¡®Blitzkrieg¡¯ electoral
Se enfrentan dos estrategias opuestas ante los comicios generales de este a?o: la del PP y su persistente argumentario contra S¨¢nchez y la del PSOE, que lo f¨ªa todo a una reacci¨®n de ¨²ltima hora de su electorado
En las pr¨®ximas elecciones generales no solo se van a enfrentar dos visiones sobre las pol¨ªticas que debe desplegar el nuevo gobierno, sino dos maneras de encarar los comicios, dos estrategias diametralmente opuestas.
Por un lado, el PP sigue fiel a su hoja de ruta tradicional, aquella ¡°lluvia fina¡± preconizada por Aznar en su primera legislatura que tan buenos resultados le proporcion¨®. Los populares son una organizaci¨®n m¨¢s disciplinada de lo que a veces parece. Incluso las voces discordantes se ensamblan en una melod¨ªa que se despliega por todos los canales de los que dispone el PP.
Es la marca de la casa. Todos los portavoces utilizan siempre las mismas expresiones, generando una avalancha coordinada en la que nadie desentona. Desde que Pedro S¨¢nchez asumi¨® la presidencia, la respuesta del PP ha sido la de pintar al nuevo gobierno como radical y ca¨®tico, m¨¢s a¨²n desde que se constituy¨® el ejecutivo de coalici¨®n con la participaci¨®n de Unidas Podemos.
La estrategia del PP pr¨¢cticamente no ha variado en los ¨²ltimos cinco a?os, golpeando sobre los mismos puntos una y otra vez. En ese sentido, el cambio de Casado por N¨²?ez Feij¨®o no ha supuesto una modificaci¨®n de la estrategia profunda del partido, que ha seguido siendo la misma: tenemos un gobierno que no sabe donde va, con un presidente endiosado que no atiende a las necesidades de la mayor¨ªa (¡°la gente de bien¡±) y que gobierna para unos socios que lo tienen secuestrado. En todas las intervenciones de los miembros del PP, ya sea en el Congreso, en el Senado, en entrevistas o tertulias, se tocan las mismas notas.
El resultado es que esa melod¨ªa va calando en segmentos del electorado que ahora, tras cinco a?os de sirimiri, empiezan a mostrar una clara tendencia hacia el PP. En este inicio del a?o electoral los populares cuentan con cuatro millones de votantes fieles dispuestos a participar en las elecciones generales, a los que se agregar¨ªan m¨¢s de dos millones de electores provenientes de otros partidos, convencidos por la persistente llovizna popular.
Frente a esa estrategia del PP, el PSOE parece fiarlo todo a una reacci¨®n de ¨²ltima hora, una Blitzkrieg o guerra rel¨¢mpago de movilizaci¨®n repentina en su espacio de apoyo que, seg¨²n los datos del CIS, hoy en d¨ªa se muestra mucho menos dispuesto a participar en los comicios generales que la base del PP. El conjunto de indecisos adscritos al bando izquierdo rondar¨ªa el mill¨®n de electores, imprescindibles para asegurar la victoria de los socialistas.
Si la del PP es la lluvia fina, la estrategia del PSOE se asemeja m¨¢s a un hurac¨¢n. A su favor cuentan con un n¨²mero creciente de electores que dicen decidir el voto a ¨²ltima hora, aunque estos no tienen por qu¨¦ inclinarse por la papeleta socialista. Todo depender¨¢ de la capacidad que tenga el PSOE de generar un escenario de tensi¨®n de tal potencia que interpele a la participaci¨®n masiva de su base.
El ejemplo podr¨ªa ser la elecci¨®n general de marzo de 2004. Pero los que toman ese ejemplo olvidan que detr¨¢s de la victoria por sorpresa de Zapatero hab¨ªa dos a?os en los que el voto de la izquierda hab¨ªa ido acumulando razones para lo que finalmente ocurri¨® (guerra de Irak, Prestige, la boda de la hija de Aznar¡). Detr¨¢s de una operaci¨®n de Blitzkrieg hay m¨¢s organizaci¨®n de la que parece. Es cierto que en los ¨²ltimos a?os hemos asistido a corrimientos electorales imprevistos a caballo de giros de guion inesperados y espectaculares pero, analizados con detenimiento, todos ten¨ªan detr¨¢s un lento periodo de fermentaci¨®n. Si est¨¢ pasando algo similar hoy en Espa?a, las encuestas no lo est¨¢n captando.
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