Los secretos sobre el final de Franco que ocultan las cintas de Nixon
EL PA?S ofrece la transcripci¨®n ¨ªntegra de las grabaciones de la Casa Blanca sobre el final del franquismo y la sucesi¨®n
Los audios de Nixon
EL PA?S ofrece la transcripci¨®n ¨ªntegra de las grabaciones de la Casa Blanca sobre el final del franquismo y la sucesi¨®n del dictador
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Ir al contenidoA principios de los setenta, la Administraci¨®n del presidente estadounidense Richard Nixon estaba preocupada por el futuro de Espa?a. Les inquietaba la mala salud del general Franco y pensaban que su muerte podr¨ªa traer inestabilidad a un pa¨ªs que necesitaban para mantener sus bases militares y sus empresas. El Mediterr¨¢neo se hab¨ªa convertido en una zona disputada con los comunistas y los americanos ten¨ªan en Espa?a un firme aliado.
La preocupaci¨®n de Nixon le hizo disponer de toda la maquinaria diplom¨¢tica para estrechar los lazos con los protagonistas del tardofranquismo e incluso organizar misiones secretas para obtener informaci¨®n.
Los avatares de esa relaci¨®n entre Estados Unidos y Espa?a quedaron registrados en el sistema de grabaci¨®n que el presidente hizo instalar en el Despacho Oval de la Casa Blanca y en el audiodiario de un miembro de su staff. Esos audios se encuentran en la Biblioteca Presidencial de Nixon y han sido transcritos y traducidos ¨ªntegros por primera vez para la elaboraci¨®n de XRey, un podcast sobre la vida del rey Juan Carlos que se emite en Spotify.
EL PA?S los publica ahora ¨ªntegramente.
Cap¨ªtulo 1
La misi¨®n secreta
I
Richard Nixon regres¨® de su visita a Madrid, en octubre de 1970, con sentimientos encontrados. Por un lado, la acogida de los madrile?os le hab¨ªa sorprendido: los ciudadanos se hab¨ªan lanzado a la calle y le hab¨ªan aplaudido sin parar en el trayecto que le hab¨ªa llevado en un coche descubierto junto al dictador desde el aeropuerto hasta el Palacio del Pardo, en las afueras de la capital. Puede que el recibimiento hubiera sido a¨²n mayor que el dispensado al presidente Eisenhower en 1959, seg¨²n le cont¨® Franco. Tambi¨¦n hab¨ªa tenido un encuentro fruct¨ªfero con el vicepresidente Luis Carrero Blanco y hab¨ªa conocido al pr¨ªncipe Juan Carlos, que le hab¨ªa causado muy buena impresi¨®n por su conocimiento del ingl¨¦s.
En cambio, el encuentro con Franco le hab¨ªa causado preocupaci¨®n. Admiraba al dictador por sus profundas convicciones y su liderazgo, pero el caudillo se hab¨ªa quedado dormido en el coche y no hab¨ªa estado muy hablador. Tampoco en la cena de despu¨¦s, cuyo silencio fue corregido por el ministro de Exteriores Gregorio L¨®pez Bravo, uno de los pocos que hablaban ingl¨¦s.
El estado de salud de Franco parec¨ªa peor de lo que dec¨ªan los informes. Eso dejaba en el aire demasiadas preguntas sobre el futuro de Espa?a. El hombre designado por Franco para sucederle era Juan Carlos de Borb¨®n, pero parec¨ªa a¨²n demasiado verde para sustituirle. Tambi¨¦n se necesitaba a una segunda persona que tomara las riendas del Gobierno y evitara, por encima de todo, la inestabilidad en el pa¨ªs. El almirante Carrero y el ministro L¨®pez Bravo parec¨ªan los mejor colocados en la carrera por el poder. ?Cu¨¢les eran los planes de Franco?
II
El 26 de enero de 1971, Bob The Brush Haldeman, apodado as¨ª por su pelo al cepillo, se coloc¨® delante de la grabadora tras un intenso d¨ªa de trabajo. El jefe de gabinete de Nixon hab¨ªa tomado esa costumbre desde los primeros d¨ªas de su mandato, dos d¨ªas antes de que el presidente jurase el cargo ante el juez Earl Warren, el 20 de enero de 1969. Grabar su voz le serv¨ªa para organizar sus ideas, repasar la agenda del presidente y recordar lo ocurrido en cada reuni¨®n del staff. Ese martes de principios de 1971, Haldeman registr¨® la visita de los Pr¨ªncipes de Espa?a. No dijo gran cosa sobre lo ocurrido en aquella jornada, pero s¨ª dej¨® constancia de que la visita hab¨ªa sido importante para Nixon.
