![Carmen Hern¨¢ndez lleg¨® a M¨¦xico cuando ten¨ªa dos a?os. Ahora tiene 84.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Y3ZTNCZYCJCFTIDXJHNA4TLVBQ.jpg?auth=3e3fe6888cba069cbcace7f231b70a309534f001dbc502a07c6359324698e432&width=414)
Los ¨²ltimos exiliados en M¨¦xico de la guerra civil espa?ola
Eran unos ni?os cuando llegaron a un pa¨ªs desconocido. No sab¨ªan por qu¨¦ estaban all¨ª. Las razones se llamaban guerra y exilio. Sus abuelos y sus padres cuidaron de ellos, y ellos se convirtieron en mexicanos de alma espa?ola que devolvieron con creces el cari?o recibido al pa¨ªs que los acogi¨®. Hoy, en el oto?o de una vida que no eligieron, miran sin nostalgia y con cierto orgullo por el retrovisor de la historia.
Regina D¨ªaz y A¨ªda P¨¦rez pasean tomadas del brazo por Veracruz. Charlan como solo pueden hacerlo dos amigas que se conocen desde hace m¨¢s de 80 a?os, y la brisa marina las devuelve a un pasado que se hace presente en cada aniversario. A ese puerto mexicano llegaron hace 85 a?os miles de exiliados espa?oles en buques fletados por el Gobierno republicano al final de la Guerra Civil. En 1939 arrib¨® el primero, el Sinaia, en el que viajaba Regina con tan solo seis meses. Tres a?os despu¨¦s, el Nyassa dej¨® en la costa a A¨ªda, con cuatro a?itos cumplidos a bordo.
Ambas vienen de familia asturiana, pero vieron la luz en Barcelona, algo m¨¢s que una feliz coincidencia. Los ni?os que subieron a esos buques huyendo de la guerra y del franquismo nacieron en cualquier parte, all¨¢ donde los fue dejando el peregrinaje de sus padres. Las mujeres se pon¨ªan de parto en el Madrid atrapado por la guerra, en Barcelona, de camino a la frontera, o ya en Francia. Aquellos ni?os solo encontraron tierra firme en M¨¦xico, donde cientos de veracruzanos los saludaban desde el puerto sin que ellos entendieran bien qu¨¦ ocurr¨ªa. Esos ni?os, hoy ancianos, son los ¨²ltimos testigos del penoso ¨¦xodo espa?ol, aunque nunca tuvieron nostalgia propia y su memoria de aquello es heredada, pero qu¨¦ otra cosa es la memoria, m¨¢s que un legado de generaci¨®n en generaci¨®n.
Se criaron bajo los mismos volcanes que causaban extra?eza a sus mayores; pasaron la infancia escuchando que la paella no sal¨ªa igual en M¨¦xico por culpa del agua, y todav¨ªa hoy tienen que responder la impertinente pregunta de si quieren m¨¢s a pap¨¢ o a mam¨¢: ¡°Yo quiero a los dos. Quiero a Espa?a porque es la tierra de mis padres, es donde nac¨ª. Pero quiero a M¨¦xico porque aqu¨ª crec¨ª, me cas¨¦ y tuve a mis hijos. Pero s¨ª, hay veces que pienso: ?a qui¨¦n quiero m¨¢s? No lo s¨¦¡±, dice Conchita Michavila, un beb¨¦ de nueve meses en aquel barco de bandera francesa, el Sinaia.
![Regina D¨ªaz. Naci¨® en Barcelona y lleg¨® con apenas seis meses a bordo del 'Sinaia', el primer barco fletado por la Rep¨²blica. Se licenci¨® en Qu¨ªmica y ejerci¨® como profesora en la UNAM durante 30 a?os. Hoy tiene 86 y est¨¢ jubilada, pero el ¨²ltimo jueves de cada mes sigue junt¨¢ndose con sus compa?eros de clase del colegio Madrid. ¡°Una amistad de 80 a?os no la tiene cualquiera¡±, dice orgullosa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I5LT4ZQLABGYHMMSIMIXNZVU4M.jpg?auth=70272aea4d8e3cfbc15c216cd839f63c5c6d33cc8a82f736e8d43754d5db0437&width=414)
![Regina D¨ªaz, en el 'Sinaia' con sus padres, Argentina Mart¨ªn Conde y Ram¨®n Ignacio D¨ªaz Gonz¨¢lez.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XKJK6LABWRCWXNKVX74PDGKA6I.jpg?auth=e9f73e61756ad1dff6bffcfe9e9a082caad779389bf8c03084d93c342364230f&width=414)
![Identificaci¨®n de la Embajada de M¨¦xico en Francia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/R6LCFJWNANGTVCSOFQZDN5YQDM.jpg?auth=22ce289d69c46a6c0c9cecfcce7fc9377710c29f687e253de977b07d2f9c25a6&width=414)
Cierto es que fueron espa?oles mucho tiempo, porque los exiliados, alrededor de 20.000, se api?aron en los mismos colegios, iban al mismo club, viv¨ªan en edificios donde el olor a sardinas en la escalera no sorprend¨ªa a nadie y esperaban con ansiedad la muerte de Franco cada tarde en la misma cafeter¨ªa. En la capital mexicana, donde se asent¨® la mayor¨ªa, los m¨¢s peque?os se criaron felices en su burbuja hispana. Pero un d¨ªa llegaron a la Universidad y descubrieron que su acento les convert¨ªa en extra?os para los dem¨¢s.
