Nazareth Castellanos: ¡°Casi la mitad del tiempo nuestro cerebro es un vagabundo¡±
Solemos pensar en ¨¦l como un ente invariable e indiferente a las dem¨¢s zonas del cuerpo. Pero esta neurocient¨ªfica que estudia su interacci¨®n con el coraz¨®n, el intestino y otros ¨®rganos, lo tiene claro: nuestra f¨¢brica de pensar es una infinita caja de sorpresas.
Nazareth Castellanos (Madrid, 45 a?os) es licenciada en F¨ªsica te¨®rica y doctora en Neurociencia por la Facultad de Medicina de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Se form¨® y trabaj¨® en prestigiosas aulas y laboratorios de Alemania, Inglaterra y Espa?a. Pero un buen d¨ªa, hace a?os, cay¨® en la cuenta de algo: avanzaba como un turborreactor en sus conocimientos t¨¦cnico-cient¨ªficos, s¨ª¡, pero se hab¨ªa estancado del todo en el conocimiento de su propio yo. Aquello l...
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Nazareth Castellanos (Madrid, 45 a?os) es licenciada en F¨ªsica te¨®rica y doctora en Neurociencia por la Facultad de Medicina de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Se form¨® y trabaj¨® en prestigiosas aulas y laboratorios de Alemania, Inglaterra y Espa?a. Pero un buen d¨ªa, hace a?os, cay¨® en la cuenta de algo: avanzaba como un turborreactor en sus conocimientos t¨¦cnico-cient¨ªficos, s¨ª¡, pero se hab¨ªa estancado del todo en el conocimiento de su propio yo. Aquello la perturbaba, y dijo ¡°basta¡±. No es del todo as¨ª, porque sigui¨® y sigue investigando ¡ªen la actualidad dirige el proyecto Interacci¨®n Cerebro-Cuerpo durante la Meditaci¨®n, bajo los auspicios de la Universidad Complutense¡ª, pero decidi¨® que hab¨ªa que contar, adem¨¢s de los qu¨¦s, los c¨®mos, los porqu¨¦s y los para qu¨¦s. As¨ª que, mientras segu¨ªa haci¨¦ndose a s¨ª misma todas las preguntas del mundo mediante la pr¨¢ctica de la meditaci¨®n, se puso a ofrecer algunas respuestas en conferencias, coloquios y mesas redondas. Tambi¨¦n se puso a escribir libros sobre las relaciones entre el cerebro, el coraz¨®n y los dem¨¢s ¨®rganos del cuerpo, como Alicia y el cerebro maravilloso o El espejo del cerebro. El m¨¢s reciente de ellos es Neurociencia del cuerpo. C¨®mo el organismo esculpe el cerebro (editorial Kair¨®s).
¡°La mente puede ser el infierno o el para¨ªso¡±. John Milton, siglo XVII. ?De qu¨¦ depende?
Yo creo que depende de un equilibrio, es una balanza. Uno de los conceptos que m¨¢s me gustan dentro de la neurociencia cognitiva, que es esa relaci¨®n entre mente, materia y cuerpo, es ese, el de balanza. Por una parte est¨¢n las influencias y las condiciones, que pertenecen m¨¢s al ¨¢mbito cient¨ªfico, pero por otra est¨¢n la voluntad y el esfuerzo, cosas que no estudiamos desde el punto de vista cient¨ªfico y que cada vez inculcamos menos en las escuelas. La voluntad y la intenci¨®n son lo que nos distingue de otros seres. Y a veces llevan al infierno. Aunque es verdad que hay situaciones que son el infierno y no te has metido t¨² en ellas.
Hay bastantes infiernos en llamas¡ ?Igual los medios estamos siendo un poco alarmistas?
Pues s¨ª, a mi juicio, la visi¨®n que est¨¢n dando los medios es excesivamente dram¨¢tica. Todo es horrible, es un contexto dram¨¢tico, todo es incertidumbre¡ Cuidado: incertidumbre es que no sabes lo que va a pasar, pero, en cambio, se habla de un modo muy determinista, en el sentido de que todo es y va a ser catastr¨®fico. Es como una especie de profec¨ªa que se autocumple. Estamos manipulando mucho a las personas y llev¨¢ndolas a resaltar solo lo mal que estamos.
