Objetivo: poner coto al pl¨¢stico
El planeta deber¨ªa contar a finales de 2024 con el primer tratado para combatir la contaminaci¨®n por este material, que cada a?o supone m¨¢s de 20 millones de toneladas vertidos a la naturaleza. Pero los grandes productores no lo van a poner f¨¢cil
La contaminaci¨®n de los sistemas terrestres y acu¨¢ticos por los pl¨¢sticos que usamos los humanos y cuyos desechos no gestionamos bien es uno de esos problemas medioambientales que ya medimos en millones de toneladas: cada a?o, m¨¢s de 20 millones de toneladas de pl¨¢stico (el equivalente a 1.770 camiones repletos cada d¨ªa) son arrojados a la naturaleza. Los escenarios que se plantean para las pr¨®ximas d¨¦cadas apuntan a un incremento considerable de esos vertidos al medio ambiente si no se soluciona el problema. Y para abordarlo cada vez m¨¢s expertos solo contemplan una soluci¨®n: frenar la producci¨®n de pl¨¢stico, un derivado del petr¨®leo que es tambi¨¦n uno de los combustibles f¨®siles responsables de la crisis clim¨¢tica.
No es suficiente que un pa¨ªs act¨²e por su cuenta e imponga vetos, se necesita una acci¨®n coordinada ante un asunto que, como ocurre con la mayor¨ªa de los problemas medioambientales, trasciende las fronteras. Porque al igual que los residuos viajan de una naci¨®n a otra (normalmente, de una rica a una pobre) para ser supuestamente gestionados y acaban arrojados a la naturaleza, el pl¨¢stico viaja por los r¨ªos hasta contaminar los oc¨¦anos ¡ªe, incluso, el aire¡ª atravesando pa¨ªses y continentes.
El cambio clim¨¢tico cuenta desde 1992 con una convenci¨®n marco creada en el seno de la ONU para abordar la gran crisis global que supone el calentamiento del planeta. De ella surgi¨® en 2015 el Acuerdo de Par¨ªs, que rige todos los esfuerzos para erradicar las emisiones de gases de efecto invernadero que han llevado a la Tierra a la situaci¨®n actual de excepcionalidad.
En ese sentido, 2024 deber¨ªa ser el equivalente a aquel 2015, pero centrado en la contaminaci¨®n por pl¨¢sticos. Los pa¨ªses con representaci¨®n en la ONU decidieron que para finales del a?o que se inicia el mundo deber¨ªa contar con el primer tratado para frenar esta contaminaci¨®n.
El complejo proceso para elaborar ese acuerdo internacional arranc¨® en 2022 y hasta finales de 2023 ha seguido a buen ritmo. Pero la ¨²ltima reuni¨®n celebrada en Nairobi el pasado noviembre despert¨® a muchos del sue?o de alcanzar un r¨¢pido acuerdo. Porque, como explican fuentes diplom¨¢ticas que monitorizan el proceso, las naciones m¨¢s reacias a abordar de lleno el problema y con m¨¢s intereses creados (comandados por los productores de petr¨®leo) est¨¢n ralentizando las negociaciones. Ahora se ve m¨¢s complicado que para fines del a?o 2024 se pueda tener aprobado el tratado. Adem¨¢s, crecen los temores de que se repitan algunos de los errores cometidos con el Acuerdo de Par¨ªs, en 2015.
Pero regresemos a los datos. La contaminaci¨®n por pl¨¢stico se mide ya en cientos de millones de toneladas, pero para encontrar los or¨ªgenes no hay que retroceder miles de a?os, solo un pu?ado de d¨¦cadas. En 1950, la producci¨®n mundial de pl¨¢stico apenas era de dos millones de toneladas. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, en 1980, se hab¨ªa multiplicado casi por 40, hasta alcanzar los 75 millones de toneladas. En estos momentos se producen ya m¨¢s de 460 millones cada a?o. Y en su inmensa mayor¨ªa ¡ªalrededor del 95%¡ª es pl¨¢stico primario, es decir, solo un 5% procede del reciclado. Esto se debe a lo f¨¢cil y barato que resulta fabricarlo, entre otras cosas, porque no est¨¢n bien trasladados a su precio los costes que su producci¨®n y eliminaci¨®n provocan a la sociedad. En definitiva, vivimos en la generaci¨®n del pl¨¢stico de usar y tirar.