Entonces, ?qu¨¦ eran ellos? En ese limbo navega todav¨ªa la mente de los ancianos que son hoy. La ¨²ltima generaci¨®n de seres h¨ªbridos que conservan la bandera republicana y aprendieron las calles de Madrid leyendo a P¨¦rez Gald¨®s, que disfrutan con el mole y toleran el picante como el que m¨¢s. Votan en las elecciones mexicanas, pero tambi¨¦n en las espa?olas y hasta en las europeas. Politizados y laicos con un solo dios que les inculcaron en casa: L¨¢zaro C¨¢rdenas, el presidente que abri¨® las puertas de M¨¦xico, el pa¨ªs en el que han nacido sus hijos y donde han enterrado a sus padres.
Si alg¨²n exilio fuera ideal, ese fue el de aquellos ni?os: el de Conchita y Regina, que llegaron en el Sinaia; el de A¨ªda, Carmen y los hermanos Alejandro y Vicente, que las sucedieron en el Nyassa, y el de V¨ªctor Daniel, que se adelant¨® a todos a bordo del Flandre. Ellos no tuvieron que llorar el desarraigo que atorment¨® a sus padres, sino recrearse en un pa¨ªs reci¨¦n salido de una revoluci¨®n que sent¨® las bases de la sociedad moderna. Los pocos que acabaron en otros Estados, como Josefina, que vivi¨® en Veracruz, no siempre corrieron la misma suerte. Y de esa diferencia habla consciente Juan Bonilla Rius, presidente del Ateneo Espa?ol de M¨¦xico: ¡°Por supuesto que hubo v¨ªctimas del exilio, pero no fuimos nosotros¡±.
El encuentro entre una Rep¨²blica y una Revoluci¨®n
Cuando los exiliados se echaron al mar, poco o nada sab¨ªan sobre el pa¨ªs que los iba a acoger. Sus pensamientos estaban fijos en el retrovisor: la familia, la tierra, la infancia azul y un sue?o arrasado por tres a?os de Guerra Civil. Pero el desembarco en el puerto de Veracruz, donde los esperaban el presidente C¨¢rdenas y un pueblo abierto y entusiasta, fue mucho m¨¢s que un encuentro feliz. Podr¨ªan haber huido a cualquier pa¨ªs y cualquiera habr¨ªa sido mejor que el destino que les deparaba Espa?a, pero lo que hallaron all¨ª se ajust¨® como un guante a sus necesidades y expectativas, y tambi¨¦n a la inversa. La sinton¨ªa que se produjo fue tan singular y fruct¨ªfera que defini¨® la forma en la que hoy se ven a s¨ª mismos ambos pa¨ªses.
![A¨ªda P¨¦rez. Asturiana nacida en Barcelona camino del exilio, lleg¨® con sus padres, Eva Flores Vald¨¦s y Manuel P¨¦rez, a M¨¦xico en el barco 'Nyassa' en 1942. Es licenciada en Arquitectura y trabaj¨® en una constructora y dando clases de dibujo en el colegio Luis Vives, en Ciudad de M¨¦xico. Est¨¢ jubilada y tiene 86 a?os. Ferviente republicana, sigue la actualidad espa?ola como si nunca hubiera dejado el pa¨ªs.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CK5VTHNHYNB4XNBV525U3SATJA.jpg?auth=03e5a2e2a7858b0529ebc748271ba66930902cb809c81eb2b9a09e9588134549&width=414)
![Pasajeros en el 'Nyassa'. A¨ªda P¨¦rez es la ni?a con un lazo en la cabeza, en el centro del flotador salvavidas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SOZ2Y6IE3FE4DEA4M5GXQODO4E.jpg?auth=08edb2cd712e7dd3703b0f8f2d8c2357d8597ca0f4b246a4f3ae77b78400dc76&width=414)
En otro momento quiz¨¢ la simbiosis habr¨ªa sido menor, pero el pueblo al que llegaron entonces era un terreno f¨¦rtil para las ideas que la truncada democracia hab¨ªa sembrado en Espa?a. ¡°La Rep¨²blica espa?ola encontr¨® en la Revoluci¨®n Mexicana un proyecto similar, republicano, dem¨®crata, progresista en el m¨¢s amplio sentido de la palabra, de valores laicos, p¨²blicos, de respeto por la cultura¡¡±, enumera Francisco Mej¨ªa, investigador de la UNAM especializado en el exilio: ¡°Espa?a estaba pasando un momento de esplendor justo antes de la Guerra Civil, pero M¨¦xico tambi¨¦n: el M¨¦xico cardenista de la expropiaci¨®n petrolera que cre¨® institutos tan importantes como el Polit¨¦cnico Nacional¡±. En ese caldo de cultivo, los espa?oles alcanzaron en Am¨¦rica lo que no lograron en su pa¨ªs: educar por primera vez a toda una generaci¨®n en los valores republicanos.
