Mujeres en San Ferm¨ªn: aplastante minor¨ªa en los encierros y vetadas en algunas entidades
Ellas solo representan el 6% de los corredores, han dado seis chupinazos en 81 a?os y se les proh¨ªbe el acceso a cuatro sociedades gastron¨®micas. Hablan las pioneras
El blanco y rojo ha vuelto a las calles de Pamplona tras dos a?os de par¨®n por la pandemia, un periodo que ha servido de reflexi¨®n sobre el papel de la mujer en el espacio p¨²blico durante las fiestas de San Ferm¨ªn. Quedan lugares en los que la mitad de la poblaci¨®n todav¨ªa no est¨¢ representada, como es el caso de cuatro sociedades gastron¨®micas privadas ¡ªNapardi, Txoko Pelotazale, Gure Leku y Reserva 1940¡ª en las que tan solo los hombres pueden ser socios. En el encierro o en las pe?as ellas son una aplastante minor¨ªa: tan solo suponen el 6% de los corredores y el 20% de los socios.
Poco a poco las mujeres han ido ganando espacio en San Ferm¨ªn, pero el recorrido que queda por delante todav¨ªa es largo. Tan solo seis f¨¦minas han lanzado el chupinazo que da inicio a las fiestas en los 81 a?os que lleva lanz¨¢ndose desde el balc¨®n consistorial, ya que las primeras noticias sobre el cohete datan de 1931, cuando se tir¨® a pie de calle desde la c¨¦ntrica Plaza del Castillo. La primera mujer en protagonizar este acto lo hizo en 1981 y la elegida fue la entonces concejala por UCD Elisa Chacartegui, quien tambi¨¦n fue una de las cinco primeras ediles del Ayuntamiento de Pamplona.
A sus 81 a?os de edad, Chacartegui recuerda con emoci¨®n el momento del chupinazo que, asegura, no se le va a olvidar nunca: ¡°La sensaci¨®n es indescriptible, hay que sentirla¡±. Aquella vez, con 40 a?os, sinti¨® que era un momento hist¨®rico y desde entonces la participaci¨®n femenina va mejorando: ¡°Poco a poco ya vamos, pero despacito¡±. A?ade que el problema no est¨¢ en las mujeres: ¡°No es que no nos animemos, es que muchas veces nos impiden participar¡±, se queja. Todav¨ªa tiene energ¨ªa para levantar la voz contra el machismo: ¡°No es solo que te den un bofet¨®n o que te maten, es tambi¨¦n el trato continuado en la sociedad, en el trabajo, en las empresas, en todo; falta mucho por hacer¡±.
Fue un chupinazo hist¨®rico en una ¨¦poca en la que el pa¨ªs se desperezaba democr¨¢ticamente y las mujeres empezaban a ocupar espacios p¨²blicos vetados para ellas. Poco antes de llegar al balc¨®n del Ayuntamiento, llegaron al recorrido del encierro. Y es que las mujeres no pudieron participar en la carrera hasta 1975. No fue hasta un a?o antes cuando se derog¨® el bando municipal de 1867 que prohib¨ªa su presencia. Las cr¨®nicas de la ¨¦poca aseveran que las dos primeras en correr fueron Mariv¨ª Mendiburu y Alicia Rivas, esta ¨²ltima periodista de la revista Cambio 16. Hoy en d¨ªa, tan solo seis de cada 100 son corredoras.
A las mujeres no solo no se les permit¨ªa estar en los encierros, sino que tampoco pod¨ªan acudir a las corridas de toros si no eran invitadas por un hombre. Quienes s¨ª eran convidadas eran las madrinas, una figura nacida en los a?os treinta del siglo XX. Eran mujeres elegidas para acompa?ar al presidente de las pe?as a actos oficiales durante las fiestas y se seleccionaban entre las hijas y novias de los socios de las pe?as en funci¨®n de sus atributos f¨ªsicos o su ¡°simpat¨ªa¡±. Para su elecci¨®n se organizaba un aut¨¦ntico espect¨¢culo al que acud¨ªan vestidas de gala. La tradici¨®n termin¨® en 1980 despu¨¦s de que un grupo de siete j¨®venes se opusieran p¨²blicamente en 1977.
Dos de aquellas mujeres que dijeron basta a la tradici¨®n de las madrinas fueron las hermanas Mirenjo y Arrosa Larrainzar Ridruejo, quienes en 1977, durante el festival Bai Euskarari, colgaron una pancarta en la plaza de toros que encendi¨® la mecha de un debate que terminar¨ªa dos a?os despu¨¦s con las madrinas. En aquel entonces ten¨ªan 16 y 20 a?os y, recuerda Arrosa, apenas pod¨ªan participar en las fiestas: ¡°Si no eras la amiga, la novia o ten¨ªas alguna relaci¨®n con alg¨²n hombre que te pudiera aproximar a la fiesta en s¨ª¡±: ¡°Esa figura de la madrina nos daba much¨ªsima rabia y por eso decidimos salir para expresar que no nos representaba¡±.
¡°Fue ilusionante, atrevido, no sab¨ªamos c¨®mo iba a reaccionar la gente¡±, rememora Mirenjo. Hubo de todo: pitidos, gritos de apoyo, algunas patadas... ¡°Pensamos, bueno, por lo menos hemos provocado algo¡±, afirma. De hecho, lograron lo deseado porque en apenas dos a?os desapareci¨® la figura de las madrinas. Fue uno de los primeros pasos hacia la inclusi¨®n de las mujeres en las fiestas. Todav¨ªa quedaban unos a?os para que fuera bien visto que participaran desde un primer momento, por ejemplo, en el tradicional desfile de las pe?as.
