura era una obsesi¨®n, pero no una profesi¨®n. Costaba llegar a profesionalizarse. La disciplina en casa de mis padres me hizo ser miedosa.
P.?Qu¨¦ tem¨ªa?
R. Mi padre nos aterraba. Nos hac¨ªa estar a las nueve en casa, y si estabas en el cine, ten¨ªas que salir antes de que acabara la pel¨ªcula. Mis amigos me dec¨ªan: ¡°Te acompa?o y se lo explico¡±. Y yo pensaba: socorro, como se me ocurra llegar tarde y con un amigo¡ Bueno¡, tampoco lo pongas tan fuerte. Quiero decirlo pero sin ponerlo tan mal.
P. Lo que usted me cuente.
R. Claro, hay que contarlo.
P. ?No intentaba pactar con su padre?
R. No. Asum¨ªa su exigencia e intentaba hacer lo que me daba la gana. Se empe?¨® en que hiciera las portadas de unas novelas para unos amigos. Me negu¨¦. Para m¨ª aquello era prostituirme.
P. Era radical como ¨¦l¡
R. Las hice para demostrarle que era capaz, pero no quer¨ªa hacerlo. Me prohibi¨® matricularme en Bellas Artes y mis amigas me dejaron dinero a escondidas.
P. ?Y su madre?
R. Yo creo que estaba de acuerdo con la disciplina. En mi ¨¦poca, el miedo para una madre era que una de sus hijas se quedase embarazada sin haberse casado. Esa disciplina le daba garant¨ªas. A la hija de unos amigos le pas¨® y la echaron de casa.
P. ?Sus padres eran religiosos?
R. No. Les importaba el qu¨¦ dir¨¢n. No se planteaban las cosas. Repet¨ªan lo que hab¨ªan visto.
P. ?C¨®mo se rompe un patr¨®n familiar tan marcado?
R. Con una pasi¨®n propia. Yo ten¨ªa claro qu¨¦ quer¨ªa hacer.
P. Sin embargo, acab¨® criando hijos y pintando ¡°con uno en cada pierna¡±.
R. Un poco, s¨ª. Tuve la rebeld¨ªa de saber qu¨¦ quer¨ªa hacer, pero luego no era capaz de hacerlo. Me daba mucha pena que mi padre y mi madre sufrieran por mi culpa.
P. Tem¨ªa que les diera un ataque.
R. Me responsabilizaba por ellos.
P. Y cuando le toc¨® educar a sus hijos, ?qu¨¦ hizo?
R. Tuve dos. Su padre no tuvo ninguno. Si lloraban por la noche, me levantaba yo, los biberones, las comidas¡ Daba clase de dibujo en el instituto Calder¨®n de la Barca. Mi marido no quiso saber nada hasta que pudo jugar con ellos en la playa. Pero vamos, cuando ten¨ªa que viajar, ten¨ªa que llev¨¢rselos a mis padres a Barcelona.
P. Del arquitecto Jos¨¦ Miguel de Prada Poole se separ¨® tras 22 a?os de matrimonio.
R. Ahora nos vemos todas las semanas.
P. Con su segunda pareja, el fot¨®grafo Miquel Bargall¨®, ?tuvo una relaci¨®n m¨¢s libre?
R. Absolutamente. Miquel era feminista. Era 10 a?os menor que yo. Estuvimos juntos 21 a?os, hasta que muri¨® hace dos a?os de c¨¢ncer. Fue duro. Y raro, a m¨ª los hombres siempre me dejan.
P. ?Por qu¨¦ cree?
R. Sucede. Jos¨¦ Miguel estaba con otra persona y decid¨ª irme. Miquel y yo fuimos pareja hasta que muri¨®. Pero se quiso ir al sur de Francia y yo no lo segu¨ª.
P. ?La soledad es un ¨¦xito o un fracaso?
R. Es buena para el arte. Pero tengo mala conciencia de haberme dedicado demasiado a mi trabajo y haber descuidado a mis hijos.
P. ?No trabajaba con uno en cada pierna?
R. S¨ª. Pero cuando una mujer tiene un hijo, su objetivo principal debe ser ese hijo. Y el m¨ªo no lo era, el m¨ªo era mi trabajo.
P. Igual les estaba indicando un camino¡
R. No s¨¦. No los descuidaba, claro. Y cuando les digo que era mala madre me dicen que no, que era la mejor del mundo. ?Qu¨¦ van a decir?
P. ?Hoy qu¨¦ hacen?
R. Adri¨¢n es ingeniero naval y Gala es economista, est¨¢ tiranizada en una empresa. Al final lo que vives es lo que te parece normal, como a m¨ª la tiran¨ªa de mi padre. Igual la soledad es ¨¦xito y fracaso. Poderla tener es un lujo. Yo empec¨¦ pintando en el comedor de mi casa. Cuando me quedaba sola, pensaba, qu¨¦ maravilla. Pero la verdad es que en la vida he sido m¨¢s feliz acompa?ada que sola.
