Marina Abramovic: ¡°Mi arte tiene que golpear las entra?as¡±
Es la reina de la ¡®performance¡¯. Una de las artistas m¨¢s influyentes de las ¨²ltimas d¨¦cadas y ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Artes, que recoger¨¢ en Oviedo este mes de octubre. Hablamos con esta creadora radical, que ha roto las fronteras del arte exponi¨¦ndose a s¨ª misma ante el p¨²blico.
Help! Help!¡±. La voz de Marina Abramovic sal¨ªa del ba?o del piso de C¨¦sar Jim¨¦nez en el paseo de la Castellana de Madrid una ma?ana de 2018. Hasta entonces todo hab¨ªa ido bien en un desayuno para unos pocos amigos organizado por este empresario y coleccionista de arte espa?ol ante la foto de la serie The Scream ¡ª1,50 por 2,50 metros, la de mayor tama?o de la artista serbia que nadie posee en nuestro pa¨ªs¡ª que colgaba en el sal¨®n de la vivienda.
¡ªComimos queso y huevos, charlamos tan a gusto, y luego alguien sugiri¨® que hici¨¦ramos unos selfis. Ella fue al ba?o para arreglarse. Pas¨® un mont¨®n de tiempo antes de que nos di¨¦ramos cuenta de que se hab¨ªa quedado encerrada. Intent¨¦ abrir la puerta, pero no se pod¨ªa. Acab¨¦ sacando la caja de herramientas y la desatornill¨¦.
¡ª?Y ella se enfad¨®, o m¨¢s bien parec¨ªa asustada?¡ªSali¨® tan tranquila. ?Pero t¨² te crees que alguien que casi se muere dentro de una estrella de fuego va a acobardarse en un ba?o de la Castellana?
C¨¦sar Jim¨¦nez no se equivoca. Salto atr¨¢s a Belgrado, 1974: una joven Abramovic realiz¨® la performance Rhythm 5, en la que con listones de madera trazaba en el suelo una estrella de cinco puntas, le prend¨ªa fuego y se tend¨ªa dentro. Las llamas consumieron el ox¨ªgeno y perdi¨® el conocimiento. Afortunadamente, alguien de entre el p¨²blico lo intuy¨® y la sac¨® de all¨ª: unos minutos m¨¢s y habr¨ªa muerto. Y no fue la ¨²nica vez. Al cabo de unos meses, representando en N¨¢poles Rhythm 0, donde se somet¨ªa desnuda a los deseos del p¨²blico, recibi¨® un corte en el cuello y un tipo lleg¨® a apuntarla con una pistola cargada.
¡ªBueno, ya sabes, shit happens! [algo as¨ª como ¡°la mierda salpica¡±], dice la artista ahora recordando aquello.
Han pasado casi cinco d¨¦cadas, y Marina Abramovic, hoy la reina mundial de la performance, habla por videoconferencia mientras cocina una receta india de lentejas en un apartamento del Reino Unido. Jovial y comunicativa, despliega la energ¨ªa de una veintea?era al inicio del curso universitario. Solo que a eso se superpone una serenidad propia de alguien m¨¢s maduro. En todo caso, cuesta reconocer a la persona permanentemente al l¨ªmite con fotos de sus acciones. Son otros tiempos.
¡ªEn Rhythm 0 me sent¨ªa tan enfadada que estaba dispuesta a morir. No hab¨ªa espacio para la performance como forma de arte. La gente dec¨ªa que quienes la hac¨ªamos ¨¦ramos idiotas, y yo masoquista. As¨ª que quise dar al p¨²blico la responsabilidad de todo, incluida mi muerte. En fin, entonces ten¨ªa 28 a?os y estaba furiosa. Ahora tengo 75 y me encuentro genial.
Se entiende. Tiene varias exposiciones en agenda (entre ellas, una en Madrid en febrero, y su gran retrospectiva en Londres prevista para 2023), est¨¢ representando en varios teatros su proyecto esc¨¦nico 7 Deaths of Maria Callas, y el 22 de octubre recibir¨¢ en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Artes, en una ceremonia presidida por Leonor y los Reyes. Busca el escrito que le envi¨® Felipe VI para felicitarla. Lo lee en voz alta con una emoci¨®n que suena genuina.
