En casa de Gay Mercader, el gran promotor
Acaba de ser galardonado con la Medalla de Oro al M¨¦rito en las Bellas Artes 2022. Amigo de Keith Richards, Iggy Pop, Patti Smith o Sting, Gay Mercader es una leyenda de la m¨²sica en directo. Pionero en Espa?a en la celebraci¨®n de conciertos internacionales, su vida es de pel¨ªcula: se crio en el Par¨ªs del Mayo del 68, particip¨® en fiestas en Italia con su t¨ªo el director Vittorio de Sica y se atrevi¨® a traer a The Rolling Stones a la Espa?a franquista. Nos recibe en su mas¨ªa escondida en los montes de Girona
En el fondo, es parad¨®jico: el hombre que m¨¢s y mejores conciertos ha organizado en Espa?a vive rodeado de silencio en lo alto de una monta?a. Para llegar a su casa, hay que perderse por el campo frondoso de los montes de Girona, a unos 100 kil¨®metros de Barcelona. El coche serpentea por caminos sinuosos que no parecen llevar a ning¨²n lado mientras se atraviesa verde arboleda y fincas r¨²sticas. Cuando uno ya se ve perdido para siempre, aparece un sendero de arena con un cartel que indica: ¡°Zona con videovigilancia¡±. La zona es como un bosque, en cuyo coraz¨®n termina por asomar una...
En el fondo, es parad¨®jico: el hombre que m¨¢s y mejores conciertos ha organizado en Espa?a vive rodeado de silencio en lo alto de una monta?a. Para llegar a su casa, hay que perderse por el campo frondoso de los montes de Girona, a unos 100 kil¨®metros de Barcelona. El coche serpentea por caminos sinuosos que no parecen llevar a ning¨²n lado mientras se atraviesa verde arboleda y fincas r¨²sticas. Cuando uno ya se ve perdido para siempre, aparece un sendero de arena con un cartel que indica: ¡°Zona con videovigilancia¡±. La zona es como un bosque, en cuyo coraz¨®n termina por asomar una enorme casa situada en la parte alta de una gran finca. All¨ª, otro cartel cuelga sobre la verja de entrada y advierte: ¡°Olv¨ªdate del perro. Cuidado con el due?o. Stop¡±. El due?o es Gay Mercader, uno de los galardonados este a?o con la Medalla de Oro al M¨¦rito en las Bellas Artes 2022 y uno de los promotores de conciertos m¨¢s importantes de Espa?a, que trajo por primera vez a la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica a The Rolling Stones, Michael Jackson, Metallica, Pink Floyd, Neil Young, Tina Turner, Bob Dylan, Patti Smith, Bruce Springsteen, Iggy Pop, Bob Marley, The Cure, Eric Clapton, The Police y AC/DC, entre otros muchos m¨²sicos, algunos de los cuales son desde hace d¨¦cadas sus amigos, como Keith Richards, Iggy Pop, Sting o la propia Patti Smith.
Al llegar a la mas¨ªa, Mercader, vestido todo de negro, sale a recibir y saluda con un apret¨®n de manos. Solo se oyen los p¨¢jaros. La finca consta de 50 hect¨¢reas: 5 son de pasto y las otras 45 son monte. ¡°Compr¨¦ lo alto de la monta?a para no tener vecinos¡±, confiesa con una sonrisa y se?alando a otro pico alejado que tambi¨¦n forma parte de su terreno. Todo en este sitio id¨ªlico est¨¢ perfectamente cuidado y poblado: hay estupenda floraci¨®n, altos ¨¢rboles, c¨¦sped brillante, una piscina, un estanque con patos y tortugas, un picadero con caballos, un gallinero y pavos reales. ¡°A mi mujer y a m¨ª nos encantan los animales¡±, dice este veterano promotor de 73 a?os. Su mujer, Yuliya Tarasova, de origen ucraniano, aporta m¨¢s informaci¨®n al respecto: la pareja tambi¨¦n tiene cinco perros, 20 gatos salvajes desperdigados por el monte y otros dos dom¨¦sticos, que se mueven por la casa sin llamar la atenci¨®n. Al igual que es dif¨ªcil llegar a este lujoso enclave escondido del mundo, tambi¨¦n lo es acceder a ¨¦l: la vida de Mercader es la de una especie de ermita?o. Refugiado en su bella mansi¨®n, a este hombre, que se conoce todas las juergas de camerinos de muchas estrellas del rock y del pop, le ha dejado de gustar todo lo que tiene que ver con la socializaci¨®n y adem¨¢s odia el ruido hasta el punto de que lo detecta a la m¨ªnima en cualquier conversaci¨®n por tel¨¦fono. Como ¨¦l mismo afirma, es feliz en su finca, que adquiri¨® hace m¨¢s de 30 a?os y a la que invita a pocas personas.
