Un caso de adulterio desata la pol¨¦mica en la Iglesia de Suecia
La decisi¨®n de expulsar de la vida eclesi¨¢stica a un prelado que mantuvo una relaci¨®n extraconyugal provoca una dura controversia.
La Iglesia evang¨¦lica luterana de Suecia, mayoritaria en el pa¨ªs, con 5,8 millones de fieles, vive tiempos agitados despu¨¦s de verse obligada a colocar a un obispo em¨¦rito al frente de la di¨®cesis de Visby, en la isla de Gotland, tras echar al titular de la sede en medio de un embarazoso esc¨¢ndalo. Thomas Petersson, de 53 a?os, ordenado sacerdote en 1992, fue despojado de su ministerio por mantener una relaci¨®n extraconyugal, que dur¨® dos a?os, con una subordinada de la di¨®cesis. La decisi¨®n la tom¨® en febrero la Comisi¨®n Disciplinaria de los Obispos, ante la que hab¨ªan denunciado el caso meses antes siete pastores de la di¨®cesis de Visby, a los que se sum¨® el propio interesado, urgido por la jefa de la Iglesia sueca, la arzobispa Antje Jackel¨¦n. La comisi¨®n, integrada por cuatro personas, religiosas y laicas, consider¨® que el obispo hab¨ªa roto los votos hechos al ser consagrado, ¡°da?ando su reputaci¨®n y la credibilidad de los sacerdotes¡±, ¡°causando considerable perjuicio a la Iglesia¡±.
La relaci¨®n extraconyugal de Petersson era, al parecer, la comidilla de la isla de Gotland. El exobispo ha reconocido que se equivoc¨® en ¡°la forma de manejar la situaci¨®n¡±. Y en declaraciones al diario religioso Kyrkans Tidning, se lamentaba de no poder ejercer el sacerdocio, ¡°la ¨²nica profesi¨®n que tengo¡±. La expulsi¨®n de un obispo es un hecho excepcional. La ¨²ltima se produjo en 1954 (por un supuesto caso de difamaci¨®n que luego se revel¨® falso), cuando la Iglesia sueca estaba ligada al Estado, del que se separ¨® en el a?o 2000. Pero no es esa la raz¨®n de que el cese de Petersson haya sido pol¨¦mico. ¡°La sociedad sueca no ha entendido la decisi¨®n porque, aunque la infidelidad sea moralmente condenable, no es causa de despido en ning¨²n trabajo¡±, se?ala por correo electr¨®nico Martin Berntson, catedr¨¢tico de Estudios Religiosos y Teolog¨ªa de la Universidad de Gotemburgo. ¡°Y es que en el debate se ha equiparado el oficio episcopal a cualquier otro empleo de la sociedad. Lo que dice la Iglesia, sin embargo, es que no es un empleo ¡®normal¡±.
Dado el pedigr¨ª progresista de la Iglesia sueca, que abri¨® el sacerdocio a las mujeres en 1958, y admite en su clero a personas de diversa orientaci¨®n sexual, a mucha gente le resulta asombroso que haya desautorizado a un prelado por un caso de sexo consentido. De ¡°sorprendente intolerancia¡±, lo ha calificado en las p¨¢ginas del diario Dagens Nyheter, el de mayor difusi¨®n del pa¨ªs, el expol¨ªtico sueco Ulf Dahlsten, hijo de un pastor luterano. La jefa de la Iglesia sueca ha insistido en que Petersson no ha sido expulsado por adulterio, sino por la forma en la que ¡°ha manejado las consecuencias de una larga relaci¨®n con una empleada de la di¨®cesis¡±.
Solo los interesados saben lo que significa exactamente esa frase, porque la instituci¨®n ha sido sumamente discreta con los detalles del caso. ?Jackel¨¦n defiende que hay que exigir a los obispos que se tomen muy en serio los votos que hicieron al consagrarse. Entre los que no se encuentra, por cierto, el de castidad. ¡°Pero s¨ª pronuncian otros votos relacionados con ¡®la conducta moral m¨¢s elevada¡¯ que se espera de un servidor de la Iglesia¡±, se?ala un portavoz de esta. Ser obispo implica adem¨¢s dar ejemplo a sacerdotes y di¨¢conos, a costa de renunciar a una verdadera vida privada. De haber sido un simple sacerdote, la falta de Petersson se habr¨ªa saldado con ¡°una amonestaci¨®n, y un periodo de prueba¡±, apunta Berntson. ¡°Pero esas reglas no son de aplicaci¨®n a los obispos¡±.
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