La familia de A¨ªda P¨¦rez lo comprob¨® enseguida. ¡°Lo primero que hizo mi pap¨¢ fue comprar una Constituci¨®n mexicana. La ley¨® y dijo: ¡®Estupendo pa¨ªs¡±, recuerda la hija del telegrafista. ¡°Era un M¨¦xico que despegaba¡±, cuenta, y el Gobierno les hizo part¨ªcipes de ese ascenso. El agradecimiento es tal que todav¨ªa hoy enciende las pasiones. ¡°Cuando hac¨ªamos reuniones, si alguien dec¨ªa algo [malo] de C¨¢rdenas, nos lo com¨ªamos vivo¡±, incide con humor Carmen Hern¨¢ndez, que lleg¨® con dos a?os en el mismo buque. Un espacio ajardinado, con piscina climatizada y control en el acceso conduce al apartamento que Carmen tiene en Ciudad de M¨¦xico. Su padre era mec¨¢nico y diputado del PSOE; su madre, taquimecan¨®grafa. ¡°La vida mejor¨®, mis padres no pod¨ªan creer que aqu¨ª hab¨ªa libertad para pensar y hablar¡±, recuerda.
La ¨²nica condici¨®n que puso el mandatario para recibirlos fue que no intervinieran en la pol¨ªtica mexicana. Y lo cumplieron a rajatabla, aunque andando el tiempo los hijos del exilio terminaron nutriendo las ¨¦lites pol¨ªticas. Salvado aquel requisito, todo fueron facilidades.
![Conchita Michavila. Naci¨® en Barcelona y lleg¨® a M¨¦xico a bordo del 'Sinaia' en 1939, con nueve meses. Ahora tiene 86 a?os. Dice que siempre le gustaron ¡°los animalitos¡± y por eso estudi¨® Biolog¨ªa. Dio clases en el colegio Madrid y en el Instituto Escuela y se cas¨® con otro refugiado espa?ol. Sus hijas, ya mexicanas, fantasean con vivir en Espa?a, de la que se enamoraron en su ¨²ltimo viaje familiar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2XZYCIMGGRHTDFMZYW37LLGVZE.jpg?auth=9404471d31d9959d9b1b9ddcc326485ed7c001805181688353eccc0a23f2272a&width=414)
C¨¢rdenas orden¨® que los refugiados entraran en las universidades pagando solo 200 pesos, como los mexicanos, y no 5.000, el precio para los extranjeros, una medida de gracia sin la que muchos no ser¨ªan lo que son hoy.
Al calor de instituciones como los colegios Luis Vives y Madrid, la Casa de Espa?a o el Ateneo, todas ellas fundadas por espa?oles, aquellos muchachos saltaron con ¨¦xito a la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), donde muchos pasaron de ser alumnos a profesores. Tambi¨¦n los hijos de obreros y campesinos, cuya falta de preparaci¨®n se compensaba con una profunda formaci¨®n pol¨ªtica que inculcaron a su prole.
¡°Cuando se proclam¨® la Rep¨²blica, m¨¢s del 50% de los espa?oles eran analfabetos. ?Cu¨¢ntos podr¨ªan ser intelectuales? No llegar¨ªa al 1%. Sin embargo, representan el 10% de los exiliados¡±, explica el historiador mexicano Fernando Serrano Migall¨®n, hijo del ¨²ltimo fiscal de la Rep¨²blica espa?ola. La cultura fue un eje vertebrador de la comunidad republicana, y los estudios, la prioridad, lo que contribuy¨® a extender la imagen intelectual que se tiene del exilio.
¡°Estaba decidido. No se te ocurr¨ªa otra cosa m¨¢s que estudiar una carrera¡±, abunda A¨ªda P¨¦rez, arquitecta de profesi¨®n, una ma?ana de julio en la casona porfiriana que alberga ahora el Ateneo. All¨ª se encuentra con los hermanos Alejandro y Vicente Rodr¨ªguez, que llegan agarrados del brazo y sosteniendo un bast¨®n que afianza sus pasos entre la niebla que les ha dejado una ceguera cong¨¦nita. Los hermanos rememoran los productos que enviaban a Espa?a, az¨²car y caf¨¦, sobre todo, para paliar las carencias de los que se quedaron all¨ª, pr¨¢ctica com¨²n entre los refugiados. Ambos son ingenieros, uno en Mec¨¢nica, el otro en Electr¨®nica.
Las compa?eras de A¨ªda tambi¨¦n optaron por carreras de ciencias, una elecci¨®n que sorprende todav¨ªa hoy, ante la presencia mayoritaria de hombres en esas materias. Conchita Michavila es bi¨®loga, y Carmen Hern¨¢ndez, qu¨ªmica, como Regina D¨ªaz. ¡°El exilio fue una oportunidad¡±, reconoce Hern¨¢ndez, ¡°mi padre dec¨ªa: ¡®En Espa?a no habr¨ªas sido licenciada en Qu¨ªmica¡±. La brecha entre aquellas mujeres y las que se quedaron era abismal. ¡°Cuando me carteaba con mis primas, me llamaban la atenci¨®n sus faltas de ortograf¨ªa¡±, recuerda. El exilio mostr¨® su mejor rostro a una generaci¨®n que lo vivi¨® con la alegr¨ªa de quien se siente parte de una identidad com¨²n: la que habla con la ce espa?ola y la ese mexicana, o las cambia en funci¨®n de qui¨¦n contesta al tel¨¦fono.
