Galicia y Podemos, de ¡®House of Cards¡¯ a ¡®Falcon Crest¡¯
El partido rompe el principio de acuerdo con Sumar para las elecciones. Divisi¨®n al borde del precipicio, no sea que lo sensato dure un cuarto de hora, no sea que alguien piense que la pol¨ªtica ¨²til puede mandar sobre lo autorreferencial
Las Navidades nos gustan tanto porque son ese tiempo donde lo tradicional manda sobre lo inesperado y eso, en los terribles a?os veinte, donde lo imprevisto se ha apoderado del calendario, agazapado como un bandido a salto de mata que aguarda para darnos el palo, no puede causarnos m¨¢s que satisfacci¨®n. Puede que por eso la izquierda, fiel tambi¨¦n a sus tradiciones, quiera acabar el a?o proporcion¨¢ndonos un espect¨¢culo dentro de lo esperable. Podemos rompe el principio de acuerdo que hab¨ªa alcanzado con Sumar para las elecciones gallegas. Divisi¨®n al borde del precipicio, no sea que lo sensato dure un cuarto de hora, no sea que alguien piense que la pol¨ªtica ¨²til puede mandar sobre lo autorreferencial.
Todo esto se remonta, en el fondo, al a?o 2015, cuando Podemos parec¨ªa capaz no s¨®lo de disputar la hegemon¨ªa de la izquierda al PSOE, sino incluso, as¨ª lo confirmaban las encuestas, de dar una sorpresa en las generales. En ese contexto se decidi¨® que en las municipales de mayo, que preced¨ªan a la gran cita de diciembre, el partido morado se abstuviera de concurrir con su denominaci¨®n para no mancharse. Llegaron as¨ª las marcas blancas que conquistaron los grandes ayuntamientos y tomaron notables posiciones en los Parlamentos auton¨®micos. Un gran ¨¦xito que acarreaba inserto un gran problema: a la larga aquello ser¨ªa un reino de taifas imposible de digerir para el votante medio. En el momento en que el sufl¨¦ del cambio perdi¨® fuerza, Podemos se vio incapaz de forjar un poder territorial cohesionado, estable y coherente. Y as¨ª hasta hoy.
Sumar ha heredado este escenario y una inquietante realidad. Puede que en la pol¨ªtica contempor¨¢nea poseer un l¨ªder carism¨¢tico, presencia digital y un nombre reconocible valga para encarar, al asalto, unos comicios generales que, pese a su naturaleza parlamentaria, se desarrollan en lo electoral como una cita presidencialista. Pero lo cierto es que para que un proyecto pol¨ªtico cuaje, esto es, se mantenga en el tiempo m¨¢s all¨¢ de un ciclo de cuatro a?os, es imprescindible que eche ra¨ªces en lo territorial. De ah¨ª la importancia, para el partido de Yolanda D¨ªaz, de conseguir un resultado aceptable en Galicia. De ah¨ª que se haya contado con Marta Lois, portavoz de Sumar en el Congreso, como candidata a la Xunta. De ah¨ª que el b¨²nker que controla Podemos no haya dejado pasar la ocasi¨®n para hacer da?o.
Como parece normal, por su propia supervivencia, lo que queda de Podemos en lo territorial pretende hacer pol¨ªtica all¨ª donde puede, es decir, Sumar. A pesar, no nos enga?emos, de que la organizaci¨®n de D¨ªaz les ofrece acuerdos muy poco ventajosos, nada que los morados no conozcan, nada que no hicieran cuando eran ellos quienes mandaban: en pol¨ªtica las alianzas, tambi¨¦n las amistades, siempre est¨¢n expuestas al aprovechamiento mutuo, tambi¨¦n a la ley del m¨¢s fuerte. La cuesti¨®n es que lo que conviene fuera de Madrid no cuadra con las necesidades de la direcci¨®n central, ya s¨®lo empe?ada en llegar con fuerza a las europeas para lograr un todo o nada con Irene Montero. Frente a la discrepancia de intereses, ostracismo y expulsiones para los l¨ªderes regionales que no han pasado por el aro. Para el resto basta con que Canal Red toque a rebato para que el suced¨¢neo digital de democracia interna d¨¦ el resultado que se desea. Aquello que se conoci¨® como nueva pol¨ªtica aspir¨®, por un tiempo, a parecerse a House of Cards. Hoy, en realidad, se asemeja m¨¢s a Falcon Crest, luchas din¨¢sticas por mantener lo que queda del vi?edo.
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