El tiroteo ¡°de pel¨ªcula¡± que ha roto la paz de Argamasilla de Calatrava
La muerte de dos personas por los disparos de un francotirador que finalmente fue abatido sobrecoge un tranquilo pueblo de Ciudad Real
Las calles y terrazas de Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real, 5.900 habitantes) se han llenado este jueves de rostros incr¨¦dulos que repiten el mismo discurso: qu¨¦ amable era el polic¨ªa Alejandro Congosto, qu¨¦ buen agricultor era Jos¨¦ Luis El Bonito y qu¨¦ horrible de que Alfonso Lamas matara a ambos disparos e hiriera a su propio padre antes de ser abatido por la Guardia Civil la ma?ana de este mi¨¦rcoles. En los coloquios se escucha la expresi¨®n ¡°de pel¨ªcula¡± para definir los hechos y se mantiene el estupor ante la posibilidad de que el asesino hubiese llegado al pueblo tras tirotear desde su casa a todo lo que ve¨ªa. Coinciden varios vecinos en decir que ¡°nadie se lo esperaba¡± y en asegurar que estas cosas solo las ven por televisi¨®n.
Decenas de personas se congregaban ante el ayuntamiento manchego al mediod¨ªa de este jueves para guardar cinco minutos de silencio por el agente asesinado, muy querido en la localidad, y por el hortelano que trat¨® de contener a Alfonso Lamas hijo, de unos 50 a?os, al ver que estaba apalizando a su padre, de 81. Ah¨ª comenz¨® un tiroteo que ha causado tres heridos m¨¢s, entre ellos otro agente. Varias patrullas policiales han acudido al acto para guardar sus respetos hacia el compa?ero. El uniforme reglamentario hoy incluye rostros tristes entre quienes lo trataron, como aquel cuya baja hace 10 a?os propici¨® que el fallecido, de 37, se instalara en el lugar, donde ¡°se hab¨ªa integrado muy bien¡± y junto a su pareja hab¨ªa concebido a Paula, de siete. ¡°Era muy buena persona y gran profesional, ha dado su vida por salvar a otros¡±, valora el polic¨ªa.
El cari?o de Argamasilla hacia Alejandro se palpa en la taberna de la plaza, donde un parroquiano trata de contener la pena con una broma: ¡°Alejandro era el ¨²nico polic¨ªa agradable¡±. Otro cliente, Emilio V., que no aporta m¨¢s que la inicial de su apellido, alaba ¡°su mano izquierda¡±, pues al autor de peque?as infracciones lo rega?aba con una sonrisa para que corrigiese su falta antes de males mayores. Del agricultor de 60 a?os que recibi¨® los disparos al tratar de mediar en la discusi¨®n precisa que ha sido ¡°un currante de los de toda la vida¡±.
Los receptores de la incredulidad y compasi¨®n de las calles c¨¦ntricas se encuentran en una sala privada de un hotel en el exterior del municipio. All¨ª solloza una mujer, la esposa del agente, rodeada de allegados y con la oreja en el tel¨¦fono. ¡°La pobre Paula se ha quedado sin pap¨¢¡±, llora a su interlocutora, a quien le implora que agradezca el respaldo recibido porque ella, asistida por un pariente que la agarra por el hombro, no se ve capaz. Alejandro Congosto, oriundo de Talavera de la Reina (Toledo), ha recibido la medalla al m¨¦rito policial a t¨ªtulo p¨®stumo de la comunidad y deja en Argamasilla un vac¨ªo que hace llorar a Loubna El Bouaichi, de 25 a?os, sentada en un banco ante un mural del Quijote junto a su amiga y vecina Milagros Cota, de 75.
En este lugar de La Mancha, en el siglo que suman entre ambas, jam¨¢s hab¨ªa pasado algo as¨ª. ¡°Porque acribillaron al asesino, si no hubiera ido a por m¨¢s¡±, afirma la mujer, que musita: ¡°M¨¢s majo el muchacho¡ ha dado su vida por todos nosotros¡±. La ciudadreale?a se levanta apoyada por una muleta hospitalaria y la muleta humana que la acompa?a antes de pasear cruz¨¢ndose con vecinos que no hablan de otra cosa.
M¨ªriam Prieto, de 25 a?os, recurre a un refresco para revitalizarse tras una noche insomne. Ella conoce al hijo del labriego muerto. ¡°El chico est¨¢ que no se lo cree, en shock, con el tiempo ser¨¢ peor¡±, vaticina la joven, que abunda en la tesis de lo cinematogr¨¢fico de los hechos, con Polic¨ªa y Guardia Civil cortando una carretera y disparando a un asesino: ¡°No te lo crees, lo ves siempre por la tele hasta que pasa aqu¨ª¡±. La comisar¨ªa de Argamasilla, ubicada junto al cuartel de guardias civiles y el centro de salud, revela que no es ficci¨®n con decenas de velas y ramos homenajeando al agente.
En un bar cerca de la iglesia de San Juan Bautista se escuchan conversaciones dispares sobre la misma noticia. Un hombre que toma cerveza recurre a un ingl¨¦s potable intercalado con alg¨²n palabro y mucha m¨ªmica para narrar a un extranjero lo que pas¨® el mi¨¦rcoles. En castellano interviene Miguel ?ngel Mu?iz, de 50 a?os, que conoc¨ªa a Los Alfonsos, como se los conoc¨ªa por estos pagos, y menciona que el v¨¢stago sufri¨® un accidente de peque?o que le caus¨® lesiones cerebrales. Jam¨¢s nadie pens¨® que ese hombre ¡°poco sociable¡± coger¨ªa el arma del progenitor, que contaba con licencia, y har¨ªa lo que hizo antes de acabar siendo abatido. Como en las pel¨ªculas.
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