El republicano que libr¨® del hielo a la Barcelona franquista
El d¨ªa de Navidad de 1962 una nevada de caracter¨ªsticas muy similares a la que ha bloqueado Madrid se abati¨® sobre Barcelona. La complicidad entre un republicano exiliado y un alcalde franquista libraron a la capital catalana del cerco de hielo
¡ªEst¨¢ bien. Que pase.
¡ªA sus ¨®rdenes, Excelencia.
La lucecita de El Pardo se apag¨®. Eran cerca de las ocho de la ma?ana del 27 de diciembre de 1962. Dos horas m¨¢s tarde, en la Aduana de la Farga de Moles, entre Espa?a y Andorra, el comisario dio la orden de levantar la barrera. ¡°?Nos vamos!¡±, grit¨® el jefe de la cuadrilla de 12 hombres a los mandos de sus quitanieves. Y la caravana enfil¨® la carretera en direcci¨®n a Barcelona.
A esa misma hora, la capital catalana amanec¨ªa bloqueada por el hielo y la nieve por tercer d¨ªa consecutivo. Como Madrid 59 a?os m¨¢s tarde. Entre la Nochebuena y el d¨ªa de Navidad de 1962 se acumularon espesores de 70 cent¨ªmetros en el centro de la ciudad y de 60 cent¨ªmetros en las pistas del aeropuerto del Prat, que qued¨® cerrado durante cuatro d¨ªas. La perturbaci¨®n que gener¨® la hist¨®rica nevada ¡ªcuyos registros no han sido superados en la zona por ninguna otra hasta la fecha¡ª pas¨® con rapidez y el d¨ªa 26 los cielos rasos y el viento de norte favorecieron una r¨¢pida congelaci¨®n de la nieve acumulada en las calles. Ese d¨ªa, festivo en la ciudad, los servicios municipales no actuaron, lo que agrav¨® la situaci¨®n. Como ha ocurrido este pasado fin de semana en Madrid, Barcelona qued¨® completamente paralizada. Los coches particulares, taxis y flota de autobuses, inmovilizados. El metro funcionaba de manera intermitente debido a los continuos cortes de fluido el¨¦ctrico. Las entradas a los principales hospitales quedaron sepultadas bajo un metro de nieve y hielo. Los bomberos asumieron las labores de transporte de enfermos. Comercios y mercados permanecieron cerrados durante varios d¨ªas. El Ej¨¦rcito intent¨® abrir caminos para el abastecimiento de la ciudad sin ¨¦xito: carec¨ªan de maquinaria apropiada.
Dos d¨¦cadas antes, en enero de 1939, Andreu Claret lideraba la retirada de los altos cargos del Gobierno republicano en Catalu?a. Cuando cruz¨® la frontera, como un exiliado m¨¢s, se sum¨® a la Resistencia francesa contra la ocupaci¨®n nazi mientras brindaba ayuda a otros espa?oles exiliados como ¨¦l en el sur de Francia, entre los que se encontraba Pau Casals. Fue el maestro quien le libr¨® de un destino sombr¨ªo cuando intercedi¨® para que la Gestapo liberase a Claret tras caer detenido. En 1949 Claret se estableci¨® en Andorra y logr¨® del Gobierno de ese pa¨ªs una concesi¨®n administrativa para mantener abierto durante los meses de invierno el Port d¡¯Envalira, un enclave esencial para asegurar las comunicaciones con Francia. Andreu Claret se convirti¨® as¨ª en uno de los expertos m¨¢s reconocidos en comunicaciones de alta monta?a de Europa.
Los a?os de la posguerra mundial significaron para Andorra una ¨¦poca de prosperidad ligada, entre otras actividades, al nacimiento del turismo de nieve. Las familias acomodadas de Barcelona escog¨ªan el Principado como destino de sus vacaciones de invierno. Y, con toda seguridad, en esos d¨ªas de nieve, esqu¨ª y veladas junto al fuego, Andreu Claret trab¨® amistad con Jos¨¦ Mar¨ªa Porcioles, el alcalde al frente de la Ciudad Condal cuando lleg¨® la gran nevada. Con todos los servicios esenciales inmovilizados, Porcioles no dud¨® en contactar con su amigo Claret, quien acept¨® el reto de cruzar Catalu?a para desbloquear Barcelona con su maquinaria y experiencia. Pero un serio problema se cruz¨® en su plan: Claret carec¨ªa de pasaporte y adem¨¢s era requerido en Espa?a por la justicia militar por un art¨ªculo firmado por ¨¦l en la publicaci¨®n Poble Catal¨¤ que llevaba por t¨ªtulo Franco, ets un assas¨ª (¡°Franco, eres un asesino¡±). El comisario a cargo de la frontera, a pesar de conocerle y apreciarle personalmente, se negaba a franquearle el paso.
¡°Claret: usted baja, retira la nieve y regresa derecho a este puesto fronterizo, ?de acuerdo?¡±, orden¨® el comisario antes de franquear el paso a la caravana.
No hay constancia de qu¨¦ curso siguieron las gestiones, pero es muy probable que fuese Porcioles quien consiguiera, en la madrugada del 27 de diciembre, persuadir a la ¨¦lite de las autoridades franquistas ¡ªy puede que al propio Franco, con quien manten¨ªa una buena relaci¨®n¡ª para que autorizasen a Claret a cruzar la frontera.
Tras 18 horas de viaje el peque?o ej¨¦rcito de quitanieves alcanz¨® la ciudad. Es dif¨ªcil imaginar lo que sinti¨® Claret al contemplar la ciudad desde lo alto de la Diagonal 24 a?os despu¨¦s de haberla abandonado acompa?ando a otro ej¨¦rcito en retirada y a punto de ser derrotado. Las quitanieves se entregaron a su tarea durante 36 horas fren¨¦ticas y su actuaci¨®n fue decisiva para levantar el bloqueo al que el hielo somet¨ªa a Barcelona y sus infraestructuras vitales.
Claret, despu¨¦s de saludar a su amigo Porcioles en el Ayuntamiento, emprendi¨® camino de regreso a Andorra, cumpliendo as¨ª con la orden que recibi¨® del comisario. El equipo de libertadores de la ciudad no recibi¨® compensaci¨®n econ¨®mica alguna por parte de las autoridades espa?olas, pero s¨ª un reconocimiento en forma de placa ¡ªescrita en catal¨¢n¡ª que Claret recogi¨® en el mes de abril de 1963 de manos del alcalde Porcioles: ¡°En homenatge i record a la seva actuaci¨® a la nevada del desembre de 1962¡å. Claret regres¨® a Barcelona en 1964, desde donde asesor¨® a Gobiernos y empresas en el dise?o de infraestructuras de alta monta?a, como los t¨²neles del Guadarrama y del Cad¨ª. Falleci¨® en su ciudad en 2005.
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