El nieto de Jimmy Carter, al rescate de la colecci¨®n de vinilos de la Casa Blanca
Con Reagan se cort¨® un archivo que empez¨® con Nixon y sigui¨® con Carter.

Diciembre de 2010. Obama trabajaba en la Oficina Oval para evitar el cierre del Gobierno, luchando contra el mayor escollo de su primer mandato, el Partido Republicano. La oposici¨®n lo presionaba para que continuara con unas rebajas de impuestos heredadas de George W. Bush. La presi¨®n oblig¨® al mandatario a modificar sus planes para irse de vacaciones de Navidad a Haw¨¢i, donde ya lo esperaba su familia. Al otro lado de la residencia presidencial, Van Morrison llenaba con su m¨²sica una sala de cine del ala tapizada en terciopelo rojo. Su ¨¢lbum Astral Weeks fue elegido por John Chuldenko para romper un silencio de tres d¨¦cadas de una de las colecciones de discos m¨¢s misteriosas del mundo.
¡°Fue incre¨ªblemente profundo¡±, confiesa Chuldenko. El escritor y aficionado a la m¨²sica eligi¨® junto al grupo que lo acompa?aba entonces, ¡°un grupo de nerds musicales¡±, aquel cl¨¢sico de 1968 para romper la tensi¨®n en un momento especial. Estaban por fin ante la colecci¨®n a la que hab¨ªan seguido la pista desde hac¨ªa tanto tiempo. Un santo grial para los amantes de los vinilos y de la pol¨ªtica, dos de las pasiones de Chuldenko. ¡°Sent¨ª que estaba completando algo. Esos discos hab¨ªan sido dise?ados para ser reproducidos all¨ª y yo creo que nunca nadie los hab¨ªa tocado¡±.
Chuldenko (Cleveland, 48 a?os) es nieto del expresidente Jimmy Carter, en cuidados paliativos con 98 a?os. Su padrastro es Jack Carter, el primog¨¦nito del hombre que gobern¨® Estados Unidos entre 1977 y 1981. ¡°Con ¨¦l la m¨²sica sonaba constantemente en la Casa Blanca. ?l me cont¨® una historia de que, cuando estaba trabajando en el Despacho Oval, a menos que estuviera en una junta, siempre hab¨ªa m¨²sica¡±, cuenta Chuldenko en su casa en Los ?ngeles. En las paredes de su residencia cuelgan fotograf¨ªas tomadas durante la presidencia y carteles de la campa?a de quien fue gobernador de Georgia. Artistas como Willie Nelson y The Allman Brothers Band pidieron el voto por Carter en una de las primeras muestras de que el rock pod¨ªa influir entre los votantes m¨¢s j¨®venes.

Fue The Rolling Stones quien puso a Chuldenko sobre la pista de los discos de la Casa Blanca. Su t¨ªo Jeff, el tercero de los cuatro hijos de Carter, le cont¨® que un d¨ªa la m¨²sica de Jagger y compa?¨ªa era tan alta que su madre y Joan Mondale, la esposa del vicepresidente, subieron a la habitaci¨®n para acallar con furia los decibelios de Their Satanic Majesties Request (1967) que se colaban en una importante cena. ¡°Le pregunt¨¦ a mi t¨ªo de d¨®nde hab¨ªa sacado el disco. Me dijo que all¨ª hab¨ªa discos. Le pregunt¨¦ a qu¨¦ se refer¨ªa con eso¡ Con eso abr¨ª una lata de gusanos que llev¨® a darme un clavado profundo en la investigaci¨®n de una colecci¨®n misteriosa¡±, recuerda.
