?Est¨¢ empezando a morir el m¨®vil?
El mercado de los ¡®smartphones¡¯ ya no puede crecer m¨¢s y la inteligencia artificial promete revolucionar nuestros h¨¢bitos. Los expertos apuntan que la voz y los asistentes virtuales ganar¨¢n protagonismo frente a las pantallas. Por el momento, los nuevos dispositivos, como gafas, botones o relojes, convivir¨¢n con el m¨®vil.
Accesorio personal imprescindible, asistente servicial en nuestro d¨ªa a d¨ªa y s¨ªmbolo de estatus, el m¨®vil ha sido, desde la irrupci¨®n del iPhone en 2007, un producto con protagonismo dif¨ªcilmente igualado en la vida humana. Pero quiz¨¢ eso se acab¨® tal y como lo hemos vivido. Hay s¨ªntomas de hartazgo y, junto a ellos, alternativas que sugieren un declive insoslayable. La adicci¨®n a las pantallas es un estigma cada vez mayor de la que el smartphone carga con casi toda la culpa. Casi un tercio de sus usuarios est¨¢n en riesgo alto de sufrir una adicci¨®n grave, seg¨²n un estudio del pasado a?o publicado en la revista International Journal of Mental Health and Addiction. El m¨®vil ha pasado de verse como objeto de deseo a convertirse en un elemento nocivo. Se recomienda la desconexi¨®n digital como sin¨®nimo de mejor salud mental.
Tambi¨¦n hay un hecho: se venden menos tel¨¦fonos. ¡°La gente sigue comprando smartphones, no digo que de repente nadie use el m¨®vil, pero las cifras van a la baja¡±, subraya Amy Webb, consejera delegada del Future Today Institute, una entidad dedicada a asesorar a empresas sobre tendencias tecnol¨®gicas. Esta consultora decret¨® en 2017 que el principio del fin del smartphone hab¨ªa comenzado, al ver que las ventas se hab¨ªan estancado (todos tenemos ya un m¨®vil, este mercado no va a crecer). Aunque las cifras nunca han vuelto a la bonanza previa, ahora sus responsables prefieren matizar. ¡°Si pensamos en la pr¨®xima d¨¦cada, en lugar de usar solo un tel¨¦fono habr¨¢ muchos dispositivos distintos. Y estos dispositivos reemplazar¨¢n al smartphone. Esto ya ha empezado a ocurrir¡±. La era del humano permanentemente agazapado sobre un rect¨¢ngulo, la era de las caras iluminadas por la luz azul de una pantalla, la era de los dos pulgares movi¨¦ndose a la velocidad de la luz sobre un pl¨¢stico protector va camino del pasado.
En 2022 hubo una ca¨ªda aguda de las unidades despachadas en el mundo: un 11,3% menos que en el ejercicio anterior. En el ¨²ltimo trimestre del a?o, cuando las Navidades deb¨ªan multiplicar el consumo, el descenso fue a¨²n m¨¢s pronunciado, de un 18,3%. Habr¨ªa que remontarse una d¨¦cada en el tiempo para encontrar cifras tan bajas. Y la tendencia persisti¨® el a?o pasado, con ca¨ªdas del 3,2% o del 4%, seg¨²n diferentes analistas.
Los fabricantes de smartphones han buscado otras fuentes de ingresos. El caso de Apple es el m¨¢s representativo, porque m¨¢s de la mitad de su facturaci¨®n depende de las ventas del iPhone, que en el primer trimestre de 2024 fue un 10% menor que las del a?o pasado. Pero la compa?¨ªa se ha esforzado por pescar en otras aguas. Ha desarrollado todo un ecosistema de aplicaciones que funcionan por suscripci¨®n, como Apple Music, News o Fitness. Incluso produce y distribuye sus propias series a trav¨¦s de Apple TV para atraer usuarios a su universo.
Pero el m¨®vil, entendido no ya solo como un aparato sino como una navaja multiusos que ha revolucionado la forma en que nos comunicamos, seguir¨¢ adelante. Varios gadgets se postulan como alternativas a las funciones que le hemos dado. El AI Pin, por ejemplo, es una peque?a medalla electr¨®nica cuadrada que se cuelga en la ropa. Recibe ¨®rdenes por voz: preg¨²ntenle la previsi¨®n del tiempo, d¨®nde hay un restaurante por la zona o cualquier duda que le lanzar¨ªan a Google. Responde gracias a la inteligencia artificial, por audio. Tambi¨¦n proyecta, si queremos, una pantalla de fosforescencias verdes sobre la mano del usuario que permite leer textos peque?os.
