Catalu?a desnuda
La espesa burbuja en que ha sobrevivido el Govern, parad¨®jicamente protegido por el coronavirus, ta?e su ocaso
Esta legislatura ¡°no tiene recorrido pol¨ªtico¡±, reconoci¨® el mi¨¦rcoles el inquilino de la Generalitat, Quim Torra. Se repite. Ya lo dijo, con iguales palabras, en su declaraci¨®n institucional del 29 de enero. Entonces atribuy¨® a su socio la falta de ¡°lealtad¡± sin la que ¡°ning¨²n Gobierno puede funcionar¡±; ahora lo hace oblicuamente. Entonces prometi¨® convocar elecciones anticipadas tras aprobar el presupuesto de 2020; ahora, con el presupuesto ya aprobado, sigue en la poltrona hasta que se aclare la crisis sanitaria.
Deber¨ªa convocar ya, como en Galicia y Euskadi, que es lo propio cuando un ejecutivo ¡°llega a su fin¡±. El de Torra, por sus ¡°reproches constantes¡± a los republicanos, su ¡°m¨¢s que probable inhabilitaci¨®n judicial¡± (por la desobediencia al colgar s¨ªmbolos partidistas en edificios p¨²blicos) y su ¡°falta de mayor¨ªa¡± en el Parlament, como sintetiza Carles Mund¨® (LV, 4/6). O al menos, deber¨ªa anunciar la circunstancia en que convocar¨¢.
Pronto vendr¨¢ obligado a ello. La espesa burbuja en que ha sobrevivido el Govern, parad¨®jicamente protegido por el coronavirus, ta?e su ocaso. Se desvanece al comp¨¢s que se acelera la desescalada y se incrementan las pullas mutuas entre los dos socios gubernamentales. La Catalu?a oficial vuelve al punto de partida del 29 de enero. Muestra as¨ª su creciente desnudez.
Esa burbuja se ha alimentado del empe?o de los ciudadanos de disponer de gobierno pr¨®ximo en tiempos de turbaci¨®n, eficazmente aprovechado por el uso en favor propio de un altavoz prestado, las convocatorias de la Conferencia de Presidentes; y por el goteo propagand¨ªstico cotidiano. Se ha nutrido tambi¨¦n de la elegante benevolencia de la oposici¨®n: mientras la del Congreso ejerc¨ªa con menos sentido de Estado que el lepenismo en Francia, la del Parlament solo ha puesto en cuesti¨®n la ret¨®rica¡ y la inevitable reclamaci¨®n por el desastre de las residencias geri¨¢tricas.
Y se ha completado exprimiendo la coartada para sus limitaciones y yerros en la acerba cr¨ªtica al Otro ¡ªcomo Donald Trump con la OMS o Boris Johnson con los europeos¡ª centr¨¢ndose en la presunta confiscaci¨®n de competencias auton¨®micas. Y soslayando que la concentraci¨®n de poder en el Ministerio de Sanidad se las ampli¨®: ha podido controlar tambi¨¦n la Sanidad privada. E incluso los laboratorios, con escaso logro.
El ¨¦xtasis barroco de esa coartada fue el presunto argumento de que la independencia habr¨ªa minorado el n¨²mero de fallecidos: hip¨®tesis de ficci¨®n, que en todo caso para nada avalan los resultados de Ejecutivos de Estados independientes como los dos anglosajones citados. Pero su funci¨®n no era solo vigorizar el deca¨ªdo entusiasmo de los fieles, sino difuminar los reveses propios en el ¨¢mbito competencial propio: las residencias; la infradotaci¨®n durante semanas del hospital de Igualada; las estafas sufridas en la compra de material; el l¨ªo de la desescalada por regiones sanitarias que niegan el hecho metropolitano de Barcelona, un 70% de la Catalu?a real; los fr¨ªvolos vaivenes ante la ayuda del Ej¨¦rcito; o los esot¨¦ricos planes del m¨¦dico de cabecera de Torra y sus histri¨®nicos ataques a sus colegas.
Guardemos proporci¨®n en la cr¨ªtica. Todas las Administraciones, aqu¨ª y fuera de aqu¨ª, cometen errores en las crisis graves, porque estas desbordan los saberes. Por eso son crisis m¨¢s graves. Lo que carece de justificaci¨®n alguna es la asimetr¨ªa en la vara de medir: autocomplacencia sobre la propia ejecutoria, sin admitir deslices; agresividad contra la de otros, peor si se acompa?a de consignas patri¨®ticas.
Pero eso cotiza ya a la baja. Al pinchar la burbuja, disminuye la eficacia de la coartada del enemigo exterior, se acrecienta la competici¨®n con el rival interior y cada uno debe rendir cuentas. Reaparece as¨ª lo que hab¨ªa dentro. Dentro del Govern. Deslealtad, desuni¨®n, final de recorrido.
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