Todo le sale mal
Las consecuencias pol¨ªticas de la crisis abierta en los conservadores son nefastas
Ante la disyuntiva entre elegir una direcci¨®n formada por pol¨ªticos del Estado u otra liderada por j¨®venes adiestrados en la escuela del medro que son las juventudes de un partido de poder, en 2018 la militancia del Partido Popular opt¨® por interrumpir la evoluci¨®n del rajo¨ªsmo y aceler¨® un recambio generacional que no premiaba la experiencia de Gobierno sino el desacomplejado orgullo partidista en un momento de crisis de identidad tras el trauma de la moci¨®n de censura. El liderazgo lo asumi¨® un prototipo perfecto de los cachorros de Nuevas Generaciones amamantados en y por el aguirrismo. La situaci¨®n actual es una de las consecuencias de ese momento cr¨ªtico.
¡°Tiene 25 a?os, una cotizaci¨®n ascendente, la mejor posici¨®n en el trampol¨ªn y un trato de tanta naturalidad con el poder como con las groupies de su gabinete de prensa¡±. Esta silueta de Pablo Casado la escribi¨® en 2008 el conservador Ignacio Peyr¨®, puede leerse en su dietario Ya sentar¨¢s cabeza y tiene algo de prof¨¦tica. Porque al cabo de una d¨¦cada, Casado fue propulsado para que liderara el PP y, como alternativa a la estructura podrida del partido en Madrid, opt¨® por alguien con el perfil de Isabel D¨ªaz Ayuso. Trayectoria paralela a la suya y hab¨ªa crecido a su sombra fraternal, como Teodoro Garc¨ªa Egea reiter¨® en su rueda de prensa. Lo que seguramente no pod¨ªa imaginar Casado es que las peleas de cachorros ¡ªese m¨¢ster de la conspiraci¨®n gracias al que pod¨ªa caer un cargo a cambio de zancadillear a un correligionario¡ª fueran a repetirse ahora. Eso es lo que est¨¢ ocurriendo.
Eso y la r¨¦plica de lo sucedido a mediados de la primera d¨¦cada del siglo XXI. Es dif¨ªcil no interpretar lo ocurrido durante los ¨²ltimos meses como un remake de la batalla que enfrent¨® a Esperanza Aguirre con Mariano Rajoy. Tambi¨¦n entonces, como ahora, el conglomerado comunicativo que orbita en torno a la Comunidad ¡ªdime c¨®mo titulas y te dir¨¦ de qui¨¦n dependes¡ª intent¨® cargarse a Rajoy, pero no lo logr¨®. Entre su personal capital de resistencia moderantista, el Fort Apache de G¨¦nova y la sinton¨ªa adulta entre el presidente del partido y los l¨ªderes regionales, que se reconoc¨ªan unos a otros como barones partidistas y como profesionales de la gesti¨®n pol¨ªtica, Rajoy sobrevivi¨®.
Ahora todo es muy distinto, son muy distintos los fundamentos del liderazgo pol¨ªtico. El moderantismo cotiza a la baja, la concentraci¨®n de poder en torno a la Comunidad de Madrid se ha intensificado ¡ªMadrid vac¨ªa Espa?a¡ª y claro que los barones respetan la jerarqu¨ªa del partido, hoy como ayer, pero no pueden reconocer a Casado como uno de los suyos. Por ello quienes perdieron en 2008 ahora creen que pueden ganar. Han construido un liderazgo alternativo que s¨ª sintoniza con las palpitaciones trumpistas de nuestro presente y gracias a ello arras¨® en unas elecciones taponando a los mellizos de Vox. Lo de menos es que apa?ase una soluci¨®n de urgencia para conseguir mascarillas y de paso, presuntamente, su hermano se llevase una comisi¨®n. Incluso la denuncia del caso, parad¨®jicamente, puede reforzarla, transform¨¢ndolo, entre el descaro y la victimizaci¨®n, en un caso de persecuci¨®n.
Las consecuencias pol¨ªticas de esta situaci¨®n de los conservadores son nefastas. Una cosa eran las peleas en el frente de las juventudes y otra muy distinta arriesgar la mec¨¢nica de un partido de cuya seriedad y estabilidad depende la necesaria repoblaci¨®n del centro pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs. As¨ª la actual direcci¨®n del PP no se ha ganado la autoridad para que el partido sea percibido como un partido de Estado, atrapados en una querella interna absurda y perdidos en una din¨¢mica cultural que favorece el populismo de D¨ªaz Ayuso en Madrid y el ultramontanismo de Vox en buena parte de Espa?a. Aunque tambi¨¦n es verdad que los conservadores norteamericanos no saben c¨®mo quitarse de encima a Donald Trump.
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