¡ªHay mucho arte que es intelectual, pero el m¨ªo te tiene que golpear las entra?as. Y eso es lo que reconoce la carta, que mi trabajo es profundamente emocional. Cuando la recib¨ª, me sent¨ª muy humilde y agradecida. Mir¨¦ a mi pasado, cuando empec¨¦ a hacer performances y era una paria. Si alguien me hubiera dicho entonces que iban a darme un premio as¨ª, no hubiera pensado que eso fuera posible. Pero yo nunca me rindo. Muchos de los que empezaron haciendo performances conmigo lo dejaron, y yo segu¨ª.
Hans Ulrich Obrist, comisario, cr¨ªtico y director de la Serpentine Gallery de Londres, experto en su obra adem¨¢s de su amigo, sintetiza por qu¨¦ ella merece el premio:
¡ªHay muchas razones por las que es tan importante. Para empezar es una pionera del arte de la performance, desde esos trabajos tan extremos que hac¨ªa los primeros a?os setenta hasta el uso de la larga duraci¨®n en otras piezas m¨¢s actuales. Pero tambi¨¦n ha sido una pionera al crear su fundaci¨®n, el Marina Abramovic Institute, un centro de educaci¨®n multidisciplinar en el que forma a artistas j¨®venes. A ellos les fascina porque ha sido capaz de ir m¨¢s all¨¢ del mundo del arte, convirti¨¦ndose en un icono similar a los de la m¨²sica pop. Ha hecho estos l¨ªmites muy porosos por la fluidez de su trabajo.
Espa?a ha jugado un papel esencial en su vida y en su obra. Aqu¨ª ha desarrollado proyectos, ha encontrado inspiraci¨®n y tambi¨¦n amigos. Por todo ello, cada a?o pasa temporadas en Madrid.
¡ªHace mucho tiempo que mi relaci¨®n con Espa?a es muy profunda. Soy una gran amante de los toros y del flamenco, que expresan el drama y el esp¨ªritu de este pueblo: yo sufro el mismo tipo de drama. Adem¨¢s, me ha inspirado mucho santa Teresa de ?vila, sobre la que hice un trabajo, The Kitchen. Y he colaborado con Adam Lowe, que produce parte de mis esculturas y es como un mentor para m¨ª. Voy casi cada mes ¡ªexplica.
Adam Lowe es el fundador de la empresa de producciones art¨ªsticas Factum Arte, con sede en Madrid, que fabrica las piezas de algunos de los autores m¨¢s gal¨¢cticos del panorama internacional, de Anish Kapoor a Marc Quinn o la propia Abramovic. Recuerda c¨®mo hace siete a?os ella acudi¨® al taller buscando la manera de convertir su arte de la acci¨®n en objetos al tiempo materiales y et¨¦reos:
¡ªEscaneamos su cuerpo para producir distintas piezas a partir de ¨¦l, y decidimos realizarlas en alabastro. Trabajar con ella ha sido siempre facil¨ªsimo. Tiene las ideas muy claras. Ya hab¨ªa hecho The Artist Is Present en el MoMA [de Nueva York], que hab¨ªa sido una experiencia agotadora, as¨ª que trataba de encontrar la forma de estar presente incluso cuando no lo estuviera.
Puede argumentarse que The Artist Is Present, esa performance en la que se sentaba en silencio en una silla de madera ocho horas al d¨ªa durante tres meses para que la gente fuera sucedi¨¦ndose de uno en uno ante ella, fue lo que termin¨® de consagrarla ante el p¨²blico m¨¢s amplio. La acci¨®n qued¨® plasmada en un documental dirigido por Matthew Akers y Jeff Dupre. El cl¨ªmax llegaba con la irrupci¨®n del artista Uwe Laysiepen, Ulay, quien fuera su compa?ero profesional y sentimental entre 1976 y 1989. Supon¨ªa su reencuentro al cabo de dos d¨¦cadas. Tras entregar al mundo este momento desacomplejadamente almibarado, se enzarzaron en disputas por cuestiones econ¨®micas y escenificaron una reconciliaci¨®n poco antes del fallecimiento de ¨¦l a consecuencia de un c¨¢ncer en 2020.
