?Y ahora qu¨¦?
Vivimos tiempos inciertos, tan convulsos que resulta inimaginable pensar qu¨¦ m¨¢s tragedias pueden ocurrir
Hace tiempo que ha ido tomando cuerpo entre la ciudadan¨ªa de nuestro pa¨ªs la idea de que vivimos tiempos inciertos, tan convulsos que resulta inimaginable pensar qu¨¦ m¨¢s tragedias pueden ocurrir. Primero fue la Gran Recesi¨®n, traum¨¢tica para la mayor¨ªa, despu¨¦s la inesperada pandemia, al tiempo que se fueron haciendo m¨¢s frecuentes los fen¨®menos clim¨¢ticos extremos, como las inundaciones, las sequ¨ªas y los incendios. M¨¢s tarde, cuando empez¨¢bamos a dejar atr¨¢s los peores momentos de la Covid-19, estall¨® la guerra de Ucrania, un pa¨ªs europeo que, como tal, la ciudadan¨ªa siente pr¨®ximo. El remate ha sido ahora el conflicto atroz entre Israel y Ham¨¢s. Pr¨¢cticamente todo el mundo en nuestro pa¨ªs ha o¨ªdo hablar de esta contienda, concretamente el 98,3% de los espa?oles, seg¨²n se publica este lunes en el bar¨®metro de noviembre de 40dB. para EL PA?S y la Cadena SER.
La encuesta deja claro que la sociedad est¨¢ atemorizada. La inflaci¨®n, los conflictos b¨¦licos, las crisis energ¨¦ticas y de recursos, el terrorismo internacional, el cambio clim¨¢tico y los desastres naturales, los ciberataques a sistemas clave, las pandemias, pero tambi¨¦n el aumento de los populismos y los flujos migratorios son asuntos marcadamente globales que la inmensa mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa siente como amenazas. Estas percepciones son transversales, aunque con algunos matices: los votantes conservadores, por ejemplo, se preocupan mucho m¨¢s por la inflaci¨®n que por la cuesti¨®n clim¨¢tica, mientras que a los electores progresistas les sucede lo contrario: se sienten m¨¢s amenazados por los desastres naturales que por el encarecimiento de la vida. En este mismo sentido, la percepci¨®n de que los flujos migratorios constituyen una amenaza guarda una relaci¨®n perfectamente lineal con la ideolog¨ªa, alcanzando su m¨¢ximo entre los votantes de Vox.
La encuesta tambi¨¦n deja claro que el miedo no es un buen compa?ero de viaje, que los asuntos p¨²blicos, cuando se tornan tr¨¢gicos, provocan serios da?os no s¨®lo materiales, sino tambi¨¦n emocionales. As¨ª, la gran mayor¨ªa reconoce que estos hechos afectan negativamente a sus estados de ¨¢nimo, llev¨¢ndolos al pesimismo y la desesperanza. Y no son pocas las personas que admiten sufrir ansiedad o depresi¨®n como consecuencia del encarecimiento del coste de la vida (casi una cuarta parte), de los conflictos b¨¦licos (casi dos de cada 10) o de la crisis clim¨¢tica (m¨¢s de uno de cada 10). El impacto psicol¨®gico de estos fen¨®menos no entiende de ideolog¨ªas, pero s¨ª de g¨¦nero: las mujeres sufrimos m¨¢s los males del mundo que nos rodea (o, quiz¨¢s, tenemos menos reparo en admitirlo), con la ¨²nica excepci¨®n del auge del populismo, con m¨¢s efectos psicol¨®gicos en los hombres.
Por supuesto, el sentimiento de amenaza continua que acecha a la sociedad en la que vivimos no est¨¢ re?ido con el disfrute. Uno de los personajes de La octava vida (la novela de Nino Haratischwili en la que se narra la turbulenta y tr¨¢gica historia de Georgia), un chocolatero de Tbilisi, cuenta que el consumo de chocolate aumentaba cuando los tiempos empeoraban. Los personajes de esta saga familiar sufrieron en sus carnes las peores consecuencias de los grandes conflictos del siglo XX, en forma de torturas, suicidios, traiciones e injusticias de toda clase. Aunque con menos virulencia que entonces, el momento que vivimos tiene un tinte claramente tr¨¢gico para la ciudadan¨ªa, del que es dif¨ªcil desligarse, por mucho que perduren las cosas buenas de la vida. Se teme que lo peor est¨¦ a¨²n por venir. ¡®?Y ahora qu¨¦?¡¯ es la gran pregunta de nuestros tiempos.
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