Un H¨¦rcules espa?ol llega a Kabul cargado de ayuda humanitaria
Caos y confusi¨®n en el primer viaje de un avi¨®n militar a Afganist¨¢n
A las 13.00 de ayer (9 de la ma?ana en Espa?a) el primer avi¨®n militar espa?ol aterriz¨® en Kabul. A los mandos de un H¨¦rcules C-130 del Ej¨¦rcito del Aire, el comandante Lucas Bertomeu y su tripulaci¨®n descargaron en el aeropuerto, reabierto hace s¨®lo tres d¨ªas tras repararse los socavones dejados en su pista por los bombardeos de EE UU, casi nueve toneladas de ayuda humanitaria.
Fue una visita muy breve, de apenas unas horas, pero sirvi¨® de toma de contacto con el escenario que van a encontrarse los alrededor de 400 soldados espa?oles cuya llegada est¨¢ prevista a partir de la semana pr¨®xima. La primera diferencia entre esta nueva misi¨®n y la que desarrolla el Ej¨¦rcito espa?ol en los Balcanes desde hace casi una d¨¦cada es la distancia. Tres d¨ªas y m¨¢s de 14 horas de vuelo fueron necesarios para cubrir los alrededor de 6.000 kil¨®metros que separan Zaragoza de la capital afgana. Muy poco tiempo, dada la incertidumbre que rode¨® todo el viaje. Los problemas se iniciaron el martes en la base a¨¦rea de Ramstein (Alemania), la mayor de EE UU en Europa, donde la carga de medicamentos, alimentos infantiles y mantas de la organizaci¨®n no gubernamental alemana Hammer Forum que deb¨ªa recoger el avi¨®n espa?ol permaneci¨® seis horas retenida a la entrada de la instalaci¨®n militar hasta que se autoriz¨® su paso. Desde all¨ª, el H¨¦rcules ten¨ªa que volar a Bak¨² (Azerbaiy¨¢n), pero las autoridades de la rep¨²blica ex sovi¨¦tica negaron el permiso de aterrizaje alegando que la solicitud no se present¨® con suficiente antelaci¨®n. El avi¨®n tuvo que desviarse hacia Ankara (Turqu¨ªa) y modificar sobre la marcha la ruta de regreso dando un largo rodeo a trav¨¦s de Islamabad (Pakist¨¢n) y Om¨¢n.
Todas estas complicaciones ser¨¢n mucho m¨¢s dif¨ªciles de resolver si se repiten el pr¨®ximo d¨ªa 24, cuando el Rey despida en Zaragoza al Escuadr¨®n de Despliegue A¨¦reo y a la avanzadilla del destacamento del Ej¨¦rcito de Tierra, integrado b¨¢sicamente por personal de ingenieros y apoyo log¨ªstico. Los cinco H¨¦rcules que est¨¢ previsto trasladen a los primeros soldados espa?oles -alrededor de 400- tardar¨¢n casi tres d¨ªas en llegar a Afganist¨¢n, a trav¨¦s de una ruta que incluye bases militares en Siggonella (Italia), El Cairo (Egipto), Om¨¢n y Arabia Saud¨ª.
Pero los problemas no se limitan a la distancia. Una vez en Kabul, el H¨¦rcules fue confinado durante dos horas en una esquina del aeropuerto ante la llegada de cuatro helic¨®pteros, dos Chinook y dos Black Hawk, que recogieron al secretario de Estado norteamericano, Collin Powell, de visita en la capital, sin que nadie informara del motivo o la duraci¨®n de la demora. Aunque la llegada del avi¨®n espa?ol era sobradamente conocida, el aeropuerto no dispon¨ªa de medios para realizar la descarga, por lo que un grupo de trabajadores locales tuvieron que hacerla a mano. Tampoco nadie hab¨ªa venido a recibir a los dos tenientes coroneles del hospital del aire que viajaron en el H¨¦rcules con el objetivo de inspeccionar la base de Bagram, a unos 60 kil¨®metros de Kabul, donde a final de mes debe instalarse una unidad m¨¦dica. Lo sorprendente del plant¨®n es que esta unidad no tendr¨¢ como funci¨®n el apoyo a los militares espa?oles o a la poblaci¨®n civil, aunque tambi¨¦n pueda hacerlo, sino a los aproximadamente 2.000 norteamericanos y brit¨¢nicos emplazados en Bagram para continuar la persecuci¨®n de Bin Laden, el mul¨¢ Omar y los restos de la red Al Qaeda. Por eso ha sido adscrita a la operaci¨®n Libertad Duradera y no a la Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad (ISAF).
La coalici¨®n liderada por EE UU, que se ha demostrado sumamente eficaz para derrocar a los talibanes, da muestras de notable incompetencia a la hora de organizar la ayuda humanitaria. Pese a ello, el H¨¦rcules consigui¨® hacer entrega de su cargamento, completado por el Ministerio de Defensa con 900 kilos de juguetes procedentes de la Fundaci¨®n del Real Madrid, a los responsables del hospital infantil Indira Ghandi.
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