P. Pintando en el comedor ?se sent¨ªa poco profesional?
R. S¨ª. Mis compa?eros artistas que ya eran famosos cuando yo no pod¨ªa ni exponer me hac¨ªan sentir as¨ª.
P. Hab¨ªa mujeres que s¨ª expon¨ªan. Elena Asins, por ejemplo.
R. S¨ª. Pero la hija de Elena viv¨ªa con sus padres. Estuvo muy poco tiempo con ella. Se entreg¨® a su trabajo sin concesiones. Eso es lo que hac¨ªan los hombres. Yo me sent¨ªa infravalorada y cuando hablaba con otros artistas entend¨ªa que ellos tambi¨¦n pensaban as¨ª de m¨ª, me ve¨ªan como una amateur porque era una madre rodeada de ni?os.
P. Le ha sido muy dif¨ªcil ser madre y artista.
R. He tenido la fortuna de no renunciar. No he dejado de pintar ni un solo d¨ªa de mi vida. Recuerdo una vez en el pediatra. Siempre ten¨ªas que esperar horas. Yo ten¨ªa una exposici¨®n de cuadros grandes y deb¨ªa cumplir un horario porque, si no, no llegaba a la inauguraci¨®n. Sab¨ªa que me har¨ªa esperar, pero decid¨ª ponerme un l¨ªmite: si a las siete no hemos entrado, me voy. Efectivamente, a las siete cog¨ª a Adri¨¢n y volvimos a casa. Luego me llam¨®. ?C¨®mo te has ido! Le dije que ten¨ªa que trabajar, que no me pod¨ªa quedar all¨ª hasta las diez de la noche. Los pediatras estaban acostumbrados a que las mujeres y los ni?os tuvi¨¦ramos todo el tiempo del mundo.
P. ?Nunca pet¨®?
R. Lo bueno de mi padre es que su disciplina f¨¦rrea me sirvi¨® para afrontar y organizar mi vida. Pero tambi¨¦n creo que para mis parejas fue duro aguantarme.
P. ?Para usted fue f¨¢cil aguantarlos a ellos?
R. Claro, esa es la pregunta. Siempre sent¨ª que los hombres con los que he estado hubieran preferido otro tipo de mujer, m¨¢s entregada a un matrimonio convencional. M¨¢s entregada a ellos. Yo necesitaba tiempo.
P. ?Qu¨¦ le daba la pintura para renunciar a todo lo dem¨¢s?
R. Me da un lugar. No siento dejar lo otro como una renuncia. Yo estoy en mis cuadros.
P. ?Es hura?a?
R. Igual s¨ª. Muy simp¨¢tica no soy, desde luego. Igual cuando estoy con alguien no me hace falta salir y en cambio ahora me hace m¨¢s falta. Est¨¢ claro que esto es el resultado de no haber cultivado lo otro.
P. Ha dicho que lo femenino en arte es peyorativo.
R. As¨ª lo he vivido. No te voy a dar nombres de los colegas que as¨ª me lo hac¨ªan saber. Yo pintaba, no segu¨ªa lo que se hac¨ªa en el momento, pero adem¨¢s compraba, guisaba, pon¨ªa lavadoras y ten¨ªa dos hijos. Eso no era ser artista. Era hacer pintura de mujer. Tal vez si les hubiera dado de comer a mis hijos galletas en lugar de cocinar me hubieran aceptado entre la bohemia.
P. ?Un artista se muestra o se oculta en su trabajo?
R. Seguramente se muestra.
P. ?Y usted qu¨¦ muestra?
R. Los artistas nos pasamos la vida pintando el mismo cuadro.
P. ?Cu¨¢l es el suyo?
R. Algo que nunca has conseguido. Por eso sigues y sigues.
P. En los setenta apost¨® por pintar l¨ªneas geom¨¦tricas, cuadr¨ªculas cercanas al op art. ?Qu¨¦ la llev¨® a elegirlas?
R. Mis amigos Jos¨¦ Mar¨ªa Iturralde y Jordi Teixidor. Me sum¨¦ para reaccionar a la ense?anza de la Escuela de Bellas Artes. All¨ª era todo estatua, figura¡, y me acerqu¨¦ a lo que romp¨ªa con aquello.
P. El op art de Vasarely y Morellet en versi¨®n local.
R. Esos eran los que nos interesaban. Cuando ped¨ª la beca para estudiar en Boston, ya era una pintora abstracta.
P. ?Por qu¨¦ se qued¨® en la geometr¨ªa?
R. Siempre me ha interesado el espacio. Pero sigo buscando. En la pintura, en el arte, hay que encontrar el hilo de plata. Y cuando lo encuentras, tiras de ¨¦l.
P. ?Pintar es compartir?
R. S¨ª. Si no tuviera galer¨ªa, pintar¨ªa igual. Pero he tenido y tengo galer¨ªa. Creo que la mejor fue la de Soledad Lorenzo en Madrid. Aunque era muy machista. Casi no expon¨ªa a mujeres. Un d¨ªa se lo dije; ¡°Est¨¢s vendiendo mis cuadros a 3.000 euros y el mismo de Sicilia a 12.000¡±. Me contest¨® que s¨ª. Y mir¨® para otro lado.