Algo que repiten los detractores de Marina Abramovic es precisamente que sus mejores trabajos datan de los tiempos del t¨¢ndem con Ulay, cuando viv¨ªan en una furgoneta como saltimbanquis y apenas obten¨ªan ingresos por realizar sus acciones, muchas hoy m¨ªticas, como Relation in Space o The Lovers, en la que recorrieron desde extremos opuestos la Gran Muralla china. Esto podr¨ªa explicarse por la eterna fascinaci¨®n que genera el clich¨¦ del artista indigente. O bien por una creencia m¨¢s sibilina: que era ¨¦l quien pon¨ªa todo el talento. Ella se echa a re¨ªr cuando se le pregunta por dicha teor¨ªa:
¡ªMe r¨ªo porque tengo una visi¨®n muy precisa del desarrollo de mi trabajo. Cuando conoc¨ª a Ulay, yo hac¨ªa performances y ¨¦l fotos. Despu¨¦s de recorrer la Gran Muralla, nuestra despedida, ¨¦l sigui¨® con sus fotos y yo con mis performances. Fueron 12 a?os de un trabajo muy importante, pero mi carrera abarca 50. No creo que The Artist Is Present o La casa con vistas al oc¨¦ano sean malos trabajos. Yo doy siempre el cien por cien. Mi alma, mi poes¨ªa, mi estructura at¨®mica, todo mi ser.
¡ªPero suele cuestionarse m¨¢s a los artistas que logran ¨¦xito, como usted.
¡ªTuve suerte de que el ¨¦xito me llegara tarde, porque si te ocurre cuando eres joven te vuelves narcisista y avariciosa. El ego es un enorme obst¨¢culo para un artista. Yo me volv¨ª m¨¢s humilde cuando las cosas empezaron a irme mejor a partir de la Bienal de Venecia.
En 1997, con 50 reci¨¦n cumplidos, obtuvo el Le¨®n de Oro de Venecia por Balkan Baroque: se sentaba sobre una monta?a de huesos de vaca con restos putrefactos de carne que limpiaba obsesiva e infructuosamente usando un cepillo, en alusi¨®n a la guerra de los Balcanes. El ministro de Cultura montenegrino vet¨® su participaci¨®n en la Bienal, que finalmente se produjo por invitaci¨®n de su comisario, Germano Celant. As¨ª que el premio supuso una suerte de desagravio, adem¨¢s de validarla como artista individual tras el periodo con Ulay.
Mateo Feij¨®o, director del Teatro de la Laboral de Gij¨®n entre 2007 y 2010, fue quien despu¨¦s le propuso realizar en las cocinas de ese centro la performance The Kitchen, homenaje a Santa Teresa, documentado en una serie de impactantes fotograf¨ªas en las que ella acaba levitando sobre fogones y cacerolas. ?l considera que aquello supuso un punto de inflexi¨®n tras el cual su obra no ha mantenido el nivel de calidad.
¡ªPara m¨ª, lo que hace ahora y lo que hac¨ªa en sus or¨ªgenes son cosas totalmente distintas, aunque est¨¦ su cuerpo en ambas. The Kitchen fue como un proyecto de transici¨®n, una de sus ¨²ltimas piezas con m¨¢s significado. En aquel momento ella ya ten¨ªa la idea de abrir su fundaci¨®n y me dec¨ªa: ¡°Necesito ganar dinero¡±.