Como los viejos rockeros, Gay Mercader es una aut¨¦ntica leyenda de la m¨²sica en Espa?a. Salt¨¢ndose sus propias normas, ha accedido a mostrar su refugio y a sentarse a charlar tranquilamente sobre su vida y su trabajo. A su edad, deber¨ªa estar jubilado, pero, como escribe el cr¨ªtico musical Diego A. Manrique en el pr¨®logo del libro Tour Posters. Gay Mercader. 1971/2017 -un lujoso tocho de Edici¨®n limitada, que selecciona 562 carteles de los m¨¢s de 3.300 conciertos promovidos por ¨¦l-, ¡°una persona as¨ª no se jubila, sobre todo cuando late una pasi¨®n¡±. A Mercader le sigue gustando much¨ªsimo la m¨²sica, pero tambi¨¦n sigue siendo el mejor en lo suyo. Nadie como ¨¦l en Espa?a conoce el negocio de la m¨²sica en directo, tan cambiante desde que mont¨® su primer concierto en 1971 en la sala Pach¨¢ de Sitges para un grupo noruego llamado Titanic. ¡°Ahora, este negocio se ha vuelto muy aburrido. No tiene ning¨²n inter¨¦s para m¨ª. Antes, cambi¨¢bamos las cosas y sab¨ªas que era importante¡±, asegura un promotor que no ha dejado de serlo. Alejado del mundo en su casa, sigue al tanto de todo en la industria de las grandes corporaciones del directo y hace de promotor colega para conciertos que monta a artistas amigos que solicitan sus servicios por una ¡°cuesti¨®n de confianza¡±. Entre ellos, se citan gente como AC/DC, The Cure, Iggy Pop o Sting. ¡°Me llaman y me dicen: ¡®Gay, mu¨¦venos por unos festivales o organ¨ªzanos una gira por Espa?a¡¯¡±, se?ala. Con un l¨¢piz, una libreta, un m¨®vil y una tablet, el veterano promotor sigue activo a su manera y se maneja desde el amplio sal¨®n de su casa. ¡°Hace 32 a?os que practico el teletrabajo¡±, indica con su peculiar guasa. ¡°No hago reuniones, aunque me den dinero, excepto ¨²nica y exclusivamente con mis socios y con Paqui ¨C su asistente personal y confidente-¡±. Cuando la gente dice que quiere reunirse conmigo o verme para hablar de alg¨²n tema de negocios, siempre digo lo mismo: ¡®Si he podido cerrar contratos con los Rolling Stones y AC/DC por tel¨¦fono, ?por qu¨¦ no voy a poder hacer lo mismo con esa persona?¡±.
