El retorno de la ¨¦tica
Hay que arbitrar mecanismos que impidan que los honrados se vuelvan corruptos. Cambiar a las personas no es suficiente
¡°Quien la hace, la paga¡±, declar¨® el presidente del Gobierno al estallar el llamado caso Koldo: era una forma de decirle a su ex-¨ªntimo colaborador Jos¨¦ Luis ?balos que la ¨¦tica del PSOE le obligaba a abandonar su esca?o en el Congreso por no haber vigilado a su ex-¨ªntimo colaborador Koldo Garc¨ªa, acusado de robarnos a todos 1,5 millones de euros por adjudicaci¨®n fraudulenta de contratos p¨²blicos durante la pandemia. Era una broma, claro est¨¢: lo que qu...
¡°Quien la hace, la paga¡±, declar¨® el presidente del Gobierno al estallar el llamado caso Koldo: era una forma de decirle a su ex-¨ªntimo colaborador Jos¨¦ Luis ?balos que la ¨¦tica del PSOE le obligaba a abandonar su esca?o en el Congreso por no haber vigilado a su ex-¨ªntimo colaborador Koldo Garc¨ªa, acusado de robarnos a todos 1,5 millones de euros por adjudicaci¨®n fraudulenta de contratos p¨²blicos durante la pandemia. Era una broma, claro est¨¢: lo que quer¨ªa decir el presidente es que quien la hace, la paga, pero s¨®lo si nos conviene; Carles Puigdemont la hizo much¨ªsimo m¨¢s gorda que Koldo y est¨¢ acusado de delitos much¨ªsimo m¨¢s graves que los que se le imputan a ¨¦ste ¡ªno digamos que los que se le imputan a ?balos, a quien no se le imputa ninguno¡ª, pero, gracias a la amnist¨ªa, no va a pagar nada por sus presuntos desafueros, el m¨¢s leve de los cuales consisti¨® en robarnos a todos millones y millones de euros. As¨ª que lo que en realidad quer¨ªa decir el presidente es que, si olvidar la ¨¦tica significa mantener el poder ¡ªeso es la amnist¨ªa¡ª, nos olvidamos de la ¨¦tica; pero, si olvidar la ¨¦tica significa perder el poder ¡ªeso podr¨ªa ser el caso Koldo¡ª, la sacamos en procesi¨®n.
Michael Reid, durante a?os corresponsal de The Economist en Espa?a, observa que, con el enga?o de la amnist¨ªa ¡ª¡±hacer lo que durante a?os jur¨® que no har¨ªa en un tema de tanta importancia¡±¡ª, nuestro presidente, empe?ado en dar la raz¨®n a sus peores enemigos, pasa a jugar en la misma liga calamitosa de Donald Trump y Boris Johnson; tambi¨¦n escribe que, en el Reino Unido o Francia, esa estafa ¡°habr¨ªa provocado una rebeli¨®n parlamentaria dentro del partido gobernante¡±. Spain is different. De hecho, cuando algunos votantes de izquierda denunciamos el fraude no s¨®lo fuimos acusados de fachas ¡ªeso se daba por supuesto¡ª, sino de ingenuos, de confundir la ¨¦tica con la pol¨ªtica y de pegarnos ¡°un atrac¨®n de moral¡±. Lo curioso es que los acusadores de entonces son los mismos que ahora, con el caso Koldo, claman junto al presidente por la ejemplaridad ¨¦tica de la pol¨ªtica; Dios santo, eso s¨ª que es un atrac¨®n de moral: yo me conformo con que los pol¨ªticos cumplan las reglas que cumplimos los dem¨¢s, como no robar y no enga?ar, esta ¨²ltima seg¨²n Montaigne la primera regla de la ¨¦tica. No entrar¨¦ a juzgar si ?balos deb¨ªa dimitir o no (aunque confieso que soy incapaz de entender que ?balos tenga que dimitir por no haber vigilado a su ex-¨ªntimo colaborador Koldo y el presidente no tenga que dimitir por no haber vigilado a su ex-¨ªntimo colaborador ?balos); importa se?alar, sin embargo, que, aunque el caso Koldo posea una dimensi¨®n ¨¦tica obvia, es mucho m¨¢s relevante desde el punto de vista pol¨ªtico. Ignacio Varela ha recordado que el 80% de la corrupci¨®n pol¨ªtica en Espa?a est¨¢ vinculado al tr¨¢fico de influencias en la adjudicaci¨®n de contratos p¨²blicos y, en este mismo peri¨®dico, V¨ªctor Lapuente ha puesto el dedo en la llaga: ¡°La corrupci¨®n no es un problema de nuestros partidos, sino de nuestras instituciones¡±. En otras palabras: si se quiere atajar de verdad la corrupci¨®n, no basta con sustituir a los corruptos por los honrados; hay que arbitrar mecanismos que impidan que los honrados se vuelvan corruptos. Cambiar a las personas no es suficiente: es necesario cambiar el sistema. ?Por qu¨¦ no se cambia? La respuesta salta a la vista: porque, para hacerlo, los grandes partidos pol¨ªticos tendr¨ªan que alcanzar grandes acuerdos, y no les interesa alcanzarlos; les resulta much¨ªsimo m¨¢s rentable electoralmente crear in¨²tiles comisiones de investigaci¨®n donde tirarse los trastos a la cabeza, acus¨¢ndose unos a otros de corruptos, que poner medios eficaces para acabar con la corrupci¨®n, o para reducirla al m¨ªnimo. El problema no es Koldo: el problema son el PSOE y el PP, S¨¢nchez y Feij¨®o.
Pero no hay mal que por bien no venga. Gracias al caso Koldo, el Gobierno ha redescubierto lo que no hab¨ªamos olvidado los votantes a quienes enga?¨®, y es que, aunque ¨¦tica y pol¨ªtica sean cosas distintas, la pol¨ªtica no debe emanciparse de la ¨¦tica; ahora s¨®lo falta que no s¨®lo lo aplique al caso Koldo. ?nimo, compa?eros: as¨ª empieza la remontada.