Aislar a Vox, misi¨®n imposible
La estrategia de arrinconar a la extrema derecha, habitual en los grandes pa¨ªses europeos, apenas encuentra eco en Espa?a en cualquiera de los bloques pol¨ªticos
Lo llamaron cord¨®n sanitario, una met¨¢fora epidemiol¨®gica que no gusta ni a muchos de sus partidarios y que ya forma parte de la jerga pol¨ªtica europea. En Espa?a no se ver¨¢ tal cosa. La pol¨ªtica de aislar a la extrema derecha cerr¨¢ndole el paso al gobierno de las instituciones, como se practica desde hace a?os en Francia o ...
Lo llamaron cord¨®n sanitario, una met¨¢fora epidemiol¨®gica que no gusta ni a muchos de sus partidarios y que ya forma parte de la jerga pol¨ªtica europea. En Espa?a no se ver¨¢ tal cosa. La pol¨ªtica de aislar a la extrema derecha cerr¨¢ndole el paso al gobierno de las instituciones, como se practica desde hace a?os en Francia o m¨¢s recientemente en Alemania, no encuentra grandes partidarios aqu¨ª, ni entre la derecha tradicional ni entre la izquierda. En Espa?a manda la divisi¨®n de bloques. Por la derecha, no se contempla a Vox como una amenaza m¨¢s extremista que las fuerzas con que pacta el PSOE. Y en la izquierda dicen que es el PP quien deber¨ªa dar el primer paso y renunciar al respaldo de la extrema derecha en Andaluc¨ªa, Madrid y Murcia. M¨¢s all¨¢ de las razones puramente partidistas, hay voces que consideran que el cord¨®n ser¨ªa contraproducente y podr¨ªa dar m¨¢s aliento al que se quiere repudiar.
El debate se abri¨® t¨ªmidamente tras las elecciones de Castilla y Le¨®n, donde Vox negocia ya su entrada en un Gobierno encabezado por el PP, y se zanj¨® muy r¨¢pido. Ni el PSOE, fuera de algunas opiniones aisladas, est¨¢ dispuesto a echar una mano a los populares para no quedar a merced de la extrema derecha, ni el PP se lo ha llegado a pedir. En Unidas Podemos apenas se escuch¨® a la vicepresidenta segunda, Yolanda D¨ªaz, pronunciarse a favor de un ¡°cord¨®n democr¨¢tico¡±, sin entrar en m¨¢s detalles. Pablo Iglesias sostiene que PP y Vox son ya equiparables y no hay cord¨®n que valga. Con un an¨¢lisis diferente, tambi¨¦n lo ha rechazado ??igo Errej¨®n: ¡°Nada le gustar¨ªa m¨¢s a Vox. Cuando todo el mundo est¨¢ maldiciendo la pol¨ªtica, convertir a alguien en maldito es regalarle la imagen perfecta¡±. La opini¨®n p¨²blica est¨¢ dividida: el 47% a favor y el 42% en contra, seg¨²n una encuesta de 40dB. para EL PA?S.
Las de Errej¨®n son razones ¡°estrat¨¦gicas¡±, como las define el consultor y exdirigente socialista Eduardo Madina, decidido partidario de la posici¨®n contraria, que justifica en primer lugar por motivos ¡°¨¦ticos¡±: ¡°Vox tiene planteamientos incompatibles con muchas de las formas de vida corrientes en Espa?a. Sobre las mujeres, los homosexuales, los inmigrantes... Quieren sacarlos del campo de la igualdad, acabar con sus derechos. Ese es el coraz¨®n del ideario de Vox y supone un peligro p¨²blico de primera magnitud porque atenta contra el elemento fundamental de la democracia, el pluralismo. No solo no hay que dejarlos gobernar, hay que hacer ver que votarles es in¨²til¡±. En el otro plano, el estrat¨¦gico, Madina cree que los ejemplos de Francia o Alemania demuestran que el cord¨®n surte efecto.
Desde otra posici¨®n ideol¨®gica, Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle, profesor, liberal y exmilitante del PP, tambi¨¦n defiende el aislamiento. ¡°Hay que plantearlo con inteligencia, como una labor de pedagog¨ªa pol¨ªtica que ponga en evidencia las contradicciones de Vox, las ideas que cuestionan nuestro modelo de convivencia. Pero eso no debe significar condenarlos al ostracismo, ni anatemizarlos, sino visualizar c¨®mo act¨²an las fuerzas en defensa de la democracia¡±. Para Lassalle, la ¡°presi¨®n autoritaria¡± que Vlad¨ªmir Putin ha lanzado sobre Europa y sus conexiones con la extrema derecha occidental urgen a adoptar una soluci¨®n as¨ª.