![Alejandro y Vicente Rodr¨ªguez. Son hermanos. Alejandro (a la derecha) tiene 89 a?os, y Vicente, dos menos. Llegaron a M¨¦xico con sus padres a bordo del 'Nyassa' en 1942. Los dos son ingenieros: el primero en Mec¨¢nica, y el segundo, en Electr¨®nica. Ambos padecen una ceguera cong¨¦nita y aseguran no sentir ninguna nostalgia por Espa?a, aunque siguen votando cada vez que hay elecciones en un pa¨ªs que tambi¨¦n sienten como propio y del que hablan con pasi¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BXDR47DCQNFUJOL53XDRFSOHUY.jpg?auth=36986f47be06289171d674ff630849feb1edffc297fbeb80d7eeb89e9427d8a4&width=414)
Si el pa¨ªs americano les brind¨® un campo de posibilidades para explorar, ellos lo devolvieron con una explosi¨®n de desarrollo. Fundaron editoriales, construyeron edificios, hoteles y casinos, triunfaron en las letras y en las ciencias y, muy especialmente, revirtieron lo aprendido en el terreno educativo. Los maestros m¨¢s aguerridos llevaron el sue?o republicano a otros Estados. All¨ª abrieron los grupos escolares Cervantes, todav¨ªa vigentes, con un alumnado m¨¢s mexicano que el de los centros capitalinos.
La endog¨¢mica burbuja espa?ola se rompi¨® en la Universidad al mezclarse unos y otros. Sin embargo, en la calle, las dos Espa?as chocaban a veces con ferocidad. Cuando el numeroso contingente de republicanos arrib¨® a la capital se encontr¨® con otros 20.000 espa?oles que les hab¨ªan precedido d¨¦cadas atr¨¢s, aquellos que buscaban hacer las Am¨¦ricas y montaron negocios fruct¨ªferos. Los llamaban gachupines y eran ideol¨®gicamente diferentes, cuando no contrarios, y las peleas entre ambos bandos se reprodujeron en M¨¦xico. ¡°El Luis Vives, que era mi escuela, estaba junto al Crist¨®bal Col¨®n, un centro de gente bien, de derechas, nada que ver con nosotros¡±, relata Hern¨¢ndez. ¡°Un 15 de septiembre [D¨ªa de la Independencia de M¨¦xico], alguien llev¨® una bandera franquista y se arm¨® una guerra, como en las pel¨ªculas¡±, rememora risue?a. El enfrentamiento entre unos y otros era tal que el Luis Vives se cambi¨® de barrio.
En los puestos callejeros, sin embargo, junto a las banderas mexicanas, el D¨ªa de la Independencia se vend¨ªan tambi¨¦n las de la Rep¨²blica espa?ola, recuerda la escritora Angelina Mu?iz-Huberman ¡ªnacida en Hy¨¨res, Francia, y con 87 a?os¡ª, una muestra de c¨®mo los dos proyectos se anudaron con fuerza. ¡°Era un orgullo decir: yo soy exiliada¡±, sostiene la autora, ¨²ltima superviviente de una generaci¨®n de escritores que se sirvi¨® del destierro como fuente de inspiraci¨®n. ¡°El exilio quejoso no es el que me atrae. Me atrae el exilio de toda persona que est¨¢ fuera de la corriente, te da muchos puntos de vista, entiendes al otro porque t¨² eres el otro para el otro¡±, reflexiona. ¡°El exilio / en el centro / el exilio¡±, recita la autora. Es uno de sus poemas.
¡°La imagen de prestigio del pa¨ªs en pol¨ªtica exterior se empieza a labrar con la guerra de Espa?a¡±, explica David Jorge, historiador del Colmex: ¡°M¨¦xico llev¨® la voz [de la Rep¨²blica] al primer foro internacional de la ¨¦poca, la Sociedad de Naciones y, a mediados de los a?os treinta, hace valer una posici¨®n internacional de respeto a las soberan¨ªas y de profundo antifascismo¡±.
La veta humanitaria inherente al recibimiento de los espa?oles se extendi¨® a los que huyeron de la Segunda Guerra Mundial y, m¨¢s tarde, de las dictaduras del Cono Sur. Ese eje de la pol¨ªtica exterior mexicana, que se mantiene hoy como una pieza central, surgi¨® entonces, como tantas otras cosas, producto de aquella simbiosis.