No es el ¨²nico en pensar as¨ª. En 2015, la prestigiosa cr¨ªtica y acad¨¦mica Estrella de Diego publicaba en Babelia una columna, ¡®La impostura de Abramovic¡¯, que comenzaba con la frase: ¡°He dejado de creerme a Marina Abramovic. ?Y ustedes?¡±. Terminaba lamentando la banalizaci¨®n a la que, a su parecer, ha sometido sus mejores trabajos. Resum¨ªa cierta corriente de opini¨®n nada infrecuente en el medio art¨ªstico. Claro que todo depende de a qui¨¦n se pregunte. Efra¨ªn Bernal, su galerista en Espa?a, que la conoce desde hace m¨¢s de 15 a?os y que en febrero inaugurar¨¢ una gran muestra individual con fotos de la artista, se rebela frente a esto:
¡ªEs m¨¢s f¨¢cil criticar que ser. Una vez me dijeron respecto a ella: ¡°Ning¨²n artista deber¨ªa criticar a otro que sea mejor que ¨¦l¡±. Pues yo har¨ªa extensible esta opini¨®n a todos nosotros. Descalificar a una creadora tan relevante, sin duda de las m¨¢s influyentes hoy despu¨¦s de Warhol, me parece un desprop¨®sito.
La editora y galerista Elena Ochoa Foster, que la conoci¨® en la feria Art Basel hace a?os por unos amigos comunes, emplea t¨¦rminos no menos entusiastas:
¡ªEs un genio art¨ªstico que no cesa de reinventarse. Su curiosidad y toma de riesgos son ilimitadas. Pero cuando llegas a conocerla en persona, el encuentro supera cualquier expectativa. Cada vez que pasamos tiempo juntas es una experiencia memorable.
En esto s¨ª coincide Mateo Feij¨®o al evocar la temporada compartida en La Laboral de Gij¨®n:
¡ªTrabajar con ella fue muy f¨¢cil, adem¨¢s de una experiencia muy fuerte. La Marina que se coloca ante las c¨¢maras es muy distinta de la otra que est¨¢ contigo en una taberna del casco viejo tomando un vino mientras ve un partido de f¨²tbol. Esa es muy cercana.
Por esa capacidad de disfrutar de cualquier situaci¨®n, y quiz¨¢ tambi¨¦n por cierto candor que emerge ocasionalmente, Jimena Bl¨¢zquez, directora de la Fundaci¨®n NMAC Montenmedio Arte Contempor¨¢neo, en Vejer de la Frontera (C¨¢diz), alude a un lado m¨¢s infantil:
¡ªEs como una ni?a peque?a. Muy divertida, muy cari?osa y generosa, aunque tambi¨¦n con sus miedos. Y le encanta el chocolate, aunque vive esa afici¨®n con cierta culpabilidad.
Bl¨¢zquez es posiblemente la mejor amiga espa?ola de Marina, a la que conoci¨® hace 20 a?os y que amadrin¨® a su hijo Antonio. Una foto en blanco y negro de madrina y ahijado luce en el recibidor de su casa de Madrid, un gran piso invadido de arte contempor¨¢neo donde la artista se aloja cada vez que visita la ciudad.
¡ªCuando llega se sienta en la cocina y dice: ¡°Qu¨¦ bien estamos aqu¨ª. No tenemos que ir a ning¨²n lado, ?verdad?¡±. Es muy casera. No bebe alcohol, y no le gusta salir ni ir a cenas ¡ªcuenta Bl¨¢zquez.
La propia Marina autoriza esta aproximaci¨®n:
¡ªEs verdad lo que dice Jimena, no bebo alcohol. ?Seguro que soy la ¨²nica artista que conoces que no bebe! Me gusta dormir ocho horas al d¨ªa, cocinar mis propias comidas y hacer ejercicio por la ma?ana, as¨ª que llevo una vida extremadamente sencilla y estructurada.
Existe, pues, la idea de Marina Abramovic como una fusi¨®n de guerrera y monje medieval. Pero tambi¨¦n hay otra que la confina en el arquetipo de una fr¨ªvola entregada a las revistas de tendencias. La que se deja ver junto a amigos famosos como Lady Gaga y James Franco y colabora en acciones comerciales con Adidas. Para ella nada de esto es incompatible:
¡ªSiempre digo que hay tres Marinas en m¨ª. La Marina guerrera, la espiritual, y despu¨¦s otra a la que le gusta ir a desfiles de moda, salir en las revistas, comer chocolate y leer no siempre gran literatura, sino cosas tontas para relajarse. Antes, la ¨²ltima me daba verg¨¹enza, pero ahora las acepto a todas y conviven armoniosamente. Cuando hago una performance, soy la primera; cuando necesito soledad, la segunda, y cuando me ofrecen una oportunidad como la de que Riccardo Tisci me haga ropa, soy la tercera. ?Por qu¨¦ iba a sentirme culpable?
