Confinados, sin churrasco y con TVG
El rebrote del virus introduce lo imprevisible en una campa?a gallega en la que la suerte parec¨ªa echada
Lo que m¨¢s se echa de menos en esta campa?a gallega es el churrasco. Y las hileras de bancos de las pulpeiras. Y las ollas humeantes de carne ao caldeiro. Vale que se haya tenido que prescindir de los m¨ªtines multitudinarios, de las visitas de los l¨ªderes a los mercados o de las efusivas secuencias de abrazos en las calles m¨¢s transitadas. Nadie parece derramar muchas l¨¢grimas por la suspensi¨®n de esos rituales del guion preelectoral. Lo que de verdad ha desnaturalizado esta campa?a, lo que infelizmente hace que parezca que no se trata de una aut¨¦ntica campa?a gallega, es la ausencia de cuchipandas de confraternidad con los votantes. No hay prueba mejor de que a¨²n vivimos en estado de excepci¨®n.
La vieja pol¨ªtica en Galicia funcionaba como una rama asociada a la gastronom¨ªa. Manuel Fraga fue un maestro en la combinaci¨®n de ambas. Su reinado se levant¨® entre monta?as de empanadas y bandejas de callos con garbanzos. Los movimientos de Fraga dibujaban una tourn¨¦e culinaria por el territorio. La mezcla entre sus ardorosos discursos y las brasas del churrasco resultaban irresistibles para los votantes. Con su aire tecnocr¨¢tico, Feij¨®o ha estado lejos de emular a su antecesor en esas puestas en escena. Pero tampoco hab¨ªa podido prescindir por completo de la poderosa arma electoral del polbo ¨¢ feira, inactiva ahora en tiempos de pandemia.
Sin francachelas ni ba?os de masas, con m¨ªtines que parecen montados en el sal¨®n de casa y encuestas un¨¢nimemente aplastantes para los rivales del PP, la ruta hacia el 12-J transcurr¨ªa de bostezo en bostezo. Feij¨®o tampoco mostraba mucho inter¨¦s en animarla. Hasta el que deber¨ªa ser el momento culminante, el ¨²nico debate televisado entre l¨ªderes, se program¨® en el inicio mismo de la campa?a, cuando los gallegos a¨²n estaban enter¨¢ndose de que en dos semanas tendr¨ªan una cita con las urnas.
En la recta final, el sopor se ha acabado. Debajo del desfallecido ambiente electoral, todo el mundo sab¨ªa del peligro de un susto. Y ha llegado: un brote que ha obligado a confinar una comarca entera y que sirve para recordar al resto de Galicia que el virus sigue rondando y a los candidatos, que el riesgo de desmovilizaci¨®n el 12-J es muy real.
En momentos as¨ª suele aflorar la mejor reserva de optimismo de la opini¨®n publicada en Galicia. El domingo, los mismos peri¨®dicos gallegos que informaban de que la Generalitat ¡°confinaba¡± una comarca de Lleida prefer¨ªan presentar lo de Lugo con el m¨¢s tranquilizador ¡°la Xunta cierra los accesos a A Mari?a¡±. Los ¨²ltimos titulares oscilan entre dar el brote por controlado o destacar que en otras ¨¢reas sanitarias apenas se registran contagios.
Si las comilonas electorales trazan una clara diferencia entre Fraga y Feij¨®o, ambos parecen dos gotas de agua al ver la elogiosa unanimidad que han logrado concitar en los medios de aqu¨ª. Lo que tampoco quiere decir que todo el mundo est¨¦ feliz con esa situaci¨®n. Los trabajadores de Televisi¨®n de Galicia (TVG), por ejemplo, acaban de cumplir dos a?os ininterrumpidos de protestas, los Viernes Negros, contra lo que entienden como una instrumentalizaci¨®n partidista del canal p¨²blico. Su ¨²ltima denuncia es de estos d¨ªas, despu¨¦s de que TVG emitiese im¨¢genes de abucheos en m¨ªtines a Pedro S¨¢nchez y a la candidata del BNG, Ana Pont¨®n. Un ejercicio muy profesional, si no fuera porque luego alguien se despist¨® y olvid¨® hacer lo mismo cuando el destinatario de las protestas en otro acto electoral era Feij¨®o.
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