Militares en Ceuta: ¡°Venga, que ah¨ª est¨¢ la Cruz Roja¡±
Los soldados espa?oles auxilian a los inmigrantes, marroqu¨ªes y subsaharianos, que llegan exhaustos a la playa del Tarajal
Los soldados espa?oles desplegados en la playa del Tarajal, junto a la frontera con Marruecos, para tratar de contener la llegada masiva de inmigrantes que ha llevado a la ciudad aut¨®noma a m¨¢s de 6.000 personas desde el lunes, apenas dan abasto para auxiliar a los extranjeros que llegan exhaustos al arenal fronterizo. ¡°No tenemos cifras ni de los que hemos llevado al hospital¡±, comenta Isabel Brasero, portavoz de Cruz Roja. Los equipos de emergencias parecen liebres recorriendo la orilla. De un extremo a otro del trozo de playa que linda con la verja que da acceso al paso fronterizo, reposan personas agotadas, casi todas de origen subsahariano.
A pie de las olas, un joven intenta caminar con la vista nublada y un peque?o manguito infantil en la mano. Dos soldados lo exhortan a cruzar entre las piedras del dique, pero la falta de fuerzas le hace detenerse entre dos rocas. No consigue levantarse. Los militares lo acaban llevando en volandas por los pies y las manos d¨¢ndole ¨¢nimos: ¡°Venga, que ah¨ª est¨¢ Cruz Roja¡±. Finalmente, se desploma boca abajo en el suelo y apenas hay tiempo para atenderlo porque el equipo de sanitarios corre a intentar reanimar a otro joven a punto de convulsionar por el cansancio o la hipotermia. ¡°?Ponedlo boca arriba!¡±, gritan, antes de llegar y asegurarse de que respira. El lunes, una persona muri¨® en el intento de entrar a nado en Ceuta.
Los efectivos del Ej¨¦rcito de Tierra, desplegados con cuatro veh¨ªculos blindados, han ido sacando del agua a los chicos con apariencia de menores de edad. Se van sentando en la orilla, como esperando a que alguien les d¨¦ la orden de moverse. El Ej¨¦rcito se ha dirigido a las naves del Tarajal, donde se concentra a buena parte de los inmigrantes, principalmente los menores. Tambi¨¦n ha llevado veh¨ªculos blindados a la playa del Tarajal. En el arenal hay grupos de j¨®venes de pie, en el agua, frente a los militares, que han formado un cord¨®n en la orilla.
A metros de la arena, sobresalen cabezas de nadadores que no se acercan a¨²n a la orilla. Entre los dos espigones, protegidos por rejas, cuatro blindados est¨¢n dispuestos frente al vallado perimetral. De la zona proviene sonido de fogueo. Son botes de humo que lanzan las fuerzas marroqu¨ªes al otro lado de la valla. Los soldados se afanan en devolver a los chavales que corretean en el trozo de playa que se asemeja a la tierra de nadie. Cinco j¨®venes descansan sobre el suelo, exhaustos y atendidos por Cruz Roja.
Pasado el mediod¨ªa, la situaci¨®n parece haberse calmado un poco tras el frenes¨ª de las primeras horas de la jornada. Por la playa pasean, de vuelta a Marruecos, grupos de j¨®venes que regresan a casa. Vuelven voluntariamente, tras pasar la noche en la calle. Amar, ceut¨ª, comenta que hace pocas horas ha dejado a su primo junto a la frontera, camino de vuelta a Fnideq, antigua Castillejos. ¡°?Qu¨¦ iba a hacer aqu¨ª?¡±, comenta.
F¨¢tima (nombre ficticio), tambi¨¦n ceut¨ª, merodea en torno a la nave del Tarajal, donde se encuentran los aproximadamente 1.500 menores que entraron este lunes sentados en el suelo a la espera de que los voluntarios de Cruz Roja les sirvan el rancho. Intenta encontrar al hijo de su primo, de 16 a?os. ¡°No sabemos nada de ¨¦l¡±, se preocupa, ¡°mi primo me llam¨® ayer [lunes] por la tarde, llorando; ha pasado toda la tarde y toda la noche aqu¨ª [en Ceuta]¡±. ¡°Entr¨® por entrar¡±, se indigna, ¡°vio con los chavales que la frontera estaba abierta y se ech¨® a nadar¡±.
Parientes residentes en Ceuta y padres que cruzaron en familia desesperan intentando encontrar a los ni?os que a¨²n no han sido siquiera registrados. Samira, vecina de Fnideq de 35 a?os, s¨ª tiene a su hijo Ilias, de 15 a?os, controlado. Ambos cruzaron nadando por la zona norte de Benz¨² durante la tarde del lunes. La madre grita desde un muro sobre el pol¨ªgono donde se ubica la nave. ¡°?Ilias!¡±, chilla; y el chaval saluda desde el barullo de ni?os sentados en el suelo. ¡°La gente no tiene nada all¨ª¡±, se lamenta, ¡°mi hija de 20 a?os quiere estudiar, quiere ropa, quiere de todo, y no puedo darle nada¡±.
La mujer cobraba 400 euros al mes como empleada dom¨¦stica en Ceuta antes de que se cerrara la frontera, en marzo de 2020, ante la pandemia por covid-19. Ahora intenta apa?arse con lo que, de vez en cuando, le manda su antigua empleadora. ¡°Me ayuda, pero no mucho¡±, dice, ¡°un mes s¨ª y otro no¡±. Le preocupa m¨¢s su tarjeta sanitaria como cotizante a la seguridad social y su permiso de trabajo, ambos caducados. ¡°Yo ten¨ªa todos mis papeles y ahora he llegado aqu¨ª como una irregular¡±, comenta, ¡°ahora, con mi hijo, ?qu¨¦ voy a hacer? Si me devuelven a Marruecos, ?lo dejo aqu¨ª? Me rompe el coraz¨®n¡±.
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