El Supremo condena a un sargento y a una soldado por abusar de otra compa?era ebria en un tr¨ªo sexual
El alto tribunal entiende que la v¨ªctima carec¨ªa de condiciones para prestar su consentimiento
El Tribunal Supremo ha revocado una sentencia absolutoria de un tribunal de Sevilla y ha condenado a cuatro a?os y seis meses de c¨¢rcel a un sargento (pena que conlleva la expulsi¨®n del Ej¨¦rcito) y a otros ocho meses de prisi¨®n a una artillera por abusar, ambos, de otra soldado, que se encontraba en estado ebrio, con la que hicieron un tr¨ªo sexual en el cuartel del pe?¨®n de Alhucemas. Esta sentencia de la Sala de lo Militar del Supremo, con similitudes con la que dict¨® la Sala de lo Penal del alto tribunal contra los miembros de La Manada, sostiene que el estado de embriaguez de la v¨ªctima, aun cuando ella hubiese participado activamente en el acto sexual, vici¨® totalmente su aparente aquiescencia.
Era la v¨ªspera de las navidades de 2016. El sargento, Roberto B. C., invit¨® a un chupito a los soldados del departamento de cocina. Hab¨ªa tensi¨®n entre algunos de ellos con la artillera L. E. F. (la v¨ªctima), por lo que el sargento propici¨® una reuni¨®n para limar asperezas. Una vez resuelto el problema, brindaron por la reconciliaci¨®n con una copa de an¨ªs. Hacia las tres de la tarde del d¨ªa siguiente, 17 de diciembre, el sargento llev¨® al sal¨®n de la cocina, donde hab¨ªa un grupo de soldados, una botella de an¨ªs y les propuso brindar de nuevo por la llegada de la Navidad. Todos tomaron un chupito de an¨ªs. El sargento se march¨® y all¨ª continuaron L. E. F., quien entonces ten¨ªa de 31 a?os, y la tambi¨¦n soldado artillera Beatriz R. E. Ambas siguieron la celebraci¨®n y se tomaron otros dos chupitos.
Una hora despu¨¦s, un soldado del cuartel oy¨® un ruido (se cay¨® un vaso al suelo) y acudi¨® al sal¨®n. Se encontr¨® a L. E. F. en el suelo, ebria, y a Beatriz R. apoyada sobre el palo de una escoba, tambi¨¦n ebria, pero menos. Tambi¨¦n acudi¨® al sal¨®n Roberto B. C., el sargento. Al verlas, pidi¨® ayuda a otro soldado para llevarlas a la habitaci¨®n femenina del cuartel. El mando cogi¨® a L. E. F., dado su estado de embriaguez, y la traslad¨® unos 20 metros hasta el dormitorio donde ellas descansaban, una habitaci¨®n en la que hab¨ªa dos camas juntas y otra separada. Ambas iban con el ch¨¢ndal militar. Le quit¨® las zapatillas a L. E. F. y la ech¨® sobre una de las camas, la tap¨® y se fue. La otra artillera se ech¨® sobre la otra cama anexa. Pero pasados cinco minutos, el sargento regres¨® ¡°para ver c¨®mo estaban¡±, seg¨²n confes¨® al tribunal militar de Sevilla que m¨¢s tarde lo absolver¨ªa del delito de abuso sexual.
Al entrar, seg¨²n la sentencia, el sargento hall¨® a ambas desnudas y manteniendo relaciones sexuales. L. E. F. estaba ¡°en cuclillas y con la cabeza entre las piernas de la artillero Beatriz R., recostada esta sobre la cama y semidesnuda¡±, siempre seg¨²n la sentencia. El sargento entr¨®, cerr¨® el pestillo de la puerta y se uni¨® al acto sexual. Estuvo con ellas durante una media hora. Hasta que otro soldado llam¨® a la puerta. Le abri¨® Beatriz R., que debido a su estado de embriaguez cay¨® desplomada sobre sus brazos en el pasillo. Era el novio, tambi¨¦n soldado, de L. E. F., que segu¨ªa dentro en la cama.
El sargento volvi¨® a cerrar la puerta y el novio insisti¨® en que le abriera. Fue un momento muy tenso, cont¨® despu¨¦s el sargento, quien abri¨® finalmente la puerta y se march¨®. El novio fue a la cama donde estaba L. E. F. y la encontr¨® tapada con una colcha, pero totalmente desnuda, con los ojos abiertos y sonriente. Balbuceaba y no se le entend¨ªa. Al intentar levantarse, la chica cay¨® al suelo de bruces y se hizo una brecha en la ceja. El novio la visti¨® con un pijama que encontr¨® en la habitaci¨®n y avis¨® al capit¨¢n enfermero para que la curase.