Gay Mercader se llama realmente Luis Jorge Mercader Aguilar. Su vida hasta llegar a convertirse en el gran pionero de la promoci¨®n de actuaciones en Espa?a podr¨ªa ser el guion de una pel¨ªcula. De esos filmes en los que el protagonista es un ni?o cuya historia ya viene marcada desde el nacimiento con elementos ins¨®litos. Un primo de su abuelo paterno, Ram¨®n Mercader, fue el agente del NKVD estalinista que asesin¨® en 1940 a Le¨®n Trotsky en M¨¦xico. Un hecho del que apenas se hablaba en su casa. ¡°Tener un asesino en la familia tampoco es un tema para vanagloriarse¡±, comenta. Pero fue un hecho que reflejaba a un clan que ya sobresal¨ªa de la gris radiograf¨ªa de la Espa?a franquista. Procedente de una familia de la alta burgues¨ªa, este hijo mayor de cuatro hermanos naci¨® en Barcelona pero creci¨® en Par¨ªs, donde se codeaban con la mejor cuna de la Francia de la V Rep¨²blica. ¡°Mi padre nos llevaba muy a menudo al Louvre. En aquella ¨¦poca no hab¨ªa que hacer colas. Recuerdo perfectamente la escultura de La Victoria alada de Samotracia al pie de la escalera. Era muy impresionante. ?Qu¨¦ l¨¢stima que ahora haya que hacer colas para no poder ver nada! Fuimos a colegios muy elitistas. De hecho, el ¨²nico deporte que practic¨¢bamos era la esgrima y uno de nuestros colegios ten¨ªa una sucursal en los Alpes para ir a esquiar¡±. Su padre Luis, que trabajaba regularmente con Inglaterra, era propietario de una empresa de reaseguros que hizo una buena cartera de clientes con los ingleses desde su base de operaciones en la capital francesa. ¡°Con mi padre aprend¨ª el valor de la palabra. Me llev¨® a Londres a presentarme la gente con quien hac¨ªa negocios cuando yo ten¨ªa 14 o 15 a?os y all¨ª es donde empec¨¦ a entender la mentalidad inglesa, lo cual me fue de mucha ayuda posteriormente¡±, confiesa Mercader. Sin embargo, al joven chaval barcelon¨¦s le echaban de todos los colegios y, cuando no, hac¨ªa pellas para escaparse a los Campos El¨ªseos a ver pel¨ªculas de arte y ensayo. ¡°En los colegios a los que iba, hab¨ªa un ambiente muy pijo y la competitividad se med¨ªa por los libros le¨ªdos. Con 15 a?os, ya hab¨ªamos le¨ªdo a Kafka o Nietzsche¡±, explica. ¡°A mis amigos, a los 18 a?os, sus padres les compraban motos Triumph para moverse por la ciudad e ¨ªbamos a fiestas privadas en castillos. El problema es que yo nunca fui de tribus. En los grupos siempre predomina el denominador com¨²n m¨¢s bajo. Si destacas, malo¡±.
En la cresta de ese estrato social tan lleno de posibilidades, imperaban el hedonismo y las drogas. Debido a los efectos que vio en algunos amigos, ¨¦l supo no acercarse a la hero¨ªna, que se puso de moda en Par¨ªs, pero s¨ª consumi¨® hach¨ªs, ¡°de muy buena calidad, procedente de India, Nepal y Afganist¨¢n¡±. Era el Par¨ªs pre mayo del 68, una urbe en plena ebullici¨®n donde, seg¨²n sus recuerdos, no paraban de sonar The Beatles, The Rolling Stones, The Kinks, The Pretty Things, The Animals, o Gene Vincent, a los que vio en directo. ¡°Pero muy pronto vi a Johnny Hallyday y esto s¨ª que me marc¨®, mi madre me cont¨® que le dije que una cosa era escuchar un disco y otra muy distinta ver un artista en directo, creo que ah¨ª el germen ya estaba plantado¡±. La famosa ebullici¨®n acab¨® por estallar en un asalto a los cielos y una revoluci¨®n cultural. Mayo del 68, con sus comunas y ocupaciones, le pill¨® en Par¨ªs. ¡°Me escapaba al teatro Ode¨®n, que estaba ocupado. Alucinabas con las discusiones. Fue una sacudida general mental. Me dej¨® el cerebro frito. Con el rock¡¯n¡¯roll, las drogas y mayo del 68, me di cuenta de que yo ya no era apto para la vida burguesa. Mis hormonas estaban fuera de s¨ª. Pas¨¦ de atender a las clases de filosof¨ªa en la Universidad de Nanterre, a la cual estaba inscrito¡±.
