Juicio por la muerte de un soldado: ¡°No llores. A la Legi¨®n has venido a morir. Si no, a trabajar a Mercadona¡±
La vista por el disparo que mat¨® al legionario Alejandro Jim¨¦nez Cruz en 2019 revela el hostigamiento que sufri¨® el ¨²nico soldado que declar¨® la verdad a la Guardia Civil
¡°Esto ha sido un rebote [de una bala]. Lo he visto mil veces. Estas cosas pasan, han pasado y pasar¨¢n¡±. Se lo dijo el capit¨¢n Antonio Cabello, jefe de la 6? Compa?¨ªa de la VII Bandera del Tercio don Juan de Austria de la Legi¨®n, al agente del equipo de homicidios de la Guardia Civil de Alicante. ¡°Lo habr¨¢ visto mil veces. Pero esta es la 1.001 y lo vamos a investigar¡±, le respondi¨® el cabo primero, con 35 a?os de experiencia en la Polic¨ªa Judicial, seg¨²n ha declarado en el juicio seguido ante el Tribunal Militar Territorial de Sevilla.
Durante 13 sesiones, entre febrero y marzo, dos capitanes, un teniente, un sargento, un cabo y tres soldados se han sentado en el banquillo para responder por la muerte del legionario Alejandro Jim¨¦nez Cruz, el 25 de marzo de 2019, y otros delitos conexos como encubrimiento, abuso de autoridad, obstrucci¨®n a la justicia y deslealtad. Lo han hecho en una Sala de Justicia en la que las ¨²nicas mujeres eran la presidenta del tribunal ¡ªuna coronel¡ª y la fiscal ¡ªuna teniente coronel¡ª. Esta ¨²ltima exculp¨® en sus conclusiones definitivas al hoy capit¨¢n Ricardo Gasc¨®n (entonces teniente), pero mantuvo su acusaci¨®n contra el capit¨¢n Antonio Cabello, el sargento Sa¨²l Guil y el teniente Pablo Fern¨¢ndez Sosa.
Aquel d¨ªa, hace cuatro a?os, el capit¨¢n Cabello ten¨ªa prisa porque, seg¨²n le dijo al agente de homicidios de la Guardia Civil, estaba ya programado el funeral al que iba a asistir la ministra de Defensa y a continuaci¨®n se incinerar¨ªa el cuerpo del legionario, de 21 a?os. Pero el agente lo fren¨® en seco: ¡°El cad¨¢ver no se incinerar¨¢ hasta que los forenses hayan terminado su trabajo¡±.
De creer la versi¨®n oficial, no hab¨ªa nada que investigar. El mismo d¨ªa de su muerte, los mandos comunicaron a la familia de Alejandro Jim¨¦nez Cruz que una bala rebotada le hab¨ªa entrado por la axila durante unas maniobras con fuego real en el campo de tiro de Agost (Alicante). La realidad era, sin embargo, que el proyectil no hab¨ªa penetrado por la axila, sino por el pecho (llevaba chaleco antifragmentos, no antibalas), y que no fue un rebote, sino un tiro directo, aunque impactara primero en el culat¨ªn de su fusil HK36, seg¨²n determinaron la autopsia y el informe bal¨ªstico.
Inmediatamente despu¨¦s del incidente, el capit¨¢n Cabello, que no estaba presente durante el ejercicio militar pese a ser su m¨¢ximo responsable, instruy¨® a los dos tenientes que participaron en el mismo para que declarasen que ¨¦l se encontraba en el puesto de municionamiento. Seg¨²n aleg¨® en el juicio, esa mentira fue la f¨®rmula que se le ocurri¨® ¡°para apoyarlos¡±. Luego, reuni¨® a los miembros de los dos pelotones implicados y, tras comunicarles el fallecimiento de su compa?ero y corear con ellos el Esp¨ªritu de la muerte de la Legi¨®n (¡±Morir en el combate es el mayor honor. No se muere m¨¢s que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo m¨¢s horrible es vivir siendo un cobarde¡±), les dijo: ¡°A m¨ª me va a caer un puro muy grande, ya s¨¦ que me mandar¨¢n a alguna oficina, [pero] vosotros no sois culpables. Ha sido un rebote y no voy a permitir que nadie os destroce la vida¡±. Y a?adi¨®, seg¨²n varios testigos: ¡°Decid la verdad, pero no dig¨¢is a la Guardia Civil que consolidasteis arriba del merl¨®n. Decid que estabais cuatro o cinco metros m¨¢s abajo¡±.
Sin que se haya determinado qui¨¦n lo orden¨®, los militares recogieron vainas del campo de tiro y depositaron en cajas la munici¨®n sobrante, lo que impedir¨ªa saber cu¨¢ntos disparos hab¨ªa hecho cada uno. A primera hora de la ma?ana, antes de que llegara la Polic¨ªa Judicial, el capit¨¢n orden¨® a sus hombres que traspasaran el precinto (con el indicativo ¡°no pasar¡±) que hab¨ªa puesto la Guardia Civil en el campo de tiro y ocuparan las posiciones que ¨¦l les hab¨ªa indicado, m¨¢s atrasadas que las reales. Cuando llegaron los investigadores, asistieron a una reconstrucci¨®n ficticia, que no les cuadraba y les gener¨® sospechas. ¡°Estos picoletos son unos zoquetes, no saben captar las ideas a la primera¡±, farfull¨® el sargento Sa¨²l Guil, jefe del pelot¨®n del que formaba parte el fallecido, seg¨²n varios presentes.