Tisci, dise?ador de moda que actualmente lleva el tim¨®n creativo de Burberry, es un personaje tan estelar como las celebridades a las que viste. Entre ellas, la propia Marina, para la que ha dise?ado el vestuario de la obra 7 Deaths of Maria Callas, espect¨¢culo mixto de representaci¨®n en directo y cine que estren¨® en M¨²nich en 2020 y que ha representado en varios teatros eu?ropeos. Un proyecto complejo y largamente acariciado cuya producci¨®n se hab¨ªa pospuesto varias veces:
¡ªSoy el mayor fan de su trabajo, as¨ª que estoy muy orgulloso de haberla ayudado a hacer su sue?o realidad. Es osada y valiente. Ha roto muchos l¨ªmites, llevando al arte nuevas perspectivas y d¨¢ndole una nueva vida. Es ic¨®nica en todos los sentidos ¡ªdice Tisci.
Pero ser un icono puede pagarse caro, sobre todo seg¨²n qui¨¦n lo consiga. En su libro de memorias, Derribando muros (Malpaso), ella rememora c¨®mo al inicio de su carrera la prensa de Belgrado la tildaba de exhibicionista y egoc¨¦ntrica. Lo llamativo es que esas mismas acusaciones sigan escuch¨¢ndose a quienes hoy en d¨ªa tratan de ridiculizarla, cuando no ocurre lo mismo con otros artistas que transitaron caminos similares, como Joseph ?Beuys o Bas Jan Ader (pero s¨ª, curiosamente, con Yoko Ono). Todo esto hace sospechar que las descalificaciones ad hominem podr¨ªan ser m¨¢s bien ad feminam.
Se suma a esta hip¨®tesis Mar¨ªa Gimeno, artista espa?ola conocida por su performance feminista Queridas viejas, en la que reivindica el papel ninguneado de las mujeres a lo largo de la historia del arte:
¡ªElla se acerca a un estereotipo que por su aguante f¨ªsico y ps¨ªquico se considera masculino, pero al estar en un cuerpo femenino produce rechazo. Puede que no se quiera clasificar como feminista y lo respeto, pero yo creo que de hecho lo es.
Sin embargo, Abramovic esquiva la cuesti¨®n del feminismo cuando se pone sobre la mesa:
¡ªHay gente que me odia y gente que me ama, pero no t¨¦rmino medio. Y creo que eso es bueno.
¡ª?Cree que parte de ese odio viene precisamente porque usted es una mujer?
¡ªLo interesante es que pensemos por qu¨¦ hay m¨¢s artistas hombres que mujeres. Es culpa nuestra, de las mujeres. Porque queremos tener hijos, cuidar la casa, y ser felices con ello. Los hombres obtienen autom¨¢ticamente todo eso porque se lo dan las mujeres, que invierten tanta energ¨ªa que no pueden dedicarse a otras cosas. Adem¨¢s, ?sabes cu¨¢ntas galer¨ªas est¨¢n dirigidas por mujeres? Pero resulta que exponen a hombres. ?Por qu¨¦? En 250 a?os no ha habido una sola mujer artista exponiendo en una muestra individual en la Royal Academy de Londres. Yo ser¨¦ la primera. Eso es una locura.
Esa exposici¨®n es la gran retrospectiva que incorporar¨¢ obras en todos los formatos imaginables, incluidas muchas de las esculturas que se est¨¢n produciendo en Madrid. Tambi¨¦n se ha pospuesto en diversas ocasiones desde que irrumpi¨® la covid, pero seg¨²n los ¨²ltimos planes se inaugurar¨¢ en septiembre de 2023. Como avance, desde este septiembre, la londinense Lisson Gallery abre una muestra que incluye sus esculturas de alabastro, y que ha significado su puesta al d¨ªa en el mercado. Funci¨®n que la misma galer¨ªa ya cumpli¨® en 2010 al ofrecer los registros en foto y v¨ªdeo de algunas de sus antiguas acciones como objetos aptos para la compraventa. Se demostr¨® as¨ª que tambi¨¦n de la performance puede obtenerse un rendimiento econ¨®mico, siempre que se cuente con la estrategia adecuada.