Aquel joven bohemio decidi¨® hacer una locura: ir a la India a pie. Su familia lo evit¨®. Al igual que el Par¨ªs de Mercader no era un Par¨ªs m¨¢s, su ambiente familiar tampoco. Su t¨ªa la actriz Mar¨ªa Mercader se cas¨® con el director italiano de cine Vittorio de Sica, ¡°el t¨ªo Vittorio¡±, ganador de cuatro Oscar y creador de El ladr¨®n de bicicletas. Su padre consigui¨® que la t¨ªa le convenciera para que dejara Par¨ªs por Mil¨¢n. ¡°Apareci¨® el t¨ªo Vittorio en un Mercedes con su ch¨®fer y me llev¨® hasta Italia. En su casa de Roma, particip¨¦ en muchas fiestas. Al t¨ªo Vittorio le encantaba el arte y colgaban cuadros de Mir¨®, Bacon o Botticelli. Mi t¨ªa me explicaba que estaba con Sophia Loren, Marlene Dietrich, Gary Cooper, Charles Chaplin¡¡±. Aquella experiencia, asegura, le llev¨® a desear esa vida: ¡°El colmo fue cuando mi primo Christian [hijo de Vittorio de Sica] me explic¨® que Ringo Starr le hab¨ªa regalado su gorra. Ah¨ª comprend¨ª que mi mundo era mucho m¨¢s aburrido¡±.
Decidi¨® buscarse la vida en Barcelona, donde conoci¨® el mundo de las anfetaminas y los ¨¢cidos. Sin querer formar parte de la empresa de seguros de su padre, trabaj¨® de noche en Sitges. Fue portero en la discoteca Pach¨¢. ¡°Compart¨ªa habitaci¨®n con Piti Urgell, socio del futuro imperio Pach¨¢. Me daban dinero y me pagaban el viaje para comprar discos en Londres para la discoteca. Y ya me convert¨ª en alguien irrecuperable: solo pensaba en el rock¡¯n¡¯roll¡±. Gracias a su buen ingl¨¦s, que le oblig¨® a estudiar su padre en Par¨ªs, aprovechaba los viajes a Londres para conocer a todo tipo de agentes brit¨¢nicos. ¡°Aparec¨ªa all¨ª por la cara¡±, dice d¨¢ndose una palmada en la mejilla. ¡°Me preguntaban: ¡®?De d¨®nde eres?¡¯ Y yo contestaba que de Barcelona. Todos se mofaban. Dec¨ªan: ¡®?Como Manuel!¡¯. Se trataba del personaje de una popular y exitosa comedia de la d¨¦cada de los 70¡ä Hotel Fawlty, protagonizada por John Cleese, miembro de los Monty Python. Era un camarero espa?ol con un bajo nivel de ingl¨¦s que se llamaba Manuel y dec¨ªa que era de Barcelona. Ellos no sab¨ªan ni donde estaba Barcelona. Yo, entonces pon¨ªa cara de pollo, es decir, aguantaba el chaparr¨®n y, luego, hablaba de negocios. Cuando ellos ve¨ªan que no me ofend¨ªa, me tomaban en serio. El rock¡¯n¡¯roll siempre ha querido abarcar territorios y Espa?a era uno a conquistar. Me convert¨ª en el t¨ªo que les abr¨ªa la puerta¡±. La gran haza?a de Gay Mercader fue integrar a Espa?a en el circuito internacional del rock. Si bien es cierto que en el franquismo hab¨ªa habido conciertos de bandas internacionales como The Beatles, no fue hasta que este promotor osado apareci¨® en escena a principios de los setenta cuando las estrellas del rock empezaron a tener en cuenta Espa?a. En 1973 fund¨® Gay & Company con el empresario Oriol Reg¨¢s. ¡°En toda Europa ¨¦ramos cuatro pelaos. No hab¨ªa industria. ?ramos como feriantes viajando en carromatos, montando el espect¨¢culo de ciudad en ciudad. No ten¨ªa nada de glamuroso¡±.
