Leila Slimani: ¡°Lleva much¨ªsimo tiempo descolonizar los cuerpos, las mentes, los lugares¡±
Su abuela francesa sufri¨® exclusi¨®n en Marruecos y sus descendientes marroqu¨ªes la sufrieron en Francia. La autora de ¡®El pa¨ªs de los otros¡¯, cuya segunda entrega, ¡®Miradnos bailar¡¯, se publica ahora en Espa?a, ha investigado el pasado de su familia y de su pa¨ªs natal en un periodo crucial: la descolonizaci¨®n. Hablamos con ella en su nueva ciudad, Lisboa

Hay escritores capaces de atravesar espacio y tiempo para ofrecernos un espejo de nuestras propias vidas, nuestros cambios, los giros que nos llevaron hasta aqu¨ª. Y es el caso de Leila Slimani, autora que lleva grabados en carne propia todos los signos de nuestra era: como mujer y como francesa nacida en Rabat de padre marroqu¨ª y madre francoargelina, ha conocido todos los matices del mestizaje y la integraci¨®n, pero tambi¨¦n la exclusi¨®n, los recelos ante el diferente. Y ha excavado hondo en todo ello para sembrar una obra, El pa¨ªs de los otros, cuya segunda entrega se publica ahora en Espa?a.
Slimani (Rabat, 1981; ganadora del Premio Goncourt en 2016) recibe a EL PA?S Semanal en Lisboa, donde se ha instalado a vivir con su familia en una etapa diferente, abrigada por la calma y la amabilidad que se respiran en Portugal despu¨¦s de tiempos dif¨ªciles en Francia, donde la agresividad que vivi¨® en las redes durante la pandemia le hizo cerrar sus perfiles y replegarse en su intimidad. Leila est¨¢ enferma, reci¨¦n salida de urgencias, con una tos fea y gran malestar, pero el antibi¨®tico y la voluntad la mantienen en pie para esta conversaci¨®n en la Casa do Alentejo, un palacio del siglo XVII con una poderosa est¨¦tica oriental que parece situarnos en su Marruecos natal.
?Ha sido m¨¢s dif¨ªcil investigar en la historia de su familia o en la de Marruecos?
La de Marruecos. Porque la de mi familia me ha inspirado, pero he inventado mucho. En cuanto me falta algo me lo invento. Tengo historias familiares que me han contado, an¨¦cdotas que no s¨¦ si son verdad o mentira, eso no ha sido complicado. Ha sido m¨¢s dif¨ªcil averiguar cosas de la historia de Marruecos.
?Y qu¨¦ ha aprendido? ?Qu¨¦ le ha sorprendido de la historia de Marruecos?
Me ha sorprendido todo lo que hay al fondo. Yo sab¨ªa que el r¨¦gimen de Hassan II fue de una represi¨®n muy muy dura. Pero he investigado con mucha precisi¨®n la tortura, los sucesos de 1965, y no era consciente del nivel de violencia y de crueldad. Y, sobre todo, c¨®mo fue posible para la generaci¨®n de mis padres saber que todo eso exist¨ªa a su lado y que a la vez eran felices. Cada vez que les preguntaba por sus recuerdos, su respuesta era: ¡°?Oh, ¨¦ramos tan felices!¡±. Y eso es lo que m¨¢s me ha sorprendido. Ver c¨®mo mientras bailaban, estaban de fiesta, estudiaban o descubr¨ªan una forma de libertad, a la vez viv¨ªan en dictadura.
Sufrieron esa represi¨®n ?en la familia?
Hubo alg¨²n detenido, encerrado durante d¨ªas con los ojos vendados. Pero no. No hemos sufrido como otras familias. Se sab¨ªa que eso exist¨ªa y que no hab¨ªa que hablar, que hab¨ªa que tener cuidado. Pero nadie fue directamente v¨ªctima.
Despu¨¦s de una primera entrega centrada en la generaci¨®n de sus abuelos ¡ªuna francesa casada con un marroqu¨ª¡ª, esta segunda parte de la saga se centra en la de sus padres. Miradnos bailar retrata a?os de esperanza por la independencia, pero tambi¨¦n de plomo. Usted describe la independencia con decepci¨®n.