P. ?Las galeristas no han ayudado a las artistas?
R. No proporcionalmente. Para Soledad, Palazuelo era como un padre, y Txomin Badiola y Pello Irazu, como sus hijos.
P. ?Cu¨¢ndo sinti¨® que ten¨ªa una voz propia?
R. Uy, muy tarde ya. Puede que cuando hice una instalaci¨®n para el Palacio de Cristal, la b¨®veda esa azul. Siempre hab¨ªa tenido el objetivo de hacer lo que quer¨ªa. Pero siempre como la pariente pobre, invisible, discreta, en segundo plano.
P. ?Y quer¨ªa el primer plano?
R. Cuando me di cuenta de que lo que hac¨ªa estaba bien, necesit¨¦ que lo reconocieran como algo que estaba bien. Y sucedi¨®. Estaba tan bien como lo mejor. Si ahora busco a los colegas que me ten¨ªan como una aficionada, a muchos no los encuentro. ?D¨®nde est¨¢n? Yo sigo aqu¨ª.
P. ?Siente rencor o est¨¢ defendiendo las ventajas de la lentitud?
R. No, la espera puede hundir.
P. ?Queda poco que hacer en el mundo del arte?
R. El arte es inagotable. Pero hay que tener concentraci¨®n para no perder el hilo de plata, del que hablaba Agnes Martin, y seguir buscando.
P. ?Los artistas de su generaci¨®n han hecho m¨¢s instalaciones para centros de arte que obra para coleccionistas?
R. Somos una generaci¨®n, puede que la ¨²ltima, que hemos trabajado introspectivamente para desarrollar algo interior. No hemos pensado en el mercado, sino en desarrollar un proyecto personal. Si luego ven¨ªa la galer¨ªa o el museo, pues fenomenal. Econ¨®micamente no ha sido f¨¢cil. Yo hasta los 45 a?os no pude vivir de mi pintura y dejar las clases.
P. ?Los lienzos abstractos tienen que ser grandes?
R. Cada obra pide un tama?o. Para el Patio Herreriano de Valladolid hice una suma de peque?os lienzos que componen un gran espacio. En junio se expondr¨¢n no formando un espacio, sino una l¨ªnea, en la galer¨ªa Marlborough. Entonces se ver¨¢n distintos. Es una ruta de Pessoa a trav¨¦s de lo visual, los azulejos de los que parte una mirada.
P. ?De qu¨¦ le viene la obsesi¨®n con Pessoa?
R. De conocerme conoci¨¦ndolo. Todav¨ªa leo el Libro del desasosiego. Muchas veces he pensado que solo con ese libro hubiera tenido suficiente en la vida.
P. ?Por qu¨¦?
R. Son pensamientos y pueden entenderse de muchas maneras. Pessoa es infinito. Y yo, ahora, lo ¨²nico que busco es la poes¨ªa. ¡°Ser poeta no es una ambici¨®n m¨ªa, es mi manera de estar solo¡±. Eso escribi¨® Pessoa por boca de su heter¨®nimo Alberto Caeiro. Y yo, ley¨¦ndolo, he encontrado mis verdades. No s¨¦ nada de poes¨ªa. No he le¨ªdo nunca a Brines. Pero he le¨ªdo a Paul Klee ¡ªque es uno de los grand¨ªsimos pintores¡ª y s¨¦ que lo que escrib¨ªa no era bueno. Cuando uno lee poes¨ªa no necesita saber nada para saber si aquello es bueno o no. Cuando es bueno, es lo m¨¢ximo.
P. ?Qu¨¦ otro poeta le gusta?
R. Eug¨¦nio de Andrade. Lo que dice es claro. Me parece que los grandes poetas hablan con una elocuencia discreta y precisa. ¡°Y t¨² ?de qu¨¦ lado de mi cuerpo estabas, alma, que no me socorr¨ªas?¡±. Eso lo escribi¨® Jos¨¦ ?ngel Valente en No amanece el cantor.
P. ?Ha sido autoexigente?
R. Mucho. Demasiado. Para partirme dos v¨¦rtebras por la exigencia de llegar hasta el suelo con los pies¡
P. Ha descrito su trabajo como el infierno en la gloria.
R. Es as¨ª. Me emociona cuando sale, me ahoga cuando no consigo que salga y lo siento como un camino sin salida.
P. ?Cree que si no se hubiera separado hubiera llegado tan lejos?
R. No lo s¨¦. Separarse es un dolor tremendo. Recuerdo d¨ªas y d¨ªas de llanto. Pero luego llega una libertad total. Con todo, yo ten¨ªa tal determinaci¨®n que creo que hubiera hecho lo mismo, separada o casada. Empec¨¦ pensando que molestaba a mis parejas y ahora solo elegir¨ªa como pareja a alguien que no moleste.
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