El origen de esta colecci¨®n fue el deseo de una industria por influir sobre el poder. La Recording Industry Association, un lob?by, supo que la Casa Blanca ten¨ªa una biblioteca (iniciada por un grupo similar, pero de editores) y propuso en 1969 a la Administraci¨®n de Richard Nixon curar una selecci¨®n especial de m¨²sica. Una comisi¨®n de cinco expertos ¡ªcuatro hombres y una mujer blancos¡ª se reun¨ªan una vez al mes en Nueva York para proponer los t¨ªtulos, que se limitar¨ªan a 2.000 para que cupieran en la residencia. ¡°Se intent¨® que la colecci¨®n sirviera como una ventana para ver m¨¢s all¨¢ de la Casa Blanca¡±, se?ala Chuldenko. Ese primer fresco sonaba demasiado a easy listening (m¨²sica ambiental) y a big bands. Inclu¨ªa tambi¨¦n algunas joyas. Estaba el primer ¨¢lbum de Elton John, apenas un compositor que reci¨¦n hab¨ªa tocado en el Troubadour de Los ?ngeles. Tambi¨¦n Pearl, de Janis Joplin; dos recopilaciones de ¨¦xitos de Bob Dylan; Clouds, de Joni Mitchell; un ¨¢lbum de Frank Zap?pa, y Stand!, de Sly & The Family Stone. En la selecci¨®n de jazz hab¨ªa tres t¨ªtulos de John Coltrane, cinco de Miles Davis y seis de Duke Ellington; solo uno de Ray Charles.
La colecci¨®n fue presentada en 1973 por Pat Nixon, la primera dama, dividida en seis categor¨ªas: popular, cl¨¢sica, jazz, folk, country y g¨®spel. Cada g¨¦nero tiene su color y los discos est¨¢n guardados en carpetas con sello presidencial. Tambi¨¦n se a?adi¨® un apartado de grabaciones y spoken word que ten¨ªa curiosidades como Vlad¨ªmir Nabokov leyendo Lolita y excentricidades como la revoluci¨®n h¨²ngara narrada por su l¨ªder B¨¦la Kir¨¢ly.
La selecci¨®n deb¨ªa imitar a la biblioteca, que se actualizaba cada cuatro a?os. Cuando lleg¨® el momento a los vinilos, el esc¨¢ndalo del Watergate hab¨ªa evacuado a los Nixon de la Casa Blanca. Y, con ellos, este proyecto. Los Carter retomaron la idea en 1979. ¡°B¨¢sicamente ten¨ªan carta blanca para empujar todos los l¨ªmites en esa segunda edici¨®n de la colecci¨®n¡±, asegura Chuldenko. El comit¨¦ de selecci¨®n creci¨® y fue m¨¢s inclusivo, con una mujer m¨¢s joven y Ed Bland, un productor negro de Vanguard Records, a cargo del blues. Bob Blumenthal, el responsable de la m¨²sica popular, insisti¨® en incluir tambi¨¦n la m¨²sica latina.
Esta actualizaci¨®n se present¨® en los primeros d¨ªas de enero de 1981. Carter hab¨ªa perdido su intento de reelecci¨®n frente a Ronald Reagan. ¡°Cuando llegaron se deshicieron de los paneles solares y de la colecci¨®n de discos. Los metieron en cajas y los mandaron a un almac¨¦n¡±, se?ala Chuldenko.
¡°Est¨¢n pasando grandes cosas¡±, sonr¨ªe. Este a?o se cumple medio siglo desde que se present¨® la primera colecci¨®n. ¡°Es una gran ocasi¨®n. Cruzo los dedos para que la gente adecuada diga que s¨ª¡±. Para nadie es secreto que el actual presidente, Joe Biden, tiene en alta estima a Jimmy Carter. Chuldenko se propone actualizar la colecci¨®n, que qued¨® congelada a inicios de los ochenta sin ver nacer un g¨¦nero tan influyente como el rap ni a estrellas como Michael ?Jackson, Madonna o Prince. ¡°Ser¨ªa un sue?o¡±, dice el hombre que meti¨® de contrabando en la Casa Blanca en 2010 un tocadiscos para poder arrancar algunas notas a unos vinilos que han vuelto a la oscuridad.
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