III
La reuni¨®n fue importante, pero no demasiado clarificadora. Nixon se reuni¨® con el pr¨ªncipe Juan Carlos en el Despacho Oval, pero el Pr¨ªncipe no parec¨ªa sentirse muy c¨®modo. La presencia del embajador Arg¨¹elles le imped¨ªa expresar sus planes para el futuro con tranquilidad. La reuni¨®n no despej¨® muchas dudas sobre lo que ocurrir¨ªa tras la muerte de Franco. Nixon trat¨® de convencer al Pr¨ªncipe de la necesidad de mantener el equilibrio entre la libertad y el orden y pidi¨® al Pr¨ªncipe que no se preocupara en ¡°exceso por presentar una imagen demasiado liberal ni reformista, sino por subrayar su juventud, dinamismo y simpat¨ªa¡±. Eso bastaba para proyectar el mensaje de que las cosas cambiar¨ªan cuando ¨¦l estuviera al mando. Hoy sabemos el contenido de esa entrevistas por algunos documentos y estudios sobre el tema. Todav¨ªa faltaban unos 20 d¨ªas para que se instalaran micr¨®fonos en la Casa Blanca.
IV
Nixon y su asesor de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, confirmaron en Washington la buena impresi¨®n que hab¨ªan sacado de Juan Carlos en el encuentro de Madrid, pero a¨²n pensaban que estaba verde ¡°para dirigir el fuerte¡±. Necesitaban informaci¨®n y el ¨²nico que pod¨ªa decirles qu¨¦ es lo que iba a pasar en Espa?a era el propio Franco.
El 6 de febrero de 1971, Bob Haldeman volvi¨® a ponerse frente a la grabadora y resumi¨® as¨ª sus inquietudes y los planes de Nixon.
No se trataba solo de pedir al dictador que explicara cu¨¢l iba a ser el futuro de Espa?a, sino de hacerle ver que lo mejor ser¨ªa entregar el poder en vida antes de que su salud empeorase y as¨ª evitar la inestabilidad que tem¨ªan los Estados Unidos. Hab¨ªa que moverse r¨¢pido, nombrar a un presidente del Gobierno fuerte y entregar al poder a un nuevo jefe del Estado, Juan Carlos. ¡°Si no¡±, dijo Haldeman, ¡°habr¨¢ anarqu¨ªa en Espa?a¡±.
?C¨®mo llegar a Franco y transmitirle el mensaje de Nixon sin generar mucho ruido? ?Qui¨¦n pod¨ªa hablar de t¨² a t¨² al general Franco para hablarle de su muerte? Probablemente solo otro general.
V
El general Vernon Walters era el agregado militar de Estados Unidos en Par¨ªs. Hab¨ªa estado en ?frica e Italia durante la Segunda Guerra Mundial, hablaba con fluidez italiano, franc¨¦s, portugu¨¦s y espa?ol y, a pesar de no haber ido a la universidad, hab¨ªa sido int¨¦rprete de varios presidentes. Conoc¨ªa bien Espa?a. Hab¨ªa estado en el viaje de Eisenhower, tambi¨¦n en el ¨²ltimo de Nixon, y ten¨ªa amigos entre los militares espa?oles. Algunos de ellos le hab¨ªan advertido acerca del ministro de Exteriores, L¨®pez Bravo, al que consideraban alguien maniobrero y m¨¢s cerca de Francia y Europa que de EE UU.
El encargo que le hab¨ªa hecho el presidente en Washington unos d¨ªas antes no era sencillo. La primera dificultad era llegar hasta el dictador sin la ayuda de la Embajada de Espa?a y sin conocimiento del ministro de Exteriores, L¨®pez Bravo. La segunda era hablarle a Franco de forma directa sobre su muerte.
Fue Carrero Blanco el que facilit¨® a Walters la entrevista secreta con Franco, aunque L¨®pez Bravo se acaba enterando y se las ingenia para estar presente. A las cinco de la tarde del 24 de febrero de 1971, el general estadounidense charl¨® con Franco sobre su muerte. Este habl¨® sobre ella con absoluta frialdad, seg¨²n cont¨® Walters a?os despu¨¦s en su libro Silent Missions (1978). Seg¨²n Walters, Franco le dijo que Espa?a recorrer¨ªa ¡°alguna distancia en el camino deseado por EE UU, pero no toda, ya que Espa?a no era Am¨¦rica, ni Inglaterra ni Francia¡±. Franco a?adi¨® que ¡°las Fuerzas Armadas nunca dejar¨ªan que las cosas se salieran de control y expres¨® su confianza en la capacidad del Pr¨ªncipe de dominar la situaci¨®n despu¨¦s de su muerte¡±.
