La palabra picaflor
¡°Efecto picaflor¡±: causas improbables van produciendo efectos impensables para crear lo que no imagin¨¢bamos
Repica la palabra picaflor: a diferencia del alem¨¢n y algunas formas del aimara, el castellano no abunda en vocablos que junten otros dos para crear una noci¨®n distinta, como en chupacirios, comecuras, lameculos y dem¨¢s variantes gastron¨®mico-teol¨®gicas. De todas, es probable que picaflor sea la m¨¢s vol¨¢til. El picaflor es, por supuesto, un pajarito bello y desdichado: tornasol de colores, se mantiene en el aire y produce una imagen deliciosa. Solo que, para hacerlo, sufre: su coraz¨®n late mil veces por minuto y su d...
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Repica la palabra picaflor: a diferencia del alem¨¢n y algunas formas del aimara, el castellano no abunda en vocablos que junten otros dos para crear una noci¨®n distinta, como en chupacirios, comecuras, lameculos y dem¨¢s variantes gastron¨®mico-teol¨®gicas. De todas, es probable que picaflor sea la m¨¢s vol¨¢til. El picaflor es, por supuesto, un pajarito bello y desdichado: tornasol de colores, se mantiene en el aire y produce una imagen deliciosa. Solo que, para hacerlo, sufre: su coraz¨®n late mil veces por minuto y su digesti¨®n es tan acelerada que lo obliga a comer sin descanso. Por eso vive suspendido frente a esas flores, pic¨¢ndolas: lo que vemos como belleza es su hambre, su desesperaci¨®n por seguir vivo.
Pero un picaflor tambi¨¦n era ¡ªcuando hab¨ªa¡ª un hombre que intentaba seducir m¨¢s que lo razonable y tambi¨¦n es ¡ªsiempre hay¡ª un efecto curioso: lo describe un escritor americano, Steven Johnson, en un libro que me tiene fascinado, How We Got To Now ¡ª¡±C¨®mo llegamos hasta ahora¡±. All¨ª habla del ¡°efecto picaflor¡±: c¨®mo causas improbables van produciendo efectos impensables para crear lo que no imagin¨¢bamos.
El ejemplo ep¨®nimo es claro: hace millones de a?os las plantas buscaban reproducirse m¨¢s. Precisaban que su polen se mezclase con otros y, para eso, deb¨ªan atraer insectos que lo transportaran, as¨ª que empezaron a desarrollar colores, olores, sabores ¡ªflores¡ª para que esos bichitos se acercaran y chupasen. Los bichitos, a su vez, cambiaron para hacerlo mejor: invertebrados muy flexibles, aprendieron a sostenerse en el aire. Los p¨¢jaros, bestias de esqueleto, r¨ªgidos, no pod¨ªan, hasta que uno empez¨® a evolucionar para lograrlo. El picaflor es la ¨²nica ave que puede suspenderse mientras liba ¡ªy la ¨²nica que puede volar en cualquier direcci¨®n. Parece extra?o que la necesidad de reproducci¨®n de las plantas terminara por producir un animal tan especial: as¨ª, dice Johnson, se desarrollan las civilizaciones.
Sus ejemplos de efectos picaflor son variados, sorprendentes: me gusta sobre todos el que involucra a Gutenberg. Sabemos que su invento de la imprenta de tipos m¨®viles ¡ª1440¡ª produjo una difusi¨®n desconocida de los libros, y que millones aprendieron a leer; sabemos que gracias a esas lecturas apareci¨®, entre otras cosas, la novela moderna; sabemos que de esas lecturas de la Biblia traducida creci¨® el protestantismo.
Pero no sabemos ¡ªyo no sab¨ªa¡ª que tantos, al querer leer, descubrieron que eran miopes. Hasta entonces, para un labriego o una doncella o un marqu¨¦s, ver lo chiquito no era necesario; los lentes o anteojos o gafas se hab¨ªan inventado siglos antes pero solo los usaban esos monjes que copiaban letras peque?as en grandes pergaminos en enormes monasterios. De pronto miles y miles de lectores nuevos descubrieron que las letras les bailaban y empezaron a necesitarlos y la ¨®ptica estall¨®. Cien a?os despu¨¦s las gafas eran populares, se vend¨ªan en las ferias ¡ªy aquellos artesanos vieron que, trabajando sus cristales, pod¨ªan conseguir aumentos impensables.
Hacia 1600 se lanzaron a producir los primeros telescopios y los primeros microscopios: los hombres vieron lo que nunca hab¨ªan visto. En esas d¨¦cadas los astr¨®nomos descubrieron que no ocup¨¢bamos el centro del universo sino un rinc¨®n modesto, picaflores alrededor de un sol menor; los m¨¦dicos descubrieron que nuestras carnes estaban hechas de unas unidades ¨ªnfimas que nunca antes hab¨ªan podido distinguir y que llamaron c¨¦lulas, como las de un panal de abejas. El mundo, de pronto, se hizo otro, porque un alem¨¢n hab¨ªa inventado una manera de imprimir y muchos hab¨ªan querido empezar a leer.
As¨ª, dice Johnson, se va armando esto que somos: el desespero de una planta que produce, sin quererlo, un ave hermosa a fuerza de sufrir, el resultado de un intento que jam¨¢s quiso llegar donde lleg¨®, la mezcla m¨¢s que nada, azares y apertura, la causa de un efecto. Picaflores, urgencias en el aire.