![Carmen Hern¨¢ndez. Madrile?a, lleg¨® a M¨¦xico con sus padres en el 'Nyassa' cuando ten¨ªa dos a?os. Ahora tiene 84. Se licenci¨® en Qu¨ªmica porque pens¨® que su formaci¨®n iba a ser ¡°mucho m¨¢s amplia¡± estudiando algo de ciencias y, como sus compa?eras, siente que entr¨® realmente en M¨¦xico cuando lleg¨® a la Universidad. Sus padres sintieron nostalgia por Espa?a toda la vida, dice, y para ella fue ¡°emocionant¨ªsimo¡± conocer el pa¨ªs del que tanto le hab¨ªan hablado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HKTSYTRZVBFIVLINWNYO7EHWUM.jpg?auth=4a0cdac955199fba9efe55be89dac6394ae6e71342cf0869851bd6ead631be74&width=414)
![Carmen Hern¨¢ndez, de ni?a.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OSYMB6KIRBGTJPI4NOS4OF7OAU.jpg?auth=f63c1e45783df404e25a35e6fe8033d405987aee8a0d1f3e8a10e33ba12bba25&width=414)
Exilio se escribe en plural
El ¨¦xodo que lleg¨® y encontr¨® un M¨¦xico moderno y prometedor no fue el ¨²nico en un fen¨®meno que reclama hablar siempre en plural: no es el exilio, son los exilios. Hay otro menos conocido, m¨¢s minoritario y no tan afortunado como aquel que se qued¨® en la gran ciudad, fund¨® instituciones y se mud¨® a los mismos vecindarios. Es el que se disemin¨® por los Estados, sin el abrigo de la comunidad ni la calidez del acento com¨²n. No eran un n¨²cleo compacto, por eso es tan dif¨ªcil rastrearlos, apunta Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, hijo del hist¨®rico presidente. Recalaron en Puebla, Veracruz, Chihuahua, all¨¢ donde encontraron una posibilidad para labrar la tierra o rehacer su vida. Unos porque no tuvieron la misma suerte que sus compa?eros de viaje; otros pocos marcharon por ¡°salud mental¡±, para alejarse del valle de l¨¢grimas en que se convirti¨® la comunidad refugiada cuando se evidenci¨® que no podr¨ªan volver, explica David Jorge: ¡°Ese exilio qued¨® al margen del relato. Se desconoce casi todo de ¨¦l¡±.
En ese peque?o hueco de la historia creci¨® Josefina Ibars Lonca, nacida en Ser¨°s, un pueblito de Lleida, y embarcada en 1939 en el Sinaia, a los 13 a?os: ni tan peque?a para evitar el desarraigo ni tan mayor para entender del todo lo que ocurr¨ªa. ¡°Estuve dos d¨ªas llorando en mi camarote, pero un d¨ªa amaneci¨® y mi mam¨¢ me fue a buscar: ¡®Sube a la cubierta que est¨¢n cantando¡¯. ¡°Entonces sub¨ª, me sum¨¦ a cantar y empec¨¦ a adaptarme¡±, recuerda la catalana.
Josefina pasea sus 99 a?os por Veracruz con alegr¨ªa vital. La fragilidad de su cuerpo no le impide moverse a donde quiere, se agarra a donde haga falta. Es posiblemente la ¨²nica superviviente que vivi¨® aquella traves¨ªa con conciencia de lo que dejaba atr¨¢s. Solo cuando tuvo 70 a?os y hab¨ªa enterrado a su marido volvi¨® por primera vez a una Espa?a donde todav¨ªa la esperaban algunos de sus primos y sus amigas de la infancia.
Pero hasta llegar al feliz reencuentro pasaron casi 60 a?os de altibajos. ¡°En M¨¦xico no padecimos hambre, pero s¨ª muchas carencias. No hab¨ªa dinero¡±, cuenta. Su padre era alba?il, y su madre, costurera. Tras la llegada a Veracruz ¡ª¡±hab¨ªa una valla de pura gente que nos aplaud¨ªa. Se abri¨® la gloria¡±¡ª, acabaron en un pueblo de Hidalgo. ¡°Nos dieron un alojamiento y 100 pesos, y nos prometieron tierras para trabajar. Pero nos dejaron all¨¢ y se olvidaron de nosotros¡±, recuerda. De ah¨ª marcharon a la capital y finalmente a otro pueblo de Oaxaca, donde conocieron al comerciante con el que se cas¨® Josefina. ¡°Entonces era muy amable, luego cambian¡¡±, dice ir¨®nica. Ella ten¨ªa 18 a?os; ¨¦l, 28. Se mudaron a Veracruz y ah¨ª empez¨® el aislamiento.
¡ª?No sigui¨® en contacto con el resto de los espa?oles?
¡ªMi esposo nunca lo permiti¨®. Si llegaba alguna paisana a verme, la corr¨ªa. Y ah¨ª empezaron a llegar los hijos.
Tuvo nueve, pero fallecieron tres. Hoy la rodea un enjambre de nietos. Ella dice que su labor en la vida fue tener hijos, a quienes les dio lo que ella no disfrut¨®. Cuando su madre les dec¨ªa a las nietas: ¡°Ni?as, hay trastos sucios, p¨¢rense a lavar¡±, Josefina replicaba: ¡°No, esa no es su obligaci¨®n. Su obligaci¨®n es hacer sus tareas¡±. Y ella se las revisaba y las ayudaba a dibujar. ¡°Yo les dec¨ªa: ustedes, prep¨¢rense, porque si se casan y les va bien, qu¨¦ bueno. Pero si encuentran un marido que las maltrate, d¨¦jenlo, tienen con qu¨¦ trabajar¡±.