La gente se equivoc¨® al pensar que la descolonizaci¨®n consist¨ªa en un papel que dijera que ya no ¨¦ramos colonia. Era mucho m¨¢s complejo que eso. La descolonizaci¨®n es un fen¨®meno brutal y lleva much¨ªsimo tiempo descolonizar los cuerpos, las mentes, los lugares. Siempre quedan huellas en todos los ¨¢mbitos, en los edificios o en la lengua. ?Y qu¨¦ hacemos? ?Lo rechazamos? ?Hacemos algo con ello para definir una nueva identidad? Es un proceso de una dificultad extrema y mi generaci¨®n es tal vez la primera capaz de abordarlo sin odio, con la perspectiva necesaria, sin la ira y la amargura que tuvieron generaciones anteriores. Hablamos franc¨¦s, tenemos edificios neocoloniales, etc¨¦tera, pero somos marroqu¨ªes e independientes. Somos libres. Y es eso lo que quer¨ªa mostrar, que todo eso lleva much¨ªsimo tiempo.
?Pero est¨¢ de acuerdo en ese sentimiento dececepci¨®n?
Quien aspirara a una revoluci¨®n marxista s¨ª estar¨¢ decepcionado, por ejemplo. O quienes imaginaran una gran revoluci¨®n tradicionalista, un regreso al islam. Los que pensaron que la independencia iba a traer libertad, educaci¨®n para todos, menos pobreza y menos desigualdad vieron que era un sue?o demasiado grande o idealista. S¨ª, hubo decepci¨®n de much¨ªsima gente. Y tambi¨¦n hubo muchos que lograron sacar provecho.
Describe c¨®mo su abuela francesa sufri¨® exclusi¨®n en Marruecos. Y la hija marroqu¨ª de esta la sufri¨® en Francia. ?El racismo es universal? ?De doble v¨ªa?
Es universal, s¨ª. Hablamos de una pareja mixta que arrastra el conflicto entre las dos culturas. En el primer libro hay un racismo m¨¢s frontal, m¨¢s brutal. Y en el segundo intento mostrar el choque social. En Marruecos, un rico puede comportarse exactamente con la misma crueldad y desprecio ante un pobre que un franc¨¦s ante un marroqu¨ª. El racismo tiene varias caras, pero al final lo que queda es el odio de unos a otros, el desprecio a quien consideramos m¨¢s d¨¦bil. De alguna manera, la ¨¦lite marroqu¨ª se comport¨® igual que los colonos franceses se hab¨ªan comportado con los ind¨ªgenas. Yo cuestiono todas las l¨®gicas de la dominaci¨®n, sean de car¨¢cter racial, social o de g¨¦nero. Pero al mismo tiempo hay mecanismos de lucha para que eso cambie, para que la gente tome conciencia de su derecho a la dignidad, al respeto, sean mujeres, pobres, negros o ¨¢rabes. Por eso mi obra transcurre a lo largo de un tiempo extenso, para mostrar que hay cosas universales y terribles contra las que nos enfrentamos. Pero que el mundo cambia, pese a todo. Generaci¨®n tras generaci¨®n, hay un deseo de levantarse y luchar.

?Permanece ese odio en Marruecos y en Francia?
En Europa m¨¢s que en Marruecos. En Marruecos hay racismo hacia los que vienen del ?frica subsahariana. Pero, honestamente, yo no dir¨ªa que es un pa¨ªs racista. Evoluciona r¨¢pidamente. Europa, en cambio, tiene un historial de racismo mucho m¨¢s anclado y tengo la sensaci¨®n de que eso vuelve ahora con fuerza. Cuando yo era peque?a, si alguien dec¨ªa abiertamente que era racista, todo el mundo lo rechazaba. Hoy hay un mont¨®n de gente que se declaran racistas y que se convierten en estrellas adoradas y seguidas en las redes sociales. Nuestra aceptaci¨®n del racismo ha cambiado mucho en toda Europa en general. Y eso es muy duro.
?Usted misma se siente en el pa¨ªs de los otros? ?Tanto en Marruecos como en Francia?