La tentaci¨®n del ¡°estamos peor que nunca¡±.
Pero estamos mejor que nunca.
Bien, bien¡ no. Mejor que en la Edad Media, desde luego.
?No hace falta irte a la Edad Media! ?Alguien se cree que con anteriores pandemias, con la gripe espa?ola, por ejemplo, iba el Estado all¨ª a ayudar a que los profesores se organizaran, a que las empresas pudieran recibir ayuda, a que hubiera una m¨ªnima asistencia sanitaria para todos? Pues no, la gente se las apa?aba y punto. Nadie dice esto, y al que lo dice le acusan de ingenuo y de fr¨ªvolo. Yo he pasado mucho tiempo estudiando recuperaci¨®n de da?o cerebral, y he visto cerebros en muy mal estado cuya plasticidad neuronal ha mejorado much¨ªsimo, pero much¨ªsimo, en seis meses.
Perd¨®n, ?qu¨¦ es la plasticidad neuronal?
Es la capacidad que tiene el cerebro de reorganizarse. El gran descubrimiento de Ram¨®n y Cajal fue que nuestro cerebro est¨¢ formado por neuronas que no se tocan. Es la teor¨ªa neuronal. Y ¨¦l descubri¨® que el cerebro tiene la capacidad de ser pl¨¢stico. Antes de eso se pensaba que el cerebro no cambiaba nunca. Pero s¨ª cambia, y evoluciona.
Es m¨¢s, no creo que los de esta ma?ana seamos los de esta tarde.
Y eso me encanta. Mira el cerebro de los actores¡, tienen la capacidad de instaurar la personalidad de su personaje.
?Cambiamos mucho m¨¢s de lo que pensamos, entonces?
Por supuesto, pero no lo vemos.
Pues no parece que a la gente le guste mucho que uno cambie.
Nos gustan las personas que nos parecen coherentes. ?Pero claro, coherentes para m¨ª! ?Que no me cambien el mundo! En el fondo se trata de miedo a la incertidumbre. Tenemos ansia de encajarlo todo. Ah¨ª influyen mucho los medios, y las pel¨ªculas, y las series de televisi¨®n. Todo esto es algo que yo ahora estoy estudiando mucho.
?Qu¨¦ cosa?
La influencia que tiene todo lo que nos rodea, lo permeables que somos. Ahora estoy con un proyecto precioso sobre la interacci¨®n entre los cuerpos.
?Interacci¨®n? ?En qu¨¦ consiste?
Nuestros cuerpos ahora mismo se est¨¢n comunicando, en esta conversaci¨®n, y no solo con la palabra. Los cuerpos hablan, se comunican el cerebro y los sistemas nervioso, cardiaco y endocrino. Esto se llama reciprocidad fisiol¨®gica: por ejemplo, t¨² llegas a casa, has vuelto de trabajar y est¨¢s superestresado, con unos niveles de cortisol tremendos. Llegas y dices: ¡°Vale, me voy a calmar¡±. Vale, pero tu cuerpo est¨¢ lleno de esa hormona. Y el cuerpo de tus hijos ¡ªdebido a que son tus hijos¡ª lo recibe, y se empiezan a poner un poco m¨¢s nerviosos. Es como un virus.
?Se contagia?
Desde luego.
Suena incre¨ªble.
Son estudios cient¨ªficos demostrados. Y en el caso de una madre, la reciprocidad se da por igual con un hijo o con una hija. En el caso del padre, se contagia m¨¢s a la hija.
