La ruta canaria se convierte en la m¨¢s arriesgada para llegar a Europa
El mar se traga a un emigrante por cada 20 que alcanzan las islas en patera
Se embarcaron rumbo a Canarias, pero el motor se averi¨®, los v¨ªveres y el agua se agotaron. Fueron d¨ªas a la deriva y, uno a uno, sus ocupantes murieron deshidratados. Los que a¨²n ten¨ªan fuerzas lanzaban los cad¨¢veres al oc¨¦ano. El ¨²nico superviviente, hallado en estado de shock dentro de la embarcaci¨®n, relat¨® a las autoridades mauritanas el terrible viaje en el que vio morir a 27 compa?eros. Era el tercer naufragio conocido la pasada semana. De otros nunca se tiene noticia. En lo que va de a?o, una persona ha muerto por cada 20 que han desembarcado en las islas, seg¨²n Missing Migrants Project de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM). El dato es peor que el de cualquier otra ruta mediterr¨¢nea para alcanzar Europa.
La v¨ªa migratoria hacia las islas Canarias est¨¢ m¨¢s activa que en los ¨²ltimos 12 a?os y el goteo de naufragios de pateras se intensifica. Hasta el 31 de julio hab¨ªan llegado al archipi¨¦lago 3.269 personas, pero murieron en el intento al menos 162. Si se compara el n¨²mero de personas que llega a puerto con el n¨²mero de personas que muere, la v¨ªa atl¨¢ntica hacia Europa supera este a?o en mortalidad al corredor mediterr¨¢neo hacia Grecia (donde fallece uno por cada 115 migrantes que logra desembarcar) y a la traves¨ªa del Estrecho y el mar de Albor¨¢n, donde muere o desaparece una persona por cada 94 que arriban a la costa. En estos t¨¦rminos ¡ªno en n¨²meros absolutos¡ª supera tambi¨¦n a la peligrosa ruta hacia Italia y Malta, en la que muere un migrante por cada 54 que llegan sanos y salvos.
?l no sab¨ªa d¨®nde estaban las islas Canarias, pero s¨ª que esa barca de goma que sal¨ªa de una playa de Tan Tan (Marruecos) le llevar¨ªa a Espa?a. Mohammed Kouyat¨¦, un guineano de 20 a?os, se puso el chaleco salvavidas que hab¨ªa fabricado con la c¨¢mara de aire de un neum¨¢tico y se subi¨® a una patera donde ya hab¨ªa 42 personas. Salieron el pasado 4 de enero y estuvieron a punto de no contarlo. Sin gasolina y con un comp¨¢s roto, Salvamento Mar¨ªtimo los encontr¨® desfallecidos cuatro d¨ªas despu¨¦s. ¡°El agua se termin¨® el primer d¨ªa. Estuvimos tres sin comer ni beber. No dormimos en cuatro d¨ªas porque est¨¢bamos sentados al borde de la z¨®diac, y te puedes caer. El miedo tampoco te deja dormir, cualquier ruido te asusta¡±, cont¨® Kouyat¨¦ a EL PA?S pocos d¨ªas despu¨¦s de su rescate. Durante la traves¨ªa, una mujer dio a luz y perdi¨® a su beb¨¦. Tras desembarcar, otra de las pasajeras sufri¨® un aborto. Fue uno de los viajes m¨¢s dram¨¢ticos de este a?o. ¡°Cuando nos rescataron sent¨ªa que no funcionaba ninguna parte de mi cuerpo, no pod¨ªa levantar el pie sin que me doliese¡±, relata.