Dir¨ªa que s¨ª porque no siento pertenencia a nada. Pero no es un sentimiento negativo, est¨¢ ligado a mi car¨¢cter, a mi personalidad, a mi oficio de escritora, que hace que mire siempre las cosas con un poco de distancia, pero tambi¨¦n con mucho amor y admiraci¨®n. Vivo en el pa¨ªs de los otros porque los otros est¨¢n muy presentes en mi vida, en mi mente y en mi trabajo. Tambi¨¦n percibo lo que puede haber de esnob y de burgu¨¦s al decir eso. Desde mi posici¨®n es f¨¢cil. Yo puedo sentirme en el pa¨ªs de los otros y tal, pero hay tanta gente que lo sufre de verdad. Gente para la que la inmigraci¨®n es un desgarro, que pierde todo y que de verdad vive en el pa¨ªs de los otros. As¨ª que tengo un poco de reticencia a ponerme en esa posici¨®n. Tambi¨¦n debo decir que cuando regreso a Marruecos, cada vez m¨¢s siento que vuelvo a casa. Y llevo 20 a?os fuera.
Y Par¨ªs o Francia, ?ya no son su casa?
[Piensa un largo rato]. No s¨¦ si Par¨ªs puede ser la casa de nadie. No lo s¨¦. Es demasiado bello, demasiado grande, demasiado duro. Es una gran casa inhabitable.
En la pandemia vivi¨® el odio en las redes. ?Se ha hecho m¨¢s duro vivir all¨ª despu¨¦s de eso?
Antes de la pandemia, todos llev¨¢bamos un ritmo muy muy r¨¢pido y estos dos a?os de pausa nos han hecho pensar: ?pero esto qu¨¦ es? ?Por qu¨¦ derrocho tanta energ¨ªa? ?Por qu¨¦ esa necesidad de escribir un libro tras otro, de continuar creando? Tal vez es mi relaci¨®n con el tiempo la que ha cambiado, quiero que las cosas sean m¨¢s lentas. He trabajado durante 10 horas cada d¨ªa durante 20 a?os. Llevo desde los 18 as¨ª. No s¨¦, estoy cansada.

?Por eso Lisboa?
No lo s¨¦. C¡¯est la vie!
?Por estar en un punto medio entre Marruecos y Francia? ?O por tranquilidad?
S¨ª, tal vez por acercarme un poco a casa. Podr¨ªa darle muchas respuestas, me las puedo inventar. Muchas. Porque es m¨¢s tranquilo, la gente es amable, hace bueno o porque puedo trabajar. Pero no. En la vida, a menudo no sabemos por qu¨¦ hacemos las cosas, simplemente las hacemos. Solo s¨¦ que estoy aqu¨ª. ?Por qu¨¦? Ni idea.
Se percibe nostalgia de un Marruecos al borde de la desaparici¨®n. ?El pa¨ªs de su infancia ha desaparecido o permanece?
Ese Marruecos a¨²n est¨¢ muy presente, aunque haya que imaginarlo. Cuando yo era ni?a, era un pa¨ªs rural, no hab¨ªa electricidad en el campo y hab¨ªa lugares donde a partir de las seis de la tarde la oscuridad era absoluta. La gente viv¨ªa a la luz de una vela. Eso hoy ha cambiado, pero muchas cosas se han mantenido en la cultura, la m¨²sica y nuestra relaci¨®n con la naturaleza. Tenemos una relaci¨®n muy fuerte con la tierra.
?Y la monarqu¨ªa? ?Ha sabido cohabitar con la democracia en Marruecos?
Yo soy novelista, no polit¨®loga, yo cuento historias. Pero tengo la sensaci¨®n de que el pa¨ªs ha evolucionado, los derechos han evolucionado. La gente es m¨¢s consciente de sus libertades y tiene m¨¢s ganas de defenderlas. A¨²n hay mucho camino por delante, especialmente en el plano de los derechos sexuales, de las mujeres, de los homosexuales y de las minor¨ªas. Pero, de forma general, no creo que democracia y monarqu¨ªa sean cosas que no pueden ir de la mano. Por qu¨¦ iba a ser as¨ª para Marruecos si no lo es para suecos o espa?oles.
