A la pintora Roser Bru por Paula Bonet
Saturno es la locura, la imposibilidad de resolver nada, el tiempo que se impone sobre el hijo, sobre el pintor, sobre s¨ª mismo y nosotras
Muerde el pecho de un ni?o peque?o y con los dientes estira la carne nueva. A su lado, otro se?or con ojos desorbitados sostiene a otro ni?o, a un ni?o m¨¢s crecido que el primero, a uno desmembrado. Pareciera que este segundo se?or hubiera engullido carne y huesos: falta una pierna, un brazo, la cabeza del hijo. La boca, como los ojos, mira hacia afuera. El primer dios, el de la izquierda, muerde con rabia al hijo que va a engullir, y el hijo grita. El sonido agudo primero es fuerte, se pierde pasillo abajo y desaparece: de pie, en el pasillo, miramos a un padre hambriento y a su hijo lechal. El segundo dios no grita ni respira fuerte ni parece cansado ni tiene hambre, el segundo dios no est¨¢, igual que el hijo. Quiz¨¢s no engull¨® al ni?o. Pero no hay pierna, ni brazo, ni cabeza.
¡°Quien pinta el primer dios tambi¨¦n se pinta a s¨ª mismo¡±, les digo a las ni?as.
Quien pinta el segundo sabe que lo importante es la pintura misma. La pintura silenciosa que se arrastra por el tiempo y llega hasta nosotras. No disfruta pintando la carne tierna ni la sangre tibia que se desliza por la barbilla y le baja por el cuello, no pasa la leng¨¹ita por los dientes ni se introduce los dedos en la boca para arrancar los hilillos carnosos que quedaron atrapados.
Saturno es la locura, la imposibilidad de resolver nada, el tiempo que se impone sobre el hijo, sobre el pintor, sobre s¨ª mismo y nosotras, que, igual que t¨², habitamos la premuerte.
Les contaba esto a mis alumnas, querida Roser, mientras hac¨ªamos tiempo para pasar a la sala principal. Improvis¨¢bamos. Mir¨¢bamos a dos titanes dialogando en un pasillo, a dos se?ores pintores que supuestamente hab¨ªan pintado lo mismo. Y segu¨ªamos mirando y hablando de pintura. De que ¡°mira, s¨ª, el primero pinta dos cuerpos con dos paletas distintas, modifica las pinceladas, y pinta dos miradas, s¨ª, crea tensi¨®n entre dos personajes. En la segunda pintura hay silencio y desolaci¨®n, solo hay un cuerpo, que, aunque el gigante sostenga lo que parece otro cuerpo peque?o, solo hay un trozo de carne. Los dos cuerpos son el mismo, s¨ª, mirad las pinceladas¡±.
Paula Bonet es pintora y escritora. Su ¨²ltimo libro es La anguila (Anagrama).
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