![Josefina Ibars Lonca. Naci¨® en Ser¨°s, Lleida, y viaj¨® a M¨¦xico con 13 a?os, junto a su familia, a bordo del 'Sinaia'. Ahora tiene 99 a?os y vive en Veracruz, donde tuvo a sus nueve hijos. Le gusta mucho cantar en catal¨¢n, como cuando era ni?a, aunque ahora ya no tiene con qui¨¦n hablar el idioma. Recuerda la fruta de su pueblo con nostalgia intacta, pero hace tiempo que no vuelve. ¡°La banderita republicana la cuido como a la ni?a de mis ojos¡±, sostiene todav¨ªa hoy.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NTLA4HKUNVCUZKFSNJVC3OJUWU.jpg?auth=aa7f4a4cd48f7084531c9c9f103262d068182cfec4445c0c8c7e3b6f307d22d5&width=414)
Josefina evita hablar de sus a?os de casada, su memoria salta de la infancia a una vejez mucho m¨¢s libre que la de d¨¦cadas atr¨¢s, pero nunca perdi¨® sus convicciones. Quiz¨¢ no particip¨® del progreso general que sus compatriotas disfrutaron en la capital ¡ªpara ella lleg¨® una generaci¨®n despu¨¦s¡ª, pero las ense?anzas republicanas permearon y se encarg¨® de que fluyeran hacia abajo. Hoy acude a los aniversarios del desembarco en Veracruz y reconecta con unas ra¨ªces que durante d¨¦cadas sobrevivieron ancladas solo en su cabeza.
La gente la recibe hoy como a una verdadera estrella y ella charla, canturrea sardanas y disfruta como la ni?a que cantaba en el coro de Ser¨°s, adonde ha vuelto en cuatro ocasiones. Ella no viajaba para descubrir una Espa?a que conoc¨ªa de o¨ªdas, sino para volver a su casa, a su pueblo, a sus duraznos ¡°suavecitos¡± y sus melones ¡°dulces y sabrosos¡±. ¡°Yo ya no s¨¦ si me siento mexicana, pero nunca he dejado de ser espa?ola. Mi tierra es mi tierra¡±, dice con un toque de orgullo, y se golpea el pecho con el pu?o. Hoy su nieto aprende catal¨¢n, el idioma que su abuela ten¨ªa prohibido hablar en casa, porque el exilio es un viaje de ida que encuentra siempre la forma de volver.
La pol¨ªtica, un puente sobre el Atl¨¢ntico
Cada cinco a?os, los pocos exiliados que van quedando vuelven a las costas de Veracruz a honrar el mar que los llev¨® a M¨¦xico y al que entregan las cenizas de sus mayores. Frente a esas olas depositan su memoria, comen, bailan y todav¨ªa hoy participan de asombrosos reencuentros. Regina D¨ªaz, de 86 a?os, y Josefa Ibars, de 99, se conocieron el pasado junio aunque hab¨ªan viajado en el mismo barco. Aquellos ni?os de entonces se sienten hoy satisfechos de que el recuerdo que en M¨¦xico se mantiene vivo empiece a conocerse en Espa?a. Para todos, m¨¢s mujeres ya que hombres, llegaron este a?o los reconocimientos oficiales.
El ministro espa?ol de Memoria Democr¨¢tica, ?ngel V¨ªctor Torres, apret¨® en junio una agenda imposible en M¨¦xico: visitas a los colegios que nacieron con el exilio o a los cementerios donde reposan los grandes nombres expulsados de su patria: Luis Cernuda, Le¨®n Felipe, Concha M¨¦ndez, Max Aub, Carmen Parga y tantos otros. Un d¨ªa antes, el Ateneo Espa?ol de M¨¦xico hab¨ªa sido declarado ¡°lugar de memoria democr¨¢tica¡±, la primera vez que se otorgaba esta distinci¨®n fuera de Espa?a.
Espa?a se asoma ahora a su exilio mexicano. En cambio, la segunda generaci¨®n del destierro, como la primera, nunca ha dejado de interesarse por lo que suced¨ªa al otro lado del Atl¨¢ntico. La pol¨ªtica es quiz¨¢ el mayor v¨ªnculo con la patria perdida. Casi todos est¨¢n muy pendientes de los informativos, lo mismo si exhuman a Franco de su tumba en Cuelgamuros que del resultado electoral. ¡°Nostalgia de Espa?a, ninguna¡±, dicen los hermanos Alejandro y Vicente. Pero la actualidad es otra cosa: ¡°La pol¨ªtica espa?ola ahora es una verg¨¹enza, el nivel de bajeza al que han llegado¡¡±, comentan encendidos refiri¨¦ndose a la ultraderecha.
Ellos, como el resto de su generaci¨®n, s¨ª han viajado a la patria lejana, aunque la nostalgia no era su tim¨®n. M¨¢s bien la curiosidad por conocer un lugar en el que solo hab¨ªan nacido y del que tanto hablaban sus padres. Ahora que la violencia se ceba con M¨¦xico, ven una Espa?a de promisi¨®n. Muchos de sus nietos estudian y viven all¨ª, merced a la nacionalidad adquirida por su ascendencia, y otros viajan con dinero y por placer para descubrir un pa¨ªs muy distinto del que se consum¨ªa bajo la dictadura franquista. ¡°El a?o pasado mis hijas se quedaron enamoradas de Espa?a, incluso dijeron: ¡®Aqu¨ª se vive muy bien, mam¨¢, qu¨¦ b¨¢rbaro, c¨®mo comen, y todos tan felices, nos quedamos a vivir aqu¨ª¡±, cuenta Conchita Michavila. ¡°Ahora en Espa?a nos est¨¢n ganando, tenemos que apresurarnos aqu¨ª¡±, se r¨ªe su amiga A¨ªda. ¡°Alguna vez nos planteamos irnos a vivir all¨¢¡±, dir¨¢ tambi¨¦n Carmen Hern¨¢ndez, ¡°pero al final te vuelves, porque M¨¦xico es M¨¦xico¡±.