Eso es lo que escribi¨® Walters en el libro. A?os despu¨¦s, en agosto de 2000, el general estadounidense dio una versi¨®n m¨¢s detallada de la conversaci¨®n con Franco en una entrevista al diario ABC. Seg¨²n Walters, Franco dijo: ¡°Yo he creado ciertas instituciones, nadie piensa que funcionar¨¢n. Est¨¢n equivocados. El Pr¨ªncipe ser¨¢ Rey, porque no hay alternativa. Espa?a ir¨¢ lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses y los franceses: democracia, pornograf¨ªa, droga, ?qu¨¦ se yo? Habr¨¢ grandes locuras pero ninguna de ellas ser¨¢ fatal para Espa?a¡±. ¡°?C¨®mo puede estar usted tan seguro, general?¡±, pregunt¨® Walters. ¡°Porque yo voy a dejar algo que no encontr¨¦ cuando asum¨ª el Gobierno hace 40 a?os:¡±, respondi¨® Franco, ¡°la clase media¡±.
Cap¨ªtulo 2
Estrechar lazos
I
Solo unos d¨ªas antes del viaje de Walters a Espa?a, a finales de febrero de 1971, la Divisi¨®n T¨¦cnica del Servicio Secreto de los EE UU instal¨® nueve micr¨®fonos en la Casa Blanca. Siete de ellos se colocaron en el Despacho Oval, cinco en la mesa del presidente y dos cerca de la chimenea. Los otros dos se instalaron en la sala del Gabinete. Tambi¨¦n se pincharon las l¨ªneas telef¨®nicas del presidente y de la Sala Lincoln. Los magnet¨®fonos, unos Sony TC.800 de bobina abierta, se escondieron en el armario de un s¨®tano de la Casa Blanca. El 16 de febrero empezaron a grabar todo lo que ocurri¨® en el despacho m¨¢s importante del mundo.
Durante sus a?os como vicepresidente de Eisenhower, Nixon hab¨ªa aprendido que son las relaciones internacionales las que hacen que un dirigente pase a la historia. Las cintas le ayudar¨ªan a tomar registro de toda su presidencia pero tambi¨¦n a apuntalar su visi¨®n como geoestratega. Todo lo que all¨ª quedase registrado ser¨ªa su legado pol¨ªtico.
No se equivoc¨® en eso ¨²ltimo, aunque quiz¨¢ no esperaba entonces que lo que realmente tendr¨ªa trascendencia ser¨ªan todas las conversaciones que mantuvo en el Despacho Oval sobre el caso Watergate. Aquel esc¨¢ndalo estall¨® en enero de 1972. El allanamiento de las oficinas del Partido Dem¨®crata en el complejo Watergate pas¨® de un simple robo de documentos a una historia m¨¢s amplia que destapaba c¨®mo la Administraci¨®n Nixon hab¨ªa empleado toda la maquinaria de inteligencia del Estado contra opositores y activistas.
El descubrimiento de las conversaciones grabadas en el Despacho Oval y los intentos de obstruir la investigaci¨®n que estas desvelaron le obligaron a dimitir el 8 de agosto de 1974.
El Watergate hace olvidar a veces que las cintas de Nixon son una oportunidad ¨²nica de asomarse a algo que normalmente permanece vedado: el funcionamiento del poder. Las grabaciones permiten ver c¨®mo y por qu¨¦ se toman algunas de las decisiones que mueven el mundo y el factor humano detr¨¢s de muchas de ellas. Son sobre todo una ventana a la historia del siglo XX. Algunas cintas siguen clasificadas, otras nunca se han analizado. Hay m¨¢s de 3.000 horas registradas en las que se habla de China, los ¨²ltimos coletazos de la guerra de Vietnam, las intrahistorias de la Guerra Fr¨ªa con la URSS¡ Y, por supuesto, Espa?a.
II
Nixon hab¨ªa decidido que el desenlace del franquismo y la sucesi¨®n del dictador merec¨ªan un an¨¢lisis m¨¢s profundo del que le hab¨ªan otorgado sus predecesores. La Casa Blanca ya ten¨ªa una idea de lo que probablemente iba a ocurrir tras Franco gracias al viaje del general Walters, pero quer¨ªa dejar su impronta y asegurar para el pa¨ªs una transici¨®n ordenada y alineada con sus intereses. A principios de los setenta comenz¨® el ajetreo de viajes de altos cargos a Espa?a.
