D¨®nde est¨¢ el futuro
Las ideas sin promesa de lucro se consideran capricho de so?adores, un superfluo sumidero de tiempo y talento
Al principio fue la palabra, dicen, pero inmediatamente vio la luz el clich¨¦. Los t¨®picos son tan antiguos como nuestros prejuicios y muchos contin¨²an hoy en circulaci¨®n. Desde tiempos remotos clasificamos a las personas conforme a los moldes del estereotipo: la mujer fatal, la esposa gru?ona, el m¨¦dico matasanos, el extranjero b¨¢rbaro, el cachas descerebrado, el cient¨ªfico distra¨ªdo y torpe para la vida real. En la civilizaci¨®n griega, all¨ª donde naci¨® la filosof¨ªa aliada con la ciencia, ya prolifer¨® la caricatura del investigador absorto y absurdo, vigente durante siglos, hasta desembocar en...
Al principio fue la palabra, dicen, pero inmediatamente vio la luz el clich¨¦. Los t¨®picos son tan antiguos como nuestros prejuicios y muchos contin¨²an hoy en circulaci¨®n. Desde tiempos remotos clasificamos a las personas conforme a los moldes del estereotipo: la mujer fatal, la esposa gru?ona, el m¨¦dico matasanos, el extranjero b¨¢rbaro, el cachas descerebrado, el cient¨ªfico distra¨ªdo y torpe para la vida real. En la civilizaci¨®n griega, all¨ª donde naci¨® la filosof¨ªa aliada con la ciencia, ya prolifer¨® la caricatura del investigador absorto y absurdo, vigente durante siglos, hasta desembocar en el inadaptado e hilarante grupo protagonista de la serie The Big Bang Theory. En una escena, la microbi¨®loga Bernardette advierte a la neurobi¨®loga Amy: ¡°No creo que puedas convertir c¨¦lulas de la piel en neuronas funcionales¡±. A lo que ella, pareja del extravagante f¨ªsico Sheldon Cooper, contesta: ¡°Si he convertido a ¡®esto¡¯ en un novio funcional, todo es posible¡±.
La parodia del sabio lun¨¢tico es ancestral. De Arqu¨ªmedes se contaban an¨¦cdotas burlonas sobre sus despistes: olvidaba encender el fuego para calentarse y comer porque prefer¨ªa trazar figuras geom¨¦tricas en las cenizas del hogar. La gente se re¨ªa a carcajadas de ¨¦l y de sus in¨²tiles abstracciones, pero cuando su Siracusa natal sufri¨® el asedio de los romanos ¡ªuna peque?a ciudad frente a un poderoso imperio¡ª, el embobado Arqu¨ªmedes ide¨® unas m¨¢quinas que causaron terror entre la flota invasora. El historiador Diodoro S¨ªculo narra que logr¨®, en un temprano antecedente de nuestros paneles solares, proyectar la luz mediante espejos sobre los barcos enemigos, provocando incendios o cegando a la tripulaci¨®n.
Hoy tambi¨¦n se sienten cercados quienes eligen por entusiasmo profesiones sin aparente aplicaci¨®n pr¨¢ctica, carentes de rendimiento econ¨®mico inmediato y ¡ª?por tanto¡ª de la aprobaci¨®n de los mercados. Las ideas sin promesa de lucro se consideran capricho de so?adores, un superfluo sumidero de tiempo y talento. Contra las humanidades pesa la presunci¨®n de inutilidad. ?Para qu¨¦ sirven? Tal vez para tener el valor de preguntarnos qu¨¦ consideramos valioso y pensar nuestras metas. Desde esa perspectiva fue humanista Hipatia, que construy¨® una comunidad cient¨ªfica en un contexto de enfrentamientos sectarios. Lo fue el inventor de los rayos X, Wilhelm Conrad R?ntgen, que renunci¨® a patentar su hallazgo precisamente porque vislumbr¨® su inmensa utilidad m¨¦dica y prefiri¨® dejarlo al alcance de todos. Durante el confinamiento sol¨ªamos aplaudir al atardecer el humanismo de tantos profesionales de la salud que ¡ªfrente a quienes hicieron negocio de la escasez y la urgencia¡ª trabajaron m¨¢s all¨¢ de sus horarios y fuerzas.
En nuestro mundo acelerado e incierto, es imposible adivinar si prosperar¨¢n las tesis de los pragm¨¢ticos o bien los ensimismados sue?os de quienes dibujan figuras geom¨¦tricas en las cenizas. La serie brit¨¢nica Years and Years explora la vida de una familia en un futuro tan pr¨®ximo como tenebroso, agitado y convulso. Una de las protagonistas, Celeste, estudi¨® contabilidad porque sus padres le aseguraban que siempre tendr¨ªa trabajo. Con la revoluci¨®n tecnol¨®gica, cae en el desempleo: un robot ocupa ahora su puesto. Demasiado tarde, Celeste descubre que las decisiones guiadas por el c¨¢lculo no son siempre las m¨¢s sabias.
Arqu¨ªmedes, el matem¨¢tico pasmado, pensaba a todas horas en sus l¨ªneas curvas, sus cilindros y sus esferas. Plutarco escribi¨® sobre ¨¦l: ¡°Solo deseaba dedicarse a lo bello y lo excelente¡±. Sumido en un hechizo permanente, muchos se burlaban de sus antol¨®gicos despistes y sus in¨²tiles abstracciones geom¨¦tricas. Sin embargo, a la larga, las aplicaciones pr¨¢cticas de su trabajo fueron incalculables. Sus logros resultaron esenciales para Cop¨¦rnico o Kepler, y permitieron perfeccionar la orientaci¨®n y el rumbo de las naves seg¨²n los astros, abriendo posibilidades inimaginables para los viajes, la exploraci¨®n y el comercio. Como dijo el fil¨®sofo Alain, cuando Arqu¨ªmedes estudiaba las secciones c¨®nicas no buscaba ni remotamente la ruta de los futuros navegantes. No la buscaba, y quiz¨¢ por eso la encontr¨®.