El secreto de la casa de Albert Serra: los reyes son sus libros y discos
El director de ¡®Pacification¡¯ vive sin televisi¨®n ni conexi¨®n a internet en el Eixample barcelon¨¦s. Dice que su casa no es un hogar sino un lugar de paso donde almacena su biblioteca y su m¨²sica
Cuando Albert Serra regresa de viaje ¡ªen este ¨²ltimo caso, de promocionar su aplaudida ¨²ltima pel¨ªcula, Pacifiction (2022), en varias ciudades del norte de Italia; del Festival de Cannes o de dar una master class en Ciudad de M¨¦xico, por cartografiar sus ¨²ltimos pasos¡ª vuelve a casa, pero no a un hogar. ...
Cuando Albert Serra regresa de viaje ¡ªen este ¨²ltimo caso, de promocionar su aplaudida ¨²ltima pel¨ªcula, Pacifiction (2022), en varias ciudades del norte de Italia; del Festival de Cannes o de dar una master class en Ciudad de M¨¦xico, por cartografiar sus ¨²ltimos pasos¡ª vuelve a casa, pero no a un hogar. ¡°Y no es que tenga nada en contra de lo burgu¨¦s¡±, confiesa, ¡°al contrario, pero la realidad es que en mi vida jam¨¢s me he sentido en un hogar. Ni siquiera en mi casa. En ella estoy de paso, como en un hotel m¨¢s¡±. Serra habla de su peque?o piso en pleno coraz¨®n del Eixample barcelon¨¦s, pero su alergia al concepto es extensible a todos los lugares que habita con (cierta) frecuencia: Banyoles, donde naci¨® y viven sus padres, y Par¨ªs, ciudad en la que comparte por turnos un apartamento alquilado con su coproductor portugu¨¦s junto al c¨¦lebre cementerio de P¨¨re-Lachaise.
¡°Tener una casa significa para m¨ª, ante todo, resolver un problema de almacenamiento. La m¨ªnima consideraci¨®n que hay en ella es hacia m¨ª; lo verdaderamente importante son los libros y los discos. Y as¨ª, cuando hicimos el proyecto, nos preocupamos mucho de que cupiese todo, que estuviese bien colocado, al alcance¡, aunque hace ya tiempo que esa idea se fue al traste y he tenido que enviar muchas cosas a Banyoles y Par¨ªs porque sigo comprando como un loco y en Barcelona ya no cabe m¨¢s. Pens¨¢ndolo ahora, era una utop¨ªa, pero no se realiza ni se realizar¨¢ porque no estoy nunca¡±, comenta. No exagera: no pasa en ella ¡°m¨¢s de 50 d¨ªas al a?o y a veces son 30¡å. Raz¨®n por la que ha llegado a pensar en venderla, ¡°pero la pereza de tener que recogerlo todo y buscar un sitio donde meterlo y lo caros que est¨¢n ahora los hoteles me ha disuadido. De momento. Estoy esperando saber d¨®nde me lleva la vida, los proyectos, para decidir qu¨¦ hacer, y mientras he adoptado la filosof¨ªa de la provisionalidad de Lagerfeld: no hay nada permanente y todo es intercambiable¡, yo no soy de ning¨²n sitio o, mejor dicho, soy de donde me llaman y me permiten hacer lo que me gusta¡±.
Y hablando de cosas (y casas) que le gustan, como la de su amiga la escritora, comisaria y cr¨ªtica de arte Catherine Millet en Par¨ªs ¡ª¡±en un arrondissement modesto y no en la rive gauche, como se dice¡ª o la de su coproductor Joaquim Sapinho en Lisboa, lo que el cineasta valora de ellas, lejos de lujos y excentricidades, es ¡°que son reales; sus casas, con sus libros, sus obras de arte, sus cosas¡±. ?Alg¨²n parecido con la suya? ¡°La m¨ªa se parece un poco a la de Peter Berling [el actor, guionista y escritor alem¨¢n que trabaj¨® con Fassbinder o Herzog, a quien Serra quiso contratar para su obra de teatro Libert¨¦ (2018)] en Roma: su habitaci¨®n era tan peque?a que, como en mi caso, la cama casi ocupaba todo el espacio¡±, dice con iron¨ªa.
Pero volvamos al Eixample con Albert: ¡°A m¨ª no me interesa nada la decoraci¨®n, o, al menos, no la de mi casa. Una amiga interiorista se ocup¨® de todo: la obra, los muebles¡, yo solo eleg¨ª la mesa del comedor y los cojines con la bandera norteamericana. Y puse aqu¨ª y all¨¢ fotos de rodaje con mis actores, los ¨²nicos fetiches que tengo, ya que para m¨ª los objetos no significan nada. Es curioso, y quiz¨¢ venga de ah¨ª y yo contin¨²e la tradici¨®n familiar, pero igual que a mis abuelos y mis padres nunca les importaron nada c¨®mo eran sus casas, yo no quise saber nada de la m¨ªa y entr¨¦ con todo puesto¡±.
John Ruskin, un autor que no pod¨ªa faltar en su omnipresente biblioteca, escribi¨® que el hogar ¡°es un abrigo no s¨®lo contra todo da?o, sino contra todo terror, duda y discordia¡±, y puede que para el 99,9% de las personas sea as¨ª, pero Albert Serra es ¨²nico y, si no inimitable, s¨ª irreductible. Lejos de comodidades y certidumbres, ¨¦l prefiere convivir con el caos, ya sea en los rodajes de sus pel¨ªculas ¡ªen los que a menudo sus actores desconocen qu¨¦ escenas rodar¨¢n cada d¨ªa, e incluso sus l¨ªneas de di¨¢logo¡ª o en su vida cotidiana, que define como ¡°una huida hacia adelante¡±. Una confesi¨®n que merece profundizar en ella: ¡°No tengo familia ni gastos, y no quiero nada material que me distraiga. Me queda mucho por hacer: hay que limpiar las calles del arte y alguien tiene que ocuparse del trabajo sucio. Tengo claro que morir¨¦ con las botas puestas¡±. Y, por lo que parece, no ser¨¢ en su casa. Ojal¨¢ la guada?a le encuentre en un buen hotel.