El 6 de abril de 1971, a las cinco y veinte de la tarde, Elliot Richardson recibi¨® la llamada de la telefonista de la Casa Blanca. Nixon quer¨ªa hablar con su secretario de Educaci¨®n y Bienestar ¡ªel equivalente a un ministro en Europa¡ª para desearle suerte en su viaje por Europa y pedirle que transmitiera de su parte afecto a todo el que se encontrara. Tambi¨¦n a los espa?oles.
Richardson era un pol¨ªtico experimentado que ya conoc¨ªa a los espa?oles porque hab¨ªa participado en las negociaciones para renovar las bases en 1969. En su viaje iba a encontrarse con el pr¨ªncipe Juan Carlos, que le hab¨ªa invitado a un congreso de educaci¨®n en Madrid. El Pr¨ªncipe buscaba hacerse un perfil pol¨ªtico y hab¨ªa encontrado en ese acto una manera de destacar en un pa¨ªs que todav¨ªa no le conoc¨ªa muy bien y que no le ve¨ªa claramente como el sucesor de Franco.
Richardson lleg¨® a estar en cuatro ministerios diferentes en su carrera. Tambi¨¦n lleg¨® a ser Fiscal General pero tuvo que dimitir por las presiones de Nixon para parar la investigaci¨®n sobre el Watergate.
III
Nixon conoce Espa?a bastante bien y es capaz de distinguir a los pol¨ªticos que aspiran a la presidencia del Gobierno. El primer nombre que surge en una conversaci¨®n con sus asesores del 19 de mayo de 1971 es Carrero Blanco, al que el presidente americano admira, pero cree que Franco se decantar¨¢ probablemente por L¨®pez Bravo.
IV
Puede que el siguiente audio, del 11 de junio de 1971, sea el primer documento en el que se hable del p¨¢rkinson de Franco. La enfermedad del dictador era un asunto secreto en Espa?a aunque, d¨ªa tras d¨ªa, los espa?oles se daban cuenta del deterioro de la salud del dictador.
Para los estadounidenses era un asunto vital saber c¨®mo se encontraba Franco. El embajador de EE UU en Espa?a, Robert C. Hill, fue bastante expl¨ªcito en su relato de ese d¨ªa: ¡°Recientemente ha empezado a tener ataques en los que le dan arcadas, su digesti¨®n falla y empieza a vomitar".
Nixon y su staff apoyaron al dictador con la presencia frecuente de diplom¨¢ticos y militares en actos del r¨¦gimen. Durante la conversaci¨®n, Hill mencion¨® la presencia del almirante Moorer junto a Franco en el reciente Desfile de la Victoria. Fue una victoria para el r¨¦gimen que pudo presumir del apoyo de una figura de ese rango como una forma de ganar legitimidad. Ni la oposici¨®n en Espa?a ni muchos estadounidenses ve¨ªan con buenos ojos esa connivencia. Uno de los m¨¢s cr¨ªticos es el diario The New York Times. La Administraci¨®n Nixon es recordada por ser abiertamente hostil contra los medios de comunicaci¨®n. Las grabaciones secretas del Despacho Oval confirman la ojeriza con la prensa de algunos de sus miembros.
Hill estaba ya de salida en su puesto. Ten¨ªa su vista puesta en su carrera pol¨ªtica y necesitaba dejar su puesto diplom¨¢tico para poder presentarse a unas elecciones. El embajador, un conservador del ala dura, antes de llegar a la Embajada en Madrid hab¨ªa guerreado en puestos m¨¢s complicados en lo que en la ¨¦poca se conoc¨ªa como ¡°el patio trasero¡± de Estados Unidos: fue embajador en El Salvador, Costa Rica y M¨¦xico. Nunca lleg¨® a hablar bien espa?ol.
V
El proceso de cambio de embajador es sensible y no del todo limpio. El nombre de Cornelius Vanderbilt Whitney no aparec¨ªa en las grabaciones pero fue una de las primeras opciones para la Embajada de la calle de Serrano. Su nombramiento llegaba gracias a una generosa aportaci¨®n a la campa?a presidencial de Nixon, 250.000 d¨®lares. Como desvel¨® The Washington Post muchos a?os despu¨¦s, gracias tambi¨¦n a las cintas del Despacho Oval, la subasta de cargos diplom¨¢ticos era algo com¨²n en la ¨¦poca de Nixon en la Casa Blanca.