Desaparecieron las madrinas y se aviv¨® el debate sobre si permitir o no la presencia de mujeres en las pe?as. Entre las primeras socias que lo lograron estaba Pili Iraz¨¢bal, de La Jarana. A ella la hizo socia su hermano en 1974, cuando apenas ten¨ªa 14 a?os, pero ser socia no era lo mismo que ser socio: ¡°Ten¨ªas derecho a voz, pero no a voto¡±. Cost¨®, pero a?os despu¨¦s, consiguieron llevar a la asamblea general de la pe?a una propuesta para lograr los mismos derechos que los varones. Por una ajustada mayor¨ªa sali¨® adelante y la decisi¨®n fue recurrida por un socio por defecto de forma. No obstante, poco despu¨¦s, al repetirse la votaci¨®n, lograron por fin ser miembros de pleno derecho. En cuanto se lo permitieron, hicieron uso de su voto y, poco despu¨¦s, cuatro mujeres entraron a formar parte de la junta directiva.
Sin embargo, Iraz¨¢bal cree que las mujeres tambi¨¦n deben entonar el mea culpa: ¡°De las que est¨¢bamos al inicio, solo quedo yo¡±. Se?ala que la situaci¨®n est¨¢ motivada, entre otras causas, porque es la mujer quien suele renunciar antes que el hombre a ser socia: ¡°Cuando en la pareja hay que reducir gastos, ?qui¨¦n reduce? Tenemos que seguir luchando para que nadie nos quite nuestro terreno¡±.
Entre las mujeres que s¨ª han dado el paso adelante est¨¢ Rakel Arjol, que fue la segunda presidenta de la pe?a Muthiko, que ya se cre¨® siendo mixta. Considera que en los ¨²ltimos a?os ha habido avances, pero que las pe?as siguen siendo lugares ¡°muy masculinizados¡±. Se refiere al informe elaborado por el grupo feminista de la federaci¨®n de pe?as, que apunta que, de media, solo 2 de cada 10 socios son mujeres. Sin embargo, reconoce que cada vez se realizan m¨¢s actividades por la igualdad: ¡°En los ¨²ltimos a?os s¨ª se ve a m¨¢s mujeres participando en todo. Hay que escucharnos: qu¨¦ nos gusta hacer, qu¨¦ queremos hacer, porque siempre han sido actividades m¨¢s dirigidas a los hombres y hay que cambiar esa perspectiva¡±.
En otras pe?as, como en la Sanduzelai ¡ªsurgida en 1977¡ª, las mujeres formaron parte de la asociaci¨®n desde un primer momento. Recuerda Sole Aristu, de 79 a?os, que eran ¡°una minor¨ªa absoluta¡±: ¡°Ten¨ªamos voz y voto, pero no ten¨ªamos ninguna posibilidad¡±. En estos ¨²ltimos a?os, reconoce, se est¨¢ conquistando el espacio p¨²blico, pero ¡°sigue habiendo muchas limitaciones¡±. La primordial, ¡°poder salir a la calle libremente porque el acoso y el abuso sexual siguen existiendo, aunque muchas veces no se denuncie¡±, se?ala.
Tanto Aristu como Arjol insisten en el punto de inflexi¨®n que han supuesto los dos sucesos m¨¢s tr¨¢gicos ocurridos en los ¨²ltimos a?os en San Ferm¨ªn: el asesinato de Nagore Laffage en 2008 y la violaci¨®n de La Manada, en 2016. Aristu recuerda que el caso de La Manada ¡°fue tal esc¨¢ndalo, tan vergonzoso, tan brutal, que Pamplona salt¨®, y la gente sali¨® a la calle, el movimiento feminista sali¨®¡±. Insiste en que ¡°marc¨® un antes y un despu¨¦s¡± y que el cambio ha sido ¡°absolutamente impresionante¡±, pero reconoce que todav¨ªa queda por delante un ¡°camino kilom¨¦trico¡±. Aquella respuesta favorable ha impulsado a muchas mujeres a alzar la voz y convertirse en referentes, detalla Arjol. Eso va a permitir, a?ade, que ¡°las ni?as, las mujeres del futuro, vean que pueden coger roles de liderazgo, participativos, que su opini¨®n se tiene en cuenta¡±.
Ha habido que esperar hasta el siglo XXI, pero desde hace 12 a?os ya se puede ver a mujeres llevando las figuras de la comparsa de gigantes y cabezudos. La primera de ellas fue Naiara Palacios, en 2010; seguida por Jone Guindo, en 2015; Olga Mutilva, en 2018; y Susana S¨¢nchez de la Majestad, en 2019. Tan solo salen a bailar el d¨ªa 11 pero, explica Mutilva, quieren ir poco a poco aprendiendo m¨¢s bailes para poder participar m¨¢s d¨ªas. Subraya la alegr¨ªa que percibe de la gente mayor cuando las ve: ¡°Cuando te ven la cara, las mujeres se alegran. Sobre todo a las personas mayores les da mucha alegr¨ªa porque no es lo habitual. De 100 integrantes de la comparsa, solo somos cuatro chicas¡±.
Todas estas historias llevan a Sole Aristu a expresar, a sus casi 80 a?os, la enorme alegr¨ªa que siente al ver la evoluci¨®n de las fiestas: ¡°Si mi nieta no tiene que luchar por lo mismo que he luchado yo, me vale¡±.
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