Con d¨¦biles pasos se dirige V¨ªctor Daniel Rivera Grijalba hacia su estudio en la planta alta de una fenomenal casa que ¨¦l mismo, arquitecto por la UNAM, dise?¨®. ?l lleg¨® en 1939 en el primer barco que sali¨® de Francia con republicanos hacia M¨¦xico, el Flandre. Quienes all¨ª viajaban se hab¨ªan pagado sus pasajes, eran gente con posibles. El arquitecto, ya retirado, es un hombre cr¨ªtico con el gran exilio, del que se ha apartado. Y de Espa?a solo le interesa el f¨²tbol. ¡°Obviamente, el Real Madrid¡±, r¨ªe.
La comunidad republicana es m¨¢s heterog¨¦nea de lo que se piensa, a decir del historiador David Jorge. Eran de procedencias sociales muy distintas y reun¨ªan diversas ideolog¨ªas que, andando el tiempo, se han agudizado en la segunda generaci¨®n. Se dicen republicanos y progresistas si se les pregunta por Espa?a, pero la alta posici¨®n social que han alcanzado algunos les inclina hacia otras tendencias en M¨¦xico.
En lo que quiz¨¢ coinciden todos es en su rechazo a la Monarqu¨ªa, que ven como un arca¨ªsmo. A muchos de ellos, sin embargo, tampoco les estorba ya esa figura coronada y no les hace ni pizca de gracia que los gobiernos mexicano y espa?ol entren en peleas diplom¨¢ticas, a cuenta del Rey o de lo que sea. El rifirrafe suscitado por la exclusi¨®n de Felipe VI en la investidura de la presidenta Claudia Sheinbaum les trae de cabeza. ¡°Eso estuvo muy mal y me parece muy bien la contestaci¨®n que ha dado Pedro S¨¢nchez¡±, dice Regina D¨ªaz. Ella eliminar¨ªa todas las monarqu¨ªas. ¡°Todas, pero si en Espa?a ha funcionado¡ Total, en M¨¦xico no hay monarqu¨ªa y la pol¨ªtica tampoco funciona¡±, afirma.
![V¨ªctor Daniel Rivera Grijalba. Naci¨® en Santander y es hijo de un militar. Arquitecto retirado, lleg¨® a M¨¦xico en el 'Flandre', el primer buque de todos. Quienes iban en ¨¦l hab¨ªan pagado su billete, a diferencia de los que vendr¨ªan despu¨¦s bajo el paraguas de la Rep¨²blica. ?l recuerda jugar con otros ni?os en la cubierta, y divertirse cuando el barco se inclinaba y parec¨ªa quedarse ¡°en punta¡±. Tambi¨¦n se acuerda de la presencia de un cuentacuentos, Antonio Robles, que les le¨ªa durante la traves¨ªa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JNBLGRKDIJE2ZDKQ7AKO6CDCPM.jpg?auth=c249b90d6922ed9dfd8531b513e0bb8cadb0878bca55fbc5df13e38ebfbb41b1&width=414)
![V¨ªctor Daniel Rivera Grijalba, en el 'Flandre' con sus padres, Esperanza Grijalba Berriz y V¨ªctor Rivera Tovar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LNIJDNIH7ND5POZ7BOADAB6Q54.jpg?auth=55ad5e87f59dc6dc7313dd119a64d3e2cca58a3264c7a68ad36a9d1677c3d120&width=414)
Los viejos republicanos est¨¢n acostumbrados a los antiguos lazos entre ambas naciones, aquellos tiempos en los que el 14 de abril se celebraba en M¨¦xico con una gran cena a la que acud¨ªa la plana mayor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). ¡°Despu¨¦s de lo que pas¨®, lo que importa es que haya libertad. Adem¨¢s, en Espa?a no manda el Rey¡±, zanja A¨ªda P¨¦rez. ¡°Aznar decidi¨® entrar en la guerra de Irak, Zapatero decidi¨® retirar las tropas, nunca supimos qu¨¦ pens¨® el rey Juan Carlos¡±.
Y a los hermanos Alejandro y Vicente Rodr¨ªguez, ?qu¨¦ les parece que Felipe VI no fuera invitado a la investidura de Sheinbaum, a la que votaron?
¡ªUna solemne tonter¨ªa, vamos a dejarlo ah¨ª ¡ªdice Alejandro.
¡ªAlgo m¨¢s que una tonter¨ªa ¡ªle secunda su hermano.
¡ª?Dilo en mexicano, hombre!
¡ªBueno, pues una pendejada ¡ªr¨ªe Vicente al otro lado del sof¨¢, en el Ateneo.
As¨ª discurren ahora las conversaciones en ese Ateneo donde anta?o se desga?itaban socialistas y comunistas por ver qui¨¦n se llevaba el gato al agua. La instituci¨®n se esfuerza hoy por sumarse a la conversaci¨®n actual: ¡°Tenemos que entrar en la discusi¨®n de lo que quiere decir ser migrante y exiliado ahora¡±, dice Juan Bonilla, el presidente.
