Lo que pueden hacer los buenos amigos
Ver a una persona querida pasar un mal momento genera impotencia. Nadie nos ha ense?ado qu¨¦ hacer en estos casos. Aqu¨ª, algunas pautas.
Tu amigo ya no es el mismo. Hace meses que le notas por tel¨¦fono algo triste, apagado, desanimado, menos hablador, ensimismado en sus pensamientos, aislado y bloqueado. O quiz¨¢s inquieto, nervioso, hiperactivo, con ansiedad, irritable y con mayor consumo de alcohol. La pandemia ha hecho mella, pero lo relativizas al ser un comportamiento ¡°t¨ªpico de estos tiempos¡±. Tu amigo se refugia en el miedo y en las restricciones para no quedar. Y te va dando largas. Pero las cifras de la pandemia se van estabilizando, disminuyen los contagios, llega el verano y se acaban las excusas. Tu amigo deja de cogerte el tel¨¦fono, no aparece cuando hab¨ªais quedado y, si llegas a localizarle, te cuenta que no se encuentra bien, que todo lo ve negro, que est¨¢ en bucle, que le cuesta mucho levantarse, hacer su trabajo y que duerme mal.
Tu experiencia o el sentido com¨²n te dice que tienes que animarle. Y empiezas a sacar un arsenal de recomendaciones. La m¨¢s com¨²n, decirle que se tranquilice, que todos lo estamos pasando mal, incluso contarle tus problemas para hacerle ver que no es el ¨²nico. No es infrecuente transmitir que tiene que tomarse las cosas de otra manera y que mire el lado positivo de su vida. Ante estas frases, tu amigo se puede mostrar a¨²n m¨¢s opaco.
Sin menospreciar estos consejos mec¨¢nicos te?idos de optimismo ¡ªy de infantilismo¡ª que pueden ser ¨²tiles para algunas personas, entre el ¨¢mbito profesional y cient¨ªfico no tienen demasiado buena prensa. Son criticados por estar huecos de contenido, y por el hincapi¨¦ que hacen en la posibilidad de cambiar el problema por uno mismo, lo que puede generar unas expectativas que a¨²n generan m¨¢s pesadumbre. No debemos culpabilizarnos. Cuesta prestar atenci¨®n al malestar de un amigo que queremos de verdad y muchas veces nos sentimos impotentes al no saber c¨®mo ayudarle, porque no nos han ense?ado c¨®mo hacerlo en una sociedad cada vez m¨¢s individualista y virtual. Escuchar no es f¨¢cil, pero podemos aprender a hacerlo mejor.
La RAE define la amistad como el afecto personal, puro y desinteresado que nace y se fortalece con el trato. Y ese trato inevitablemente est¨¢ te?ido de momentos en los que toca estar a la altura. Los verdaderos amigos son los que se alegran de tus ¨¦xitos, pero tambi¨¦n te acompa?an y saben escuchar tus angustias, miedos, frustraciones y fracasos. En eso consiste la amistad virtuosa explicada por Arist¨®teles en su libro ?tica a Nic¨®maco. Para este autor hay dos tipos m¨¢s de amistad: por inter¨¦s o utilidad y por placer, que tambi¨¦n son v¨¢lidos, pero sobreviven peor con el paso del tiempo.
Los comportamientos virtuosos consisten en decirle a nuestro amigo que es v¨¢lido lo que siente. Que no est¨¢ solo. Que vamos a atenderle con empat¨ªa. Que vamos a escuchar lo que le preocupa sin ser demasiado exigentes con los detalles. Preguntarle qu¨¦ necesita. Si notamos que le cuesta abrirse, no insistamos. Mantengamos la calma. Podemos ser m¨¢s activos ofreci¨¦ndole ayuda con las cosas b¨¢sicas de la vida sin ser invasivos. Incluso proponerle alg¨²n plan agradable para que se distraiga y se sienta mejor; pero, a la vez, dejarle espacio. Es conveniente transmitirle esperanza respecto a la posibilidad de sentirse mejor con el paso del tiempo, y reconectarle con momentos agradables del pasado en los que haya superado circunstancias adversas. No es mala idea dar un paseo por un parque o hacer una peque?a excursi¨®n. Incluso aliarnos con alg¨²n familiar o amigo cercano. En definitiva, no presionar, no juzgar y estar disponibles. Cultivar la verdadera amistad se trata tambi¨¦n de esto.
Pero cada persona tiene su l¨ªmite en la capacidad de ayudar. Nunca debemos responsabilizarnos completamente de la salud mental de otra persona. No somos adivinos ni sabemos si el sufrimiento ps¨ªquico de nuestro amigo se trata de un malestar psicol¨®gico temporal propio de estos tiempos o si corresponde a un verdadero trastorno mental. Lo mejor que podemos hacer si notamos que pasa el tiempo y no hay mejor¨ªa, es ayudarle a buscar un profesional. El diagn¨®stico corresponde a un especialista, que analizar¨¢ m¨¢s factores: la intensidad emocional, si le limita su funcionamiento habitual y la duraci¨®n.
La pandemia ha puesto de relevancia la importancia de las redes de apoyo sanas a la hora de enfrentarnos a la incertidumbre y la adversidad. Y estas redes van mucho m¨¢s all¨¢ de los roles de cuidador, asignados tradicionalmente a la familia. El cerebro necesita de los dem¨¢s para sobrevivir. Las amistades virtuosas han ocupado m¨¢s protagonismo que nunca y su cultivo traer¨¢ como consecuencia una sociedad m¨¢s libre de prejuicios hacia la salud mental.
En los hospitales, lo hemos constatado de cerca. Hemos sentido a muchos amigos acompa?ando, ayudando y reconfortando a muchos pacientes, a pesar de las restricciones. Como recuerda Rosa Montero, ¡°en los momentos m¨¢s oscuros, sus amigos hab¨ªan encendido la luz y le hab¨ªan dado literalmente la vida¡±.
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