Un viaje por la Espa?a de Berlanga
El centenario del cineasta sirve de pretexto para recorrer las localizaciones en las que rod¨® algunas de sus principales pel¨ªculas y hablar con algunos de los personajes que en ellas participaron
Naci¨® hace 100 a?os y en noviembre se cumplieron 10 de su muerte. M¨¢s all¨¢ del genial cineasta, fue uno de los mejores cronistas del pasado reciente de Espa?a. Y aunque no hace falta pretexto ninguno para disfrutar del universo del director y guionista valenciano, sin duda es buen momento para asomarse al balc¨®n de Luis Garc¨ªa Berlanga (Valencia, 1921-Madrid, 2010), un verso libre militante del humor negro, el contraste entre la ternura y la mala baba y el ¡°no todo es lo que parece¡±.
Asomarse, por ejemplo, al balc¨®n del ayuntamiento de Guadalix de la Sierra junto al inolvidable alcalde Jos¨¦ Isbert. O subirse al motocarro de Pl¨¢cido en Manresa. O pasear por la Pe?¨ªscola llamada Calabuch. O asistir al milagro de san Dimas en Alhama de Arag¨®n. O dejarse seducir en Madrid y Mallorca por la bonhom¨ªa de un verdugo. O perseguir suecas en Sitges. Conocer a los pobres, a los ricos, a los necios, a los miserables (de toda clase y condici¨®n), a la buena gente. ¡°Parec¨ªa que ten¨ªa radiograf¨ªas en los ojos, parec¨ªa que ve¨ªa lo que no pod¨ªa verse¡±, dice Sol Carnicero, amiga y jefa de producci¨®n en varias pel¨ªculas.
Conviene tambi¨¦n volver al magisterio de su amigo y pareja art¨ªstica Rafael Azcona, un sabio. Es lo que hemos hecho en estas p¨¢ginas, que evocan los rodajes de 10 de sus pel¨ªculas a trav¨¦s de las localizaciones donde fueron rodadas y de algunos de los personajes que en ellas intervinieron. Bienvenidos a la Espa?a de Luis Garc¨ªa Berlanga. Comienza el viaje.
Bienvenido Mister Marshall 1953 Guadalix de la Sierra, Madrid
?Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicaci¨®n!
Chencho Esteban ten¨ªa 16 a?os y ayudaba a su t¨ªo orde?ando vacas en la peque?a localidad madrile?a de Guadalix de la Sierra, que Berlanga convertir¨ªa en la andaluza Villar del R¨ªo. Trabajaba de sol a sol y ganaba cosa de dos pesetas al d¨ªa. Una vez estaba tan cansado que se ech¨® en un pajar y se qued¨® dormido dos d¨ªas, dice. Un buen d¨ªa vio a un se?or de fuera pase¨¢ndose por la plaza del pueblo. El se?or se le acerc¨® y le dijo que si quer¨ªa trabajar en una pel¨ªcula. Contest¨®, claro, que s¨ª y pas¨® a ganar 25 pesetas/d¨ªa. Y encima pod¨ªa ver cada d¨ªa a la actriz Lolita Sevilla, de la que se qued¨® prendado del todo.
Chencho sale en varios planos de ?Bienvenido, Mister Marshall!, la pel¨ªcula cuyo guion firmaron al alim¨®n Juan Antonio Bardem, Miguel Mihura y Luis Garc¨ªa Berlanga, y que acabar¨ªa suponiendo el pasaporte a la celebridad para este ¨²ltimo, con viaje al Festival de Cannes incluido, donde esta s¨¢tira claroscura de la ayuda estadounidense a Europa, el Plan Marshall y el paup¨¦rrimo estado de cosas en la Espa?a de la posguerra logr¨® un premio a la mejor comedia. Pero, sobre todo, Chencho sale en esa secuencia memorable en la que la gente del pueblo pide cosas a los americanos como quien se las pide a los Reyes Magos. ¡°Yo quiero una bici de carreras. ?Y con timbre!¡±. Debajo del mismo balc¨®n del ayuntamiento en el que el alcalde encarnado por Jos¨¦ Isbert lanzaba su perorata a sus vecinos (¡°?Como alcalde vuestro que soy os debo una explicaci¨®n, y esa explicaci¨®n os la voy a pagar!¡±) y donde hoy sigue en forma de estatua, Chencho se pone ante la c¨¢mara y a petici¨®n nuestra repite la escena. Le sale a la primera. De 10.
El rodaje result¨® infernal por las broncas entre Berlanga y algunos actores, y sobre todo entre el director y su operador Manuel Berenguer (llegaron a las manos durante la escena del duelo de w¨¦stern entre Pepe Isbert y Manolo Mor¨¢n). Parte del equipo le puso al director el mote de Mister Cagada, lo que da una idea del ambiente. La pel¨ªcula se estren¨® el 4 de abril de 1953 en el cine Callao de Madrid. Permaneci¨® dos meses en cartel. Ya casi no quedan restos del Guadalix de aquella ¨¦poca, apenas tres casas, y muy pocos de los extras del rodaje. ¡°Pero el pueblo sigue girando en torno a esta pel¨ªcula, un legado important¨ªsimo que nos dej¨® Berlanga y que vamos a mantener¡±, comenta Borja ?lvarez, actual alcalde. Asegura que los festejos programados para abril de 2020 y que no pudieron celebrarse tendr¨¢n lugar en cuanto la covid lo permita (en 2022 se cumplir¨¢n 70 a?os del rodaje). Habr¨¢ que creerle. Porque ya se sabe: ¡°Como alcalde vuestro que soy¡¡±.