Con un concepto similar juega Rabbit R1, un dispositivo a medio camino entre lo retro y lo sofisticado, que tambi¨¦n recibe consultas de voz (y tambi¨¦n tiene una peque?a pantalla). ¡°El Rabbit R1 hace exactamente lo mismo que un asistente de voz avanzado¡±, expone Alexander Manu, catedr¨¢tico de la Facultad de Dise?o de la Universidad OCAD, en Toronto, que ha estudiado durante d¨¦cadas las tendencias tecnol¨®gicas. ¡°Puedo pedirle que me reserve un vuelo y un hotel. En realidad, al usarlo he vuelto atr¨¢s 25 a?os, cuando llamaba a mi agente de viajes para que me reservara un billete a alg¨²n destino¡±.
La lista de artilugios que parecen nacidos de una novela de Isaac Asimov suma y sigue. El ¨²ltimo gran lanzamiento de Apple, por ejemplo, son las gafas Vision Pro, las cuales permiten ver el entorno a trav¨¦s de las im¨¢genes que captan sus c¨¢maras de alta resoluci¨®n. Combinan esta percepci¨®n visual con la reproducci¨®n de v¨ªdeos y otros contenidos. Es como si el usuario estuviera en un cine gigante y privado con una ventana al mundo.
Seg¨²n sus creadores, ninguno de estos productos est¨¢ pensado como alternativa al m¨®vil, pero es inevitable pensar que van por ah¨ª. La misma estela siguen dispositivos como las gafas Lucyd, las primeras, seg¨²n sus creadores, en integrar ChatGPT: entienden peticiones en lenguaje natural. Pero no son las ¨²nicas. Meta lanz¨® las suyas, en colaboraci¨®n con Ray-Ban, y los fabricantes de m¨®viles TCL y Oppo han presentado sus propias lentes inteligentes.
No es la primera vez que se ensayan las gafas electr¨®nicas. Las Google Glass surgieron en 2013 y ese nombre a¨²n resuena en las oficinas de Google como un sonoro fracaso comercial. Pero en aquel momento habl¨¢bamos de un juguetito. Ahora hablamos de una tendencia.
Para Manu, la abundancia de alternativas que osan rivalizar con el m¨®vil es un s¨ªntoma de su debilitamiento. ¡°La gente ahora es muy cr¨ªtica con el AI Pin y con el Rabbit R1, pero, si nos paramos a pensar, tambi¨¦n la gente era muy cr¨ªtica con el iPhone cuando sali¨®. Se burlaron de ¨¦l y dijeron que Apple iba a fracasar¡±, recuerda.
¡°Hay que tener en cuenta que esto es una transici¨®n¡±, refuerza Webb. ¡°Iremos de un solo dispositivo a muchos. Si pienso en 1998, yo ten¨ªa un ordenador port¨¢til, un reproductor de DVD port¨¢til, mi reproductor de MP3 o mi MiniDisc. Y m¨¢s adelante todos esos dispositivos se convirtieron en uno solo, que era el smartphone. Con la inteligencia artificial vamos hacia una constelaci¨®n de muchos dispositivos. No s¨¦ si se quedar¨¢n los que hay ahora. Veremos muchos otros. Habr¨¢ mucha experimentaci¨®n¡±. La idea de Webb es que cada persona tenga un arsenal de gadgets, y que la inteligencia artificial los tenga todos conectados. Ser¨¢ esta tecnolog¨ªa quien propine el golpe de gracia al m¨®vil tal y como lo conocemos.
Al final, un smartphone es una caja de herramientas. Est¨¢ llena de aplicaciones, como Google, WhatsApp, Gmail, Netflix o Spotify. Y utilizamos esa caja para trasladar todas las herramientas y usarlas en cualquier lugar. ¡°Hemos creado muchas aplicaciones. Y, con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que al final lo que queremos no es la aplicaci¨®n en s¨ª sino el beneficio que nos aporta. Y la inteligencia artificial ser¨¢ lo que genere esos resultados beneficiosos que queremos¡±, se?ala Manu. Para el catedr¨¢tico, esa caja de herramientas es ya innecesaria. Un servicio de inteligencia artificial tipo ChatGPT permitir¨¢ utilizar los auriculares para llamar o hacer una consulta solo con la voz. El papel del smartphone se reduce.
Tal y como van los laboratorios de las tecnol¨®gicas, la comunicaci¨®n por voz entre personas y m¨¢quinas va a ser mucho m¨¢s efectiva cada d¨ªa de lo que hasta ahora lo ha sido con Siri o Alexa. La forma preferida de comunicarnos con las m¨¢quinas es hablando, igual que con las personas. Y lo que propicia una inteligencia artificial como la que hoy existe en el mercado es solo el principio. Cada vez estamos m¨¢s cerca de entablar una conversaci¨®n fluida con una inteligencia artificial, al estilo Robert Downey Jr. ¡ªo sea, Tony Stark¡ª en Iron Man, cuando es capaz de bromear incluso con Jarvis (su asistente digital). O el precedente generacional cinematogr¨¢fico de Jarvis: el superordenador Hal 9000 de 2001: Una odisea en el espacio, que ten¨ªa discusiones ¨¦ticas y casi filos¨®ficas con su astronauta de turno.