Bajo los altos techos de su casa, m¨¢s que glamur se respira rock and roll. La televisi¨®n permanece encendida con poco volumen: se reproduce un concierto de The ?Rolling Stones. A Mercader ahora le encanta ver conciertos televisados, aunque no tanto como la comida de sus hermanos de El Celler de Can Roca, donde el promotor llev¨® una noche a Patti Smith a cantar entre fogones. Es como el cuarto hermano adoptivo del clan de la alta cocina catalana, y hoy le ha tra¨ªdo Marc, su conductor ¡ªGay no tiene carnet de conducir¡ª, unos men¨²s de degustaci¨®n para comer. Un gran tabl¨®n de fotos cuelga en su amplio sal¨®n. All¨ª se ven im¨¢genes de las seis exparejas del promotor y todo tipo de personalidades que le caen bien: The Rolling Stones, Bryan Ferry, Serrat, Tricicle, Javier Bardem, Andreu Buenafuente, Berto Romero, Faemino y Cansado, Felipe Gonz¨¢lez, Pasqual Maragall (con quien est¨¢ emparentado) y sus socios y mejores amigos Luis Rubira y Paco Mart¨ªnez. Cientos de vinilos conviven con carteles de conciertos montados por ¨¦l mientras destacan en las paredes regalos hechos por Buenafuente y algunas grandes fotograf¨ªas enmarcadas y dedicadas por algunos de sus amigos: una con Patti Smith, otra con Iggy Pop, otra con Loquillo ¡ªdel que fue m¨¢nager, como de Tequila¡ª y m¨¢s de una con Keith Richards, con quien se ha ido de vacaciones y suele llamarle siempre que viene a Espa?a. ¡°A Keith lo conoc¨ª la primera vez que traje a The Rolling Stones en 1976. Yo estaba en la barra del bar del hotel y le vi aparecer con Anita Pallenberg. Ella me pidi¨® coca y me dijo: ¡®Vente con nosotros¡¯. A pie de ascensor, se la di y les dije: ¡®Ya no hago falta¡¯. Eso les sorprendi¨®, no se lo esperaban. Estaban acostumbrados a que todo el mundo aprovechase una oportunidad as¨ª para quedarse con ellos. Esa misma noche me encontr¨¦ a Mick y Ronnie en la puerta del hotel con dos chicas y no les dejaban subir a las habitaciones porque no ten¨ªan el libro de familia. Pagu¨¦ 1.000 pesetas al de recepci¨®n y se solucion¨® el problema¡±.
Unas figuritas de Tint¨ªn descansan en una c¨®moda del dormitorio, el mismo lugar donde cuelga un retrato que le hizo su amigo Miquel Barcel¨®, y hay una gran cama con una escalerita para que suba una perrita muy vieja y ciega que trajo su mujer de un refugio de Ucrania ya hace a?os¡ Las figuras de Tint¨ªn son los juguetes de Mercader de cuando ten¨ªa tres o cuatro a?os. Representan a su infancia, como ¨¦l dice, pero tambi¨¦n parecen el s¨ªmbolo de este aventurero musical que supo que montar aquellos conciertos de rock en los setenta era como conquistar la Luna. ¡°Los Stones llevaban sus maletas al hotel en aquella ¨¦poca. Soy amigo de muchos m¨²sicos porque, entonces, no eran leyendas, eran solo m¨²sicos¡±, recuerda y, luego, apunta a modo de advertencia: ¡°La Espa?a franquista solo ten¨ªa listos a los grises para atizarnos a la salida de los conciertos o nos pon¨ªa obst¨¢culos como cuando en Madrid no pude celebrar el concierto de Bob Marley porque el Gobernador civil lo prohibi¨® por subversivo, o cuando en 1976 me censuraron parte de la escenograf¨ªa de The Rolling Stones que inclu¨ªa un pene hinchable gigante que sal¨ªa de una trampilla y escup¨ªa confeti¡±.