¡®Todos a la c¨¢rcel¡¯ 1993 C¨¢rcel Modelo (Valencia)
Berlanga, entre rejas: sacudiendo estopa a diestro y siniestro
Todos a la c¨¢rcel, decimosexto y pen¨²ltimo largometraje en la filmograf¨ªa de Luis Garc¨ªa Berlanga, es un escaparate perfecto de su mani¨¢tica vocaci¨®n de miserabilizar los modos y costumbres de todas las capas sociales, econ¨®micas, culturales y pol¨ªticas de Espa?a, ricos y pobres, rojos y azules, creyentes y ateos. As¨ª que en el t¨®rrido verano de 1993 meti¨® a todos juntos ¡ªpresos, carceleros, pol¨ªticos corruptos, activistas de dudosa ralea, empresarios de ¨¦tica ausente, curas, putas, comunistas, falangistas, transexuales, heterosexuales, homosexuales y hasta al mism¨ªsimo Torrebruno¡ª en la C¨¢rcel Modelo de Valencia, agit¨® la coctelera y sali¨® este disparate marca de la casa. Que desde luego no pas¨® a la historia del gran cine carcelario, pero que sirvi¨® para sacudir estopa igual a la ya exhausta y corrupta izquierda en el poder que a la derechona rancia y c¨ªnica que ya afilaba los dientes. Y para que el anarcoide Berlanga ganara los premios Goya a la mejor pel¨ªcula y al mejor director.
Rafael Maluenda entr¨® como meritorio de direcci¨®n en el rodaje de la pel¨ªcula, as¨ª que pudo acceder virgen al mundo berlanguiano. Posteriormente volver¨ªa a trabajar con el director, primero en Par¨ªs-Tombuct¨², ¨²ltima pel¨ªcula de su filmograf¨ªa, y despu¨¦s en la serie que Berlanga hizo sobre Blasco Ib¨¢?ez para TVE y Canal Nou. Tambi¨¦n puso en marcha el museo virtual Berlanga Film Museum, dependiente de la Generalitat valenciana, ?proyecto que abandon¨® en 2016, y ahora prepara un documental sobre el director. ¡°Siempre ha habido cierta pol¨¦mica en torno a ¨¦l, incluso por parte de amigos suyos, que apunta a que era un caos, pero yo ese caos nunca lo vi. No dejaba nada al azar, todo estaba en el plan de rodaje. Otra cosa es que luego ¨¦l llegara y se le ocurriera de repente que unas falleras con una ?paella se cruzaran con un condenado a muerte¡±, explica Maluenda sentado en una galer¨ªa de la antigua c¨¢rcel, reconvertida desde 2013 en un mastod¨®ntico edificio administrativo de la Generalitat valenciana donde trabajan 3.000 funcionarios. Qu¨¦ cosas. Con la tirria que le ten¨ªa Berlanga a la burocracia.
Y hablando de actores: al director le pon¨ªan enfermo los que ven¨ªan de la escuela de interpretaci¨®n, ¡°donde te ense?an a no actuar¡±, dec¨ªa, y a¨²n m¨¢s los actores ¡°del m¨¦todo¡±. A veces, a sus ayudantes de direcci¨®n, y en referencia a alg¨²n actor o alguna actriz, les susurraba: ¡°A este m¨¦tele un pincho en el culo a ver si espabila¡±. En cambio, a otros como Jos¨¦ Sacrist¨¢n o Luis Ciges o Agust¨ªn Gonz¨¢lez o Galiardo les dec¨ªa en el rodaje de Todos a la c¨¢rcel: ¡°Vosotros lo que quer¨¢is, vosotros meted vuestras morcillas¡±. A Saza, no. Saza era un actor germ¨¢nico y matem¨¢tico que necesitaba decir lo que pon¨ªa exactamente en el guion.
¡®Patrimonio Nacional¡¯ 1980 Palacio de Linares-Casa Am¨¦rica (Madrid)
¡°?Bienvenido a casa, se?or marqu¨¦s!¡±
Palacio de linares (hoy Casa Am¨¦rica), Madrid. Exterior d¨ªa.
¡ªBienvenido a casa, se?or marqu¨¦s.
Cuarenta a?os despu¨¦s, Jos¨¦ Lifante, el actor que dio vida a Goyo, el mayordomo de los marqueses de Leguineche, repite aquella toma. Abre el port¨®n y recibe imaginariamente al se?or, que regresa al hogar en busca de honores de corte y chanchullos varios. Arranca la cr¨®nica de una Espa?a en derrumbe, la del tardofranquismo y la de la Transici¨®n, y de otra que nace, la del socialismo. El retrato magistral de una familia de arist¨®cratas en desbandada.
