La democracia en el puesto de Manoli
La jornada comenz¨® con problemas en muchos colegios y con las urnas colocadas de forma excepcional en mercados, aparcamientos y hasta en el estadio del Bar?a
El mercado de Sant Antoni es uno de los m¨¢s antiguos de Barcelona. Lo construyeron en el siglo XIX cuando derribaron las murallas para que la ciudad respirara y es una orfebrer¨ªa modernista que busca la luz y la ventilaci¨®n. Todo eso ha servido tambi¨¦n para que se convirtiera este domingo en un supercolegio electoral, cuatro en el mismo sitio, con 29 mesas, para 17.000 votantes.
Pero ponerlo en marcha ha sido un l¨ªo. Tiene forma de estrella, con varias puertas en cada brazo, y a las ocho de la ma?ana en cada una se agolpaban los convocados a las mesas, cada uno con su papelito doblado en la mano. Algunos hasta con carpeta, si ten¨ªan que alegar razones m¨¦dicas. Se ve¨ªan varias personas mayores con muletas. Les iban llamando y cada vez que un titular de una mesa no aparec¨ªa, la mujer que pasaba lista pon¨ªa caras: ¡°Pues como sigamos as¨ª¡ vamos a ver el suplente¡±. Y gritaba otro nombre. A las nueve de la ma?ana no pudo abrir pr¨¢cticamente ninguna de las mesas. Encima comenz¨® a llover, con nueve grados de temperatura. Tambi¨¦n comenzaron a llegar los primeros votantes, que adem¨¢s eran los m¨¢s mayores y poblaci¨®n vulnerable. Todos moj¨¢ndose, y aquello no empezaba. Se armaron algunas broncas e intervino una pareja de municipales:
¡ª?Todos para atr¨¢s por favor!
¡ªEs que nos mojamos.
¡ª?Yo tambi¨¦n!
¡ª?Ya, pero a usted le pagan!
¡°?Eso, eso!¡±, jaleaba la multitud presente. El ambiente era de nerviosismo, muy protest¨®n, de fatiga pand¨¦mico-pol¨ªtica acumulada. Pero Albert Agorreta, 87 a?os, toda la vida trabajando en un taller de joyer¨ªa, al menos se lo mont¨® bien. Ense?aba una bolsa de pl¨¢stico con un bocadillo de jam¨®n y queso de cabra, y una coca-cola en el bolsillo interior de la chaqueta. Sentado en una silla plegable de playa que se hab¨ªa tra¨ªdo de casa: ¡°Esperaremos lo que haga falta, yo estoy preparado¡±. Era el primero de la fila. Por fin pudo pasar a eso de las 9.45. Mar¨ªa del Carmen Codina, de 93 a?os, con una muleta, estaba bastante m¨¢s cabreada: ¡°Ha empezado la jornada como est¨¢ el pa¨ªs: mal¡±. Le acompa?aba una mujer que le ayudaba a caminar y sobre todo a montar el pollo para votar: ¡°?Llevamos aqu¨ª desde las nueve menos cuarto, es una verg¨¹enza, hab¨ªan dicho que viniera la poblaci¨®n vulnerable!¡±. Tras discutir con los de seguridad y con la polic¨ªa, la dejaron pasar: ¡°?He votado toda mi vida y no pienso dejar de votar hoy!¡±.
En una de las secciones, con tres mesas, eran casi las diez y a¨²n no hab¨ªan empezado. La cola fuera era enorme, bajo la lluvia. Dentro no se aclaraban. ¡°Empezaremos cuando nos digan los Mossos, que tienen que hablar con la Junta Electoral¡±, explicaba un representante municipal. Hab¨ªa cierta inquietud porque si daban las diez y no estaban constituidas las mesas, se cerraba. Aseguraban que s¨ª lo estaban, y que faltaba solo un tr¨¢mite. Fuera la gente se quejaba en voz alta, despotricando contra todo, en esa complicidad espont¨¢nea que nace en una cola de desconocidos con parecido sentido de la injusticia. Por fin un agente de los Mossos que estaba al m¨®vil, asinti¨® con la cabeza, colg¨® y dijo: ¡°?Empezamos!¡±. Pas¨® la primera de la fila a las 10.11 horas, Avelina Mestres, de 91 a?os, en silla de ruedas, que al menos le hab¨ªan dejado esperar dentro, m¨¢s calentita.
