No entendemos a los animales
Aunque experimentos como los de la gorila ¡®Koko¡¯ suger¨ªan lo contrario, las evidencias cient¨ªficas dicen que el lenguaje simb¨®lico es exclusivo del ser humano.
Hay campos de la ciencia en los que se generan muchas expectativas y finalmente nunca se cumplen. Uno de estos campos es el relacionado con la comunicaci¨®n con los animales. Cualquiera que tiene una mascota estar¨¢ de acuerdo en que los animales pueden empatizar con nosotros y transmitir sentimientos. Podemos comunicar con ellos alegr¨ªa, tristeza, diversi¨®n, enfado¡, pero ?podr¨ªamos tener un di¨¢logo con ellos similar al que tenemos con otra persona? ?Podr¨ªamos transmitir ideas complejas y estructuradas? O ?podr¨ªamos entender el lenguaje que utilizan entre ellos? Despu¨¦s de muchos a?os de investigaci¨®n, todo parece indicar que es una cuesti¨®n que no est¨¢ resuelta.
Puede pensarse que el hombre (y sus ancestros evolutivos) es la ¨²nica especie capaz de desarrollar y utilizar tecnolog¨ªa, pero no es el caso. Se ha demostrado que algunas especies de simio utilizan palos para sacar insectos de sus madrigueras y hay otros muchos ejemplos en otras especies de utilizaci¨®n de herramientas. Adem¨¢s, ese conocimiento se transmite dentro del grupo, por lo que se puede hablar de una cultura. Si hay una caracter¨ªstica innegablemente humana es la capacidad de tener un pensamiento simb¨®lico y de desarrollar un lenguaje. Nunca se ha demostrado que un animal pueda efectuar algo similar. La capacidad que tengo yo de explicarle a alguien mis vacaciones del a?o pasado es inalcanzable para cualquier animal. A veces se ha insinuado lo contrario. La hagiograf¨ªa atribuye a san Francisco la capacidad de hablar con los animales. El doctor Dolittle tambi¨¦n pod¨ªa hacerlo, pero solo en la ficci¨®n. Algunos investigadores argumentan que han sido capaces de comunicarse con primates. ?Realmente es cierto? ?Hemos podido comunicarnos con animales? La respuesta es compleja.
En los a?os ochenta del siglo XX, investigadores como Allen y Beatrice Gardner, David Premack o Duane Rumbaugh publicaron resultados de trabajos con chimpanc¨¦s en los que afirmaban que hab¨ªan logrado comunicarse con ellos utilizando el lenguaje de signos. Sin embargo, el ¨¦xito medi¨¢tico se lo llev¨® la gorila Koko, entrenada por la psic¨®loga animal Francine Patterson. Su cuidadora afirm¨® que el animal hab¨ªa aprendido m¨¢s de 1.000 palabras en lenguaje de signos y que era capaz de mantener conversaciones. ?Realmente fue as¨ª? Los resultados dieron lugar a muchas suspicacias. Para empezar nunca se ha visto que en su h¨¢bitat natural los gorilas utilicen un lenguaje propio, por lo tanto se trata de una capacidad fruto de la intervenci¨®n humana, de la misma forma que en un circo un tigre puede saltar por un aro en llamas o una foca jugar con una pelota en la nariz, porque han sido entrenados para ello. Se puede argumentar que no es algo propio, pero puede aprender un lenguaje y utilizarlo. Aqu¨ª vuelven los problemas. Es cierto que Koko interaccionaba con su cuidadora con el lenguaje de signos, pero nunca formul¨® una pregunta ni inici¨® una conversaci¨®n, simplemente respond¨ªa a los gestos de la psic¨®loga¡ igual que hace un animal amaestrado. Esto nos lleva a la siguiente pregunta inc¨®moda. ?Era Koko consciente de que utilizaba un lenguaje y se estaba comunicando, o para ella solo era un juego? Lo l¨®gico si hubiera sido consciente de que ten¨ªa un lenguaje es que, adem¨¢s de formular preguntas, hubiera tratado de desarrollar signos nuevos para elaborar un discurso propio, o que hubiera transmitido ese lenguaje a otros gorilas, pero nada de esto sucedi¨®. Pasado el tiempo y el entusiasmo inicial, y analizando los resultados con fr¨ªa objetividad, todo parece indicar que nos encontramos ante una gorila especialmente h¨¢bil en aprender comportamientos (en este caso, determinados gestos), pero que nunca fue capaz de tener un di¨¢logo real ni de ser consciente de haber adquirido un lenguaje. El hecho de que no se hayan repetido estos resultados con ning¨²n otro gorila o simio y que una vez fallecida Koko el proyecto se cancelara parece reafirmar la idea de que tenemos un ejemplo de un animal muy bien entrenado, pero no de una comunicaci¨®n compleja entre especies.
Con el lenguaje de los cet¨¢ceos estamos ante un dilema similar. Parece evidente que utilizan un sistema de sonidos para comunicarse. Somos capaces de distinguir diferentes idiomas y dialectos, incluso utilizan nombres para dirigirse entre ellos, pero despu¨¦s de d¨¦cadas de investigaciones, nadie ha sido capaz de descifrar este lenguaje o de mantener una conversaci¨®n con un mam¨ªfero marino utilizando su propio lenguaje o cualquier otro. Por lo tanto, mientras no se demuestre lo contrario, el lenguaje simb¨®lico sigue siendo patrimonio de la especie humana y que no podemos compartir con ninguna otra especie.
El caballo matem¨¢tico
¡ª Investigar el comportamiento animal requiere unos protocolos muy estrictos ya que la empat¨ªa del investigador hacia el animal, de forma inconsciente, puede sesgar los resultados. El caso m¨¢s conocido es el de Hans el Listo, un caballo que aparentemente era capaz de realizar operaciones aritm¨¦ticas. El p¨²blico propon¨ªa una operaci¨®n y el caballo daba tantas patadas como el resultado. ?Un caballo puede aprender las tablas de multiplicar? Su cuidador cre¨ªa que s¨ª. Pero cuando ¨¦l no estaba, el caballo fallaba. Un estudio demostr¨® que el animal reconoc¨ªa sus gestos inconscientes cuando ten¨ªa la soluci¨®n correcta. Su cuidador ser¨ªa un mal jugador de p¨®quer.
J. M. Mulet es catedr¨¢tico de Biotecnolog¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.