En la ortodoxia del actual PP, el exministro Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo defiende que los pactos con Vox son tan leg¨ªtimos como los que el PSOE ha suscrito por la izquierda. Con los independentistas y tambi¨¦n con Unidas Podemos, una ¡°fuerza claramente antisistema¡± con posiciones pr¨®ximas a la ¡°democracia iliberal¡±. ¡°Mientras el PSOE siga podemizado y no regrese a la socialdemocracia tradicional, no ser¨¢ posible la mejor soluci¨®n, una gran coalici¨®n con el PP que en dos o tres a?os aborde las reformas institucionales y econ¨®micas que el pa¨ªs necesita¡±. Margallo enumera las posiciones de Vox que ve inaceptables: su negaci¨®n de la violencia de g¨¦nero, su discurso de ¡°tintes xen¨®fobos¡± contra la inmigraci¨®n, su rechazo a las autonom¨ªas y a la agenda de desarrollo sostenible de la ONU o su idea de una ¡°Europa de las patrias¡±. Aun as¨ª, cree posible gobernar con ellos al menos en comunidades aut¨®nomas, donde la gesti¨®n ¡°tiene un componente ideol¨®gico mucho menor¡± y siempre que se elabore ¡°un programa muy detallado que no traspase las l¨ªneas rojas¡± de los postulados del PP.
Madina rebate esa equiparaci¨®n entre extremismos antag¨®nicos: ¡°Podemos no propone excluir a nadie y Vox quiere hacerlo con el 50% de los espa?oles¡±. El historiador Juli¨¢n Casanova abunda: ¡°No hay una lucha de extremos donde al otro lado est¨¢ el comunismo, porque el comunismo no es hoy una amenaza en Europa¡±.
Sobre la eficacia de los cordones, hay ejemplos dispares. V¨ªctor Lapuente, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Gotemburgo, apela al del pa¨ªs donde reside: ¡°Durante muchos a?os en Suecia hubo un cord¨®n sanitario muy fuerte y funcion¨® a corto plazo, pero no a largo. Ahora la extrema derecha est¨¢ m¨¢s fuerte que en ning¨²n otro pa¨ªs n¨®rdico, con el 20% en algunas encuestas¡±. Lapuente es de los que se inclinan por considerar perjudicial el aislamiento. Con sus salvedades: ¡°Una cosa es no cerrarles el paso a las instituciones y otra permitirles que recorten derechos civiles y pol¨ªticos de las minor¨ªas¡±.
El polit¨®logo deja otro apunte, que esta extrema derecha no se puede equiparar al fascismo, compartido por Casanova. ¡°Es una ultraderecha nueva, ya no son los nost¨¢lgicos del franquismo de la Transici¨®n espa?ola ni las fuerzas que despu¨¦s de la I Guerra Mundial se introdujeron a trav¨¦s del sistema electoral para destruirlo¡±, afirma el catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea. Lo que s¨ª hacen grupos como Vox es ¡°romper algunos de los valores de la sociedad europea¡±. Casanova lo advierte en sus actitudes contra el feminismo o cuando ¡°ponen la`patria y la naci¨®n por encima de las personas, excluyendo a las que no pertenecen a ellas¡±.
M¨¢s que tenderle cordones, el historiador aboga por ¡°no normalizarlos¡±. Y lamenta que en Espa?a haya ocurrido lo contrario, ¡°se le ha tratado por buena parte de los medios de comunicaci¨®n como una fuerza democr¨¢tica m¨¢s¡±. Para Casanova, el n¨²cleo del problema es que el PP debe afrontar una ¡°cuesti¨®n de identidad¡±, si act¨²a en la ¡°tradici¨®n de la derecha democr¨¢tica¡± o ¡°piensa que Vox no es ninguna anomal¨ªa, que es un partido hermano que nace de ellos¡±. Los votantes del PP est¨¢n en esta idea: el 70% cree que hay que tratar a Vox como uno m¨¢s.
Tambi¨¦n Ignacio Urquizu, polit¨®logo y alcalde socialista de Alca?iz (Teruel), incide en ¡°las dos caras del PP¡±. Una es la del partido ¡°racional¡±, que se centra en las ¡°pol¨ªticas de gesti¨®n¡± y que encarnar¨ªa su futuro l¨ªder, Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Y la otra, la que se deja arrastrar por ¡°lo emocional y lo identitario¡±, caracter¨ªsticas de Vox que, seg¨²n ¨¦l, ha ¡°mimetizado¡± Isabel D¨ªaz Ayuso. Urquizu no se decanta claramente entre las ventajas e inconvenientes del cord¨®n sanitario. Incluso cree que Vox, sin cuadros ni experiencia de gesti¨®n, puede pagar su entrada en el Gobierno de Castilla y Le¨®n, como ya le ha ocurrido a fuerzas semejantes en otros pa¨ªses.