Calcular la letalidad en la fachada atl¨¢ntica tiene muchas limitaciones estad¨ªsticas y esta es una aproximaci¨®n simplificada. Los miembros de Missing Migrants Project, que surge a partir de un proyecto period¨ªstico para consolidar un registro de las muertes en las rutas migratorias de todo el mundo, calculan la tasa de mortalidad con muchos m¨¢s datos de los que se disponen en el caso de Canarias. Habitualmente se tienen en cuenta los n¨²meros oficiales de llegadas, rescatados, interceptados por guardacostas de pa¨ªses vecinos, fallecidos y testimonios de los supervivientes y con esta informaci¨®n es posible saber cu¨¢ntas personas de todas las que lo intentan mueren en el camino. Pero la mayor¨ªa de estos datos no existen en la ruta hacia las islas por eso el c¨¢lculo se limita a la proporci¨®n entre llegadas y muertos o desaparecidos. Mientras que s¨ª hay informaci¨®n de las interceptaciones de las guardias costeras libia o turca, no la hay de los guardacostas de Marruecos o de los pa¨ªses del ?frica Occidental. La cantidad de ¡°naufragios invisibles¡± en esta ruta, advierten en la OIM, son tambi¨¦n fuente de imprecisi¨®n.
M¨¢s de 10 d¨ªas de traves¨ªa
En la peque?a localidad gambiana de Barra a¨²n duele el tr¨¢gico accidente del pasado diciembre. Solo de este pueblo que se asoma al Atl¨¢ntico desaparecieron unos 60 j¨®venes cuando el cayuco en el que viajaban choc¨® contra una roca cerca de Nuadib¨², en Mauritania. ¡°Nos dijeron que iba a ser un paseo, pero en realidad fue un infierno¡±, recuerda Emil Bass, que pudo sobrevivir escalando por un acantilado. Desde el intrincado d¨¦dalo de islas de la desembocadura del Sine Saloum o del r¨ªo Casamance, en el sur de Senegal, una embarcaci¨®n tarda entre 10 y 15 d¨ªas en llegar a Canarias. Eso si la cosa va bien. Suele ocurrir lo contrario.
Desde el centro de coordinaci¨®n de Salvamento Mar¨ªtimo de Gran Canaria y Tenerife se responde a las emergencias de un mill¨®n de metros cuadrados de oc¨¦ano. La distancia m¨¢s corta, desde Tarfaya (Marruecos) a Fuerteventura, supone recorrer en l¨ªnea recta 52 millas (casi 100 kil¨®metros), pero la traves¨ªa desde Gambia son m¨¢s de 800 millas (casi 1.500 kil¨®metros) en barcos poco preparados y sin suficiente gasolina para enfrentar m¨¢s de una semana en alta mar. ¡°Los condicionantes de esta ruta son muy diferentes a los de otras. Son importantes las corrientes y las condiciones meteorol¨®gicas, pero sobre todo los vientos. Durante casi todo el a?o predominan los vientos alisios, que son del noreste y que soplan en contra de la trayectoria de sus barcos¡±, explica Mar¨ªa Dolores Septi¨¦n, jefa del centro de coordinaci¨®n de Salvamento en Tenerife. Septi¨¦n, que vivi¨® las tragedias durante la crisis de los cayucos de 2006, a¨²n se sorprende al ver las malas condiciones en las que llegan las embarcaciones rescatadas, sobrecargadas y con entradas de agua.
El cayuco es una embarcaci¨®n muy marinera y es dif¨ªcil que trabuque a menos que impacte contra algo al aproximarse a la costa, cuando los miembros no responden debido al agotamiento de tantos d¨ªas en el mar. Sin embargo, la mayor¨ªa de las muertes se producen por hipotermia o deshidrataci¨®n. Basta un error de c¨¢lculo con la gasolina, una aver¨ªa del motor o que se acabe el agua y la comida para que el viaje se convierta en una pesadilla mortal. ¡°Hay desgraciados que les venden carburante mezclado con agua y les condenan a una muerte segura¡±, asegura Brahim Almamy, que trabaja descargando pescado en el puerto de Nuakchot.
¡°Es muy, muy peligroso, nunca lo olvidar¨¦¡±, recuerda Abdoulaye Ndiaye, quien un d¨ªa zarp¨® de Senegal en una barca abarrotada. ¡°Tienes que adentrarte en el mar a m¨¢s de 200 kil¨®metros de la costa, en aguas internacionales, para evitar que te cojan. All¨ª solo piensas en la muerte porque cualquier cosa que ocurra nadie va a venir a ayudarte. Las noches son lo peor, est¨¢s tiritando de fr¨ªo. Comes galletas para sobrevivir y todos vomitan a tu alrededor¡±, comenta este joven de Keur Massar, un pueblo pr¨®ximo a Dakar. ¡°Pones tu vida en manos de Dios y rezas para llegar a salvo. Es lo ¨²nico que puedes hacer¡±, a?ade.
