Cinco lecciones en medio de la tormenta diplom¨¢tica entre Espa?a y Marruecos
Mientras Madrid aprende hasta qu¨¦ punto es ¡°sagrada¡± para Marruecos la cuesti¨®n del S¨¢hara Occidental, Rabat topa con una firmeza nunca vista desde la crisis de Perejil
El pulso que mantiene Marruecos con Espa?a ¡ªy con Alemania¡ª a causa del S¨¢hara Occidental no parece que vaya camino de enfriarse a corto plazo. Marruecos exige que Espa?a cambie su ¡°actitud¡± respecto al S¨¢hara Occidental. Pero su actitud viene determinada desde 1991 por las resoluciones de la ONU. Y tampoco lleva trazas de modificarse.
Aunque ambos pa¨ªses se conocen muy bien, los dos vecinos aprenden estos d¨ªas duras lecciones en medio de la torm...
El pulso que mantiene Marruecos con Espa?a ¡ªy con Alemania¡ª a causa del S¨¢hara Occidental no parece que vaya camino de enfriarse a corto plazo. Marruecos exige que Espa?a cambie su ¡°actitud¡± respecto al S¨¢hara Occidental. Pero su actitud viene determinada desde 1991 por las resoluciones de la ONU. Y tampoco lleva trazas de modificarse.
Aunque ambos pa¨ªses se conocen muy bien, los dos vecinos aprenden estos d¨ªas duras lecciones en medio de la tormenta. Veamos algunas de ellas:
1. El S¨¢hara es ¡°sagrado¡± para Rabat y una ¡°raz¨®n de Estado¡± para Madrid. Cada vez que un ministro espa?ol visitaba Rabat, siempre hab¨ªa un periodista marroqu¨ª que ¡ªcomo si fuera de forma espont¨¢nea, al azar¡ª preguntaba cu¨¢l era su opini¨®n sobre el S¨¢hara. Y el ministro de turno, al que ya hab¨ªan prevenido en la embajada espa?ola, contestaba con el mantra de que para Espa?a el S¨¢hara Occidental es una cuesti¨®n de Estado que va siempre ligada a la ONU.
Ahora, el Gobierno espa?ol est¨¢ descubriendo hasta qu¨¦ punto el S¨¢hara Occidental es ¡°sagrado¡± para Marruecos. Y Rabat aprende hasta qu¨¦ extremo Espa?a puede defender una ¡°raz¨®n de Estado¡±.
Tal vez hasta el propio monarca marroqu¨ª averig¨¹e d¨ªa a d¨ªa hasta d¨®nde quiere llegar en esa cuesti¨®n tan ¡°sagrada¡± y ¡°capital¡±. Mohamed VI hered¨® de su padre, Hassan II, lo que en su pa¨ªs se rememora como la gran gesta de la Marcha Verde, por la que Espa?a se vio obligada a abandonar su colonia del S¨¢hara. Pero tambi¨¦n hered¨® la firma del acuerdo de paz de 1991, que preve¨ªa un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n en la zona. Mohamed VI ya renunci¨® a ese compromiso de su padre y present¨® un plan de autonom¨ªa en 2007. Plan que fue rechazado por el Frente Polisario.
Ahora, dif¨ªcilmente Mohamed VI querr¨¢ pasar a la historia como la persona que dilapid¨® o puso en peligro la herencia del padre. Pero tampoco querr¨¢ poner en peligro la asociaci¨®n que ha ido consolidando d¨ªa a d¨ªa con la Uni¨®n Europea ¡ªy con Espa?a, como principal socio comercial¡ª en dos d¨¦cadas de reinado.
2. Ceuta y Melilla son los ¡°enclaves¡± ocupados. Siempre que la prensa marroqu¨ª menciona a estas dos ciudades espa?olas se a?ade que est¨¢n ocupadas. Mientras en Espa?a no se habla de Gibraltar ¡°ocupado¡±, para los marroqu¨ªes parece casi obligatorio unir ese adjetivo a Ceuta y Melilla. La diplomacia espa?ola ten¨ªa esa lecci¨®n aprendida. Pero la letra de los diarios no llegaba al Parlamento marroqu¨ª, a las declaraciones del Gobierno, a la mesa de las relaciones bilaterales¡ Hasta que empez¨® a llegar.
Sucedi¨® pocos d¨ªas despu¨¦s de que el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconociera la soberan¨ªa marroqu¨ª del S¨¢hara. Y en ese contexto, un periodista egipcio pregunt¨® al jefe del Gobierno marroqu¨ª, Saaded¨ªn el Otmani, por Ceuta y Melilla. Y El Otmani contest¨®: ¡°Llegar¨¢ el d¨ªa en que vamos a reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroqu¨ªes como el S¨¢hara¡±.
