Una cena con crimen incluido, al estilo de Truman Capote
De la pel¨ªcula ¡®Un cad¨¢ver a los postres¡¯ a las novelas de los decadentistas y los fogones de alta cocina, todo men¨² refugia una cuota de vida ajena
Una invitaci¨®n para asistir a una cena con crimen incluido es el inicio de la trama de Un cad¨¢ver a los postres, pel¨ªcula por la que el escritor Truman Capote obtuvo una nominaci¨®n al Globo de Oro como mejor actor debutante. Que el tr¨¢nsito del escritor estadounidense fue, en parte, una actuaci¨®n dentro de una vida de novela es patente, ateni¨¦ndonos a una biograf¨ªa que se balancea entre descansos en yates y fiestas en lujosos hoteles junto a las deshoras y los excesos en tugurios sobrantes de ...
Una invitaci¨®n para asistir a una cena con crimen incluido es el inicio de la trama de Un cad¨¢ver a los postres, pel¨ªcula por la que el escritor Truman Capote obtuvo una nominaci¨®n al Globo de Oro como mejor actor debutante. Que el tr¨¢nsito del escritor estadounidense fue, en parte, una actuaci¨®n dentro de una vida de novela es patente, ateni¨¦ndonos a una biograf¨ªa que se balancea entre descansos en yates y fiestas en lujosos hoteles junto a las deshoras y los excesos en tugurios sobrantes de v¨¦rtigo. ?nicamente un individuo capaz de adherir sobre su persona designios de genio, adicciones y acciones disparatadas puede firmar el papel de anfitri¨®n en un argumento tan descabellado como su propia expresividad. La amalgama de humor, muerte y cr¨ªtica social de fondo se presenta como una composici¨®n atractiva para mentes aventajadas.
Del asesinato considerado como una de las bellas artes es un libro del escritor brit¨¢nico Thomas de Quincey que re¨²ne tres textos del siglo XIX en los que humor, erudici¨®n y brutalidad se ajustan para enjuiciar tanto la pedanter¨ªa de los c¨ªrculos elitistas de la sociedad inglesa de su tiempo como para satirizar ese morboso inter¨¦s que despiertan en la gente los sucesos truculentos. Las dos primeras partes reproducen con sabrosa iron¨ªa las convicciones de tan refinado club, que considera que todo asesinato puede, y debe, ser criticado y juzgado desde una perspectiva est¨¦tica. Detalles como qui¨¦n es el sujeto ajusticiado, los instrumentos empleados, el tiempo o el lugar intervienen en la calidad del trabajo, que consideran que puede llegar a ser una aut¨¦ntica obra de arte. La tercera y ¨²ltima parte del libro, el post scriptum, deja en un segundo plano el sarcasmo y expone en forma de cr¨®nica period¨ªstica una reflexi¨®n sobre el horror a trav¨¦s de los cr¨ªmenes cometidos por John Williams y por los hermanos M¡¯Kean en las proximidades del M¨¢nchester de 1812. Crudeza y minuciosidad al servicio de la irrefutable calidad literaria de De Quincey, que tanto influy¨® en otros escritores y en todo un movimiento, el decadentismo, que llegar¨ªa a?os despu¨¦s.
Que en ocasiones la delicadeza fluye de la desmesura cotidiana, del deterioro frente al dolor natural de la existencia, no solo lo demuestran la fina iron¨ªa de De Quincey o los esquivos y refinados recursos de los decadentistas, sino la cicatriz que la presi¨®n de la gravedad de la vida ha fijado en la biograf¨ªa y obra de tantos novelistas y creadores. Talentos en b¨²squeda, preguntando sin respuestas, que confluyen y concluyen en tr¨¢nsitos introspectivos, pose¨ªdos por el desencanto con una realidad que se advierte decepcionante. Pioneros y malditos, neur¨®patas, alcoh¨®licos y morfin¨®manos, err¨¢ticos y pesimistas que han legado un reguero de escritos y poemas esenciales y urgentes, bellos. Como A sangre fr¨ªa, trabajo sublime e inspirador que, como confesar¨ªa tiempo despu¨¦s el propio Capote a su bi¨®grafo, Gerald Clarke, acab¨® perfilando su autodestrucci¨®n, ratificando la idea de que la maestr¨ªa tiene puerta trasera y que la belleza puede brotar de la atrocidad. Muchas ¨®peras, lienzos, obras teatrales, filmes, esculturas o canciones deslumbrantes emanan del dolor, de la derrota.
La cocina, la alta cocina, m¨¢s all¨¢ del rigor y el sobreesfuerzo que precisa a fin de ofrecer un recital de platos excelentes, no deja de custodiar un acto tan b¨¢sico como es alimentarse. Y aunque nos guste sortearlo, omitiendo la realidad, exceptuando las plantas, las algas microsc¨®picas y algunas bacterias que son aut¨®trofas, es decir, capaces de sintetizar las sustancias necesarias para su metabolismo a partir de materia inorg¨¢nica, la inmensa mayor¨ªa de seres que habitamos el planeta, desde protozoos hasta numerosas bacterias y todos los animales, nos nutrimos de otros organismos. Sean mohos, fragmentos de vegetales o partes de animales, todo men¨² refugia una cuota de vida ajena.
En realidad, cada vez que asistimos a una cena, de una u otra forma, hay un crimen incluido. Con o sin arte, por supuesto.