Cornelius V. Whitney era millonario, deportista, empresario y miembro de una de las familias m¨¢s adineradas del pa¨ªs. Su madre era Gertrude Vanderbilt Whitney, escultora y fil¨¢ntropa que llev¨® una vida bohemia en Europa y dej¨® en Huelva como legado una enorme estatua de Crist¨®bal Col¨®n hecha por ella misma. En la ciudad andaluza es conocida como Miss Whitney y tiene incluso una avenida a su nombre. No hay seguridad en este audio de que Nixon y Haldeman se refieran a Cornelius, pero la historia encaja con el personaje. Si es as¨ª, Cornelius se qued¨® sin el puesto por su indiscreci¨®n, porque los espa?oles no lo quer¨ªan, y tambi¨¦n porque Nixon y Haldeman dudaban de que pudiese pasar las vistas de confirmaci¨®n del Senado.
VI
Spiro Agnew pasar¨¢ a la historia como uno de los peores pol¨ªticos que han pisado la Casa Blanca. Es todav¨ªa el ¨²nico vicepresidente que ha tenido que dimitir por un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n y ni siquiera fue por el Watergate sino por otro anterior. Las dimisiones de Agnew y posteriormente la de Nixon desembocaron en la presidencia m¨¢s inesperada de la historia del pa¨ªs, la de Gerald Ford. Es el ¨²nico presidente que ha llegado a esa posici¨®n sin pasar antes por las urnas.
De todas maneras, cuando Agnew lleg¨® a la Casa Blanca nadie esperaba demasiado de ¨¦l. Estaba ah¨ª por ser hijo de un inmigrante griego y por conseguir para Nixon los votantes a los que ¨¦l no pod¨ªa llegar.
La misi¨®n de Agnew era sencilla. Ir a Espa?a, hablar con unos y con otros, poner la mejor sonrisa, dejar bien a Estados Unidos y regresar. De eso es de lo que hablaron Nixon y ¨¦l el 22 de junio de 1971 a las 15.42. La conversaci¨®n deja constancia de que Agnew no sabe mucho de los asuntos del pa¨ªs; desconoce por ejemplo que Juan Carlos ya ha sido nombrado sucesor de Franco con t¨ªtulo de rey. Nixon le explic¨® personalmente cu¨¢l era la coyuntura pol¨ªtica que iba a encontrarse en Madrid y qui¨¦nes ser¨ªan sus interlocutores m¨¢s importantes. De aquella visita han quedado fotos y registros en el NO-DO. Agnew se reuni¨® con Franco, Carrero y Juan Carlos y obtuvo su propia impresi¨®n de los movimientos para obtener el poder en la Espa?a despu¨¦s de Franco.
Al regreso, Agnew cont¨® su visi¨®n de lo ocurrido. Hizo hincapi¨¦ en que Juan Carlos ten¨ªa prisa por conseguir el poder, pero cre¨ªa que Franco durar¨ªa hasta el final. Agnew, Nixon y los dem¨¢s parecen admirar en todo momento al dictador y a Carrero Blanco.
Pocas veces puede verse lo que ocurre despu¨¦s de una reuni¨®n como la que hab¨ªan mantenido Nixon y Agnew d¨ªas antes. Un simple comentario de pasillo, un chascarrillo maledicente sobre el vicepresidente Agnew, que revela algo m¨¢s sobre la personalidad de este pol¨ªtico. Se lo cont¨® Murray Chotiner al presidente. El asesor, uno de los m¨¢s antiguos de Nixon, cont¨® los problemas de Agnew durante la cena de gala. Al parecer, el vicepresidente americano estaba preocupado por el brindis y a qui¨¦n brindar la copa en primer lugar. No ten¨ªa muy claro qui¨¦n era el jefe de Estado en Espa?a.
El paso de Agnew por Madrid fue contado ampliamente por la prensa espa?ola. Una visita as¨ª serv¨ªa para dar al pa¨ªs un perfil internacional del que hasta ese momento carec¨ªa. El vicepresidente era una manera m¨¢s de decir que Espa?a exist¨ªa y que era importante. Y ese, de alg¨²n modo, era tambi¨¦n el objetivo de Nixon: demostrar que Espa?a, aunque no fuese una democracia y gozase de un sistema de libertades, tambi¨¦n era una pieza importante en el tablero global.
Cap¨ªtulo 3
El quinto dedo
Con Hill fuera y Vanderbilt descartado para la Embajada de EE UU en Espa?a, Nixon se decant¨® por un veterano militar. Horacio Rivero fue el primer latino en llegar a ser almirante de cuatro estrellas. Hab¨ªa tenido una responsabilidad clave en la crisis de los misiles de Cuba y conoc¨ªa los problemas de Espa?a. Su ¨²ltimo cargo antes de llegar a Madrid hab¨ªa sido el de comandante de la OTAN para la flota del Mediterr¨¢neo.