El 1 de abril, el capit¨¢n elev¨® un informe al jefe de la bandera, el teniente coronel Juan Alberto R¨ªos, que omit¨ªa aspectos fundamentales de lo sucedido. Entre otros, que el teniente que deb¨ªa supervisar el asalto se sum¨® al mismo y abri¨® fuego. Y que, una vez concluido el ejercicio, el sargento Guil, para gastar munici¨®n, improvis¨® un nuevo objetivo y, de pie sobre el merl¨®n, grit¨®: ¡°?Enemigo al frente, al fald¨®n de la monta?a, a las 12!¡±, disparando en abanico por encima de los soldados que estaban cuerpo a tierra.
La Polic¨ªa Judicial no se llev¨® en un primer momento los fusiles del teniente y el sargento porque ellos aseguraron que no hab¨ªan abierto fuego, pero s¨ª recogi¨® siete casquillos que, seg¨²n determin¨® el Departamento de Bal¨ªstica de la Guardia Civil, hab¨ªan sido disparados con el HK36 de Guil. Tras analizar los fragmentos alojados en el cuerpo de Jim¨¦nez Cruz, los tres peritos concluyeron que el proyectil hab¨ªa salido del fusil del sargento. ¡°Tenemos certeza absoluta de que ha sido esa arma¡±, afirm¨® en el juicio el portavoz de los peritos.
Pese al demoledor informe bal¨ªstico, los acusados insisten en que el disparo mortal procedi¨® del otro sector del campo de tiro. Se apoyan en el testimonio del forense de Alicante, quien sostuvo en el juicio que, tras resultar alcanzado, Jim¨¦nez Cruz debi¨® desplomarse en menos de dos minutos, ante la magnitud de las lesiones sufridas; mientras que, tras cesar el fuego, los legionarios a¨²n tuvieron tiempo de hacer revista de armas. El inconveniente de esta hip¨®tesis es que evidencia la grave negligencia que cometieron los mandos ¨Del capit¨¢n y los tenientes¨D al permitir que dos pelotones disparasen simult¨¢neamente con fuego real en campos de tiro paralelos, al alcance uno del otro.
Cuando escuch¨® a su compa?ero gritar: ¡°?Me han dado!¡±, y lo vio caer fulminado al suelo, el soldado Francisco Jordi se ech¨® a llorar. ¡°Aqu¨ª has venido a morir y, si no quieres, te vas a trabajar a Mercadona¡±, le espet¨® el sargento Guil en esos momentos dram¨¢ticos, seg¨²n declar¨® Jordi en el juicio. Los abogados defensores intentaron cuestionar la estabilidad mental del principal testigo de cargo, recordando que estuvo de baja psicol¨®gica. ¡°He pasado momentos muy malos¡±, reconoci¨® ¨¦l. ¡°Alejandro era mi amigo. Al tener apellidos correlativos [Jim¨¦nez y Jordi], est¨¢bamos siempre juntos. Compart¨ªamos camareta, pelot¨®n, guardias y maniobras. Es como si fuera mi hermano¡±.
Tras el funeral, en la base de la Brigada de la Legi¨®n en Viator (Almer¨ªa), el capit¨¢n Cabello convoc¨® de nuevo a los legionarios. Durante la reuni¨®n, Jordi recibi¨® una llamada de la Guardia Civil y empez¨® a gesticular mientras exhib¨ªa el m¨®vil y preguntaba qu¨¦ hacer. Uno de sus compa?eros se lo arrebat¨® y lo tir¨® al suelo. ¡°Ahora mismo eso no es importante, est¨¢s delante de un capit¨¢n¡±, le dijo. A continuaci¨®n, fue el propio Cabello quien recibi¨® una llamada y, mostrando su terminal a los soldados, se burl¨®: ¡°?Uy! Me est¨¢ llamado el teniente de la Guardia Civil. ?Qu¨¦ miedo! ?Qu¨¦ hago, Jordi, lo cojo o no?¡± Y arroj¨® su tel¨¦fono varios metros, seg¨²n testigos, aunque ¨¦l asegura que se limit¨® a depositarlo en el suelo.
Pese a que no estaba citado, el sargento Guil se ofreci¨® voluntario para acompa?ar a los legionarios que iban a declarar. Durante el viaje de Almer¨ªa a Alicante, los aleccion¨® sobre lo que deb¨ªan decir: respuestas lac¨®nicas, para no incurrir en contradicciones, y, sobre todo, ce?irse a las ¨®rdenes del capit¨¢n. Jordi grab¨® la conversaci¨®n con su m¨®vil. Cuando entr¨® a declarar, coloc¨® su tel¨¦fono sobre la mesa del agente de la Guardia Civil. ¡°Esto es lo que est¨¢ pasando. Est¨¢n ocultando algo y aqu¨ª est¨¢ la prueba¡±, le dijo. Y le puso la grabaci¨®n.