Rompe los tab¨²es sexuales, entra en los secretos m¨¢s dif¨ªciles. ?Ve posible la emancipaci¨®n sexual?
S¨ª, de hecho, existe. La gente hace el amor, j¨®venes o viejos, islamistas o liberales, todo el mundo. La dificultad est¨¢ en asumirlo p¨²blicamente y de vivirlo a la luz. Eso es m¨¢s dif¨ªcil. Pero creo que Marruecos, al contrario que otros pa¨ªses ¨¢rabes, est¨¢ viviendo una transformaci¨®n cultural. Est¨¢ en v¨ªas de aceptar una cierta modernidad respecto a otros pa¨ªses ¨¢rabes. Cuando veo la relaci¨®n con Israel, la legalizaci¨®n del cannabis terap¨¦utico o el equipo que ha triunfado en la Copa del Mundo, formado por gente que tiene la doble nacionalidad, que vive entre dos pa¨ªses y cuya primera reacci¨®n es bailar con sus madres en el terreno de juego¡ Marruecos tambi¨¦n es eso. Es el pa¨ªs que vive abierto a muchos otros pa¨ªses porque no hay ni una familia marroqu¨ª que no tenga un miembro viviendo en Espa?a, en Francia, Alemania o donde sea. Est¨¢ en v¨ªas de abrirse, de descubrir una modernidad que la gente ni sospecha. Va a sorprender mucho a la gente.
Usted prefer¨ªa subrayar su identidad como mujer y no como francomarroqu¨ª. Pero su obra la lleva a esta faceta. ?Cu¨¢l es su identidad?
Hoy siento que no es ni lo uno ni lo otro, las dos son insuficientes. Lo que ahora me interesa m¨¢s como identidad es lo ¨ªntimo, qui¨¦n soy yo, mi historia, mis sentimientos, mis emociones, mi pasado y mis anhelos. Soy Leila. Al final es in¨²til, artificial e irritante ver todo el d¨ªa a la gente gastando tanta energ¨ªa y tiempo para reivindicarse de aqu¨ª o de all¨¢ y creyendo que eso basta para saber qui¨¦nes son. A m¨ª no me basta. Decir que soy una mujer y que soy marroqu¨ª, por supuesto. Tambi¨¦n soy francesa, pero eso no basta. En el fondo, es a partir de ah¨ª desde donde quiero escribir.
Usted se fue de las redes sociales despu¨¦s de recibir mucho odio y tambi¨¦n cari?o. ?Por qu¨¦?
Primero, porque me hac¨ªan perder mucho tiempo. El odio me da igual, no te afecta realmente, ah¨ª no hay nada m¨¢s que un intercambio de algo que no existe. En cambio, no tengo ganas de que me quieran ah¨ª. No tengo ganas de que me den likes, que me pongan corazoncitos cuando digo algo. Para un escritor, no est¨¢ bien. No escribimos para ser amados, para gustar o para recoger comentarios est¨²pidos en plan: ¡°Ah, es genial, te adoro, es guay, gracias¡±. No, eso no me interesa. De hecho, no tengo ganas de saber qu¨¦ piensa la gente de m¨ª, ni qu¨¦ piensan de lo que pienso. No quiero que sepan d¨®nde estoy ni con qui¨¦n, ni lo que hago. Es imp¨²dico y carece de inter¨¦s. Y no entiendo por qu¨¦ lo hacen. Mi vida es m¨ªa y no quiero mostrarla.

?Qu¨¦ le importa m¨¢s? ?La verdad o la imaginaci¨®n?
Son exactamente lo mismo. Llegamos a la verdad por la imaginaci¨®n. Si no pudi¨¦ramos imaginar, no llegar¨ªamos jam¨¢s a la verdad. La imaginaci¨®n es un proceso de descubrimiento que permite llegar a la verdad. Nada es verdad, no existen las historias verdaderas, siempre tienen un punto de vista. Yo puedo contar un recuerdo y mi hermana lo contar¨¢ de otra forma, ser¨¢n dos historias diferentes. ?Cu¨¢l de ellas es verdad? No lo sabemos. La ¨²nica verdad es la del coraz¨®n y la emoci¨®n. No es como la de un tribunal. A la literatura no le importa esta verdad, sino aquello a lo que llegamos por la imaginaci¨®n.
