La multitarea es tarea imposible
La ciencia ha probado que somos incapaces de prestar atenci¨®n a varias cosas al mismo tiempo. Intentarlo tiene importantes efectos negativos en la salud mental y la eficacia
Parece que tenemos la capacidad de hacer varias cosas a la vez. Cuando estamos en casa, la mayor parte de las personas podemos hablar por tel¨¦fono mientras estamos ordenando el armario o preparando algo en la cocina. O si atendemos una reuni¨®n de trabajo, creemos que seguimos lo que se dice mientras echamos un ojo a los mensajes electr¨®nicos. Da la impresi¨®n de que esta aparente habilidad multitarea est¨¢ a¨²n m¨¢s desarrollada en los j¨®venes, que crecieron con los m¨®viles. O en las madres trabajadoras, que se las ingenian para resolver varios frentes al mismo tiempo. Sin embargo, no es as¨ª. Aunq...
Parece que tenemos la capacidad de hacer varias cosas a la vez. Cuando estamos en casa, la mayor parte de las personas podemos hablar por tel¨¦fono mientras estamos ordenando el armario o preparando algo en la cocina. O si atendemos una reuni¨®n de trabajo, creemos que seguimos lo que se dice mientras echamos un ojo a los mensajes electr¨®nicos. Da la impresi¨®n de que esta aparente habilidad multitarea est¨¢ a¨²n m¨¢s desarrollada en los j¨®venes, que crecieron con los m¨®viles. O en las madres trabajadoras, que se las ingenian para resolver varios frentes al mismo tiempo. Sin embargo, no es as¨ª. Aunque lo parezcamos, no somos multitarea. Nuestro cerebro es incapaz de prestar atenci¨®n a varias cosas conjuntamente, como ha demostrado la ciencia. Solo podemos tener uno o dos pensamientos a la vez, seg¨²n Earl Miller, reconocido neurocient¨ªfico del MIT (Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts). Podr¨ªamos decir que realmente somos ¡°malabaristas¡± o ¡°canguros¡± porque saltamos de una tarea a otra con m¨¢s o menos velocidad. Pero esta habilidad tiene un considerable desgaste para nosotros, para nuestra salud mental y para la efectividad de lo que hacemos.
En 2001 se descubri¨® la ¡°red neuronal por defecto¡± que se activa en nuestro cerebro cuando no estamos haciendo nada. Y se descubri¨® casi por casualidad. Marcus Raichle, de la Universidad de Washington, estaba midiendo qu¨¦ suced¨ªa en el cerebro de unos voluntarios mientras hac¨ªan diversas actividades a trav¨¦s de los esc¨¢neres de resonancia magn¨¦tica. Entre cada una de las tareas, estos permanec¨ªan tumbados, quietos y posiblemente aburridos. Cuando dejaban de hacer lo que les ped¨ªan los investigadores, los voluntarios se relajaban o sencillamente perd¨ªan la mirada. Fue en ese momento en el que se observaron dos cosas: primero, que la zona del cerebro que hab¨ªan usado anteriormente para la tarea se desactivaba. Segundo, de repente y sin esperarlo, otra zona diferente se iluminaba en la resonancia, aunque la persona estuviera completamente tranquila.
Desde entonces, se ha seguido la pista a dicho circuito que se nos despierta cuando estamos relajados o sencillamente no hacemos ¡°nada¡±. Pues bien, la ¡°red neuronal por defecto¡± es una de las grandes responsables de la creatividad y de la consolidaci¨®n adecuada de las ideas. Sin embargo, cuando estamos en la cultura de la supereficiencia, nuestro cerebro no tiene su tiempo para asentar lo aprendido ni para alcanzar pensamientos m¨¢s profundos. Y, como es de imaginar, la multitarea no permite que el circuito se despierte en nuestro cerebro. Pero existen m¨¢s consecuencias.
Adentrarnos en la multitarea nos lleva a tener fallos en la memoria. Por eso, cuando vamos hablando por tel¨¦fono mientras aparcamos, podemos tener problemas para recordar despu¨¦s d¨®nde hemos dejado el coche. O si estamos conversando y cerramos la puerta de la casa, m¨¢s tarde podemos dudar de si hemos cerrado con llave. La memoria se ve afectada y tambi¨¦n nuestra efectividad, lo que en algunas tareas es realmente peligroso. En la Universidad de Utah se ha llegado a medir la capacidad de conducci¨®n cuando atendemos al m¨®vil y la conclusi¨®n es demoledora: nuestra atenci¨®n desciende tanto que somos tan peligrosos al volante como si tuvi¨¦ramos altas dosis de alcohol en el cuerpo. Y sin llegar a dicho extremo, si estamos distra¨ªdos en una reuni¨®n porque estamos haciendo otra cosa, lo que se diga nos costar¨¢ m¨¢s recordarlo y probablemente no seremos tan acertados en nuestras respuestas. Adem¨¢s, dicho esfuerzo extra que nos pedimos a nosotros mismos tiene una consecuencia a medio plazo: el agotamiento mental y la sensaci¨®n de cansancio. De ah¨ª que la mejor manera de recuperarnos de una semana intensa es abandonando la multitarea, disfrutando de una ¨²nica actividad y reduciendo la exigencia interna de tener que dar m¨¢s. Y todo ello por una cuesti¨®n meramente neurol¨®gica.
Nuestro cerebro act¨²a del mismo modo que hace 40.000 a?os, cuando no est¨¢bamos rodeados de la tecnolog¨ªa actual. Nuestros procesos mentales no est¨¢n preparados para tanta informaci¨®n ni para hacer varias cosas al mismo tiempo que requieran un m¨ªnimo de atenci¨®n (dentro de este apartado, l¨®gicamente, no se incluyen aquellas que son relajadas como trabajar o leer y tener de fondo m¨²sica, por ejemplo; ni las reflejas, como andar, respirar¡). Los m¨®viles posiblemente sean uno de los grandes distractores y protagonistas de la multitarea y depende de cada uno de nosotros saber controlarlos. Para ello, hay que aceptar una realidad: si queremos ser efectivos, recordar mejor y no desgastarnos, necesitamos focalizar nuestra atenci¨®n en una cosa nada m¨¢s. El precio de la multitarea es demasiado alto, aunque se haya convertido en un h¨¢bito. Por eso, es preciso volver a aprender, ponernos l¨ªmites de tiempo. Podemos focalizarnos en realizar algo durante diez minutos y, despu¨¦s, pasar un minuto de descanso, distray¨¦ndonos con lo que deseemos. Pero necesitamos dejar de estrujar al m¨¢ximo nuestra capacidad de concentraci¨®n porque esta tiene un l¨ªmite que pagamos a medio o largo plazo