Al igual que tiene decenas de pases backstage de distintos conciertos de estrellas hist¨®ricas que cuelgan en su vestidor, Mercader acumula muchas an¨¦cdotas durante tantos a?os de carrera. Calla m¨¢s de lo que cuenta, y, a¨²n as¨ª, tiene para dar y tomar: ¡°Traje a Elton John cuando vend¨ªa el 3% de los discos mundiales. Me lo llev¨¦ a pasear por Las Ramblas, plataformas, purpurina¡y pasito a pasito con esos tacones pensaba que se iba a matar¡±. Tambi¨¦n cuenta cuando le llam¨® Jorge Cyterszpiler (representante de Diego Armando Maradona) y le pidi¨® que le presentara a Bob Dylan: ¡°Le coment¨¦ que viniera ¨¦l con Diego, pero me dijo que eran 14 personas. Le dije que no y se acab¨®¡±. Con Iggy Pop conect¨® de primeras porque era ¡°aut¨¦ntico¡±. ¡°En la primera gira, nos quedamos dos noches encerrados con nuestras respectivas parejas en la habitaci¨®n de un hotel en Rambla Catalu?a. Su manager consigui¨® localizarme por tel¨¦fono y me pidi¨® que lo metiera en un avi¨®n rumbo a Francia porque ten¨ªa que seguir la gira europea¡±.
Actualmente, no se puede entender sin su m¨®vil a Mercader. Se mantiene en contacto regularmente con todos sus amigos y allegados por tel¨¦fono. Cuando le entra una llamada, suena la sinton¨ªa de la Pantera Rosa. Se supone que est¨¢ jubilado, pero sigue en la brecha. El mismo hombre que ha celebrado conciertos hist¨®ricos en Espa?a de Frank Zappa, Ramones, Joan Baez, The Clash, David Bowie, Stevie Wonder, Fela Kuti o The Kinks asegura que siempre se qued¨® con la espinita de traer a JJ. Cale. ¡°Me hubiese encantado, pero el t¨ªo prefer¨ªa girar en autob¨²s por Oklahoma y moverse poco. Con los royalties de After Midnight y Cocaine, que le daba la versi¨®n de Eric Clapton, tampoco necesitaba agobiarse mucho¡±. Tambi¨¦n afirma que toc¨® ¡°el cielo¡± con dos de sus grupos favoritos: las actuaciones de The Rolling Stones y Roxy Music en 1982. Aunque no siempre todo sali¨® tan bien. ¡°Me he arruinado varias veces. La primera fue, precisamente, con el concierto de Stones en 1976. Tuve m¨¢s bancarrotas y llegu¨¦ a dormir en casa de amigos porque no pod¨ªa pagar el alquiler¡±, confiesa Mercader, quien consigui¨® consolidar su negocio de forma important¨ªsima en los noventa y vendi¨® su empresa en 2006 al imperio Live Nation, la mayor agencia de conciertos del mundo. Y sentado en el sof¨¢ de su casa, este promotor estrella, que parece un ermita?o desde su refugio en lo alto de la monta?a, se le escapa un ¨²ltimo comentario cuando en el televisor The Rolling Stones se lanzan a tocar Jumpin¡¯ Jack Flash: ¡°Los promotores vendemos stardust, es decir, polvo de estrellas. Es lo que pasa a Wendy con Peter Pan. Durante dos o tres horas la gente en un concierto escapa de su d¨ªa a d¨ªa¡±.