A Plat¨®n

Hace m¨¢s de 2.400 a?os diste cuenta, querido Plat¨®n, de buena parte de las ideas, present¨¢ndolas como la c¨²spide de un proceso reflexivo y dialogal. De cara a honrar tu legado, ser¨ªa conveniente que nos tom¨¢semos la molestia de rendir tributo a las ideas que, de un tiempo a esta parte, se est¨¢n configurando en torno a dos polos. Por un lado se encuentra el sujeto que utiliza la potencia del hecho, la fuerza de un acontecimiento particular, para adoctrinar. Es un mecanismo muy persuasivo porque referencia la argumentaci¨®n a la evidencia de lo concreto, dotando de verosimilitud (no necesariamente de verdad) a su an¨¢lisis. No se usa el ejemplo para enriquecer una idea, sino que se absolutiza la idea en un ejemplo. Es uno de los mecanismos m¨¢s sencillos para que la posverdad triunfe. Apelar a lo concreto y convertirlo en categor¨ªa manifiesta el sesgo arbitrario del que cree haber alcanzado la verdadera comprensi¨®n del mundo. Es una costumbre, condescendiente e infantilizada, que confunde ejemplificaci¨®n con ejemplaridad. No obstante, si el mundo es, como pensaba Wittgenstein, lo que acontece, y lo que acontece son los hechos, no deber¨ªamos olvidar que ¨¦stos se circunscriben a unos contextos singulares y conllevan unas circunstancias determinadas.

Por otro lado est¨¢n esas otras ideas que se construyen en la periferia de lo humano, por medio de ¡°inteligencias de silicio¡±, y que ganan peso en la configuraci¨®n de nuestro mundo. En consonancia con el modelo anterior, ¡°el algoritmo¡± se encarga de potenciar los hechos, reducidos por lo general a los datos que dejamos al navegar por internet, de los que extrae patrones. De igual modo olvidamos que todos esos datos son accidentales; sin embargo, las ideas que se configuran a partir de la inteligencia artificial son asimiladas como esenciales.

T¨² sab¨ªas que la idea, para construirse, requer¨ªa de una subjetividad que partiese de las opiniones y creencias (doxa) de cara a ascender en la escala del conocimiento (episteme). Quiz¨¢ por eso te decantaste por la oralidad a la hora de buscar un medio a trav¨¦s del cual ir conform¨¢ndolas. Rehusaste a transmitir tus mejores ense?anzas por escrito porque, como defend¨ªas en el Fedro, eso implicaba eliminar la posibilidad de di¨¢logo. El poder de la oralidad era una de las bases innegociables para especificar las ideas, no en vano tus obras son di¨¢logos. Etimol¨®gicamente di¨¢logo implica que la raz¨®n, que la palabra, nos atraviesa (a todos), una raz¨®n que se nutre de acontecimientos y de hechos, pero tambi¨¦n de imaginaci¨®n, de creencias, de opiniones¡­ sin las cuales las ideas adolecen de consistencia. Quiz¨¢ por eso las ideas est¨¦n tomando una deriva tan maniquea y emocional como fan¨¢tica. De ah¨ª la importancia de recuperar tus palabras cuando nos dices: ¡°Conviene que, en efecto, el hombre se d¨¦ cuenta de lo que le dicen las ideas, yendo de muchas sensaciones a aquello que se concentra en el pensamiento¡±.

D¨¦monos cuenta pues.

Jos¨¦ Carlos Ruiz es autor de Filosof¨ªa ante el des¨¢nimo (Destino).