Emiratos, pa¨ªs de acogida de exmandatarios
A Juan Carlos I le une una buena amistad con el pr¨ªncipe heredero de Abu Dabi, Mohamed Bin Zayed
Emiratos ?rabes Unidos se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en refugio de exmandatarios y magnates que escapan de los problemas en sus pa¨ªses de origen, sea por la inestabilidad pol¨ªtica o por problemas econ¨®micos. All¨ª han encontrado hospitalidad durante sus respectivos exilios desde los paquistan¨ªes Pervez Musharraf y Benazir Bhuto hasta la madre del presidente sirio Bachar el Asad, la recientemente fallecida Anisa Makhluf, pasando por el ex primer ministro tailand¨¦s Thaksin Shinawatra.
A Juan Carlos I le une una buena amistad con el pr¨ªncipe heredero de Abu Dhabi y hombre fuerte de Emiratos ?rabes Unidos (EAU), el jeque Mohamed Bin Zayed. Desde su abdicaci¨®n en 2014, el rey em¨¦rito ha viajado al menos en tres ocasiones a ese emirato, uno de los siete que integran la federaci¨®n de EAU, para asistir al Gran Premio de F¨®rmula 1. Fue en el circuito de la isla de Yas donde se capt¨® su controvertido saludo a Mohamed Bin Salm¨¢n, el poderoso heredero saud¨ª, en 2018, unas semanas despu¨¦s del asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Su ¨²ltima visita conocida fue a ese mismo evento el pasado noviembre.
¡°Podr¨ªa haber viajado a Abu Dhabi para conectar con alg¨²n otro destino, pero me resulta sorprendente que se haya trasladado all¨ª en pleno verano, con las altas temperaturas¡±, aseguraba una fuente relacionada con las autoridades emirat¨ªes antes del anuncio oficio de la Casa del Rey espa?ola. ¡°Caben dos posibilidades: que le acojan en alg¨²n palacio, algo raro en estas fechas en las que todos se van del pa¨ªs, o que lo alojen en alg¨²n gran hotel, lo que terminar¨¢ sabi¨¦ndose porque alguien le ver¨¢ o le har¨¢ una foto¡±. El diario Abc situ¨® hace d¨ªas a Juan Carlos I en el Emirates Hotel de Abu Dhabi, uno de los m¨¢s caros del mundo.
M¨¢s all¨¢ del t¨®pico de la hospitalidad ¨¢rabe, Emiratos ofrece discreci¨®n y seguridad. Ese atractivo se percibi¨® a ra¨ªz de la inestabilidad generada por las revueltas de la Primavera ?rabe en 2011. Llegaron entonces afines a los antiguos reg¨ªmenes y empresarios que intentaban poner a salvo su dinero, pero tambi¨¦n opositores. A cambio, las autoridades solo les exigen que no hagan ruido ni declaraciones que puedan poner en apuros las ambiciones internacionales del pa¨ªs, cuyo sistema pol¨ªtico no permite la disidencia.
Tal fue el motivo de que tanto Bhutto, la ex primera ministra de Pakist¨¢n asesinada en 2007, como luego Musharraf, repartieran su tiempo entre Londres y Dub¨¢i. En la capital brit¨¢nica pod¨ªan hacer declaraciones con total libertad, mientras que en el emirato, a un par de horas de vuelo de su pa¨ªs, les resultaba m¨¢s c¨®modo reunirse con sus simpatizantes. Seg¨²n uno de los cables diplom¨¢ticos estadounidenses revelados por Wikileaks, el viudo de Bhutto, Asif Ali Zardari, contact¨® con las autoridades emirat¨ªes para pedirles que, en caso de que muriera o fuera asesinado, acogieran a sus hijos, Bilawal, Bakhtawar y Asifa.
Aunque la mayor¨ªa de los autoexiliados que recalan en Emiratos eligen la cosmopolita Dub¨¢i, Ahmed Shafiq, el ¨²ltimo primer ministro del egipcio Hosni Mubarak y candidato fallido en las primeras elecciones tras la revuelta, se instal¨® en Abu Dhabi, donde viv¨ªa una hija suya. Los m¨¢s previsores cuentan de antemano con el colch¨®n de una segunda vivienda, o al menos de una cuenta bancaria. Otros apelan a la generosidad de la familia gobernante.
El rey Juan Carlos siempre ha mantenido buenas relaciones con los monarcas ¨¢rabes. De hecho, parte de los problemas fiscales que afronta se deben a ¡°regalos¡± de los soberanos de Arabia Saud¨ª, Bahr¨¦in y Kuwait. ¡°Al menos Emiratos tiene la ventaja de que no est¨¢ vinculado con pagos sospechosos, pero es dif¨ªcil que la opini¨®n p¨²blica perciba esa diferencia¡±, se?alan fuentes diplom¨¢ticas. Consultado d¨ªas atr¨¢s, el Ministerio de Exteriores emirat¨ª no respondi¨® a una pregunta de EL PA?S de si Juan Carlos I estaba en el pa¨ªs. En casos anteriores, las autoridades ni confirman ni desmienten. Y la domesticada prensa local pasa de puntillas sobre esos asuntos, salvo que atenten contra los intereses nacionales.
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