Todos estos datos proceden de distintos informes elaborados por la OCDE (Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos), cuyos expertos advierten de un escenario negativo de evoluci¨®n del problema si no cambian las pol¨ªticas: en 2040 la producci¨®n de pl¨¢sticos mundial alcanzar¨¢ los 765 millones de toneladas, de los que solo el 9,5% ser¨¢ reciclado. En 2060 se llegar¨¢ a los 1.230 millones de toneladas, y ¨²nicamente el 11,6% proceder¨¢ del reciclado secundario.
Para comprender mejor el asunto es bueno conocer para qu¨¦ usamos el pl¨¢stico. Su primer destino es (hasta un 30%) los envases y embalajes. Es decir, productos con una vida muy corta. Le siguen a distancia la construcci¨®n, los veh¨ªculos y la vestimenta. La segunda clave pasa por conocer d¨®nde acaban estos pl¨¢sticos tras su utilizaci¨®n: seg¨²n los ¨²ltimos datos de la OCDE, de los 360 millones de toneladas de residuos pl¨¢sticos generados en 2020, solo el 9,4% fue reciclado. El 18,6% se inciner¨® y el 50% acab¨® en vertederos. El 22,5%, es decir, 81 millones de toneladas, no fue bien gestionado y termin¨® contaminando el medio ambiente.
Se calcula que se vierten descontroladamente cada a?o m¨¢s de 20 millones de toneladas de pl¨¢sticos. El 30% acaba en los r¨ªos y mares y el 70% restante en la tierra. Para 2040, el horizonte que se maneja para los objetivos y compromisos del tratado de pl¨¢sticos, seg¨²n los expertos de la OCDE, es que los vertidos crecer¨¢n un 50%, hasta rozar los 30 millones de toneladas anuales. El problema vuelve a ser el mismo: la ausencia de reutilizaci¨®n. Para ese mismo a?o 2040, la OCDE calcula que, si no cambian las pol¨ªticas actuales, solo se reciclar¨¢ el 14,2% de los residuos pl¨¢sticos, poco m¨¢s que el 9,4% actual. No estamos aprendiendo la lecci¨®n.
Por eso, muchos pa¨ªses ¡ªentre los que est¨¢n la Uni¨®n Europea, un buen n¨²mero de naciones latino?ame?ri?ca?nas y africanas¡ª inciden en que el futuro tratado que se negocia en la ONU debe abarcar realmente todo el ciclo de vida de los pl¨¢sticos, lo que llevar¨ªa a establecer l¨ªmites a la producci¨®n del producto virgen. Pero otra serie de naciones intentan ahora que ese pacto solo plantee medidas referidas a la contaminaci¨®n, es decir, a una vez producido el problema y no a su reconducci¨®n desde el origen. En ese grupo est¨¢n, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, naciones como Arabia Saud¨ª, China, Rusia, Ir¨¢n y Egipto.
En cierta medida es algo similar a lo que ocurre con el Acuerdo de Par¨ªs, cuyos objetivos se refieren a los gases de efecto invernadero, pero que no aborda directamente la reducci¨®n de la producci¨®n del petr¨®leo, el gas y el carb¨®n, es decir, los combustibles f¨®siles, que son los principales responsables de esas emisiones.
El Acuerdo de Par¨ªs, adem¨¢s, establece un objetivo com¨²n y luego los pa¨ªses presentan planes clim¨¢ticos en los que cada uno decide su propia meta de reducci¨®n de emisiones. Ese modelo es el que los Estados menos ambiciosos (y EE UU) contemplan tambi¨¦n para ese hipot¨¦tico pacto del pl¨¢stico. Las naciones m¨¢s comprometidas, sin embargo, instan a que en el tratado se planteen medidas concretas, contra determinados pl¨¢sticos y productos qu¨ªmicos, que obliguen a todos sus firmantes.
Una de las mayores dificultades reside en las reglas de procedimiento, es decir, en c¨®mo se dirimen este tipo de disputas entre los negociadores. En un principio se hab¨ªa planteado que este tratado del pl¨¢stico se abriera a la posibilidad de que para romper las situaciones de bloqueo se votara y que con dos tercios de los pa¨ªses pudiera salir adelante una propuesta. Pero los Estados menos ambiciosos quieren ahora la misma f¨®rmula de Par¨ªs: todas las decisiones se deben tomar por consenso, lo que puede llevar a que una minor¨ªa bloquee cualquier avance y la ambici¨®n global de un pacto que deber¨ªa poner coto a la contaminaci¨®n por pl¨¢stico este 2024.
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