De buena ma?ana, los ni?os del colegio Luis Vives se alinean a las ¨®rdenes de sus maestras para entonar un par de canciones espa?olas, con letras adaptadas a la actualidad. Acompa?ados de una guitarra y un caj¨®n, los escolares cantan La Tarara y Si me quieres escribir, una tonada del frente de guerra republicano. Buganvillas estrelladas cuelgan sobre sus cabezas.
![Ofrenda floral con motivo de la visita del ministro espa?ol de Pol¨ªtica Territorial y Memoria Democr¨¢tica ?ngel V¨ªctor Torres a M¨¦xico en junio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TP74A7ZYJ5BM7MWNRPDTWWZV2Q.jpg?auth=648e043470548813feb375b0a6e441accdd048cb6e37198ec24302d6bbc6e08c&width=414)
El que fuera un centro con maestros y ni?os espa?oles es ahora plenamente mexicano, pero conserva una reputaci¨®n de valores emanados de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, emblema de la Segunda Rep¨²blica. ¡°Igualdad, solidaridad, lealtad, laicismo, amor por la ense?anza¡±, enumera la exdirectora del centro privado, Mar¨ªa Luisa Gally Companys, nieta de Llu¨ªs Companys, ministro en la Rep¨²blica y presidente de la Generalitat catalana, fusilado por los franquistas.
Los ni?os que acuden cada d¨ªa a estos colegios contin¨²an la ¡°hermandad¡± que surgi¨® hace 80 a?os, en palabras de Regina D¨ªaz, que estudi¨® en el colegio Madrid y sigue reuni¨¦ndose el ¨²ltimo jueves de cada mes con sus antiguos compa?eros: ¡°Es una amistad que no tiene cualquiera. Son las mismas aspiraciones, los mismos traumas y los mismos dolores. Es un bien com¨²n y es un mal com¨²n que compartimos con alegr¨ªa¡±.
Con id¨¦ntica solidez y prestigio se mantienen hoy algunas de las instituciones fundadas entonces, como el Colegio de M¨¦xico, un reputado centro universitario de investigaci¨®n, o el Fondo de Cultura Econ¨®mica (FCE), la gran editorial latinoamericana. Aquella hornada de muchachos bien formados ocupan tambi¨¦n hoy puestos en la alta pol¨ªtica mexicana. Es el caso de la excanciller Alicia B¨¢rcena, descendiente de exiliados, secretaria hoy de Medio Ambiente en el Gobierno de Sheinbaum, o del que fue subsecretario de Salud y comand¨® la lucha contra el coronavirus, Hugo L¨®pez-Gatell, nieto de republicanos espa?oles. La semilla ech¨® ra¨ªces.
![Antonia Pacheco, Aida P¨¦rez, Josefa Ibars y Regina Diaz posan para una fotograf¨ªa en su reencuentro por el 85? aniversario del exilio republicano espa?ol en M¨¦xico.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MNSQGVRZRVCDBJGGVTS44U3VZY.jpg?auth=479cc3fcd85d8d2b9717b4be26d314b9c587fa6cc948f80fd47009f67cb7e0bb&width=414)
Un v¨ªnculo de acero fiel
¡°Atravesamos la frontera a pie. Mam¨¢ llevaba una maleta con el ajuar de casada, s¨¢banas y todo eso con el nombre de uno y de otro. No pod¨ªa con la maleta y la dej¨® en los Pirineos. Yo tambi¨¦n llevaba una maleta con una tortilla espa?ola. Pero me qued¨® la idea de que cargaba con dos botellas de vino, hasta que hice el comentario y mam¨¢ me dijo: ¡®?Qu¨¦ botellas ni qu¨¦ narices!, ten¨ªas cinco a?os, solo llevabas la tortilla¡±, cuenta V¨ªctor Daniel Rivera Grijalba. As¨ª son ya los recuerdos implantados de aquellos ni?os del exilio, nebulosas evocaciones de la infancia. Esta generaci¨®n que ahora se extingue como una vela creci¨® en la esquizofrenia de una doble vida: la juventud gozosa en un pa¨ªs vibrante contrastaba en la calle con la desaz¨®n que se viv¨ªa en casa. La consciencia de que ellos eran mexicanos se instal¨® tambi¨¦n en la mente de sus padres. Espa?a ya solo ser¨ªa un pa¨ªs de vacaciones, quiz¨¢ una urna al otro lado del Atl¨¢ntico para seguir votando y una bandera roja, amarilla y morada siempre en la biblioteca. ¡°Porque un d¨ªa ya no se puede m¨¢s¡±, dice el poema de Angelina Mu?iz-Huberman, ¡°Y ese d¨ªa, ese d¨ªa aceptas el paisaje¡±.
La memoria incompleta de aquellos ni?os fue, finalmente, un ancla poderosa para mantener vivo el legado espa?ol en M¨¦xico, pero tambi¨¦n propici¨® una integraci¨®n que entreteje las vidas de ambos pa¨ªses, porque no tuvo su origen en sangrientas conquistas ni en explotaciones empresariales. Es un v¨ªnculo ¡°de acero fiel¡±. Palabra de poeta.