Cuesta creerlo¡
Somos esponjas. Y tu coraz¨®n y tu cerebro act¨²an de una forma que llega a tus hijos. Si est¨¢s bien y tienes altos tus niveles de oxitocina, suben tambi¨¦n los de ellos. No solo ocurre con los hijos, claro. En el trabajo podemos impactar sobre los dem¨¢s. Si mi compa?ero de oficina est¨¢ de mala leche, eso puede impactar en m¨ª. Vivimos en un entorno, y eso hay que tenerlo presente, aunque a veces la medicina nos a¨ªsle mucho y parezca que vivimos en el cosmos.
Para un lego en la materia, eso de que los cerebros y los corazones interact¨²an suena a ciencia ficci¨®n¡
Pues es as¨ª. Imagina que han hecho una foto de nuestros cerebros hace media hora y que han vuelto a hacerla ahora, que llevamos ya media hora hablando. Se parecen cada vez m¨¢s. Se copian.
?Habla en serio?
Es que, si no, no nos podr¨ªamos comunicar. Comunicarse es incorporar al otro. Podr¨ªa ense?arte im¨¢genes incre¨ªbles. Se llama sincronizaci¨®n de fase intercerebral.
Pero ah¨ª la voluntad jugar¨¢ un papel. ?O esa comunicaci¨®n y esa incorporaci¨®n se establecen de manera totalmente involuntaria?
Todo es un baile entre lo voluntario y lo involuntario. El fil¨®sofo Henri Bergson defin¨ªa la vida como la libertad insert¨¢ndose en la necesidad. Eso es la meditaci¨®n, por ejemplo: un baile entre lo voluntario y lo involuntario. T¨² est¨¢s ah¨ª, queriendo meditar, ?pero te acuerdas de que tienes que poner una lavadora!
?La banqueta donde uno se sienta a meditar se parece al div¨¢n donde se tumba para la terapia?
Son opuestos. La diferencia est¨¢ clara. En la terapia te analizan, en la meditaci¨®n te escuchas.
Dicen que lo m¨¢s importante para meditar es no tener expectativas y no esperar resultados. ?Es as¨ª?
Es verdad. Las expectativas son un gran obst¨¢culo para meditar. Es lo que m¨¢s hace abandonar a la gente. Fui una vez a un retiro de meditaci¨®n de 12 d¨ªas en Nepal. Antes de empezar, preguntaron: ¡°?Qui¨¦n de aqu¨ª espera haber aprendido algo?¡±. Algunos levantaron la mano. ¡°Bueno, pues se les va a devolver el dinero y ya se pueden ir¡±.
Seguramente esta es una reflexi¨®n muy tonta, pero estoy pensando en que para estudiar c¨®mo funciona el cerebro, hay que echar mano¡ del cerebro. No deja de ser un proceso curioso.
Un poeta escribi¨®: ¡°Intentar abrir el cofre que contiene la llave que abre el cofre¡±. Y cuando estoy estudiando o investigando, me digo: ¡°Qu¨¦ gracia, estoy estudiando c¨®mo funciona mi cerebro para que yo est¨¦ estudiando¡±.
Frente a ese ¡°centrarse en algo concreto¡±, como es una investigaci¨®n cient¨ªfica, usted habla del ¡°vagabundeo mental¡±. ?Puede explicarlo?
Es uno de los conceptos m¨¢s interesantes en torno a la actividad cerebral. [El escritor y sacerdote] Pablo d¡¯Ors dec¨ªa que hay que pasar de ser un vagabundo a ser un peregrino. En el cerebro existen esos dos estados. Seg¨²n un estudio de la Universidad de Harvard, casi la mitad del tiempo ¡ªm¨¢s o menos un 47% del tiempo en que estamos despiertos¡ª nuestro cerebro es como un vagabundo. Y de vez en cuando, por ejemplo, cuando investigamos o cuando practicamos meditaci¨®n, se convierte en peregrino. Y est¨¢ claro que el cerebro necesita vagabundear, perderse¡, ?pero el 47% es excesivo! Eso es lo que la Universidad de Harvard identifica como una de las mayores fuentes de insatisfacci¨®n vital: ese vagabundeo hace que nos sintamos a la deriva. Lo hizo en un art¨ªculo publicado en 2010 en la revista Science titulado A Wandering Mind Is an Unhappy Mind [una mente divagante es una mente infeliz].