Tras el ¨¦xito de La escopeta nacional, Luis Garc¨ªa Berlanga, Rafael Azcona y el productor Alfredo Matas decidieron prolongar con Patrimonio nacional una saga que lo mismo bebe de la Espa?a negra de Solana que de los chistes de Gila (a¨²n har¨ªan una tercera entrega, Nacional-III, conformando as¨ª lo que dio en llamarse la Trilog¨ªa Nacional). Luis Escobar, Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Mary Santpere, Amparo Soler Leal, Jos¨¦ Luis de Vilallonga, Luis Ciges, Alfredo Mayo¡, un plantel de ¨®rdago para otra obra maestra.
Berlanga era intransigente en las localizaciones, recuerda hoy Sol Carnicero, jefa de producci¨®n en las tres pel¨ªculas de la trilog¨ªa y en La vaquilla: ¡°Nos pod¨ªamos pasar a?os buscando un lugar¡±. ¡°?Yo quiero el palacio de Linares!¡±, tronaba el director. Pero no les daban el palacio, que en aquel 1981 era propiedad de la Confederaci¨®n Espa?ola de Cajas de Ahorros. Su director general, Luis Coronel de Palma, marqu¨¦s de Tejada, se negaba a cederlo. Hasta que Mar¨ªa Jes¨²s Manrique, la esposa del director, dijo: ¡°?A que si le doy una paella en casa nos lo deja?¡±. Y tuvo raz¨®n. Tambi¨¦n era innegociable la voluntad del director en cuanto a los repartos. Quer¨ªa a SUS actores y a SUS actrices. A veces insist¨ªa en nombres que ya hab¨ªan fallecido y se cabreaba al ver que no podr¨ªa tenerlos, como cuenta Sol Carnicero: ¡°Dec¨ªa: ¡®Para ese papel, Fulanito¡¯. Y yo: ¡®Luis, se ha muerto¡¯. Y ¨¦l: ¡®?Est¨¢s segura? Compru¨¦balo bien, que a veces¡¡±.
Berlanga odiaba tener que explicar mucho a los actores lo que ten¨ªan que hacer. As¨ª que les soltaba, por ejemplo:
¡ªT¨² eres el mayordomo de una gran familia venida a menos, sal y hazlo.
Y entonces sal¨ªa alguien como Jos¨¦ Lifante y lo hac¨ªa. ¡°Fue un rodaje fant¨¢stico, y eso que estuvimos metidos aqu¨ª dos meses seguidos¡±, recuerda. Y cuando le mostramos el uniforme de mayordomo que luc¨ªa en la pel¨ªcula ¡ªrescatado de entre los fondos de Sastrer¨ªa Cornejo¡ª y le ofrecemos que se lo ponga, a este actor de cine y teatro con 200 pel¨ªcu?las a sus espaldas se le humedecen los ojos. Evoca as¨ª a Berlanga: ¡°?l no contrataba a cualquiera, te llamaba sabiendo lo que t¨² le ibas a aportar. Te dec¨ªa: ¡®Quiero esto¡¯. Y t¨² se lo dabas. Y si le gustaba, se lo ?quedaba, y te regalaba un d¨®lar. Y si no le gustaba, te dec¨ªa que estaba hasta los cojones¡±.
¡®Pl¨¢cido¡¯ 1961 Manresa (Barcelona)
Los ricos, los pobres y el motocarro m¨¢s m¨ªtico del cine espa?ol
El motocarro est¨¢ ah¨ª, solito. En el garaje de la familia Mart¨ª, buena gente de Manresa. Marca Iso, unos 700.000 kil¨®metros a sus espaldas. Llevar¨¢ inmovilizado cosa de 25 o 26 a?os, las ruedas sin aire (una delante, dos detr¨¢s), la chapa azul marino vetusta y el peso de la historia del cine sobre la carrocer¨ªa. Hay objetos que son met¨¢foras de otras cosas, que son iconos, que son emblemas. Este lo es del esfuerzo diario de tanta gente trabajadora, del sudor por llevar perras a casa. Y, claro, de una de las obras maestras de Luis Garc¨ªa Berlanga, en lo que supuso su primer matrimonio art¨ªstico con el genial Rafael Azcona.
