El h¨¦roe olvidado de Cambrils
El ¡®mosso¡¯ que abati¨® a cuatro terroristas del 17-A, con secuelas graves, topa con la frialdad de la administraci¨®n
Se le ha llamado, tal vez con raz¨®n, ¡°el h¨¦roe de Cambrils¡±. Se han escrito, a su pesar, cr¨®nicas que ensalzan su trayectoria. Algunas son falsas, como que hab¨ªa sido legionario o que era un experto tirador. Incluso parece que inspir¨®, en parte, a Javier Cercas para su novela Terra Alta. Pero la realidad del mosso d¡¯esquadra que abati¨® a cuatro de los cinco terroristas que sembraron el caos en el paseo mar¨ªtimo de Cambrils la madrugada del 17 al 18 de agosto de 2017 es m¨¢s prosaica. Y m¨¢s triste. Si es un h¨¦roe, es un h¨¦roe olvidado y aplastado por la maquinaria de la administraci¨®n.
El agente, que a¨²n sufre las secuelas de aquella actuaci¨®n (depresi¨®n, estr¨¦s postraum¨¢tico, problemas para dormir), declar¨® ayer como testigo-v¨ªctima en la Audiencia Nacional, en el juicio por los atentados del 17-A. Su aspecto poco tiene que ver con el de un Rambo. Habla con los brazos cruzados, como protegi¨¦ndose. Para alguien cuyo mayor temor es ser reconocido ¡ª¨¦l solo acab¨® con la mitad de la c¨¦lula yihadista de Ripoll y teme represalias¡ª ha sido hiriente tener que declarar a la vista de los tres acusados: Mohamed Houli, Driss Oukabir y Said Ben Iazza, acusados por organizaci¨®n terrorista pero no como autores materiales de la matanza. Su abogado hab¨ªa solicitado para ¨¦l la condici¨®n de testigo protegido, pero el presidente del tribunal, F¨¦lix Alfonso Guevara, no lo permiti¨®.
El agente, que no ha sido indemnizado, ha tenido que declarar a cara descubiertaEl agente, que no ha sido indemnizado, ha tenido que declarar a cara descubierta
Es el ¨²ltimo agravio a un polic¨ªa que ha padecido la frialdad de una burocracia que no entiende de h¨¦roes. A diferencia de la agente que le acompa?aba esa noche en la rotonda del club n¨¢utico, ¨¦l no ha sido indemnizado ni reconocido como v¨ªctima del terrorismo. La Generalitat, pese a que le condecor¨®, no ha seguido su evoluci¨®n. Regres¨® a la calle, y a los pocos d¨ªas tuvo una actuaci¨®n con un individuo ¨¢rabe, una situaci¨®n que le super¨®. No ha podido volver a trabajar. Se ha visto obligado a seguir de baja porque la Seguridad Social no le concede, por ahora, la incapacidad total.
Ajeno a esas circunstancias, el agente explic¨® con sobriedad, en menos de cinco minutos, una actuaci¨®n que salv¨® su vida y, quiz¨¢s tambi¨¦n, la de otros ciudadanos que esa noche de verano paseaban tranquilamente por la tur¨ªstica Cambrils. El mosso y su compa?era estaban en un control como parte del operativo de seguridad tras el atropello masivo de La Rambla. Pasada la 1.00, un Audi A3 negro ocupado por cinco integrantes de la c¨¦lula irrumpi¨® en el paseo. ¡°Encar¨® hacia nosotros y aceler¨® a fondo para embestirnos. Solo tuve tiempo de gritar ¡®cuidado¡±. La mossa, que tambi¨¦n declar¨® (protegida) fue arrollada frontalmente.
El Audi A3 volc¨®, y de su interior salieron los terroristas armados con cuchillos y un hacha que hab¨ªan comprado en un bazar chino. Tambi¨¦n llevaban ¡°chalecos adosados al cuerpo¡±, que el mosso interpret¨® como reales (m¨¢s tarde se supo que eran simulados). ¡°Uno de ellos viene hacia m¨ª con un hacha en la mano, gritando Allahu Akbar. Solo me dio tiempo a prepararme y, cuando lo ten¨ªa a pocos metros, dispar¨¦ hasta abatirle. Desconozco cu¨¢nto dispar¨¦¡±.
El mosso se hab¨ªa quedado sin munici¨®n en el subfusil cuando se percat¨® de que otros tres terroristas se le abalanzaban. ¡°Corro a la derecha, me cuelgo el subfusil al cuello y cojo mi arma reglamentaria. Cuando me giro, los ten¨ªa encima. No tuve tiempo m¨¢s que para abrir fuego y abatir a los tres. Acaba todo, me quedo en shock. No comprendo lo que ha sucedido (¡) Lo peor de todo es el sentimiento de culpa¡±. Mientras lo explica, desde la pecera Driss Oukabir hace aspavientos, se pasa la mano ostentosamente por la cintura, como simulando un cintur¨®n de explosivos. Uno de los j¨®venes abatidos fue Moussa Oukabir, su hermano peque?o.
¡°Los ten¨ªa encima. No tuve tiempo m¨¢s que para abrir fuego¡°, afirma¡°Los ten¨ªa encima. No tuve tiempo m¨¢s que para abrir fuego¡°, afirma
El mosso vio a su compa?era con el rostro ensangrentado. A¨²n tuvo la sangre fr¨ªa de pedir a un ciudadano el tel¨¦fono m¨®vil para llamar a emergencias. ¡°Fue la primera llamada que recibimos esa noche¡±, detall¨® el mando policial que elabor¨® los informes sobre aquella noche de terror. ¡°Hab¨ªa gente que se hab¨ªa tirado al agua, confinada en restaurantes, otra tirada en el suelo...¡±
Ana Mar¨ªa Su¨¢rez estaba tendida sobre la acera, cerca del Audi A3. A¨²n viv¨ªa cuando lleg¨® el mosso 13941. ¡°Estaba mal. Me record¨® a un ser querido y le cog¨ª la mano. Le dije que todo ir¨ªa bien¡±. Su¨¢rez muri¨® y se convirti¨® en la 16? y ¨²ltima v¨ªctima mortal del 17-A.
La mossa herida, mientras tanto, hab¨ªa podido avisar por emisora: ¡°?Atentado, atentado!¡±. Ella tambi¨¦n sufre las secuelas (¡°lo paso mal al sacar a mis hijos a la calle¡±) y recuerda a¨²n el ¡°silencio aterrador¡± de esa jornada. Tras el aviso, de inmediato se activaron los refuerzos. A unos 500 metros del club n¨¢utico, uno de los agentes que lleg¨® a toda prisa divis¨® a Omar Hichamy, que esa noche cay¨® al suelo tres veces por disparos y otras tantas se levant¨®. En una de esas, ret¨® con los ojos al polic¨ªa: ¡°Me mira fijamente y se r¨ªe, grita Allahu Akbar. Con la mirada me dice ¡®te voy a matar¡±.
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