El Parlamento Europeo record¨® en su resoluci¨®n de este jueves 10 de junio que ¡°Ceuta es una frontera exterior de la Uni¨®n cuya protecci¨®n y seguridad concierne a la Uni¨®n en su totalidad¡±. Y el Parlamento marroqu¨ª replic¨® al d¨ªa siguiente con un comunicado en el que califica a Ceuta como ciudad ¡°ocupada¡±. Ojo por ojo.
La inmensa mayor¨ªa de los marroqu¨ªes consideran que esos enclaves son productos del colonialismo y deber¨ªan volver a ser marroqu¨ªes. Pero el hecho de que el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, viajase el 18 de mayo a Ceuta tambi¨¦n ense?¨® a Marruecos hasta qu¨¦ punto hay ¡°causas capitales¡± en Espa?a. ¡°La integridad territorial¡±, advirti¨® S¨¢nchez, ¡°de las fronteras de Ceuta y Melilla, que tambi¨¦n lo son de la UE, y la seguridad de nuestros compatriotas ser¨¢n defendidas por el Gobierno de Espa?a en todo momento, bajo cualquier circunstancia y con todos los medios necesarios¡±.
3. Joe Biden no es Donald Trump¡ Aunque tampoco ha derogado el decreto de Trump, que reconoc¨ªa la soberan¨ªa marroqu¨ª sobre el S¨¢hara a cambio de que Marruecos normalizase sus relaciones con Israel. No obstante, este mi¨¦rcoles, el portavoz del secretario de Estado de Estados Unidos, Ned Price, declar¨® que ¡°existen unas diferencias muy importantes y profundas¡± en el Magreb respecto a las posiciones de Trump.
4. Espa?a no es la Espa?a que sol¨ªa tratar Marruecos. Marruecos lleva dos d¨¦cadas acostumbrado a recibir agasajos por parte de las autoridades espa?olas. La crisis de la isla Perejil, en 2002, dej¨® paso a una colaboraci¨®n creciente en terrorismo islamista, emigraci¨®n irregular y tr¨¢fico de drogas. Incluso cuando las autoridades marroqu¨ªes comenzaron a permitir la entrada de 10.000 personas en Ceuta el 17 de mayo, la ministra de Exteriores, Arancha Gonz¨¢lez Laya, declar¨® que no le constaba que Marruecos lo intentara hacer a prop¨®sito. Los r¨¦cords de llegadas de emigrantes irregulares en 2018 se saldaron, mes a mes, sin una sola cr¨ªtica a Rabat.
Esos tiempos de mansedumbre por parte de Madrid parecen muy lejanos. Sobre todo, desde que la ministra de Defensa, Margarita Robles, declar¨® el 20 de mayo: ¡°No vamos a aceptar el m¨¢s m¨ªnimo chantaje¡±.
5. Es m¨¢s f¨¢cil elevar el tono que enfriarlo. O dicho de otra forma: una vez que se inicia la crisis nadie sabe c¨®mo va a terminar. Una vez que las autoridades marroqu¨ªes levantan la barrera hacia Ceuta no se sabe si terminar¨¢n entrando 5.000 o 10.000 personas. Si van a morir en el intento una, ninguna o varias personas. No se sabe tampoco si la imagen que dar¨¢ la vuelta al mundo ser¨¢ la de un menor marroqu¨ª implorando a los militares espa?oles ¡°tienen que entendernos¡± o la de un subsahariano abrazado por una voluntaria de la Cruz Roja espa?ola.
No se sabe tampoco si el Parlamento Europeo terminar¨¢ aprobando una resoluci¨®n que rechaza el uso de menores no acompa?ados como m¨¦todo de presi¨®n por las autoridades marroqu¨ªes, como lo hizo el jueves. Y no se sabe si las autoridades espa?olas terminar¨¢n plante¨¢ndose, como lo est¨¢n haciendo, incluir a Ceuta y Melilla en el espacio de Schengen, lo que impedir¨ªa a los vecinos marroqu¨ªes de las ciudades espa?olas entrar sin visado en ellas.
La escalada verbal resulta tentadora en estos momentos. Siempre hay, a uno y otro lado del Estrecho quien anima y jalea las medidas m¨¢s dr¨¢sticas. Pero tambi¨¦n hay, en los dos pa¨ªses, quienes saben todo lo que est¨¢ en juego. Todo lo que se puede perder en una escalada. Todo lo que cuesta reconstruir el camino de la confianza.