Pero desde un punto de vista neuronal, ?qu¨¦ es vagabundear?
Es un estado que se llama red neuronal por defecto (RND). La persona que lo descubri¨® en 1990, Marcus Raichle, de la Universidad de Washington, lo define como ¡°el ruido de fondo del universo¡±. Durante ese estado, que es espont¨¢neo, el cerebro empieza a generar actividad de forma estoc¨¢stica, es decir, al azar. Se llaman ¡°sue?os diurnos¡±. Igual te preguntan: ¡°?En qu¨¦ piensas?¡±, y t¨² respondes: ¡°En nada¡±, porque no eres consciente. Sin embargo, ah¨ª dentro hay una vor¨¢gine descomunal. Ahora bien, de todas esas funciones que hace ese ¡°vagabundeo¡±, se calcula que solo un 30% es indispensable. El resto se ha comprobado que no sirve para nada, que es una disipaci¨®n de energ¨ªa enorme. Todo eso tiene implicaciones en las enfermedades neurodegenerativas: cuanto m¨¢s tiempo pasas en ese estado a lo largo de tu vida, m¨¢s probabilidades tienes de tener dep¨®sitos de placas de beta-amilo, que es lo que tienen las personas con alzh¨¦imer o con demencia.
Esa divagaci¨®n mental, esa disipaci¨®n de energ¨ªa, provocar¨¢ grandes dosis de frustraci¨®n¡
Exacto. Todo ese di¨¢logo interior tiene que ver, por ejemplo, con el narcisismo, con la ansiedad, con una peor valoraci¨®n de lo que te rodea¡ porque, en el fondo, se generan muchos pensamientos que son mejores que la realidad.
Y de ah¨ª los castillos en el aire, los cuentos de la lechera¡
Eso es, de repente la mente choca con ¡°madre m¨ªa, esto no es lo que yo cre¨ªa, no todo es tan guay¡±.
?Por qu¨¦ se genera esa divagaci¨®n mental, o qu¨¦ la genera?
Es una actividad espont¨¢nea del cerebro, no se sabe qu¨¦ la genera. Bueno, hoy en d¨ªa s¨ª se sabe que una de las fuentes es el propio organismo, lo que pasa dentro de ¨¦l, y entre otros lugares, dentro del intestino. De ah¨ª la importancia que tienen la dieta y el ejercicio f¨ªsico. Yo no voy a tener hoy el mismo cerebro si he desayunado un d¨®nut con una coca-cola que si he desayunado un caf¨¦ y un buen pan con aceite de oliva.
O sea, que las guarrer¨ªas alimentarias tambi¨¦n influyen en nuestro cerebro. Qui¨¦n lo iba a decir.
Ya se sabe que el cerebro regula est¨®mago e intestino. Si est¨¢s nervioso, puedes tener problemas digestivos. Vale. Pero en nuestro cuerpo, son m¨¢s poderosos los ejes de abajo hacia arriba que los de arriba hacia abajo. Comemos algo, ese algo est¨¢ media hora proces¨¢ndose en el est¨®mago y empieza a pasar al intestino. All¨ª est¨¢ toda la microbiota intestinal, todos esos microorganismos que no solo tienen la funci¨®n de ayudar a captar los nutrientes, sino que adem¨¢s informan al cerebro y organizan parte de los neurotransmisores, regulan los factores de crecimiento neuronal, por ejemplo para el aprendizaje, y determinan el estado de ¨¢nimo. Hay estudios que han identificado c¨®mo, en los ni?os, una mala dieta es proporcional al n¨²mero de rabietas. Y en los adultos, igual. As¨ª que, en definitiva, lo que comemos afecta a zonas del cerebro.
Bueno, el eslogan Mens sana in corpore sano no es de ayer¡
Desde luego. Es que si ya el d¨ªa a d¨ªa es dif¨ªcil de por s¨ª, si adem¨¢s le echamos gasolina al fuego con el tema de la alimentaci¨®n¡ o, por ejemplo, respirando mal¡
?Respiramos mal?