El siguiente legionario en declarar confes¨® al salir que hab¨ªa tenido que cambiar su versi¨®n ¡ªla que los mandos le hab¨ªan ordenado dar¡ª sobre la marcha, porque la Guardia Civil ya sab¨ªa lo que hab¨ªa sucedido. Todos sospecharon de Jordi. ¡°Vas a meter en un l¨ªo al capit¨¢n, le vas a arruinar la vida. ?Tambi¨¦n vas a chivarte de que soy un facha?¡±, le grit¨® el sargento, seg¨²n recogi¨® la fiscal en su informe.
A partir de entonces, Jordi se convirti¨® en un apestado. Al contrario que sus compa?eros, no tuvo permiso el 1 de abril, tras las jornadas de tensi¨®n vividas. Al d¨ªa siguiente, varios soldados le imprecaron con insultos como ¡°menudo mierda eres¡±, ¡°c¨®mo va a servir a Espa?a un maric¨®n como t¨²¡±, ¡°traidor¡± o ¡°vete de la compa?¨ªa¡±, mientras el sargento le gritaba desde el pasillo: ¡°?Picoleto de mierda!¡±. As¨ª lo recoge la grabaci¨®n que aport¨® el legionario, que a esas alturas hab¨ªa decidido grabarlo todo como medida de autoprotecci¨®n. ¡°Lo que has hecho es como saltarse un sem¨¢foro en rojo¡±, le advirti¨® un cabo.
Ese d¨ªa estaba programado otro ejercicio de tiro y Jordi ten¨ªa miedo de lo que pudiera pasarle, por lo que aleg¨® que no se encontraba bien. El teniente le dijo que fuera al botiqu¨ªn a pedir la baja y, antes de marcharse, se despidi¨® del jefe de la bandera, a quien detall¨® el hostigamiento del que estaba siendo v¨ªctima. El teniente coronel R¨ªos ha reconocido que le dijo que algo as¨ª no pod¨ªa denunciarlo verbalmente, que ten¨ªa que presentar un parte por escrito, pero ¨¦l aleg¨® que ese d¨ªa iba a declarar en el juzgado militar.
El 24 de abril, en la primera reconstrucci¨®n judicial, el sargento se encar¨® con Jordi cuando este cuestion¨® la posici¨®n en la que pretend¨ªa que se colocase. ¡°?Te vas a enterar!¡±, le grit¨® Guil. ¡°Te he dicho que te calles la puta boca, subnormal¡±, a?adi¨® delante de la comisi¨®n judicial, mientras el capit¨¢n hac¨ªa chanza: ¡°D¨¦jalo, que quiere ser la novia en todas las bodas¡±. El juez ech¨® a Cabello, que no pintaba nada all¨ª, ya que no estuvo presente cuando Jim¨¦nez Cruz fue alcanzado.
El 2 de abril, el mismo d¨ªa que se dio de baja m¨¦dica, Jordi fue eliminado del grupo de Whatsapp por el que se comunicaban las ¨®rdenes de la compa?¨ªa de la que segu¨ªa formando parte. El 23, cuando volvi¨® a su camareta para recoger sus pertenencias personales, descubri¨® que su taquilla hab¨ªa sido forzada.
El capit¨¢n Cabello aprovech¨® el supuesto hallazgo en su interior de dos balas de munici¨®n real para acusar al legionario de un delito militar. Para asegurarse de que la denuncia no se perd¨ªa, no solo elev¨® parte a trav¨¦s de la cadena de mando, sino que su abogado lo denunci¨® en el juzgado. El jefe de la bandera intent¨® disuadir a Cabello de una denuncia sin precedentes, pero este sigui¨® adelante. La causa acab¨® archivada por el juez con un duro auto en el que acus¨® al capit¨¢n de ¡°distorsionar¡± los hechos relatados por un sargento, quien asegur¨® que Cabello ¡°utiliz¨® el incidente¡± para vengarse de Jordi.
Pero los problemas del soldado no acabaron ah¨ª. Se le abri¨® de oficio un expediente de p¨¦rdida de condiciones psicof¨ªsicas para expulsarlo del Ej¨¦rcito, que super¨® tras ser declarado apto sin limitaciones por el tribunal m¨¦dico. A continuaci¨®n, se le inco¨® un procedimiento de no renovaci¨®n de su contrato con las Fuerzas Armadas, alegando que su nivel de ¡°disciplina est¨¢ muy por debajo del m¨ªnimo exigible para la carrera de armas¡±. Seg¨²n su letrado, nunca ha sido sancionado y la ¨²nica orden que desobedeci¨® fue el mandato ilegal del capit¨¢n para que mintiera sobre las circunstancias en las que muri¨® su amigo. Una vez desmontada la mentira, la verdad, al menos la judicial, se conocer¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas, cuando el tribunal militar dicte sentencia.
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