¡°Este me lo ha dado todo, todo lo que tenemos es gracias a ¨¦l¡±. Llora como un ni?o Enric Mart¨ª, de 86 a?os, el propietario del motocarro m¨¢s m¨ªtico del cine espa?ol. Aquel que recorr¨ªa las calles y las plazas de Manresa con Cassen y Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez a bordo, esos dos pobres diablos a quienes, como a tantos otros personajes berlanguianos, la ingenua ilusi¨®n permite afrontar toda perspectiva de ruina. Cassen era Pl¨¢cido, y el motocarro, su sustento y el de los suyos. Como le pasaba a Enric. Pl¨¢cido andaba loco por pagar las letras del veh¨ªculo. Como le pasaba a Enric. Pl¨¢cido iba y ven¨ªa haciendo apa?os, llevando gente, animales, comida, trastos. Como Enric, que transportaba asientos de Seat 600 desde Manresa hasta Barcelona por aquellas carreteras de Dios. Y un d¨ªa Berlanga le dijo a Cassen que si quer¨ªa salir en su pel¨ªcula. Como a Enric. Casto Sendra, Cassen, nunca hab¨ªa hecho cine. Tampoco Enric. Fue el griego Plutarco quien habl¨® de las vidas paralelas. Qui¨¦n sabe. A Enric, que no ten¨ªa padres, le toc¨® hacer la mili en Sidi Ifni. Cuando hab¨ªa guerra: dos a?os pegando tiros. Al volver, apenas ten¨ªa dos duros: lo que se hab¨ªa sacado ahorrando la paga y vendiendo bolsitas de piedras de mechero que hab¨ªa comprado en Marruecos. Con eso dio la entrada del motocarro. Berlanga citaba cada ma?ana a Enric en el bar Perdiu de Manresa. Rodaron 10 d¨ªas. Le pag¨® al final del rodaje. ¡°M¨¢s de lo que hab¨ªan acordado¡±, explica Xavi, su hijo, en la plaza de Sant Dom¨¨nec, donde arrancaba la pel¨ªcula. Ah¨ª est¨¢n los mismos edificios y los urinarios donde trabaja la mujer de Pl¨¢cido (Elvira Quintill¨¢), y ah¨ª estaba el hostal Santo Domingo, donde dorm¨ªan los actores de la pel¨ªcula. Ese microcosmos de cercan¨ªa era el contexto en el que le gustaba rodar a Berlanga: un pueblo, a poder ser un barrio, incluso un ¨²nico edificio.
Con este largometraje, el sexto de su carrera, inaugura su magisterio absoluto en el arte del plano-secuencia, como ese inolvidable en el que se cruzan la caravana de los pobres, los ricos y los artistas de cine con un sepelio. Pl¨¢cido concurs¨® en Cannes y fue nominada al Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa en 1962. Billy Wilder le pidi¨® a Berlanga que les explicara c¨®mo rod¨® esa secuencia. ¡°Fue la ¨²nica vez que levit¨¦ en toda mi carrera¡±, declarar¨ªa el director espa?ol. Incomprensiblemente, la censura franquista no se meti¨® demasiado contra esta s¨¢tira feroz de la falsa caridad y la buena conciencia burguesa. Solo puso un pero. No dej¨® que se titulara Siente un pobre a su mesa, como quer¨ªan Berlanga y Azcona. Hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar. Por Dios.
¡®El verdugo¡¯ 1963 Plaza de la Marina Espa?ola (Madrid)
Cachondeo y denuncia de la pena de muerte
¡°?Con la alegr¨ªa que yo tra¨ªa, el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida, y me lo hab¨¦is destrozado!¡±. ¡°?En Palma de Mallorca? Ah¨ª no he actuado yo; si no, te dar¨ªa una tarjeta¡±. ¡°Me hacen re¨ªr los que dicen que el garrote es inhumano. ?Qu¨¦ es mejor, la guillotina?¡±. Y podr¨ªamos llenar todo este espacio de texto solo con las memorables frases que pronuncia Jos¨¦ Isbert en la pel¨ªcula El verdugo, un alegato contra la pena de muerte como ya se ha repetido mil veces, s¨ª, pero sobre todo, y como prefer¨ªa retratarla Berlanga, un retrato feroz de la p¨¦rdida de la libertad individual frente a la sociedad y de las miserias y las mezquindades consustanciales al ser humano, sea cual sea su clase social o su adscripci¨®n ideol¨®gica o econ¨®mica. Para ello recurri¨® de nuevo ¡ªcomo ya hab¨ªa hecho en ?Bienvenido, Mister Marshall!, Calabuch y Los jueves, milagro¡ª a un Isbert en estado de gracia. El verdugo es una obra maestra no del cine espa?ol, sino del cine a secas, y si Pepe Isbert hubiera nacido en Los ?ngeles en lugar de en el barrio de Embajadores de Madrid, seguramente habr¨ªa sido una estrella planetaria.
Las secuencias que Berlanga rod¨® con ¨¦l, junto a Emma Penella y Nino Manfredi, en la plaza de la ?Marina Espa?ola de Madrid, delante de lo que hoy es el edificio del Senado, cuando Isbert/el verdugo Amadeo intenta convencer a Manfredi/el aspirante a verdugo Jos¨¦ Luis as¨ª lo demuestran.
¡°Realmente yo creo que en el conjunto de la obra de mi padre, El verdugo es la obra maestra¡±, asegura Jos¨¦ Luis Berlanga, hijo del director, en el mismo lugar en el que fueron rodadas esas tomas hace 58 a?os. ¡°Tiene varias, pero este es el culmen, porque es una aut¨¦ntica genialidad saber contar desde el humor c¨®mo la sociedad te obliga a hacer lo m¨¢s contrario a la naturaleza humana, que es matar a otro ser, y todo para poder acceder a un piso de protecci¨®n oficial¡±. Es el tercer guion que escriben juntos Berlanga y Rafael Azcona, tras Se vende un tranv¨ªa y Pl¨¢cido, y, en opini¨®n de su hijo, ¡°en este momento se encuentran en el punto sublime de su colaboraci¨®n¡±. Como en otras de sus pel¨ªculas, el tema de la muerte lo sobrevuela todo. Era para el director, tal y como dej¨® dicho ¨¦l mismo, ¡°una forma de tocar madera¡±.
