7.153 d¨ªas en Afganist¨¢n
Las dos d¨¦cadas de despliegue espa?ol en el pa¨ªs centroasi¨¢tico han costado 102 vidas y casi 3.500 millones
El 17 de enero de 2002 el primer avi¨®n del Ej¨¦rcito del Aire espa?ol aterrizaba en Kabul (Afganist¨¢n). Hac¨ªa dos meses que la Alianza del Norte, aliada de Washington, hab¨ªa entrado en la capital afgana y el objetivo de aquel viaje era llevar ayuda humanitaria a la poblaci¨®n, reci¨¦n librada del yugo talib¨¢n. Aquel vuelo, pilotado por el comandante Lucas Bertomeu y con un pu?ado de periodistas a bordo, serv¨ªa tambi¨¦n de conejillo de indias para comprobar las facilidades del aeropuerto de K...
El 17 de enero de 2002 el primer avi¨®n del Ej¨¦rcito del Aire espa?ol aterrizaba en Kabul (Afganist¨¢n). Hac¨ªa dos meses que la Alianza del Norte, aliada de Washington, hab¨ªa entrado en la capital afgana y el objetivo de aquel viaje era llevar ayuda humanitaria a la poblaci¨®n, reci¨¦n librada del yugo talib¨¢n. Aquel vuelo, pilotado por el comandante Lucas Bertomeu y con un pu?ado de periodistas a bordo, serv¨ªa tambi¨¦n de conejillo de indias para comprobar las facilidades del aeropuerto de Kabul y los obst¨¢culos a los que se enfrentaba un despliegue militar a 6.000 kil¨®metros de Espa?a. El avi¨®n tard¨® tres d¨ªas en llegar y tuvo que dar un largo rodeo, pues Azerbay¨¢n no autoriz¨® la escala en su territorio. Tras sobrevolar durante varias horas Kabul, pues el espacio a¨¦reo de un pa¨ªs sin Estado era el ¨²nico que no requer¨ªa autorizaci¨®n previa, el H¨¦rcules espa?ol aterriz¨® en el aeropuerto de la capital afgana, donde tuvo que descargar a mano los bultos de ayuda humanitaria ante la falta de toros mec¨¢nicos. ¡°La coalici¨®n liderada por Estados Unidos, que se ha mostrado sumamente eficaz para derrocar a los talibanes, da muestras de notable incompetencia a la hora de organizar la ayuda humanitaria¡±, dec¨ªa aquella primera cr¨®nica.
Una semana despu¨¦s, empezaban a llegar a Kabul los 450 soldados (incluida una unidad de ingenieros) con los que el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar respond¨ªa al llamamiento de la OTAN que, por primera vez en su historia, hab¨ªa activado el art¨ªculo 5 del Tratado de Washington (defensa mutua), a ra¨ªz de los atentados del 11-S. Al a?o siguiente, la Administraci¨®n Bush, con el apoyo entusiasta de Aznar, se embarc¨® en la guerra de Irak y la misi¨®n en Afganist¨¢n pas¨® a un segundo plano. Cuando en mayo de 2003 se produjo el accidente del Yak-42, la mayor cat¨¢strofe de la historia del Ej¨¦rcito espa?ol en tiempo de paz, en la que perdieron la vida 62 militares, el Ministerio de Defensa atend¨ªa a la vez a dos teatros de operaciones en Asia y ahorraba costes fletando aviones de antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas para transportar a los soldados.
La retirada abrupta de las tropas espa?olas de Irak, en abril de 2004, marc¨® un punto de inflexi¨®n. El Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez intent¨® desairar a Washington reforzando la presencia militar en Afganist¨¢n, una operaci¨®n que contaba con el aval de la ONU, al contrario que la invasi¨®n de Irak. En septiembre de ese a?o, Espa?a desplegaba un millar de militares en Mazar-i-Sharif, al norte del pa¨ªs, para garantizar la seguridad de las elecciones con las que se quer¨ªa apuntalar al nuevo Estado afgano.
Pero el gran compromiso fue el Equipo de Reconstrucci¨®n Provincial (PRT) de Bagdhis, una de las provincias m¨¢s pobres y aisladas del pa¨ªs, que Espa?a asumi¨® en 2005. Durante ocho a?os, la cooperaci¨®n espa?ola, con la seguridad que brindaba el contingente militar, intent¨® sacar del atraso a este territorio de una extensi¨®n algo menor a Galicia y 400.000 habitantes, donde no hab¨ªa un kil¨®metro de carretera asfaltada ni conducciones de agua potable. Se rehabilit¨® un hospital con m¨¢s de 100 camas y se construyeron cinco ambulatorios rurales, adem¨¢s de escuelas e institutos, y se form¨® a matronas y profesoras, para asegurar el acceso de las mujeres afganas a la sanidad y la educaci¨®n de las que les privaban los talibanes. En 2013, cuando se retir¨® el contingente espa?ol, que lleg¨® a contar con 1.500 soldados, todas las instalaciones se traspasaron a las autoridades locales.
Espa?a pag¨® un alto tributo por su presencia en Afganist¨¢n; el mayor de todos, la vida de 102 uniformados: 96 militares, dos polic¨ªas, dos guardias civiles y dos int¨¦rpretes. Tras el Yak-42, la ca¨ªda de un helic¨®ptero Cougar, el 16 de agosto de 2005, con 17 muertos, fue el hecho m¨¢s luctuoso, pero tambi¨¦n hubo bajas por disparos o artefactos explosivos improvisados (IED). Econ¨®micamente, tambi¨¦n fue la misi¨®n m¨¢s cara: el despliegue militar cost¨® casi 3.500 millones de euros, a los que hay que sumar 525 en ayuda humanitaria.
El 13 de mayo llegaron a la base de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid) los que en entonces se llamaron ¡°los ¨²ltimos de Afganist¨¢n¡±, el ¨²ltimo contingente espa?ol de la misi¨®n de la OTAN, integrado por 24 militares, bajo el mando del coronel Alfonso ?lvarez Planelles, y dos int¨¦rpretes. Cuando los talib¨¢n entraron en Kabul, el 15 de agosto, se descubri¨® que, en realidad, solo eran los pen¨²ltimos. Les han seguido, en el puente a¨¦reo improvisado por Espa?a, m¨¢s de 1.600 afganos que trabajaron para el Ej¨¦rcito o la cooperaci¨®n espa?ola y sus familias. Y otros muchos, reconocen fuentes militares, se han quedado atr¨¢s. La huella de 7.153 d¨ªas de presencia espa?ola en Afganist¨¢n, desde enero de 2002, no es tan f¨¢cil de borrar.