Su obra refleja Marruecos y Francia como dos mundos sin conexi¨®n, sin hilo de continuidad. ?As¨ª lo vive usted?
As¨ª lo siento siempre. Cada vez que voy a alg¨²n lado me da la impresi¨®n de que los dem¨¢s mundos no existen. Por eso no extra?o nada realmente. No tengo nostalgia cuando llego a otro sitio, es como si todo lo que dejo atr¨¢s hubiera desaparecido, lo hubiera olvidado. Y cuando vuelvo estoy contenta de volverlo a encontrar. No hay hilo de continuidad entre nada en absoluto.
Su padre estuvo encarcelado y aqu¨ª describe a un personaje en prisi¨®n. ?Es un homenaje a su padre?
Mi padre no fue un h¨¦roe, sino un hombre com¨²n, y lo que intento es comprenderle. Muri¨® cuando yo era joven, fue alguien que no daba explicaciones. As¨ª que escribir sobre ¨¦l quiz¨¢ es una manera de responder a preguntas que ¨¦l no me respondi¨®. No es un homenaje, es una especie de di¨¢logo secreto con ¨¦l.
?C¨®mo trabaja los personajes?
De forma muy instintiva. No lo planeo, no hago una estructura. Tengo un mont¨®n de peque?os elementos que me vienen y que se imponen al principio. Y despu¨¦s doy vueltas en torno a ello hasta que el personaje toma coherencia. Comienzo trabajando mucho su cuerpo. ?Es grande o peque?o? ?Es delgado o gordo? ?Tiene fr¨ªo? ?Come mucho? ?Duerme bien? ?Tiene alguna enfermedad? Eso me ayuda mucho a comenzar. Y una vez que tengo su cuerpo, empiezo a imaginar su car¨¢cter.
?Por qu¨¦ es escritora?
?Ah! Es la gran pregunta y no estoy segura de poder responderla. ?Por qu¨¦ escribo? Tal vez porque eso me ayuda a renunciar a todas las vidas que no tendr¨¦. Cuando era m¨¢s joven, yo quer¨ªa tener todas las vidas, todos los sentimientos, todas las posibilidades, hasta que me di cuenta de que era imposible. As¨ª que escribir me ayuda a renunciar y a hacer el duelo por las cosas que no vivir¨¦ nunca.
?Y la lectura? ?Qu¨¦ le da?
Es lo m¨¢s maravilloso del mundo. Es la vida, me da el sentimiento de no estar sola y, a la vez, de estar en la m¨¢s maravillosa de las soledades. Est¨¢s en di¨¢logo con alguien a la vez que est¨¢s en el silencio. Me tranquiliza, me emociona, me conmueve. Para m¨ª, leer es como respirar, forma parte de mi vida. No podr¨ªa hacer otra cosa. Siempre tengo dos o tres libros conmigo, no importa d¨®nde. Me hace bien.
?Qu¨¦ escritores le han ense?ado m¨¢s?
Dir¨ªa que Toni Morrison. Todos los rusos: Tolst¨®i, Ch¨¦jov, Dostoievski. Faulkner, Marguerite Duras. Tambi¨¦n los poetas: Anna Ajm¨¢tova, Louis Aragon, Ren¨¦ Char.
?No echa de menos el periodismo?
Me encantar¨ªa ser muchas cosas: periodista, m¨¦dico, aventurera, ama de casa¡, pero no puedo hacerlo todo. Y no me falta. Pero estuvo bien. Fue emocionante.
Slimani se va a retirar, est¨¢ agotada. Del esfuerzo de la entrevista y de una promoci¨®n internacional que apenas arranca cuando a¨²n debe reunir toda la energ¨ªa para abordar la tercera y ¨²ltima entrega, centrada en su propia generaci¨®n. Un desaf¨ªo, sin duda, a¨²n mayor.
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