Nacido en Puerto Rico, Rivero ten¨ªa una ventaja importante con respecto a su predecesor: ¨¦l s¨ª hablaba castellano. Quiz¨¢ por eso cuando se sent¨® con Nixon el 5 de diciembre de 1972 ya ten¨ªa una idea muy clara de lo que ocurr¨ªa en Espa?a, a pesar de llevar s¨®lo unas semanas en la Embajada. La conversaci¨®n es conocida por los investigadores, es una de las que mejor se conserva y ha sido estudiada en profundidad por el historiador Charles Powell en el libro El amigo americano. Ahora puede ser escuchada y le¨ªda al mismo tiempo.
En la conversaci¨®n, Nixon y Rivero parecen c¨®modos. Se mueven en un territorio que ambos disfrutan, la pol¨ªtica internacional. Saltan de China a la Guerra Fr¨ªa y de ah¨ª a los pa¨ªses ¨¢rabes sin soluci¨®n de continuidad. Nixon demuestra que, en el fondo, entiende bien el mundo. En unas pocas frases explica el complejo equilibrio que define la ¨¦poca. Dos gigantes como la URSS y Estados Unidos pueden competir y ser opuestos, pero nadie va a apostar por una confrontaci¨®n directa porque eso ser¨ªa el fin.
Los estadounidenses no tem¨ªan que Espa?a se levantara un d¨ªa comunista, algo que s¨ª hab¨ªa preocupado a Eisenhower y le hab¨ªa impulsado a abrir relaciones con el r¨¦gimen de Franco. Ahora Espa?a es algo m¨¢s. Los tecn¨®cratas que lideran el pa¨ªs, hombres como L¨®pez Bravo o Carrero Blanco, quieren aportar m¨¢s en la relaci¨®n con EE UU. Proponen algunas v¨ªas de colaboraci¨®n como la intermediaci¨®n con los pa¨ªses ¨¢rabes. El franquismo nunca reconoci¨® a Israel, que solo entabl¨® relaciones diplom¨¢ticas en los a?os ochenta, y se apoy¨® en los pa¨ªses del Magreb cuando estaba marginado por la comunidad internacional en cuestiones tan variadas como el ingreso en la ONU o la hist¨®rica reclamaci¨®n sobre Gibraltar. Nixon le pidi¨® a Rivero que se mantuviera abierto a esa posibilidad.
1969 El presidente ha ordenado que se haga un estudio sobre nuestras opciones de pol¨ªtica con respecto a Espa?a. El estudio deber¨ªa [¡] examinar los pros y los contras de las distintas l¨ªneas de pol¨ªtica posibles tanto a corto como a largo plazo, incluido el periodo pos-Franco.
1973 El presidente ha ordenado la revisi¨®n de las opciones de la pol¨ªtica de Estados Unidos con respecto a Espa?a. [¡] Una evaluaci¨®n preparada por la CIA sobre el sistema y orientaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de Espa?a en una etapa posfranquista. Se debe prestar particular atenci¨®n al previsible equilibrio de poder entre los elementos en competici¨®n en el sistema pol¨ªtico espa?ol. [¡] Deben abordarse los aspectos bilaterales, relacionados con la Comunidad Europea, relacionados con la OTAN (Oriente Pr¨®ximo, Mediterr¨¢neo) y debatirse las prioridades al respecto. [¡] Un an¨¢lisis de la importancia estrat¨¦gica de las bases estadounidenses preparado por el Departamento de Defensa.
La Espa?a a la que lleg¨® Rivero era un pa¨ªs en crecimiento y Nixon ve¨ªa potencial para que fuera mucho m¨¢s. Italia, Alemania, Francia y Reino Unido deben tener, en su opini¨®n, una nueva incorporaci¨®n entre los grandes de Europa. Espa?a ser¨ªa el ¡°quinto dedo¡± que completara esa mano. La idea era compartida por los tecn¨®cratas espa?oles. Llevaban a?os mirando a Estados Unidos, tambi¨¦n porque hab¨ªan encontrado al otro lado del Atl¨¢ntico a gobiernos m¨¢s receptivos que los de sus vecinos en el continente. Ten¨ªan claro que el futuro pasaba necesariamente por una integraci¨®n del pa¨ªs en las din¨¢micas europeas.
