La monta?a rusa del voto gallego
Vigo, la primera ciudad de Galicia, es el paradigma del sufragio mutante
Hay una definici¨®n de Galicia contenida en el t¨ªtulo de un libro del psiquiatra Santiago Lamas: Galicia borrosa. Alude a una comunidad sumergida en la bruma y que parece no querer saber mucho de lo de fuera, reacia a los cambios. Aunque el triunfo de Alberto N¨²?ez Feij¨®o por cuarta vez consecutiva parezca evidenciar que nada se ha movido, lo cierto es que la niebla de los resultados oculta un electorado que de una convocatoria a otra protagoniza un verdadero trasiego de votos. Y bastante planificado. Vigo, la primera ciudad de Galicia, es el paradigma.
Result¨® que los indecisos de estas elecciones eran los potenciales electores del BNG buceando en las encuestas hasta darle la vuelta al mapa de la representaci¨®n pol¨ªtica en Galicia. Los 19 diputados que liderar¨¢ Ana Pont¨®n en el Parlamento gallego se han formado plaza a plaza en infinidad de ayuntamientos en los que el BNG ha recuperado un gran caudal de votos fugados en su d¨ªa a En Marea, la alianza de Podemos, Esquerda Unida, confluencias locales y grupos nacionalistas. La captura del BNG ha sido de tal calibre que ha desplazado de un plumazo al PSdeG a la tercera posici¨®n en numerosos municipios para situarse en el podio tras el PP. Algo impensable hace apenas unos meses.
Porque, aunque el triunfo de Feij¨®o lo haya dejado todo atr¨¢s, lo cierto es que en las elecciones generales de abril de 2019 el PSOE gan¨® por primera vez en Galicia. Y en las municipales del mes siguiente se hizo con las alcald¨ªas de seis de las siete ciudades principales. En las segundas generales de noviembre, el BNG logr¨® retornar al Congreso de los Diputados tras conquistar el 8,38% de los votos. Ocho meses despu¨¦s, casi ha triplicado ese porcentaje.
En Vigo, en la misma jornada del 26-M de 2019 en la que coincidieron las municipales y las europeas, los electores modificaron escrupulosamente sus votos hasta el punto de entregar al PSOE (en realidad, a su alcalde, Abel Caballero) una exorbitante mayor¨ªa con un 67,6% de respaldo. En la otra urna, la de las elecciones europeas, el apoyo a los socialistas se qued¨® en el 44,7%. En esas municipales, el batacazo del PP en Vigo fue monumental: 13,69%. El domingo, Feij¨®o alcanz¨® en la ciudad el 32,51%. En ese mismo periodo entre los comicios locales y los auton¨®micos, el BNG ha pasado del 5,6% al 23,39%.
¡°Hay que diferenciar entre voto flotante y dual¡±, se?ala el polit¨®logo Arturo Gonz¨¢lez, director de Quadernas Consultor¨ªa. Los cambios en el bloque de la izquierda, con la recuperaci¨®n por el BNG de lo que le hab¨ªan arrebatado las Mareas, es consecuencia, se?ala Gonz¨¢lez, de un voto flotante. ¡°Al electorado de izquierda no le afecta psicol¨®gicamente el cambio de voto entre partidos del mismo espectro¡±, argumenta para explicar la naturalidad de la mudanza que ha dejado en la cuneta a Galicia en Com¨²n, la nueva marca de Podemos y sus aliados. El BNG, opina el experto, se llev¨® ese votante con ¡°una campa?a impecable¡± centrada en una candidata emp¨¢tica y resolutiva.
El voto a Feij¨®o, sin embargo, es m¨¢s dual. Como le ocurre tambi¨¦n al alcalde vigu¨¦s, el l¨ªder del PP gallego logra pescar gran cantidad en caladeros ajenos. Las encuestas ya anunciaban que es en ese sufragio cambiante donde mejor se maneja el presidente de la Xunta: el partido preferido de los electores era el PSOE, pero le daban el triunfo al PP. Feij¨®o bas¨® su campa?a en mimetizarse con Galicia, esconder las siglas del PP y situarse en una posici¨®n moderada. ¡°Los electores de centro ven con buenos ojos a Feij¨®o, y si en las generales votaron al PSOE o a Pedro S¨¢nchez y no al PP, fue para ahuyentar a la ultraderecha¡±, explica Gonz¨¢lez. Ahora ha sido el l¨ªder del PP gallego quien ha hecho el malabarismo de ¡°aglutinar votos del PSOE y de Vox¡±.
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