Muere Peter Berling, actor y escritor de la saga ¡®Los hijos del Grial¡¯
El alem¨¢n particip¨® en m¨¢s de 100 pel¨ªculas y series antes de convertirse en autor de ¨¦xito con novelas sobre las Cruzadas
Se ha muerto Peter Berling y el mundo se hace m¨¢s peque?o sin ¨¦l, sin su inmensidad f¨ªsica y literaria, sin sus sue?os grandes y sus teor¨ªas ocultistas y conspiratorias, sin su vasta cultura, sin su imaginaci¨®n inabarcable, su gigantesca humanidad, su bondad, su amistad y su apetito. Y su inevitable sombrero.
Desde que en 1995 lo conoc¨ª en su pisito del Trast¨¦vere romano y tomamos un vino mientras observ¨¢bamos la c¨²pula de San Pedro y ¨¦l desgranaba con su vozarr¨®n de ogro historias sobre las maravillas que esconder¨ªan los s¨®tanos del Vaticano ¡ªy sobre los partidos de tenis con su amigo Klaus Kinski en los que la peque?a Natassja hac¨ªa de recogepelotas, una imagen que a¨²n me atormenta¡ª nos profes¨¢bamos una amistad jalonada por sus recurrentes visitas a Espa?a para presentar sus libros. Aquella primera vez en Roma al salir de su casa, embriagado de todo, casi me caigo al T¨ªber.
Me vienen a la cabeza otras dos im¨¢genes inolvidables de Berling, ese Falstaff alem¨¢n: la ocasi¨®n en que se ech¨® a dormir bajo la monta?a de Monts¨¦gur, envi¨¢ndonos a m¨ª y al fot¨®grafo Joan S¨¢nchez que viaj¨¢bamos con ¨¦l para un reportaje sobre su obra, a visitar solos el legendario castillo c¨¢taro mientras el disfrutaba la siesta, y la vez en que tambi¨¦n cay¨® fulminantemente dormido, entonces sobre una fideu¨¢, en un restaurante barcelon¨¦s (sufr¨ªa de narcolepsia ), dando con la cara en la paella. No nos atrevimos a despertarle porque parec¨ªa muy feliz.
Actor y productor de cine, novelista, gastr¨®nomo, personaje de la intelligenza cultural europea, vividor, genial y entra?able caradura, aqu¨ª lo conocimos sobre todo en su faceta de novelista y gracias al editor Mario Muchnik que le public¨® Los hijos del Grial, aquella desmesurada ¡ªcasi tanto como ¨¦l¡ª historia sobre los ni?os descendientes de Jesucristo y Maria Magdalena (sangre real= santo Grial) y un Gran Proyecto de Reino Universal juntando la simiente de Cristo y la de Mahoma que se adelant¨® a la moda de la literatura de enigmas esot¨¦ricos y al thriller conspirativo representado por Dan Brown y su C¨®digo Da Vinci.
Hoy el lector probablemente recuerda aquel monumental y feliz batiburrillo de c¨¢taros, inquisidores, asesinos de la secta del viejo de la Monta?a, templarios, mongoles, bogomilos, mamelucos, cabalistas y otras especies con asombro por lo colosal del empe?o narrativo y tambi¨¦n recuperando el agobio que significaba seguir una historia que avanzaba tumultuosamente hacia no se sab¨ªa d¨®nde (probablemente no lo sab¨ªa ni el propio autor) y te dejaba a la vez sin respiraci¨®n y sin asideros.
Los hijos de Grial, con su caracter¨ªstico dramatis personae al final que te serv¨ªa para orientarte un poco, fue teniendo continuaciones que a menudo parec¨ªan extensiones m¨¢s alimenticias (y valga la palabra con Berling) que justificables argumentalmente, pero que siempre significaban un reencuentro estupendo con aquella personalidad arrolladora y fascinante.
Nacido en Messeritz-Obrawalde en 1934, Peter Berling entr¨® de peque?o en las Juventudes Hitlerianas , como todos los ni?os entonces, y el d¨ªa en que le dieron su uniforme corri¨® orgulloso a ense?arlo en casa, donde aprovecharon para revelarle que era de familia jud¨ªa. Siempre me encant¨® esa an¨¦cdota que resume mucho de lo ir¨®nico, autopar¨®dico y absurdo que ten¨ªa Peter.
A¨²n hoy no s¨¦ cu¨¢nto se cre¨ªa de verdad de todas esas historias esot¨¦ricas sobre el Grial de las que hablaba y escrib¨ªa. No lo averigu¨¦ ni visitando con ¨¦l Renn¨¦s-le-Ch?teau, los predios del abad Sauni¨¨re. Para m¨ª que fiftty-fifty. En todo caso hubiera sido capaz de embaucar a Himmler vendi¨¦ndole una escoba como si fuera la Lanza del Destino.
Est¨¢ por publicarse su biograf¨ªa novelada, que valdr¨¢ la pena leer. Dec¨ªa que descend¨ªa de una aristocr¨¢tica familia francesa con varios condestables y mariscales de Francia, algunos decapitados y una abadesa guillotinada. Y que su antecesores (no la abadesa) huyeron a Alemania durante la Revoluci¨®n. Vaya usted a saber.
Berling fue antes hombre de cine que escritor y de hecho lleg¨® a la literatura casi por casualidad. Amigo y productor de Fassbinder y de Herzog, apareci¨® como actor en pel¨ªculas de ambos, como en Aguirre, la c¨®lera de Dios, donde muere y poco m¨¢s. Probablemente fuera la ¨²nica persona del mundo que era amiga de Klaus Kinski y al que este, un aut¨¦ntico monstruo, le correspond¨ªa. Hizo muchos cameos en su vida. Muy conocido es, por ejemplo, su breve papel de ecleci¨¢stico en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Annaud de El nombre de la rosa, una historia, la de Eco, con la que tanto ten¨ªan que ver sus propios intereses.
Enfin, Peter Berling se nos ha muerto y aunque sigue vivo en su alter ego de Los hijos del Grial, el orondo franciscano Willem von Roebruck (un personaje real pero al que el escritor insufl¨® muchas de sus propias caracter¨ªsticas), le vamos a echar mucho, much¨ªsimo de menos. De todo lo que dijo, retengo una frase preciosa que es todo un leitmotiv y que firmar¨ªan sus queridos Trencavel de Carcasona: ¡°Lo importante del Grial es buscarlo¡±.
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