Un jaleo con buen humor
¡°Esto ha sido un jaleo¡±, admit¨ªan en una de las mesas. ¡°Yo soy la suplente de la suplente de la suplente¡±, contaba una de las vocales de la mesa U, secci¨®n 157. Se lo tomaban con buen humor. Se ve¨ªa eso de que te conoces en la mesa y congenias perfectamente con los que te han tocado, que resultan ser majos. Gente corriente que seguramente vote cada uno una cosa, pero no se hace notar. Se le¨ªan en voz alta los puntos m¨¢s interesantes del librito oficial de instrucciones. Fueron a comer a casa por turnos. Los tres, enfundadas las manos en guantes azules, sosten¨ªan la m¨¢s peque?a c¨¦lula de la democracia, en forma de mesa, con papeles, rotuladores y una urna. Esa mesa estaba junto a un puesto del mercado, la tienda Manoli. Con todos sus problemas, la jornada electoral hab¨ªa arrancado en el ¨²ltimo colegio. Poco despu¨¦s sali¨® el dato de que el 99% de las mesas se hab¨ªan constituido.
Con la que estaba cayendo, un diluvio, ten¨ªan mucho m¨¢s m¨¦rito las mesas formadas en el Centro de Residuos de Catalu?a, otro de los colegios electorales raros improvisados en estos comicios. Porque estaban al aire libre, en el aparcamiento. Lo que pasa es que los convocados para ocuparlas no sab¨ªan que iban a pasar el d¨ªa sentados en el exterior, con fr¨ªo y lluvia, y al llegar se llevaron una sorpresa. ¡°Si lo hubiera sabido, me habr¨ªa abrigado m¨¢s¡±, cuenta una de las presidentas, que est¨¢ con camisa y chaqueta. Les pusieron un peque?o calefactor a cada mesa, pero no se notaba mucho, solo el que estaba al lado. En algunas mesas se turnaban la silla del radiador. ¡°Al menos ser¨¢ el colegio m¨¢s seguro para la covid¡±, comentaban sonriendo con resignaci¨®n. Aqu¨ª tambi¨¦n hubo problemas en alguna mesa. De nueve convocados se presentaron cuatro, y uno dijo que hab¨ªa alegado que ten¨ªa problemas de espalda, pero no le hab¨ªan respondido. Le mandaron a casa a buscar el resguardo y, cuando lo trajo, se pudo ir. Este colegio est¨¢ en las Tres Torres, el distrito que m¨¢s participaci¨®n registr¨® en las anteriores elecciones, pero a media ma?ana no hab¨ªa ninguna cola. ¡°Esperemos que al menos nos dejen hacer el recuento dentro del edificio¡±, comentaban en una mesa, con los pies ya congelados.
All¨ª cerca hab¨ªa otro colegio curioso, porque est¨¢ en un colegio, s¨ª, pero el de m¨¦dicos. Y adem¨¢s es que su presidente, Jaume Padr¨®s, se ha distinguido por sus declaraciones cr¨ªticas, como esta del pasado enero: ¡°No se dan las condiciones desde el punto de vista sanitario para unas elecciones seguras el 14-F¡±. Sin embargo, en el edificio donde est¨¢ su propio despacho todo marchaba bien. Empezaron a la hora y no hab¨ªa aglomeraciones. Le tocan 1.910 electores. Aunque a mediod¨ªa ya se formaban colas, porque se acababa la franja horaria de la poblaci¨®n de riesgo y ya pod¨ªan ir los dem¨¢s. Un joven lleg¨® a las 11.50 y pregunt¨® si pod¨ªa entrar. ¡°Hombre, por ¨¦tica, yo le dir¨ªa que mejor que no, casi espera ya¡±, le dijo un agente. ¡°Claro, claro¡±, respondi¨® ¨¦l.
Donde s¨ª hab¨ªa colas, y bastante impresionantes, era a 10 minutos en coche, en el Camp Nou. El Bar?a ha cedido su auditorio como colegio electoral, ocho mesas, 4.055 votantes, y tambi¨¦n se toparon con dificultades en varias de ellas. Arrancaron hacia las 9.45 horas. En la explanada se form¨® una cola que daba varias vueltas, m¨¢s de 200 personas a las 12.20 horas. A ratos segu¨ªa la lluvia y la gente aguantaba pacientemente una media hora. Hilari, de 66 a?os, lo ve¨ªa as¨ª: ¡°Soy del Bar?a, y en mi vida me imagin¨¦ que iba a votar un d¨ªa aqu¨ª, se me hace raro, pero bueno, este a?o todo es raro, ?no?¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.