La censura fue inmisericorde con una pel¨ªcula que, como apunta Luis Alegre en su delicioso libro ?Hasta siempre, Mister Berlanga! (Random Comics), resulta ¡°altamente inoportuna¡±. Primero, por la imagen que da de Espa?a como ¡°un pa¨ªs impresentable¡± en tiempos de promoci¨®n tur¨ªstica. Por otra, porque justo antes de rodarla Franco hab¨ªa enviado al pared¨®n al comunista Juli¨¢n Grimau, y justo despu¨¦s dio garrote vil a los anarquistas Francisco Granados y Joaqu¨ªn Delgado.
El verdugo concurs¨® en el Festival de Venecia, donde gan¨® el premio de la cr¨ªtica internacional. Antes de eso, el entonces embajador espa?ol en Italia, Alfredo S¨¢nchez Bella, la vio en un pase privado y trat¨®, sin ¨¦xito, de prohibir su proyecci¨®n. ¡°Berlanga no es un comunista, pero s¨ª un mal espa?ol¡±, zanj¨® Franco.
¡®Calabuch¡¯ 1956 Pe?¨ªscola (Castell¨®n)
Bombas at¨®micas en la Arcadia mediterr¨¢nea de Berlanga
Un famoso cient¨ªfico de EE UU que sabe hacer bombas at¨®micas (Jorge Hamilton, interpretado por Edmund Gwenn) se harta de todo y recala ¡ªnadie sabe c¨®mo¡ª en una min¨²scula Arcadia a orillas del Mediterr¨¢neo para alejarse del mundanal ruido. La gente del pueblecito, de Calabuch, le acoge como a uno de los suyos. Y son felices y comen perdices hasta que¡
No, no todo es lo que parece. A Luis Garc¨ªa Berlanga, Calabuch le parec¨ªa una de sus peores pel¨ªculas, o al menos la m¨¢s ?o?a, o al menos, son palabras suyas, ¡°la m¨¢s envejecida por ser paternal y rousseauniana, por ser todos los personajes tan buenos, y esto me jode porque, si mi cine habla del enfrentamiento entre la sociedad y el individuo, es incongruente que este sea bondadoso¡±. Pareci¨® darle la raz¨®n el mism¨ªsimo Fran?ois Truffaut, quien, en su cr¨ªtica a la pel¨ªcula en Cahiers du Cin¨¦ma, vino a escribir que la bomba deber¨ªa haber ca¨ªdo sobre la propia cabeza de Berlanga. Pero donde cay¨® de verdad, en forma de pu?etazo, fue en la cabeza del actor italiano Franco Fabrizi, uno de los protagonistas y a quien Berlanga no aguantaba: ¡°Le met¨ª una hostia, s¨ª, era un rompecojones¡± (en el libro El ¨²ltimo austroh¨²ngaro).
Aunque en el primer guion la historia iba a desarrollarse en un pueblo del interior, al director valenciano le pudo su mediterraneidad y su levantinismo militantes y acab¨® rodando en la bella Pe?¨ªscola (Castell¨®n), donde 43 a?os despu¨¦s volver¨ªa para rodar Par¨ªs-Tombuct¨², su ¨²ltima pel¨ªcula. El pueblo entero se transform¨® con la llegada ¡°de los del cine¡±, aunque todav¨ªa no hab¨ªan visto nada los lugare?os, ya que cinco a?os m¨¢s tarde el mism¨ªsimo Hollywood desembarcar¨ªa en el castillo del Papa Luna de la mano del productor Samuel Bronston, Charlton Heston y Sophia Loren para rodar El Cid.
Rafaela Biosca, nacida en Pe??¨ªscola hace 72 a?os, ten¨ªa 8 cuando particip¨® como extra en varias secuencias rodadas en las antiguas escuelas, hoy Museo del Mar. ¡°Aquello fue una fiesta¡±, rememora mientras sorbe un cafelito en una terraza sobre los acantilados de Pe?¨ªscola. ¡°Rodamos en las escuelas y en la iglesia de la Ermitana. Lo recuerdo con mucho cari?o, fig¨²rate, en aquellos a?os en Pe?¨ªscola no hab¨ªa casi nada, estaba casi en ruinas, era un pueblo de pescadores y labradores, hab¨ªa mucha miseria, hasta que se rod¨® aqu¨ª El Cid. Tambi¨¦n sal¨ª, pero poco. Iba vestida de mora¡±.
Pese a la metamorfosis de una aldea de pescadores en un enclave tur¨ªstico de primer orden, algunos rincones siguen casi iguales que cuando Berlanga rod¨® en ellos: el faro del farero Jos¨¦ Isbert, la playa de les Viudes, la Ermitana, el Portal de Sant Pere¡ Y ah¨ª sigue Casa Jaime, el restaurante predilecto de Berlanga en el rodaje. Tan predilecto que all¨ª contin¨²a en la carta, en su honor, el c¨¦lebre arroz Calabuch con esparde?as y ortiguillas de mar. No se lo pierdan.