A los pa¨ªses europeos les era m¨¢s dif¨ªcil aceptar el sistema espa?ol, una dictadura que se extendi¨® hasta finales de los setenta. Nixon cre¨ªa que esos eran problemas solucionables, que no se pod¨ªa estar recordando siempre una Guerra Civil de la que hab¨ªan pasado ya varias d¨¦cadas y que ten¨ªa que ver m¨¢s con la infancia de los protagonistas de la pol¨ªtica que con el presente.
La conclusi¨®n de Rivero termin¨® siendo un vaticinio correcto. Espa?a hab¨ªa dado un salto adelante, su econom¨ªa no era la de los pa¨ªses m¨¢s avanzados pero su evoluci¨®n era buena y se hab¨ªan creado unas estructuras de Estado para que no ocurriera la anarqu¨ªa de la que hablaba Haldeman.
Cap¨ªtulo 4
L¨®pez Bravo
Gregorio L¨®pez Bravo era un pol¨ªtico algo at¨ªpico para lo que se estilaba al principio de los a?os setenta. Era alto, bien parecido y, sobre todo, hablaba un ingl¨¦s que le permit¨ªa ser un buen contacto para los pol¨ªticos estadounidenses.
Ingeniero naval de formaci¨®n, ascendi¨® en el r¨¦gimen hasta llegar a ministro de Asuntos Exteriores en 1969, el mismo a?o en el que Richard Nixon lleg¨® a la presidencia. Su presencia en Washington fue frecuente y los americanos le vieron como un posible candidato a liderar el pa¨ªs.
Franco eligi¨® finalmente a Carrero Blanco para el puesto de presidente del Gobierno. L¨®pez Bravo volver¨ªa a estar en la terna para presidir el pa¨ªs a?os despu¨¦s, cuando el rey Juan Carlos cambi¨® al Gobierno y quiso cambiar al presidente que hered¨® de Franco. Tampoco tuvo suerte en esa ocasi¨®n y el Rey se decant¨® por Adolfo Su¨¢rez.
L¨®pez Bravo es un personaje poco estudiado. Para el b¨²nker era un moderado, un reformista. Supernumerario del Opus, pertenec¨ªa a la familia de los tecn¨®cratas, aquellos que desde los a?os sesenta se hab¨ªan introducido en el r¨¦gimen para llevar una pol¨ªtica m¨¢s basada en la econom¨ªa que en la ideolog¨ªa.
Para los dem¨®cratas, no dejaba de ser alguien cercano a Franco, alguien de ideas muy conservadoras, en una l¨ªnea similar a la que representaba el propio Carrero Blanco. El almirante no era miembro del Opus, pero s¨ª alguien cercano a la congregaci¨®n desde la infidelidad de su esposa. Desde entonces abraz¨® a¨²n m¨¢s el catolicismo, se convirti¨® en un fiel de misa diaria. En 1973 fue asesinado por ETA en un atentado en la puerta de su iglesia.
L¨®pez Bravo era una persona con un alt¨ªsimo concepto de s¨ª mismo, algo que es evidente incluso para el embajador Hill, que hab¨ªa llegado a decir de ¨¦l que ¡°ser¨ªa el futuro de Espa?a si no se mirase tanto al espejo¡±.
El ministro sab¨ªa escuchar a la gente importante. Eso se hace obvio en la ¨²ltima conversaci¨®n, la que tiene el 11 de abril de 1973, en el Despacho Oval con Nixon. El presidente de Estados Unidos, que disfrutaba analizando la pol¨ªtica exterior, alecciona en ella a L¨®pez Bravo sobre las Comunidades Europeas y el futuro de Espa?a, record¨¢ndole en diversas ocasiones que la guerra termin¨® hace m¨¢s de tres d¨¦cadas y que es momento de quitarla del di¨¢logo cuando se habla de Espa?a. L¨®pez Bravo est¨¢ de acuerdo con todo y recalca que ¨¦l, en aquellos tiempos, no era m¨¢s que un ni?o.
Solo un par de meses despu¨¦s fue destituido como ministro de Asuntos Exteriores. Para entender su papel en esta historia y la importancia que le otorgaban en Estados Unidos no est¨¢ de m¨¢s ver la edici¨®n de The New York Times del d¨ªa despu¨¦s de su destituci¨®n, el 11 de junio. El peri¨®dico le dedica una columna y una fotograf¨ªa, dejando en solo unas l¨ªneas el resto de cambios en el Gobierno.