Una ruta en auge
La ruta canaria, tras un repunte considerable de llegadas, se dio por reactivada en enero. Las llegadas se han multiplicado casi por seis este a?o respecto a 2019. Nunca un solo motivo explica los cambios de las rutas migratorias, pero aqu¨ª ha sido fundamental el control ejercido por la polic¨ªa marroqu¨ª en el norte del pa¨ªs. Embarcarse hacia el Estrecho o el mar de Albor¨¢n supone correr un riesgo mayor ante las redadas, traslados forzosos y encierros por parte de las autoridades del pa¨ªs vecino. Una ruta m¨¢s complicada ¡ªy cara¡ª fuerza a miles de migrantes a desviar su rumbo hacia el oeste o buscar puntos de embarque en lugares cada vez m¨¢s lejanos en Gambia, Senegal y Mauritania.
La capacidad de rescate de estos pa¨ªses, financiada en parte por Espa?a, es limitada. Las ONG que responden a las llamadas de los migrantes en alta mar acumulan decenas de avisos en los que pierden la pista de quien les llam¨® buscando auxilio. Alarm Phone ha recibido en lo que va de a?o los avisos de 21 embarcaciones en apuros mientras intentaban llegar a las islas, pero solo 12 lo lograron. Dos desaparecieron sin m¨¢s. La organizaci¨®n apunta las limitaciones de la Marina Real marroqu¨ª ante estas emergencias. ¡°Tardan much¨ªsimas horas en llegar hasta las embarcaciones y pocas veces las alcanzan antes del naufragio¡±, lamenta Paola Arenas, una de las integrantes de la organizaci¨®n. ¡°Si la coordinaci¨®n entre las autoridades de los distintos Estados se utilizase para salvar vidas y no para la militarizaci¨®n de las fronteras los n¨²meros de vidas perdidas ser¨ªan mucho menores¡±, asegura.
El primer naufragio del que se tiene constancia aconteci¨® en 1999. Murieron nueve j¨®venes de Guelmim (Marruecos). En los primeros a?os de la d¨¦cada pasada las pateras se estrellaban contra las rocas de Fuerteventura y Lanzarote y los fallecidos se contaban por decenas. Sin embargo, cuando la vigilancia marroqu¨ª en el S¨¢hara Occidental desvi¨® hacia el sur los puntos de salida las muertes se hicieron invisibles, como el peor naufragio conocido en la historia de la emigraci¨®n clandestina hacia Canarias, que tuvo lugar en 2007 cuando un cayuco con 160 j¨®venes procedentes de Kolda (Senegal) se perdi¨® en la inmensidad del mar sin dejar rastro.
Espa?a financia a los guardacostas
Espa?a mantiene desde el final de la llamada crisis de los cayucos, hace m¨¢s de una d¨¦cada, estrechas relaciones de cooperaci¨®n con los pa¨ªses del ?frica Occidental. La relaci¨®n incluye voluminosas partidas anuales por parte del Ministerio del Interior. Las subvenciones tienen como objetivo la lucha contra la inmigraci¨®n irregular y financian, entre otras cosas, parte de los gastos de las guardias costeras y la polic¨ªa de fronteras de Marruecos, Mauritania, Senegal, Guinea Conakri, Mal¨ª, Costa de Marfil y Gambia.
Los guardacostas de Mauritania, desde donde sale una parte relevante de las pateras que llegan a Canarias, recibe, por ejemplo, m¨¢s de 10 millones anuales. El centro de coordinaci¨®n regional de Canarias de la Guardia Civil cuenta adem¨¢s con la presencia permanente de un enlace de ese pa¨ªs. Adem¨¢s de otro marroqu¨ª y otro senegal¨¦s.
Las partidas para estos fines se han triplicado bajo el mandato de Fernando Grande-Marlaksa y, en 2019, llegaron a los 45,9 millones.
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