¡®?Vivan los novios!¡¯ 1969 Sitges (Barcelona)
Espa?olitos reprimidos, madres muertas y turistas en biquini
El espa?olito reprimido el culo a la turista maciza. El chiringuito en la playa y la tienda de souvenirs rijosos. El ligoteo en la costa. Los toros y el flamenco. La ciudad y el pueblo. Y hasta ah¨ª podr¨ªamos estar hablando de Pedro Lazaga, de Paco Mart¨ªnez Soria y del landismo como g¨¦nero, y en general de esa comedia a la espa?ola de los sesenta y los setenta que, escribe Miguel ?ngel Villena en su libro Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente, ¡°se impon¨ªa como subg¨¦nero con esa ideolog¨ªa reaccionaria, machista y ruralista que tanto respaldaban los jerarcas de la dictadura¡±. Pero ojo: el humor negro, la muerte como un personaje m¨¢s de la trama, la s¨¢tira cruel de instituciones sacrosantas en la Espa?a de hace medio siglo como la familia y el matrimonio, y sobre todo el pu?etazo contra lo que ya se perfilaba y por desgracia se confirmar¨ªa: el modelo econ¨®mico de un pa¨ªs casi exclusivamente basado en el turismo. Y ah¨ª ya hablamos de Luis Garc¨ªa Berlanga.
?Vivan los novios! es todo eso a la vez, y muy probablemente toda la primera enumeraci¨®n estaba al servicio de la segunda en esta pe?l¨ªcula, y de ah¨ª su m¨¦rito. La cr¨ªtica la vapule¨® ¡ªcon excepciones, como ?ngel Fern¨¢ndez-Santos, posteriormente cr¨ªtico de cine de EL PA?S, en las p¨¢ginas de la revista Nuestro Cine¡ª, la censura la cort¨® y el p¨²blico la acept¨®: la vieron m¨¢s de 720.000 espectadores. A Berlanga, aunque la defend¨ªa, no pareci¨® convencerle mucho. Entre otras cosas, porque fue la primera pel¨ªcula que rod¨® en color, y no por gusto, sino por exigencias de la productora Suevia Films. ¡°Intent¨¦ retrasar el color lo m¨¢s que pude. Yo seguir¨ªa rodando en blanco y negro¡, el blanco y negro es el color del cine; nunca deber¨ªa haber entrado el cine en el color¡±, lamenta el director en una entrevista en la p¨¢gina web del Berlanga Film Museum. En esa misma entrevista deja clara su intenci¨®n con ?Vivan los novios!: ¡°Es un contraste entre la Espa?a medieval y la del turismo, y yo trat¨¦ de miserabilizar las dos, porque la Espa?a del turismo es un enmerdamiento¡±.
Berlanga rod¨® en Sitges, y como siempre, en un radio de acci¨®n lo m¨¢s reducido posible. En este caso, en cosa de un kil¨®metro cuadrado: iglesia de San Bartolom¨¦ y Santa Tecla, Baluard de Santa Caterina, paseo mar¨ªtimo y calles del casco antiguo, escenarios que hoy est¨¢n pr¨¢cticamente igual que en 1969. Cont¨® con algunos de sus fetiches habituales, como Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Manuel Alexandre y Luis Ciges, a los que se sum¨® una gran Laly Soldevila.
?Vivan los novios!: espa?olitos ligones y suecas en biquini. Tambi¨¦n humor negr¨ªsimo y toneladas de mala baba. Una pel¨ªcula seguramente mucho m¨¢s compleja de lo que algunos dieron a entender.
¡®La vaquilla¡¯ 1984 Sos del Rey Cat¨®lico (Zaragoza)
La comedia sobre la Guerra Civil que tuvo que esperar 40 a?os
Muchos visitantes siguen preguntando cuando llegan a la preciosa localidad de Sos del Rey Cat¨®lico (Zaragoza, aunque ya casi Navarra) d¨®nde est¨¢ la plaza de las vaquillas, d¨®nde est¨¢ el riachuelo en el que se ba?aron el brigada Castro (Alfredo Landa) y el teniente Broseta (Jos¨¦ Sacrist¨¢n) con el resto de sus soldados (Guillermo Montesinos, Santiago Ramos, Carlos Velat¡), d¨®nde est¨¢n las trincheras en las que los republicanos y los nacionales se intercambiaban tiros, insultos, cigarrillos y preguntas de qu¨¦ sabes de mi novia y tal y cual. Treinta y siete a?os despu¨¦s, vas a Sos y sigue siendo el pueblo de La vaquilla, como atestiguan la estatua de Luis Garc¨ªa Berlanga y las sillas de bronce con los nombres de los actores, obra del escultor Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez.
Hoy hemos reunido en la plaza de la Villa de la localidad donde naci¨® Fernando el Cat¨®lico a algunos de los extras que intervinieron en aquel rodaje. Ana Bel¨¦n, Rebeca, Ramona, F¨¦lix, Charo, Yolanda, Juana e Ignacio se prestan encantados a hablar de aquellos d¨ªas y a posar para las fotos, y hasta a recrear delante de la c¨¢mara de v¨ªdeo la secuencia en la que los pobres soldados rojos escapan perseguidos por un coche de caballos. ¡°Fueron tres meses de rodaje y de convivencia, y, quieras que no, eso ha quedado grabado en la memoria de la gente¡±, explica Mar¨ªa Jos¨¦ Navarro, actual alcaldesa de Sos. Maribel, camarera en el parador nacional, donde se aloj¨® gran parte del equipo, recuerda: ¡°El d¨ªa que llegaron Landa, Sacrist¨¢n y Berlanga casi no nos atrev¨ªamos a hablarles, eran muy famosos, claro¡, pero a la semana era como si fueran de casa¡±.