L¨®pez Bravo siempre estuvo mal situado. Fue un mueble de dise?o en el r¨¦gimen y uno demasiado antiguo para la Transici¨®n. En 1978 termin¨® su carrera pol¨ªtica siendo miembro de Alianza Popular y no acudiendo a votar en el Congreso la Constituci¨®n, seg¨²n la prensa de la ¨¦poca para no significarse. Tras a?os retirados de la pol¨ªtica, muri¨® en un accidente a¨¦reo el 19 de febrero de 1985.
Dos d¨ªas antes del cese de L¨®pez Bravo, el 9 de junio de 1973, hab¨ªa tomado posesi¨®n como presidente del Gobierno el almirante Carrero Blanco. Como demuestran las conversaciones, era el hombre que prefer¨ªan los americanos para liderar el final del r¨¦gimen. Alguien que garantizaba la estabilidad que tanto deseaban los Estados Unidos.
De ah¨ª que no tengan mucho sentido las teor¨ªas que hablan de conspiraciones y de la participaci¨®n de Estados Unidos en el asesinato de Carrero a manos de ETA, el 20 de diciembre de 1973.
Habr¨ªa sido muy interesante escuchar, en cualquier caso, las conversaciones de la Administraci¨®n Nixon sobre la muerte de Carrero, pero las grabadoras del Despacho Oval hab¨ªan dejado de funcionar meses antes, en julio de 1973, cuando un ayudante de la Casa Blanca revel¨® su existencia durante la investigaci¨®n del esc¨¢ndalo Watergate.
Ep¨ªlogo
C¨®mo destilar 3.000 horas de grabaciones
Las cintas de Nixon contienen m¨¢s de 3.000 horas de conversaciones captadas por el sistema de grabaci¨®n que se instal¨® en la Casa Blanca entre febrero de 1971 y julio de 1973. Es un material que est¨¢ disponible en la Nixon Presidential Library en California y al que pueden acceder los investigadores y cualquier persona que lo desee. Muchos de ellos est¨¢n accesibles online. La dificultad no est¨¢ en el hallazgo sino en la mala calidad de muchos de los audios. Por ahora solo se ha transcrito una peque?a parte de todos ellos, en torno al 5%.
Lo que los autores del podcast XRey hicieron fue recurrir a los ¨ªndices de la biblioteca y buscar all¨ª todo lo relacionado con Espa?a, Juan Carlos, Franco y Carrero Blanco y otras palabras clave. Una vez extra¨ªdos los audios, los t¨¦cnicos de sonido mejoraron algo la calidad del sonido. Tras esa limpieza, lo siguiente fue recurrir a expertos que ya hab¨ªan hecho el trabajo de transcripci¨®n previo. El principal fue Michael W. Cotten, profesor asistente de Historia en el Temple College de Texas, que ya hab¨ªa colaborado en el libro de referencia sobre las cintas The Nixon tapes, obra de Douglas Brinkley y Luke A. Nichter.
Tras el trabajo de Cotten, se terminaron de rellenar algunos huecos m¨¢s, con la ayuda de un ajuste de la velocidad del audio, el time shifter, una herramienta que les permiti¨® o¨ªr con m¨¢s facilidad las complicadas conversaciones del Despacho Oval.
Fe de errores
En una versi¨®n anterior se dec¨ªa que Nixon dimiti¨® el 8 de agosto de 1973 cuando en realidad la dimisi¨®n se produjo en 1974.
- Cr¨¦ditos
- Coordinaci¨®n y formato: J. A. Auni¨®n y Guiomar del Ser
- Direcci¨®n de arte y dise?o: Fernando Hern¨¢ndez
- Maquetaci¨®n: Nelly Natal¨ª
- Grafismo de v¨ªdeo: Eduardo Ortiz y Nelly Ragua
- Edici¨®n de v¨ªdeo: ?lvaro de la R¨²a y Luis Almod¨®var
- Edici¨®n gr¨¢fica: Carlos Rosillo
- Las cintas de Nixon sobre Espa?a han sido transcritas y traducidas para el podcast XRey, producido por The Story Lab y Spotify.
- Investigaci¨®n: ?lvaro de C¨®zar, Gonzalo Cabeza y Eva Lamarca
- Producci¨®n: Toni Garrido
- Transcripciones: Michael W, Cotten, Profesor de Historia en el Temple College, Texas
- Edici¨®n: Gonzalo Cabeza, ?lvaro de C¨®zar y Tom Kallene
- Sonido: Yago Mend¨ªvil
- Agradecimientos: Kevin O¡¯Reilly, Luke A. Nichter, Charles Powell, Ryan Pettigrew y Mary Elizabeth Curry