Sonia Villanueva, consultora especialista en experiencia de usuario y profesora en la Universidad Internacional de La Rioja, dibuja el cambio que todo esto propiciar¨¢ en nuestra relaci¨®n con la tecnolog¨ªa: ¡°Estamos en un momento de explosi¨®n de la inteligencia artificial. Cuando evolucione, se materializar¨¢ en un aut¨¦ntico asistente personal. Y con este, m¨¢s pronto que tarde, tendremos una relaci¨®n de voz, es decir, conversacional¡±. La transformaci¨®n promete ser un se¨ªsmo. El lenguaje escrito frente al hablado: ¡°Es mucho m¨¢s f¨¢cil hablar que escribir¡±, insiste Villanueva.
Un cambio as¨ª repercutir¨¢ tambi¨¦n en la econom¨ªa. Seg¨²n las previsiones, la inteligencia artificial generar¨¢ un negocio de 1,3 billones de d¨®lares en 2030, en comparaci¨®n con los 150.200 millones del pasado a?o. Es l¨®gico pensar que estar¨¢ en todas partes y en todos los dispositivos posibles. Entre ellos, en los llamados wearables, relojes inteligentes, pulseras, auriculares e incluso anillos. ¡°Hoy en d¨ªa un m¨®vil implica ver, leer y utilizar las manos¡±, abunda Villanueva. ¡°Probablemente seremos capaces de hacer m¨¢s cosas con una interfaz de voz. No es que vaya a desaparecer la pantalla como interfaz, pero s¨ª vamos a interactuar m¨¢s por voz. Esto es una revoluci¨®n¡±, sentencia.
La tesis del fin del m¨®vil tiene un poderoso enemigo: una cultura muy visual. Instagram, TikTok o YouTube se basan en v¨ªdeos o im¨¢genes que se consumen compulsivamente desde una pantalla. Un motivo para no dar por amortizado al gadget. Incluso los dispositivos wearable requieren pantallas m¨¢s grandes donde ver los datos que recogen. ¡°La raz¨®n por la que necesitas el m¨®vil es porque es una ventana m¨¢s grande donde ver la informaci¨®n¡±, admite Webb. ¡°Pero con algunos dispositivos, como auriculares o gafas, no necesitas un tel¨¦fono. Por eso creo que el uso del m¨®vil se reducir¨¢. Vamos a ser menos dependientes de ¨¦l con el tiempo¡±.
Villanueva tambi¨¦n es de las que cree que el m¨®vil menguar¨¢ pero no desaparecer¨¢. Todo depende de lo que necesitemos hacer. ¡°Hay que distinguir entre las microtareas, que se activan con comandos de voz sencillos, por ejemplo: ¡®?Cu¨¢nto cuesta esto?¡¯ o ¡®abre Netflix¡¯, y otros usos, como son lecturas, tareas complejas de trabajo, ver un gr¨¢fico o escribir un e-mail. Este segundo grupo necesita un soporte visual¡±, cuenta esta especialista en experiencia de usuario. ¡°Por eso digo que el m¨®vil no se va a eliminar de ning¨²n modo. Pero igual no estamos todo el rato pegados al tel¨¦fono para muchas cosas¡±.
Aunque las nuevas tecnolog¨ªas podr¨ªan traer otra salida para introducir el elemento visual sin necesidad del m¨®vil. Manu lanza una pregunta al aire: ¡°?Qu¨¦ pasar¨ªa si cualquier superficie se convirtiera en una pantalla? Necesitas que esta superficie sea electr¨®nica, claro. Pero ahora existen tecnolog¨ªas para hacerlo, como el grafeno, extremadamente fino y resistente¡±. Como en Minority Report, donde Tom Cruise exploraba representaciones de datos en paredes de cristal.
Queda mucha incertidumbre por delante para lanzar a¨²n las campanas al vuelo. Pero quiz¨¢ toca a su fin la era del Homo iPhonus o smartphonus que somos, con las cabezas gachas para mirar las pantallas y los dedos ligeros para escribir en ellas. Tal vez la evoluci¨®n d¨¦ una voltereta y de agachados pasemos de nuevo a erguidos, al comunicarnos por voz con nuestros dispositivos. Ya no habr¨¢ necesidad de bajar la cabeza ni de mantener la vista fija en un m¨®vil. Eso s¨ª, hablar solos por la calle ser¨¢ de lo m¨¢s natural.
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