De ese asunto se ocupa Giuliano Argenziano, italiano meridional de maneras expansivas y rotundas que lleva nueve a?os dirigiendo el estudio de la artista.
¡ªCuando empec¨¦ a trabajar con ella, mi reto era entender de d¨®nde sal¨ªan los ingresos. ?C¨®mo haces dinero de algo tan inmaterial? Eso me llev¨® un tiempo y mucha observaci¨®n. Ella me dice: ¡°Giuliano, este es un proyecto precioso¡±. Y yo digo: ¡°S¨ª, pero llevar¨¢ mucho tiempo, asegur¨¦monos que tiene sentido financieramente¡±. Siempre estamos juntos y lo discutimos todo.
¡ª?Forman un d¨²o estrictamente profesional? ?O se entremezcla tambi¨¦n la cuesti¨®n personal?
¡ªAmbos nos vemos como una familia. Soy consciente del peligro: la familia es algo que das por hecho, as¨ª que tienes que tener mucho cuidado y respetar los l¨ªmites de cada cual. Pero si estoy aqu¨ª es porque la relaci¨®n funciona ¡ªinsiste Argenziano.
Con su familia biol¨®gica el asunto resulta m¨¢s complicado. Marina Abramovic mantiene una excelente relaci¨®n con su sobrina Ivana, f¨ªsica nuclear, pero no tanto con el padre, su hermano Velimir. De c¨®mo sus padres, Danica y Vojin, h¨¦roes de guerra de la Yugoslavia de Tito, se torturaron entre s¨ª y tambi¨¦n a ella con un c¨®ctel de castigos f¨ªsicos, exigencias y toxicidad afectiva da detallada cuenta en sus memorias: en una ocasi¨®n, su madre le arroj¨® un cenicero de cristal a la cabeza al grito de ¡°yo te di la vida y ahora te la quitar¨¦¡±. Lo que no le impidi¨® emitir en su funeral un discurso cargado de ternura y aceptaci¨®n.
¡ªEs cierto que la relaci¨®n con mi madre fue enormemente dif¨ªcil. Llena de amor, de odio y de malestar. Era extremadamente fr¨ªa conmigo, pero despu¨¦s entend¨ª que quer¨ªa hacerme muy fuerte. Y lo consigui¨®, aunque emocionalmente no resultara f¨¢cil ¡ªreconoce la artista.
Esas vivencias se plasmaron tambi¨¦n en Vida y muerte de Marina Abramovic, obra autobiogr¨¢fica que en 2012 represent¨® en el Teatro Real de Madrid a las ¨®rdenes del director de escena Bob Wilson, y junto a la cantante Anohni (entonces Antony) y el actor Willem Dafoe, que vuelve a colaborar con ella en la pieza sobre Maria Callas. Marina calific¨® la experiencia como ¡°una pesadilla¡±. Pero Dafoe, en videoconferencia desde Roma, matiza:
¡ªFue un reto, pero tambi¨¦n algo muy divertido. Todos disfrutamos mucho. Yo acept¨¦ aquella obra porque siempre quise trabajar con Wilson, y porque admiraba a Marina. Mi esposa [la directora de cine Giada Colagrande, autora del documental The Abramovic Method (2013)] la conoce desde hace 30 a?os. Me encanta su compa?¨ªa, todo con ella se convierte en una aventura o una oportunidad para redefinir tu vida. Y cuenta los mejores chistes verdes que he o¨ªdo jam¨¢s. Deber¨ªas pedirle que te cuente alguno.
Evidentemente, lo hago. Pero ella se r¨ªe con ganas justo antes de negarse.
¡ª?C¨®mo? ?Eso ser¨ªa pol¨ªticamente incorrecto! La correcci¨®n pol¨ªtica destruye completamente la creatividad, es terrible. As¨ª que qu¨¦ quieres, ?meterme en problemas?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.