El rodaje de La vaquilla no fue f¨¢cil ni en su g¨¦nesis ni en su desarrollo. Hay que decir que la g¨¦nesis se remontaba nada menos que a 30 a?os antes, cuando Berlanga hab¨ªa escrito la primera versi¨®n, aunque la idea se le hab¨ªa ocurrido ya a finales de los cuarenta. Varias veces intent¨® rodar esta historia sobre las miserias de la guerra y la reconciliaci¨®n, que titul¨® primero Tierra de nadie, luego Los aficionados y finalmente La fiesta nacional. Pero a los censores franquistas no les hac¨ªa ni pu?etera gracia la idea. Hubo que esperar hasta casi una d¨¦cada despu¨¦s de la muerte de Franco para que el t¨¢ndem Berlanga-Azcona pusiera en pie la hasta ese momento producci¨®n m¨¢s cara del cine espa?ol (250 millones de pesetas). Y luego vino el problema de la localizaci¨®n. El equipo de producci¨®n de Sol Carnicero se pas¨® dos a?os buscando pueblos en Arag¨®n, Madrid, Toledo, Valencia, Andaluc¨ªa¡, ninguno le gustaba al director. Hasta que vio Sos. ¡°?l era inflexible con eso, as¨ª que nos recorrimos media Espa?a¡±, cuenta Carnicero.
En cuanto al desarrollo del rodaje, Berlanga se las tuvo tiesas con alguno de sus actores. Entre ellos, con Alfredo Landa ¡ªcuyo car¨¢cter volc¨¢nico cre¨® varias situaciones l¨ªmite con otros compa?eros de reparto¡ª, al que hizo repetir 27 veces la ascensi¨®n de una loma a la carrera con los consiguientes juramentos del actor navarro. Nunca, despu¨¦s de La vaquilla, volvieron a trabajar juntos.
¡®Los jueves, milagro¡¯ 1957 Alhama de Arag¨®n / Bubierca (Zaragoza)
La gran trola de San Dimas
Incrustada entre recias pe?as y atravesada por el r¨ªo Jal¨®n, la localidad zaragozana de Alhama de Arag¨®n ¡ª1.006 almas¡ª es c¨¦lebre por sus aguas termales, cuyos saludables efectos se remontan, dicen, a tiempos de los romanos. Luis Garc¨ªa Berlanga decidi¨® situar aqu¨ª, y en la vecina Bubierca, la trama de la que ¨¦l consideraba como una de sus mejores pel¨ªculas y, sin duda, una de las que m¨¢s problemas le dieron. Los jueves, milagro tuvo la virtud de molestar tanto a los meapilas poderosos como a los sectores de lo que podr¨ªa llamarse la izquierda cultural, si es que algo as¨ª exist¨ªa en 1957 en Espa?a. Unos pensaron que Berlanga se cachondeaba de la Iglesia y de los milagros ¡ªlo que era cierto¡ª y los otros vieron en la pel¨ªcula no se sabe qu¨¦ mensajes al servicio de la religi¨®n en un pa¨ªs en el que, recu¨¦rdese, su caudillo iba bajo palio.
El guion escrito al alim¨®n por el director valenciano y por Jos¨¦ Luis Colina se inspiraba en los hechos acaecidos en 1947 en la localidad castellonense de Cuevas de Vinrom¨¢, donde una ni?a y su madre aseguraron que se les hab¨ªa aparecido la Virgen. Aquel sainete era perfecto para que Berlanga ¡ªa quien le hab¨ªan contado el episodio unas muy beatas t¨ªas suyas de Valencia¡ª se descojonara a lo vivo del negocio montado en torno a la espiritualidad y la religi¨®n. As¨ª que situ¨® la trama en el momento en el que las fuerzas vivas de Fontecilla (el alcalde, el maestro, el m¨¦dico, el terrateniente y el propietario del balneario) ven la posibilidad de paliar la ca¨ªda del negocio tur¨ªstico invent¨¢ndose unas apariciones, en este caso de san Dimas.
Pero no cont¨® Berlanga con la reacci¨®n furibunda de la productora italiana de la pel¨ªcula, ligada al Opus Dei. No por la historia en s¨ª, sino porque en el guion el milagro de las apariciones de san Dimas cada jueves sal¨ªa, claro, mal. Y ellos quer¨ªan que saliera bien. As¨ª que llamaron a un vigilante de almas puras y a la vez censor franquista, el padre Garau. El cura cambi¨® tantas cosas que Berlanga exigi¨® ¡ªun poco en cachondeo, un poco en serio¡ª que Garau figurara en los cr¨¦ditos de la pel¨ªcula, cosa que no ocurri¨®.