Al llegar al cuarto, el enfermero hall¨® a L.E. F. con una toalla en la cabeza, aun con s¨ªntomas de embriaguez, llorando y ¡°muy preocupada por sus hijos y lo que pudieran pensar de ella¡±, siempre seg¨²n la sentencia. El enfermero le sutur¨® la herida y horas despu¨¦s dio parte al teniente jefe del grupo militar, desplazado desde Melilla al pe?¨®n. L. E. F. sigui¨® durmiendo.
Al d¨ªa siguiente no recordaba nada. Vio la brecha que ten¨ªa en la ceja y pregunt¨® a su compa?era Beatriz por lo sucedido. ¡°Ayer te liaste con el sargento...¡±, le dijo. ¡°No me acuerdo de nada¡±, repet¨ªa la v¨ªctima. Tambi¨¦n pregunt¨® a su novio, que le cont¨® lo que vio al llegar a la habitaci¨®n, y c¨®mo el sargento estaba dentro con la puerta cerrada y se fue al llegar ¨¦l a la habitaci¨®n y encontrarla ¡°desnuda¡±.
El teniente del cuartel avis¨® a los jefes en Melilla y se abri¨® una investigaci¨®n por abuso sexual. Tras una consulta con psiquiatr¨ªa del Hospital Central del Ej¨¦rcito, la v¨ªctima fue evacuada a Melilla, donde d¨ªas despu¨¦s present¨® una denuncia en una comisar¨ªa por abusos. En esos d¨ªas estaba tomando ansiol¨ªticos por una depresi¨®n leve. Fue diagnosticada de ¡°estr¨¦s postraum¨¢tico¡± tras sufrir los abusos.
El teniente tambi¨¦n hizo sus pesquisas sobre lo sucedido: pregunt¨® a la artillera Beatriz y esta reconoci¨® que los tres hab¨ªan mantenido relaciones, pero que estaba bebida y apenas recordaba nada. El sargento se limit¨® a decir que fue a la habitaci¨®n para ver c¨®mo estaban las dos soldados tras haberlas dejado all¨ª ebrias y que se sorprendi¨® al verlas desnudas y manteniendo relaciones sexuales.
Tras los hechos, el sargento y la soldado fueron procesados y acabaron en el banquillo. El Tribunal Militar de Sevilla absolvi¨® al sargento y a la artillera. Entendi¨® que no hab¨ªa pruebas de que la denunciante no hubiese otorgado su consentimiento para aquellos actos. Y exoner¨® a ambos: ¡°No ha quedado probado el grado e intensidad del estado de embriaguez de la artillero L.E.F; tampoco ha quedado probado que hubiese acceso carnal entre el sargento y ambas soldados ni qu¨¦ actos sexuales concretos mantuvieron entre ellos¡±, se?al¨® el tribunal militar de Sevilla.
Expulsado del Ej¨¦rcito
La v¨ªctima, defendida por la abogada Mar¨ªa Jos¨¦ Varo, recurri¨® a la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, que le ha dado la vuelta a la tortilla y acaba de dictar una sentencia en la que expulsa al sargento de la carrera y le impone cuatro a?os y seis meses de c¨¢rcel en una prisi¨®n militar por abusos sexuales con el agravante de abuso de autoridad. Tambi¨¦n condena a la soldado a ocho meses de prisi¨®n, aunque en este caso no lleva aparejada la expulsi¨®n del Ej¨¦rcito.
La sentencia, ponencia del presidente en funciones de la Sala de lo Militar, Fernando Pignatelli, da por buenos los hechos que describe la sentencia de Sevilla, pero entiende que la calificaci¨®n adecuada de ellos es la de abuso sexual cometido por un superior con una subordinada que estaba ebria y con el consentimiento viciado. El alto tribunal sostiene que la v¨ªctima no se hallaba en esos momentos ¡°en condiciones intelectivas y volitivas aptas para consentir v¨¢lidamente esas pr¨¢cticas sexuales¡±; es decir, sufr¨ªa una ¡°privaci¨®n de sentido¡±, y se?ala que, aunque la p¨¦rdida de la conciencia no fuese total, estaba afectaba de manera intensa la capacidad de reacci¨®n activa frente a fuerzas externas que pretenden aprovecharse de su debilidad".
Tambi¨¦n repudia la conducta de la otra soldado con ocho meses de prisi¨®n por los mismos delitos. En concreto, ¡°por abuso sexual sobre otro militar en un establecimiento del Ej¨¦rcito¡±. La sentencia cuenta con dos votos discrepantes entre los magistrados de la Sala de lo Militar. Estos sostienen que no cabe revocar una sentencia absolutoria en una sala, la militar del Supremo, que pone fin a la jurisdicci¨®n ordinaria y que, por tanto, impide a alguien condenado por primera vez recurrir su condena. La sentencia se?ala, en cambio, que puede ser modificada porque no hay una alteraci¨®n del relato de hechos probado en Sevilla, pero que la calificaci¨®n es inadecuada. Es decir, que la v¨ªctima no estaba en aquel momento en condiciones de prestar su consentimiento a tales pr¨¢cticas sexuales y que la conducta merece un reproche penal.
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