La diplomacia espa?ola pierde su tradicional equilibrio entre Marruecos y Argelia en el peor momento
Madrid ha tratado de mantener buenas relaciones con sus dos vecinos del sur pese a la rivalidad mutua
Desde la Transici¨®n, la pol¨ªtica exterior espa?ola ha practicado un dif¨ªcil equilibrismo entre Marruecos y Argelia, sus dos vecinos m¨¢s importantes al otro lado del Estrecho. Si Marruecos es un socio preferente, Argelia es prioritario. Si uno es necesario, el otro, indispensable. Cada vez que se ha dado un paso de acercamiento a uno se ha compensado con una aproximaci¨®n al otro, para no suscitar suspicacias ni celos. En algunos momentos, el Gobierno espa?ol se ha alineado m¨¢s con uno que con otro (Aznar se acerc¨® a Argelia, despechado con Marruecos; y Zapatero lo hizo a Rabat, intentando recomponer relaciones), pero el p¨¦ndulo siempre intentaba volver al punto de equilibrio.
Esta vez, sin embargo, la diplomacia funambulista se ha ca¨ªdo del alambre y no hab¨ªa red para evitar el batacazo. La decisi¨®n de Argelia de suspender los intercambios comerciales con Espa?a, congelando los pagos bancarios por la importaci¨®n de bienes y servicios, supone pasar de las medidas de car¨¢cter simb¨®lico y pol¨ªtico ¡ªllamada a consultas del embajador o suspensi¨®n del acuerdo de amistad de 2002¡ª a las represalias econ¨®micas.
El mi¨¦rcoles, en el Congreso, el presidente Pedro S¨¢nchez hizo un ¡°balance positivo¡± de los dos meses transcurridos desde que, el pasado 7 de abril, se reuni¨® en Rabat con el rey Mohamed VI y se rubric¨® la hoja de ruta para la normalizaci¨®n de las relaciones: se han restablecido las conexiones a¨¦reas y mar¨ªtimas, se ha organizado la Operaci¨®n Paso del Estrecho y se ha iniciado la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla. El 17 de mayo se permiti¨® el paso de espa?oles y extranjeros con visado Schengen; y el 31 del mismo mes, se reabri¨® la puerta a los trabajadores transfronterizos, aunque con cuentagotas, dada la exigencia de visado.
Adem¨¢s, se ha restablecido la cooperaci¨®n en materia de inmigraci¨®n (lo que incluye los vuelos para repatriar irregulares) y se ha reactivado la comisi¨®n bilateral que debate la delimitaci¨®n de aguas en la fachada atl¨¢ntica, frente a Canarias, que no se reun¨ªa desde hace 15 a?os.
Sin embargo, sigue sin abrirse la aduana de Melilla (que Marruecos cerr¨® unilateralmente en el verano de 2018) y el m¨¢ximo responsable aduanero marroqu¨ª cuestion¨®, aunque luego reculase, la viabilidad de una futura aduana en Ceuta. S¨¢nchez dijo en el Congreso que ambos pa¨ªses est¨¢n de acuerdo en que ¡°las aduanas de Ceuta y Melilla funcionen en r¨¦gimen de expedici¨®n comercial¡±, pero subsiste la sospecha de que Rabat y Madrid no se refieren a lo mismo cuando hablan de ¡°control de personas y mercanc¨ªas¡±. Uno parece aludir al control de los bienes que portan los viajeros y otro a la exportaci¨®n de manufacturas. Marruecos no tiene inter¨¦s en unas aduanas que competir¨¢n con los vecinos puertos de Tanger Med y Beni Ensar y recela de que pueda interpretarse como un reconocimiento impl¨ªcito de la soberan¨ªa espa?ola sobre las dos plazas. Hasta que las aduanas abran, para lo que a¨²n no hay fecha, subsistir¨¢ la duda. Lo conseguido hasta ahora nos retrotrae a la situaci¨®n que exist¨ªa en el oto?o de 2018, cuando Espa?a a¨²n manten¨ªa su neutralidad sobre el conflicto del S¨¢hara.
Hay motivos de peso para llevarse bien con Marruecos: las exportaciones a dicho pa¨ªs sumaron 9.499 millones el a?o pasado, frente a solo 1.888 a Argelia, con un super¨¢vit comercial de m¨¢s de 2.000 millones, mientras acumula un d¨¦ficit de casi 3.000 con su vecino. En lo que va de a?o, 7.165 inmigrantes llegaron por v¨ªa mar¨ªtima procedentes de Marruecos, mientras que 1.250 (menos de una quinta parte) partieron de Argelia. Pero tambi¨¦n tiene motivos para no llevarse mal con Argelia: si Rabat es el primer cliente espa?ol en ?frica, Argel es el segundo; si la marroqu¨ª es la primera nacionalidad de los llegados en patera, la argelina es la segunda (13.178 frente a 11.330 en 2021). Y Argelia ha sido tradicionalmente el primer suministrador de gas a Espa?a y el ¨²nico a trav¨¦s de un tubo (lo que abarata su coste).
El equilibrio que el Gobierno espa?ol hab¨ªa logrado mantener entre sus vecinos del sur se ha roto. No toda la culpa es suya: Rabat y Argel viven al borde del enfrentamiento armado, con el gasoducto que atraviesa Marruecos cerrado bajo llave y el espacio a¨¦reo argelino vetado para los vuelos marroqu¨ªes. Pero en esta nueva guerra fr¨ªa en el desierto, Espa?a se ha alineado con uno de los bandos y empieza a pagar las consecuencias. Lo m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ rehacer con Argelia lo que S¨¢nchez dice haber recuperado con Marruecos: la confianza.
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