El rodaje de las escenas del balneario transcurri¨® en las Termas Pallar¨¦s, un impresionante complejo con tres hoteles, casino, teatro a la italiana y un lago artificial de aguas termales que a¨²n sigue abierto en Alhama (en realidad, cerrado desde hace un a?o por culpa de la covid). Tambi¨¦n se rod¨® en la iglesia de la Natividad de Nuestra Se?ora y en la plaza Mayor. All¨ª nos citamos con Amalia Torrecillas, que a sus 75 a?os es una de las pocas personas a¨²n vivan de las que participaron en la pel¨ªcula (justo aqu¨ª, en la iglesia). Pero ?y el t¨²nel y las v¨ªas de tren donde se aparec¨ªa san Dimas/Isbert? Ya nos ¨ªbamos de Alhama, como almas en pena, tras mucho buscar y no encontrar. De repente, en un recodo de la carretera, en el pueblito de Bubierca, la aparici¨®n real: el t¨²nel, las v¨ªas, el frente de casas, la ermita. Todo igual que en 1957. Los milagros existen.
¡®Novio a la vista¡¯ 1953
El hotel Voramar, el veraneo de la burgues¨ªa y el d¨ªa en el que Berlanga perdi¨® a una tal Brigitte Bardot
¡°Durante el verano de 1953, en la terraza del hotel Voramar se estaba rodando una pel¨ªcula ambientada en la ¨¦poca de entreguerras (¡). La acci¨®n de la pel¨ªcula transcurr¨ªa en el a?o 1918. Familias burguesas pasaban sus vacaciones en este balneario. (¡) Una madre estaba empe?ada en casar a su hija adolescente con un estudiante de ingenier¨ªa de caminos, v¨¢stago de una familia muy rica, pero la ni?a se negaba a crecer y prefer¨ªa seguir jugando con los chicos de su pandilla¡±. Estas l¨ªneas fueron escritas por Manuel Vicent en 2008 y pertenecen a su libro Le¨®n de ojos verdes. Pero son adem¨¢s la sinopsis perfecta de Novio a la vista, una de las pel¨ªculas m¨¢s peculiares en la filmograf¨ªa de Luis Garc¨ªa Berlanga y, seg¨²n les dijo ¨¦l mismo a Manuel Hidalgo y a Juan Hern¨¢ndez Les en su libro de conversaciones El ¨²ltimo austroh¨²ngaro, la mejor de su carrera desde un punto de vista t¨¦cnico junto con Los jueves, milagro.
El director, que durante muchos a?os verane¨® en la vecina Oropesa, decidi¨® alquilar el Voramar para ¨¦l, su familia y sus amigos, primero, y finalmente como cuartel general de rodaje de esta pel¨ªcula producida por Benito Perojo y basada en un guion de Edgar Neville titulado 15 a?os que posteriormente reescribir¨ªan el propio Berlanga y Juan Antonio Bardem. El resultado fue un retrato entre cruel y tierno de la cursiler¨ªa burguesa del veraneo de principios de siglo a orillas del mar, con lejanos ecos de Jacques Tati (imposible no relacionarla con Las vacaciones del se?or Hulot, aunque, curiosamente, se rodaron en el mismo a?o). Era el tercer largometraje del director, que ven¨ªa de triunfar con ?Bienvenido, Mister Marshall!
Ah¨ª sigue impert¨¦rrito, con su terraza ganada al mar (atestada el d¨ªa en que lo visitamos), el Voramar, el restaurante-casa de ba?os m¨¢s tarde convertido en hotel y fundado en 1929 por Juan Pallar¨¦s Pic¨®n en el ¡°Biarritz de Levante¡±: Benic¨¤ssim y sus elegantes villas fin de si¨¨cle habitadas por la burgues¨ªa valenciana y madrile?a: Villa Elisa, Villa Paquita, Villa Amparo, Villa Pilar. Pero un enclave que, durante la Guerra Civil, acabar¨ªa siendo hospital de brigadistas internacionales y, en la posguerra, sede de la Secci¨®n Femenina, tal y como relata Rafael Pallar¨¦s, biznieto del fundador y actual director del hotel Voramar.
Novio a la vista es una obra relevante en la filmograf¨ªa de Berlanga. Pero uno piensa qu¨¦ habr¨ªa pasado si ¡ªen vez de tener como protagonista a la actriz francesa Josette Arno, a la que el director detestaba¡ª la elegida hubiera sido una tal Brigitte Bardot. S¨ª, Brigitte Bardot. La hab¨ªa conocido el a?o anterior en el Festival de Cannes, cuando la actriz ten¨ªa solo 18 a?os, y se hab¨ªa quedado prendado. La quer¨ªa en su pel¨ªcula. Ella quer¨ªa estar. Pero su representante le dijo al productor Benito Perojo que ten¨ªa compromisos y que tendr¨ªan que esperar dos semanas. Perojo dijo que no esperaban y fich¨® a Arno. Y Berlanga perdi¨® a BB. No negar¨¢n que esto, en uno de los reyes de la erotoman¨ªa, debi¨® de ser una tragedia personal, ?no?
- Cr¨¦ditos
- Coordinaci¨®n: Brenda Valverde y Guiomar del Ser
- Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez
- Dise?o: Ana Fern¨¢ndez
- Maquetaci¨®n: Alejandro Gallardo
- V¨ªdeo: Sa¨²l Ruiz y Eduardo Nave
- Edici¨®n gr¨¢fica: Gorka Lejarcegui