De Oriente Pr¨®ximo a M¨¦xico, la gastronom¨ªa como nexo entre culturas
La emigraci¨®n libanesa y siria ha conformado el mestizaje de la cocina de Puebla o Yucat¨¢n. ?Ser¨ªan iguales los tacos al pastor sin la influencia ¨¢rabe?
A simple vista se muestra como una cordillera abrupta dominada por vertientes escarpadas y vencida en algunas zonas por angostas pistas y carreteras. Un inventario de colores verdes de monte bajo y ¨¢rboles entre rasgos propios del relieve alpino dibuja un paisaje que acoge algo de nieve. Se distinguen abetos, hayas y robles, en un paraje de monta?a que podr¨ªa hacernos pensar que estamos en alg¨²n punto de los Pirineos o los Alpes si no fuese porque la silueta de unos cedros nos revela que nos encontramos en Monte L¨ªbano, refugio de los maronitas, una de las minor¨ªas cristianas del puzle liban¨¦s. Poca gente asocia este pa¨ªs con cumbres accidentadas cubiertas de nieve, a pesar de que su geograf¨ªa cuenta con una cordillera monta?osa que atraviesa de noreste a sudeste. Y si esto sucede con Oriente Pr¨®ximo, ni que decir tiene que vincular un Estado del centro de M¨¦xico con cerros nevados parece igualmente dif¨ªcil.
La vista de Puebla la ocupan ca?adas y serran¨ªas. Pese a ello, en el parque nacional Izta-Popo Zoquiapan, entre espl¨¦ndidos bosques de pino, encino y oyamel, se alzan los volcanes Popocat¨¦petl y Iztacc¨ªhuatl, en cuyas cumbres habitan glaciares perennes. Cerca de ah¨ª est¨¢ Puebla. Pasear por su centro hist¨®rico es un viaje en el tiempo. La cocina poblana cuenta con varias recetas consideradas platos nacionales: chiles en nogada, mole poblano o mole de caderas, aun cuando la cotidianidad se resuelve en la calle con las celebradas chalupas y cemitas o los populares tacos al pastor. Si el patriotismo es el amor por las buenas cosas que comimos en la ni?ez, sosten¨ªa el escritor chino Lin Yutang, junto a banderas e himnos, el sentido de pertenencia de los pueblos se resuelve en el paladar. Saborear unos tacos al pastor es percibir la idiosincrasia mexicana, un indicio de la fruct¨ªfera historia de un pa¨ªs que no solo se reconoce en la expresi¨®n de sus 68 pueblos ind¨ªgenas, sino en las aportaciones que distintas culturas han ido proporcion¨¢ndole. En innumerables ocasiones, la comida hermana lo que la pol¨ªtica o la religi¨®n distancian.
Los enfrentamientos confesionales, las purgas ¨¦tnicas y las persecuciones ideol¨®gicas provocaron la llegada a Latinoam¨¦rica de oleadas de refugiados libaneses y sirios desde mediados del siglo XIX. Durante la etapa de dominio del Imperio otomano, antes de que este fuera derrocado tras la I Guerra Mundial, los cristianos maronitas libaneses de Monte L¨ªbano fueron azotados con una hambruna tras un aislamiento por parte del Ej¨¦rcito turco. Muchos de los que pudieron escapar se establecieron en la pen¨ªnsula de Yucat¨¢n, en los puertos de Veracruz y Tampico. Desde entonces, los flujos migratorios prosiguieron coincidiendo con las distintas crisis, tensiones y oportunidades sobrevenidas en la regi¨®n, atra¨ªdos por las iniciativas de desarrollo de Porfirio D¨ªaz, que promov¨ªa la inmigraci¨®n extranjera. En los a?os treinta, la afluencia libanesa se reparti¨® adicionalmente por otras zonas de M¨¦xico, entre ellas, Puebla.
Es en esta ciudad donde el shawarma ¨¢rabe mut¨® a una f¨®rmula m¨¢s acorde con el gusto mexicano. La carne de cordero se intercambi¨® por la de cerdo; el pan de pita, por tortillas de ma¨ªz; el vinagre, por lim¨®n, y las exuberantes especias que componen el baharat, por chile y achiote. Probablemente, en el momento en que la gente hace suya una receta y esta coexiste en la rutina de varias generaciones se acaba filtrando en el territorio de lo cotidiano y, luego, en la tradici¨®n. Hoy d¨ªa el rollo de carne prensada dando vueltas en un asador vertical es una de las estampas m¨¢s c¨¦lebres de las calles poblanas, al igual que las capillas y parroquias. A Puebla se la conoce como la ciudad de las iglesias. Dos elementos, una creencia y una elaboraci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, se han transformado con el tiempo en manifestaciones de la mexicanidad. En los alimentos, como en la muerte, sentimos la esencial fraternidad de la humanidad, afirmaba Lin Yutang. Pues eso.
Blinis de ma¨ªz
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