S¨ª, respiramos por la boca, o nuestra espiraci¨®n es m¨¢s corta que la inspiraci¨®n. Eso provoca situaciones estresantes. Si la espiraci¨®n es m¨¢s larga, el cerebro controlar¨¢ m¨¢s la respuesta endocrina ante el estr¨¦s. La espiraci¨®n tiene que ser al menos el doble que la inspiraci¨®n. ?Por qu¨¦? Porque cuando yo inspiro, el cerebro se activa, y cuando espiro, se relaja. Pero casi nadie lo hace bien.
Cu¨¢ntas cosas que no vemos, ni olemos, ni sentimos, sin embargo, nos pasan y explican eso de ¡°uf, qu¨¦ mal d¨ªa tengo hoy¡±, ?no?
Pues s¨ª. Por eso somos vagabundos de nuestro cuerpo. Pero vaya, que esto de c¨®mo la respiraci¨®n influye en los estados mentales ya lo sab¨ªan hace 3.000 a?os en la antigua India con las t¨¦cnicas pranayama para el yoga. Pero hay una gran arrogancia occidental con las medicinas antiguas y parece que lo hemos inventado todo nosotros hace poco. Es un desprecio que viene del desconocimiento. Se deber¨ªa hablar de ¡°medicinas¡±, no de ¡°la medicina¡±¡, ser¨ªa m¨¢s humilde. La medicina china tiene miles de a?os, y no se habr¨ªa mantenido si no hubiera sido efectiva.
Esas conexiones que usted y otros identifican entre cerebro, coraz¨®n y otras regiones del organismo, ?son bien vistas por todo el mundo cient¨ªfico?
Hay cosas que la ciencia no puede explicar al 100%, y entonces intervienen factores filos¨®ficos. El mundo cient¨ªfico a veces es fr¨ªo, y a m¨ª me parece peligrosa esa frialdad. Eso no es ciencia, eso es t¨¦cnica, por muy sofisticada que sea. Yo tengo un ordenador que mide 1.000 veces al segundo lo que hace el cuerpo en 7.000 puntos diferentes. Incre¨ªble, ?pero yo eso no se lo puedo contar a mi madre! O sea, que ah¨ª nos encontramos una puerta cerrada. Para m¨ª, el verdadero cient¨ªfico es el que obtiene datos y los transforma en conocimiento. A veces la gente quiere explicaciones m¨¢s profundas, y como la ciencia no se quiere pronunciar, deja lugar a veces a la charlataner¨ªa. Yo he vivido esta revoluci¨®n, y a m¨ª y a otros nos han llamado de todo por sugerir estas cosas. Era una locura.
?Y se lo siguen llamando?
No, claro, porque Harvard, la University College de Londres y otras universidades han dicho que esto era as¨ª¡
En su libro infantil Alicia y el cerebro maravilloso [Penguin Random House], usted sostuvo que a ser feliz se aprende. ?No es mucho sostener?
Claro que se aprende.
En el caso de que exista como tal. La felicidad, as¨ª como concepto absoluto, quiero decir.
La felicidad se aprende cuando aprendemos a cuidarnos. Para m¨ª, est¨¢ relacionada con un concepto que tendr¨ªamos que desarrollar mucho m¨¢s en la sociedad, que es el de la intimidad. Pascal dec¨ªa que un gran problema de la humanidad es que no sabemos estar con nosotros.
Igual nos da miedo.
Claro. En Harvard hicieron un experimento tremendo. Metieron a un grupo de personas en una sala con paredes blancas, sin nada. Les dijeron: ¡°Puedes estar un minuto o una hora; lo ¨²nico que tienes que hacer es mirar hacia dentro, ver tus propios pensamientos¡±. La gente aguant¨® de media seis minutos. El 72% defini¨® la situaci¨®n como desagradable. La conclusi¨®n del experimento fue: es muy duro estar con alguien que no conoces.